jueves, 3 de julio de 2025

ES NECESARIO NO ESTAR EN PECADO MORTAL PARA COMULGAR



Discípulo. —Ahora, dígame, Padre: ¿basta, para comulgar, no estar en pecado mortal?

Maestro. —Sí, además de estar en ayunas en la forma  como lo prescribe la Iglesia y de saber lo que se va a recibir (y tener la fe católica), basta no estar en pecado mortal para comulgar (se debe confesar con un sacerdote si hubiera cometido pecado mortal luego de la última confesión bien hecha). Sin embargo, es necesario también ir con rectitud de intención, como, por ejemplo, para amar a Jesucristo, por espíritu de devoción, para obtener gracias espirituales y materiales, pues cuanto con mejores disposiciones se vaya a comulgar, más bendiciones y gracias se recibirán.

Jesucristo, al tomar nuestra naturaleza humana, se ha acomodado, por decirlo así a nuestro modo de ser. ¿No hacemos así nosotros con nuestros amigos y conocidos y, en general, con nuestros prójimos? Cuando uno nos ama, nos honra y nos aprecia con predilección, nosotros correspondemos a ese amor y atenciones; al que más nos aprecia y nos estima, más le amamos y estimamos también nosotros.

Lo mismo sucede con la Comunión; cuanto con más fe, piedad y devoción nos acercamos a comulgar, mejor nos conquistamos la simpatía, la bondad y la delicadeza del corazón de Jesucristo.

D. —Como hacían los Santos, ¿verdad Padre?

M. —Sí, como hacían los Santos, y como hacen las almas profundamente cristianas, las almas que quieren a Jesús y su amor.

D. — ¿Serán muchas estas almas?

M. — Muchísimas. Hay muchos sacerdotes realmente dignos, que celebran y comulgan diariamente, como los Santos. Religiosos y religiosas realmente piadosos, que diariamente comulgan, como si fueran ángeles... Madres sinceramente piadosas y cristianas, jóvenes de ambos sexos pertenecientes a institutos religiosos y de familias cristianas, que cada día se acercan a comulgar con las mejores disposiciones. Únicamente los veletas, los disipados, los tibios, la gente de poca fe, se acercan a comulgar con indiferencia, sin reflexión.

D. — ¿Estos tales, harán mal la Comunión?

M. —No, si no están en pecado mortal no comulgan mal; siempre hacen una obra buena y admirable, como dice el Catecismo; pero se privan de muchas gracias.

D. — ¿Qué quiere decir, Padre, con esto?

M. —Para explicártelo mejor te pondré ejemplos, quizá un poco rastreros; pero escúchalos con paciencia.

Ve un primer caso: Dos campesinos trabajan en la misma tierra: el uno la trabaja y la cultiva con asiduidad, quitando primero las hierbas, cavándola, rastrillándola; la abona, y con todo cuidado deposita en ella la semilla; abre Zanjas para el desagüe, pone cercas para que no pasen por ella, y vigila constantemente su campo. El otro por el contrario, la trabaja de cualquier manera, de prisa y de pasada. ¿Quién de los dos crees recogerá mejores y más abundantes frutos?

D. —Sin duda, el primero.

M. —Pues lo mismo sucede con la Comunión: en conformidad con las disposiciones que se llevan y del interés que uno se toma, y de la devoción y piedad que se pone; en proporción, digo, del cuidado con el cual se manifiesta a Jesucristo nuestro amor y nuestra benevolencia, se recibirán el provecho y los frutos.

Segunda comparación: Salen juntos dos al mercado o de paseo. El uno se contenta con andar, respirando aire sano, gozando del sol, mirando los prados floridos, o, si va al mercado, observando la mercancía expuesta y los escaparates de las tiendas; el otro, por el contrario, recoge de aquellas flores, hace provisión de los artículos que más le agradan y serán más útiles para él y para su familia. Al volver, ¿quién de los dos habrá aprovechado mejor el paseo?

D.  ––Sin duda, el que ha adquirido y llevado a su casa lo bueno que encontró.

M. —Pues así se comprende enseguida que la Comunión es un tesoro de inapreciable valor, inagotable bien que se ofrece a todos los cristianos, y del que más disfruta y se enriquece el que mejor se industria.

D. —Si es así, poco fruto he sacado yo hasta ahora de mis Comuniones; pero, en adelante, quiero que sean tan devotas y tan fervorosas, que constituyan un verdadero tesoro para mi alma.

M. — Muy bien, persevera en tus propósitos y haz que sean firmes y eficaces.

D. —Sin embargo, Padre, si uno va a comulgar sin esta fe y esta devoción, ¿comulgará mal?

M. —No. La Comunión, te he dicho, está mal hecha cuando uno se acerca a ella en pecado mortal y sin las disposiciones de que hablamos antes; de lo contrario, siempre estará bien hecha y será buena y provechosa, porque obra ex opere operato, como enseñan los teólogos, o sea, por su propia virtud sobrenatural y divina.

D. —El que no tiene esas disposiciones, ¿haría mejor no comulgando que frecuentando la Comunión?

M. —A esta pregunta te respondo con una tercera comparación:

Es frecuente dar con personas que por estar indispuestas, no sacan gusto de la comida y casi preferirían no comer, pues aun lo poco que comen lo toman a la fuerza y con cierta repugnancia. No obstante, aquello poquito, tomado de esa manera, les aprovecha, se convierte en sangre y en carne, y así van tirando y desempeñan sus quehaceres. ¿Que sería mejor para éstos: comer o no comer?

D. —Si no comen se mueren.

M. —Luego así debe pensarse de la Comunión, que es alimento de las almas. Si no comen morirán, acabarán languideciendo y caerán en el pecado, que es muerte de las almas.

     El Espíritu Santo hace hablar así al pecador en la Sagrada Escritura: “Estoy mustio como hierba cortada; mi corazón se encuentra seco como el heno del prado porque He dejado de comer mi pan”. Esto es, sabía que debía comer el pan (que deja de ser pan para transformarse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo) que Jesús me ha dado para vivir, y por indiferencia, por descuido, por fútiles razones, no lo he hecho. Esto constituirá el continuo remordimiento de los que descuidan la Comunión, aunque vivan sin cometer faltas graves.

D. —Entonces, Padre, ¿hacen mal los que dejan de comulgar porque no sienten ni piedad ni devoción?

M. —Sí. Hacen mal y se equivocan, como los que no comen porque no sienten apetito, los que no toman medicamentos cuando están enfermos, los que no buscan ayuda cuando están débiles, los que no se acercan a la lumbre cuando sienten frío, o a la fuente cuando tiene sed.

Pbro. Luis José Chiavarino

COMULGAD BIEN

miércoles, 2 de julio de 2025

¿POR QUÉ LA GENTE SE QUEDA CON LA IDEA POPULAR Y ERRÓNEA QUE AL MORIR ALGUIEN YA LA HIZO EN AUTOMÁTICO Y SE VA DE FRENTE AL CIELO?



¡Cuántas almas llevarán años y años en el purgatorio por causa de esas ideas! 
Y escuchamos frases como:
-Por fin ya está descansando con Diosito
- Ya tenemos un angelito en el cielo
- Era bien bueno, ya está en paz.

No amigos, solo Dios sabe en qué estado llegó esa alma a su presencia, pero los buenos deseos no son suficientes para salvar un alma, por más querida que sea.

Por eso, no dejemos de ofrecer oraciones, misas y sacrificios por las almas del purgatorio, ellas pueden seguir necesitando mucho de nosotros.
NO NOS OLVIDEMOS DE ELLAS.
 

lunes, 30 de junio de 2025

LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS Y EL CERRO DE OTOMCAPULCO EN TOTOLTEPEC

 

Anochecer del 30 de junio: 505 Aniversario de la llegada de la Imagen de Nuestra Señora de los Remedios a Naucalpan, en medio de la trágica Huida de “La Noche Triste.” 

Luego del desorden provocado durante la ausencia de Cortés en la Gran Tenochtitlan, mucho se enojaron los naturales con el emperador Moctezuma II por diferentes razones, una de ellas, por haberles permitido a los españoles colocar la Imagen de Nuestra Señora de los Remedios en lo alto del Templo Mayor. 

Ante la muerte de Moctezuma II y el creciente odio de los naturales hacia los españoles, la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1520, los conquistadores españoles al mando de Hernán Cortés huyeron de la ciudad de Tenochtitlan, capital del imperio azteca. No sin  antes recoger la Imagen que presidía el Templo Mayor, patrona de la Conquista y que había permanecido intacta ante los ataques de los mexicas para destruirla.

Muchos de los españoles sólo intentaron la huída, porque los guerreros indígenas los alcanzaron y su sangre la ofrendaron a sus falsos dioses. Bernal Díaz del Castillo, autor de la “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, soldado presente en aquel episodio, calcula que fueron como 600 sus compañeros muertos.

Cortés y sus hombres huyeron a la medianoche del 30 de junio de 1520. Cortés dio la señal de partida y bajo la consigna de silencio, marcharon por un puente de canoas en dirección a Tlacopan (Tacuba). Antes de llegar a la calzadas de salida de la ciudad azteca fueron observados por guerreros aztecas, que sonaron la alarma que alertaba de la huida de los españoles. Como los españoles y sus aliados alcanzaron las calzadas de salida, cientos de canoas aparecieron en las aguas junto a los guerreros aztecas. 

Los españoles y sus aliados nativos lucharon en su camino de huida bajo la lluvia ante un sinnumero de flechas, utilizando puentes portátiles para cubrir las brechas. Se dice, que durante el combate, los naturales vieron de pronto a un hombre barbado montado sobre un corcel blanco que destellaba una particular luz y que escudaba a los españoles a huir (algunos dicen que se trata del apóstol Santiago, conocido como “Santiago mataindios”; pero también vieron a una Señora con un Niño en brazos, ambos de finos rostros, que echaba tierra a los ojos de los naturales para que perdieran el rastro de los españoles (aquí se cree que se trataba de la Virgen de los Remedios).

Al llegar al territorio de Tacuba, se adentraron a la zona de Totoltepec, donde los indígenas otomíes, hartos de ser dominados y esclavizados por el imperio mexica, arroparon a Cortés y sus hombres proveyéndoles de provisiones y curando sus heridas para que posteriormente retomaran su camino.

La tradición nos dice que al llegar a Totoltepec Cortés se sentó en el pie de un ahuehuete a llorar su derrota ante la Imagen de la Virgen de los Remedios y ante la impotencia que sentía por su fracaso, Cortés por miedo a que profanaran la Bendita Imagen, ordenó al Capitán Juan Rodríguez de Villafuerte (soldado que trajo a la Virgen) la ocultara en lo alto de un Cue, en el Cerro de Otomcapulco. Y no hayó lugar más seguro que la oquedad de un maguey en lo alto del Cerro de Otomcapulco (hoy los Remedios), lugar donde en 1540 el cacique indígena de Totoltepec, don Juan Ce Cuautli, la encontrara.

Resulta extraño pensar, que después de la batalla de la "Noche Triste", el Conquistador y General Español Hernán Cortés, se quedara a llorar su derrota en el árbol ubicado en Popotla, (pues recordemos que los dominios Mexicas, rebasaban incluso esas tierras), como la mayoría de la gente piensa. Por eso, es más factible que este descanso lo hayan hecho en Totoltepec, pues ya era de dominio Otomí.

Cabe destacar que el mencionado Ahuehuete de Totoltepec aún se encuentra en pie, siendo éste uno de los árboles más antiguos que conserva el pueblo.

Autor: Eduardo Baltazar Martínez.

viernes, 27 de junio de 2025

CATÓLICO: PERMANECE SIEMPRE UNIDO A LA CRUZ DE CRISTO

 

Los católicos deben unirse a la cruz, en lo profundo de sus almas, uniendo los sufrimientos de nuestro tiempo a la Pasión de Nuestro Señor. 

No solo debemos unirnos contra los errores modernos, sino que debemos proporcionar a nuestras familias una alternativa a este mundo impío en la civilización cristiana. Por lo tanto, nuestra unidad es primero por la Verdad y luego contra el error. 

La Verdad que promovemos es la Tradición Católica en toda su plenitud: la doctrina revelada por Cristo y custodiada por la Iglesia Católica: la fe y la moral, así como la sagrada liturgia tradicional y también las costumbres, las creencias piadosas y los grandes monumentos del arte, la arquitectura y la música.

Nos unimos de acuerdo con la fuerza vinculante de la Tradición, esto es lo que nos fue transmitido por nuestros abuelos y nuestros padres para pasarlo también a nuestros hijos y nietos.


jueves, 26 de junio de 2025

LA HISTORIA TUVO UN ROSTRO



(Y el poder quiso cubrirlo de olvido)


I. LA HISTORIA TUVO UN ROSTRO, Y SE LO CUBRIERON DE VERGÜENZA

(De cómo la verdad fue desplazada por la utilidad)

La historia tuvo un rostro. No era joven, pero era hermosa. Llevaba arrugas de batalla, cicatrices de amor, laureles de sangre y cantos de gloria. Hasta que un día, le pusieron un antifaz. No para protegerla, sino para ocultarla. Y comenzaron a llamarla por nombres que no eran suyos.

Le dijeron “memoria colectiva”, “construcción social”, “narrativa compartida”. Le quitaron su cetro, le cambiaron el idioma, y la enviaron a mendigar sentido entre los archivos digitalizados del Ministerio de Educación.

Antes, la historia hablaba con voz sacerdotal. No inventaba el pasado, lo entregaba. Era transmisora, no fabricante. Era madre, no burócrata. Tenía un juicio. Tenía un peso. Tenía un fin.

Pero la modernidad no tolera lo que tiene fin, ni lo que tiene juicio, ni lo que tiene peso. Así que la historia fue reeducada para servir. Ya no a la verdad, sino a la utilidad. Ya no a la memoria, sino al control.


II. UNA VOZ QUE HABLABA LATÍN TERMINÓ REPITIENDO SLOGANS

(Del paso de la profecía al protocolo)

Había una época en que la historia hablaba en latín y se escribía en piedra. No temía llamar traidor al traidor ni santo al santo. Sabía que no toda voz merecía ser registrada, ni todo acto celebrado. Tenía jerarquía. Tenía nervio. Tenía pudor.

Pero luego vinieron los pedagogos con sus “enfoques didácticos” y la vistieron de PowerPoint. Le pidieron sonreír más, acusar menos. Le prohibieron los adjetivos. Le sugirieron hablar de “procesos” en lugar de gestas, de “actores históricos” en vez de mártires, y de “visiones del mundo” en lugar de verdades.

La historia, que había sido una dama capaz de sostener la mirada de los siglos, fue transformada en una influencer del consenso. Su lugar no fue más el púlpito ni el aula sagrada, sino el rincón tibio de los talleres inclusivos.

Y así, lo que antes estremecía, hoy apenas resbala.


III. LOS NUEVOS CONSTRUCTORES: IDEÓLOGOS CON BISTURÍ

(Cómo el poder rehace el pasado para dominar el porvenir)

La ideología no busca comprender el pasado: busca rediseñarlo. Su pretensión no es histórica, sino demiúrgica. No interpreta: recrea. Y lo hace como el cirujano de una víctima dormida: sin pedir permiso, sin compasión.

La historia, entonces, dejó de ser testigo para ser coartada. El relato se volvió instrumento. La narración, arma. El juicio, tabú.

Como bien ha advertido Miguel Ayuso:

“La ideología no busca la verdad, sino el dominio. No quiere comprender el pasado, sino dirigir el futuro desde una memoria falsificada.”

Así se reconstruyen los crímenes como resistencias, los mártires como fanáticos, los conquistadores como genocidas, y las catedrales como símbolos del patriarcado opresor.

No se trata de conocer mejor, sino de impedir que se recuerde. Porque un pueblo sin memoria no puede dar testimonio. Y un testigo amnésico nunca incomoda al tirano.


IV. CUANDO LA TÉCNICA SOFOCA LA MEMORIA

(El silencio eficiente como forma de tiranía)

Ninguna época habló tanto de “inclusión” como esta, y sin embargo ninguna incluyó tan poco del pasado. Es el extraño fenómeno del olvido informatizado: no se prohíbe recordar, pero se hace inútil. No se queman libros, pero se diluyen en millones de enlaces vacíos. No se censura el contenido: se entierra en irrelevancia.

La técnica no necesita martillos para destruir: basta con sus formatos. La historia se convierte en archivo, el archivo en dato, el dato en interfaz, y la interfaz en consumo. Ya nadie escucha a los muertos. Ya nadie contesta al mármol.

Y lo que no puede ser monetizado, indexado, compartido o sensibilizado… simplemente desaparece.

El olvido no viene con tanques: viene con tutoriales.


V. TRES CORONAS PARA EL OLVIDO: MULTICULTURALISMO, CORRECCIÓN Y POSVERDAD

(El rostro sonriente de la amnesia impuesta)

Toda civilización nace de una concepción del orden. Cuando ese orden se rompe, no queda diversidad: queda disolución con música de fondo. El multiculturalismo no es un abrazo de culturas: es una amputación del alma histórica común.

La corrección política no es cortesía, sino control moral en traje de etiqueta. Y la posverdad no es un lapsus, sino una epistemología fabricada para sustituir al testimonio.

Miguel Ayuso lo dijo con precisión quirúrgica:

“El multiculturalismo es una cesión de la axiología a la sociología, y lleva derechamente al nihilismo a través del relativismo. La corrección política no prohíbe el pensamiento, pero logra que nadie se atreva a pensar.”

Así, en nombre de todos, se silencia a cada uno. Y en nombre del respeto, se liquida toda posibilidad de decir algo verdadero sin pedir perdón.

Porque cuando todo es relato, todo puede ser negado. Y cuando todo puede ser negado, sólo queda obedecer.


VI. EL CALENDARIO TAMBIÉN ES UN DOGMA

(La guerra contra la Encarnación en cifras y siglas)

Los tiranos modernos ya no imponen ídolos: cambian las fechas. Han descubierto que alterar el calendario es más eficaz que quemar templos. Basta con llamar a lo mismo por otro nombre: antes de nuestra era, después de nuestra era. ¿Cuál era? ¿La de quién?

¿Quién firma el calendario?

¿Quién separa el tiempo con su nacimiento?

¿Quién transforma la cronología en teología?

Sólo Uno.

Por eso el calendario cristiano no es una convención: es un acto de fe pública. Y la guerra contra esa fe —sutil, constante, gris— no es científica: es espiritual.

Cambiar las siglas del tiempo no es un gesto neutral. Es una apostasía de la historia.


VII. EL TIEMPO CUENTA HACIA CRISTO. Y NO HAY OTRA HISTORIA

(Donde se revela el destino escatológico del recuerdo)

La historia no se justifica por utilidad, ni por belleza, ni por consenso. Se justifica por Verdad. Y la Verdad no es una cifra, ni una consigna, ni una sensibilidad: es una Persona.

La historia no camina hacia un progreso: camina hacia un Juicio.

Toda memoria verdadera es un eco de esa espera.

Y todo olvido fabricado es un ensayo de rebelión contra el Logos que la sostiene.

Por eso no se trata de recordar cualquier cosa. Se trata de recordar bien. Con amor, con razón, con gratitud. Porque si dejamos que nos roben el calendario, pronto nos robarán también el corazón del tiempo.

Y ese corazón tiene un nombre.

Ese nombre fue pronunciado en Belén, clavado en el Gólgota, y resucitado al amanecer.

Y ese nombre no es una convención: es el Verbo encarnado.

Es Él quien partió el tiempo en dos, como se parte el pan en el altar. Antes de Él, la espera; después de Él, la plenitud. Y aún hoy, toda hora que pasa —sea ignorada o celebrada— avanza hacia su retorno.

No hay neutralidad en la historia: o es recuerdo del Redentor, o es antesala del Anticristo.

Negar ese centro es como negar el sol al mediodía: el mundo sigue girando, pero en sombras. Y cuando la cronología ya no se inclina ante el misterio del Dios hecho carne, no es el tiempo el que se libera: es el alma la que se extravía.

Recordar a Cristo no es un gesto piadoso, es un acto de justicia con el cosmos. Porque si Él es el Alfa y la Omega, entonces el calendario cristiano no es una costumbre: es una profecía perpetua.

Y esa profecía, tarde o temprano, se cumplirá.

OMO

martes, 24 de junio de 2025

POR LO QUE DEBE PREOCUPARSE EL SACERDOTE


“Mira, sacerdote mío, despreocúpate tú de la sugestión del número y preocúpate más de la calidad. Más que llenarme de gente mis iglesias, preocúpate en llenármela de buen olor de Comuniones fervorosas, de adoraciones rendidas, de suspiros de amor, de aspiraciones de esperanza, de inspiraciones de fe, de oraciones bien rezadas, de lágrimas de pecadores, de propósitos eficaces de enmienda, de vida intensamente eucarística.”

Autor: Monseñor Manuel González (1877-1940), el Apóstol de los Sagrarios Abandonados.

viernes, 20 de junio de 2025

LA ENCARNACIÓN: EL ESCÁNDALO REAL QUE SOSTIENE AL MUNDO



“No es que el cristianismo sea demasiado sublime para el mundo moderno. Es que es demasiado sólido. Tiene carne. Tiene sangre. Tiene un Dios que nos ha abrazado desde dentro del tiempo.”


I. EL MISTERIO QUE TIENE CALLOS EN LAS MANOS

El cristianismo no comenzó como una teoría elevada ni como una refinada experiencia interior. Comenzó como un choque frontal con la realidad. Como un niño que irrumpe en la historia desde el vientre de una Virgen, y cuyo llanto, en una noche cualquiera de Belén, cambió para siempre el sentido del universo.

Los antiguos miraban al cielo buscando a Dios. Los modernos, al espejo. Pero el cristianismo, con desconcertante sencillez, señala hacia un pesebre y dice: “Ahí está. Ahí duerme. Y respira. Y tiene párpados.”

El Verbo eterno, por quien fueron hechas todas las cosas, entró en la fragilidad de la carne sin perder la majestad de la divinidad. Tuvo sed. Tuvo hambre. Tuvo cansancio. Y si esto no le estremece, es porque su alma necesita volver a nacer.


II. EL ESCÁNDALO DE UNA DIVINIDAD VISIBLE

Toda religión habla de un Dios lejano. El cristianismo confiesa un Dios tocable. Y esto no como metáfora, sino como dogma. Porque el cristiano no cree en un espíritu elevado que inspira, sino en un Hombre-Dios que caminó con nosotros, comió nuestro pan, sudó bajo nuestro sol y murió sobre nuestra tierra.

Es, en efecto, la fe más alta y al mismo tiempo la más escandalosamente cercana.

Por eso molesta tanto. Porque no deja al mundo la opción del “más allá”. Lo obliga a mirar el “aquí” y el “ahora”, traspasados de gracia, transfigurados por la presencia del Invisible que se hizo visible.

Y eso significa que la salvación no está flotando en el éter, sino que habita la historia. Que el Redentor no es símbolo, ni arquetipo, ni idea abstracta: es Persona. Con cuerpo. Con voz. Con nombre. Con madre.


III. EL DIOS QUE NO SÓLO HABLÓ… VIVIÓ

La mayoría de las religiones enseñan lo que el hombre debe hacer para acercarse a Dios. El cristianismo cuenta lo que Dios hizo para acercarse al hombre.

Y no vino con diez mandamientos nuevos, ni con tratados celestiales, sino con una vida vivida de manera tan profundamente humana, que solo podía ser divina.

Trabajó con las manos. Lloró por un amigo. Compartió una cena. Recibió una bofetada. Y en cada uno de esos actos, nos redimía desde dentro, asumiendo no solo nuestra carne, sino también nuestras lágrimas.


IV. LOS HEREJES Y LA HUIDA DE LO HUMANO

Las antiguas herejías cristológicas son, en el fondo, evasiones de la Encarnación. Todos los errores sobre Cristo nacen del mismo vértigo: no poder tolerar que Dios haya abrazado plenamente lo humano.

El arriano no pudo aceptar que el Niño de María fuera Dios. El nestoriano quiso separar lo divino y lo humano, como si la unión fuese una blasfemia. El eutiquiano borró lo humano en nombre de la pureza. Todos ellos —y sus herederos modernos— no sabían qué hacer con un Dios que tiene rostro.

Pero el catolicismo insiste: lo que no fue asumido, no fue redimido. Por eso creemos que la humanidad de Cristo fue real, entera, sin atajos ni apariencias. Que su cuerpo no fue un disfraz. Que su carne fue verdadera. Y que en esa carne, Dios ha tocado nuestra historia para siempre.


V. EL REDENTOR QUE CONSERVA SUS HERIDAS

En el Evangelio, Tomás toca las llagas del Resucitado. Y al hacerlo, descubre que la gloria no ha borrado las cicatrices. Que la divinidad no ha despojado al Cristo de su humanidad, sino que la ha glorificado.

Ese pasaje —que debería ser lectura obligatoria para teólogos modernos y espiritualistas deshidratados— nos dice que la humanidad de Cristo no fue temporal ni prescindible. Que su cuerpo no fue un accidente, sino el instrumento mismo de nuestra salvación.

Y que ese cuerpo, transfigurado y resucitado, permanece eternamente unido al Verbo. Por eso podemos decir, con reverente temblor, que el Corazón de Dios sigue latiendo en la carne gloriosa de su Hijo.


VI. UNA RELIGIÓN QUE NO ESCAPA DEL MUNDO, SINO QUE LO REDIME

El mundo moderno quiere una fe sin forma, sin altar, sin carne. Quiere una espiritualidad que flote, que no exija, que no se arrodille. Quiere un Dios que inspire pero no gobierne, que consuele pero no enseñe, que esté en todas partes… menos en una hostia consagrada.

Pero el catolicismo no cede. Porque sabe que la Encarnación no puede disolverse en sentimentalismo. Que la salvación pasa por un cuerpo. Que la liturgia no es adorno, sino prolongación encarnada de la Presencia. Que el sacramento no es símbolo, sino Cristo mismo, entregándose hoy con el mismo cuerpo nacido de María.


VII. EL ESCÁNDALO QUE SOSTIENE AL MUNDO

Si Dios ha tomado carne humana, entonces la carne ya no puede ser despreciada. Si Dios ha caminado sobre esta tierra, entonces la historia no es absurda. Si Dios ha muerto, entonces la muerte ha sido vencida desde dentro.

Y si Dios ha resucitado en esa misma carne gloriosa, entonces la esperanza no es una ilusión, sino una certeza.

El escándalo de la Encarnación no es una nota de color en la teología cristiana. Es el cimiento. Lo que sostiene el edificio entero. Lo que da sentido a cada sacramento, a cada gesto litúrgico, a cada acto moral, a cada cruz alzada en medio del mundo.

Porque donde Dios ha habitado, nada puede quedar vacío.

OMO

*“Lo que no fue asumido, no fue redimido”, decían los Padres.

Pero lo que fue asumido… ¡ah!
Eso arde. Y arderá para siempre en gloria.*

jueves, 19 de junio de 2025

EL JUEVES DE CORPUS OBLIGA LA MISA AL MENOS EN MÉXICO




Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Aunque sea jueves, es fiesta de precepto (al menos en México, otros países preguntar en su lugar de origen) y por tanto obliga -gravemente- la asistencia al Santo Sacrificio de la Misa para cumplir con el tercer mandamiento de la Ley de Dios.

Este día recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre. Es decir, Cristo está realmente presente en la hostia y el caliz, luego de la consagración, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Esta verdad es dogma de fe para todo católico.

Es una fiesta muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión.

Origen de la fiesta:

Dios utilizó a santa Juliana de Mont Cornillon para propiciar esta fiesta.

Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258.

El Concilio de Trento

El Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio. Recordemos que durante la Misa se renueva el santo Sacrificio del Calvario de manera incruenta.

Temas recomendados:
-------------------------------------------------------------------------------------------------------

miércoles, 18 de junio de 2025

NO EXISTE UN CULTO SUPERIOR


 "¡Qué incomparable honor tenemos al participar de la Santa Misa! Si pusiéramos juntos todos los méritos y todas las virtudes de todos los santos que existieron y existirán, con todo el amor de los bienaventurados, incluidos los ángeles y la misma Santísima Virgen María, todos juntos no podrían dar a Dios tanto honor ni tanta alabanza ni satisfacción como recibe en una sola Santa Misa".


Padre Pedro Vignes

Reglamento de vida I, 21, art II

martes, 17 de junio de 2025

PRESENCIA

 


"El dolor de la amistad, su tormento, es la ausencia. El alejamiento debilita los vínculos de la amistad, y por muy arraigada que esté, llega a extinguirla si se prolonga demasiado.

Si nuestro señor Jesucristo estuviese ausente o alejado de nosotros, pronto experimentaría nuestro amor los efectos disolventes de la ausencia.

Está en la naturaleza del hombre, y es propio del amor el necesitar para vivir la presencia del objeto amado".

San Pedro Julián Eymard



lunes, 16 de junio de 2025

LA SANTÍSIMA TRINIDAD


¿Qué hemos de hacer en la fiesta de la Santísima Trinidad? –

En la fiesta de la Santísima Trinidad hemos de hacer cinco cosas: 1ª, adorar el misterio de Dios uno y trino; 2ª, dar gracias a la Santísima Trinidad por todos los beneficios temporales y espirituales que de Ella recibimos; 3ª, consagrarnos totalmente a Dios y rendirnos del todo a su divina Providencia; 4ª, pensar que por el Bautismo entramos en la Iglesia y fuimos hechos miembros de Jesucristo por la invocación y virtud del nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; 5ª, determinarnos a hacer siempre con devoción la señal de la Cruz, que expresa este misterio, y a rezar con viva fe e intención de glorificar a la Santísima Trinidad aquellas palabras que tan a menudo repite la Iglesia: Gloria sea al Padre y al Hijo y al Espíritu. Santo.

(Catecismo de San Pío X, Instrucción I, c. XII).


viernes, 13 de junio de 2025

LOS FRUTOS DE SEIS DÉCADAS DE "PRIMAVERA POSCONCILIAR" SIN QUE SE CORRIJAN LAS CAUSAS. LA ÚNICA SOLUCIÓN: EL RETORNO A LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA QUE SIEMPRE SERÁ VIVIFICANTE Y JOVEN.


Don Rodrigo Ruiz Velasco y Barba ha publicado recientemente este interesantísimo escrito:

"La debacle de los religiosos. Tomo los datos esenciales del historiador Francisco José Fernández de la Cigoña, que a su vez los toma del Anuario Pontificio (2025):

Jesuitas: en 1965 había 36,038; en 2024 quedan 13,995.

Salesianos: En 1967 fueron 22,810; en 2024 quedan 13,605.

Franciscanos: En 1963 fueron 27,136; en 2024 quedan 11,984.

Benedictinos: En 1963 fueron 12,131 monjes; en 2024 quedan 6,382.

Capuchinos: en 1963 fueron 15,849 frailes; en 2024 quedan 9,794.

Dominicos: en 1963 fueron 10,150; en 2024 quedan 5,369.

Lazaristas: en 1969 eran 6,284; en 2024 quedan 3,033.

Agustinos: en 1967 eran 4,548; en 2024 quedan 2,340.

Agustinos de la Asunción (Asuncionistas), de 1,967 en 1966; en 2024 son 962.

Cartujos: En 1967 eran 602; en 2024 son 272.

Clérigos de San Viator: Eran 1,968 en 1967; en 2024 quedan 374.

Somascos: En 1959 eran 360; en 2024 son 533.

Teatinos: Eran 164 en 1973; en 2024 son 171.

Claretianos: Fueron 4,128 en 1966; en 2024 son 2,966.

Oblatos de María Inmaculada: eran 7,890 en 1966; en 2024 quedan 3,478.

Jerónimos: En 1974 eran 35; en 2024 quedan 7.

Agustinos recoletos: Eran 1,580 frailes en 1967; quedan en 2024 solo 929.

En conjunto, de 153,640 que fueron algún día pasamos a 76,194 en tiempos recientes. En torno al 50% es la reducción, en un mundo bastante más poblado (más del doble de la población existente en 1967). Calles estará de plácemes (tal vez en el averno*), pero se equivocó: la vía para alcanzar esa meta no era la persecución abierta".

*NOTA DE CATOLICIDAD: Hay quienes afirman que Plutarco Elías Calles murió arrepentido y confesado.

jueves, 12 de junio de 2025

"¿ACEPTAS CASARTE CONMIGO?"


Si no se ve el video, puede mirarse aquí en Facebook:

Este joven se compromete en matrimonio con su novia al finalizar la multitudinaria peregrinación de católicos tradicionalistas a la catedral de Chartres.

Un excelente momento para comprometerse y pedir a la bella jovencita que acepte el santo sacramento del matrimonio con él.

Obsérvese la felicidad de ambos. Dios los bendiga.

miércoles, 11 de junio de 2025

PARA TENERLO SIEMPRE PRESENTE


“La vida es tu navío, no tu morada”, decía Santa Teresita del Niño Jesús, y con esta frase nos invitaba a reflexionar sobre la naturaleza transitoria de nuestra existencia terrenal. La vida, según esta metáfora, es como un barco en el que navegamos, una travesía llena de experiencias, aprendizajes y desafíos. No debemos apegarnos demasiado a este mundo, ya que nuestra verdadera morada, el destino final al que estamos llamados, es el cielo.

 Este pensamiento nos anima a vivir con esperanza y propósito, recordándonos que nuestra meta última es la unión con Dios en la eternidad, y que todas nuestras acciones y decisiones deben orientarse hacia ese fin trascendental.

martes, 10 de junio de 2025

Y ESTABA ALLÍ… LA MADRE DE JESÚS.


Y donde Ella está, están la tranquilidad, la alegría, la seguridad.

Y allí estaba Ella con su mirada vigilante y caritativa, solícita y amorosa.

Los recién desposados, los invitados, disfrutaban alegres de las fiestas de aquel día de bodas.

Mientras tanto, Ella se preocupaba de que no faltara nada a la alegría de aquel sencillo regocijo.

¡Y con que discreta solicitud, con que amorosa prudencia ejercita su oficio!

Va a faltar el vino, Ella lo prevé.

Más no se contenta con preverlo.

Su corazón se conmueve, ¿cómo permitir que la alegría de aquellos sencillos esposos se perturbe y que el bochorno de la impresión los avergüence? ¡No! Y busca solicita el remedio a aquella necesidad.

Su Hijo está allí.

Ella conoce muy bien su corazón.

Y se acerca, discreta y amorosa: Vinum non habent: No tienen vino.

La respuesta de Jesús parece una primera vista negativa. Pero no.

Está María tan cierto de haber sido escuchada, que, sin esperar, da la orden a los sirvientes: “Haced cuanto Él os dijere”.

Y el milagro se hace, a petición de María, y el agua se convierte en vino.

Vino abundante, delicioso, exquisito, el mejor del convite.

La necesidad se ha remediado y con tanta discreción, que el maestresala mismo no se ha dado cuenta de lo que ha sucedido.

¡Ay María! Donde estás Tú no puede faltar nada.

Tú eres la omnipotencia suplicante. Y tu palabra adelanta la hora de los milagros de Jesús.

Por eso mi confianza en Tí no puede tener límites.

Basta abrir mi corazón, y que aparecerán los vacíos que hay en él; me falta humildad, y me hace falta caridad para con mis hermanos, y me hace falta sinceridad conmigo mismo, y me falta amor a mi Dios, y me falta... ¿Que un abismo sin fondo, y que la lista de mis deficiencias formará las letanías de la miseria?

Más tú ves todas esas deficiencias, todas esas miserias. Y tú corazón se conmueve. Y pides a tu Hijo por mí.

Tu oración todo lo alcanza. Por eso mis deficiencias no me desalientan ni ese vacío inmenso de mi corazón me causa vértigo. Tú quieres colmar ese vacío y remediar esas miserias.

Mas quieres que yo coopere en la medida de mis pobres fuerzas.

Y a mí como a los servidores de Caná, me dices también: “Haz cuanto Él te dijere”.

En Caná, los servidores llenaron de agua los cántaros.

Yo pondré el agua de mis lágrimas, que es lo único que tengo.

Eso basta. Y que llene hasta el borde mi pobre corazón.

Esas lágrimas se transformarán.

Y el vino de la alegría, de la paz, de la confianza, llenará mi corazón.


Alberto Moreno SI

ENTRE EL Y YO

lunes, 9 de junio de 2025

EL TIEMPO NO ES NUESTRO



Apenas abre uno los ojos en esta vida, el tiempo ya le ha tomado ventaja.
Nos despierta sin permiso, nos arrastra sin pausa, nos educa a golpes y nos despide sin despedida.
Nadie lo elige. Nadie lo puede detener. Nadie vuelve a ver dos veces la misma hora.

Y, sin embargo, lo tratamos como si fuera nuestro. Como si fuera un recurso, un calendario, una cifra que se acumula o se administra, pero no un misterio que se recibe.
Y así, a fuerza de medirlo, de dividirlo, de perseguirlo, hemos olvidado que el tiempo no nos pertenece.


Hay quienes creen que el tiempo es el marco neutro de la vida. Otros lo imaginan como un dios invisible que rige todas las cosas sin rostro.
Pero la verdad es mucho más sencilla, y más solemne: el tiempo es criatura.
Tan real como el sol, tan frágil como el alma, tan obediente como un servidor que espera órdenes del Eterno.

No surgió por necesidad. No se basta a sí mismo. No tiene fin en sí mismo.
Fue creado por Dios, no para que el hombre se entretenga en él, sino para que lo transforme en eternidad.


El alma humana fue hecha para lo eterno, pero sólo puede elegir dentro del tiempo.
Y por eso el tiempo no es una sucesión vacía, sino el espacio del drama.
El drama de la libertad, del pecado, de la gracia, del perdón, de la gloria o la perdición.

Cada segundo es campo de batalla.
Cada instante puede ser altar o abismo.
Cada día puede inclinar el alma hacia el Cielo o hacia el juicio.


Pero he aquí el secreto que no puede enseñarse en academias: el tiempo no se entiende con conceptos, sino con adoración.
No se domina con relojes, sino con rodillas.
No se gana haciendo más cosas, sino uniendo cada cosa a Dios.

Por eso, el que multiplica su agenda, pero no ama, pierde su tiempo.
Y el que parece ineficaz ante los ojos del mundo, pero une su jornada a la Cruz, está salvando horas para la eternidad.


El Verbo eterno, al encarnarse, entró en el tiempo.
Dios, que no necesita minutos, aceptó vivir cada uno, para que ningún minuto nuestro quedara fuera de su Redención.

Y así, el tiempo fue santificado.
No porque cambiara su sustancia, sino porque fue asumido por el Verbo y transfigurado en medio de los hombres.
Desde entonces, cada instante puede unirse al Misterio,
cada hora puede ser gracia,
cada día puede ser oblación…
si es vivido en Cristo.


El tiempo no espera.
Pero sí obedece.
Obedece a quien lo creó.
Y por eso, el que se une al querer de Dios, no teme al paso de los días. Porque sabe que cada jornada no lo aleja de la plenitud, sino que lo acerca.

Hay una libertad más alta que la del que domina su agenda: la del que se deja poseer por el designio de Dios en el tiempo.
Esa libertad sabe perder para ganar, callar para vencer, esperar para arder.


El alma que ama a Dios no malgasta el tiempo.
No porque lo tema, sino porque lo ve como don.
Un don fugaz, frágil, precioso, cuyo valor se mide no por su duración, sino por su destino.

Los santos, que entendían más del tiempo que todos los relojeros del mundo, vivían cada día como si fuera el primero… y el último.
Sabían que cada instante podía ser la hora de su muerte o de su eternidad.

Y por eso, no corrían: adoraban.
No planificaban para diez años: se preparaban para diez siglos de gloria.


El tiempo no es un tirano. El tirano es el hombre que lo quiere sin Dios.
El tiempo no mata: somos nosotros quienes lo matamos cuando lo usamos sin amar.
El tiempo no envejece: es el alma la que se marchita si no espera la eternidad.

El tiempo, vivido en gracia, rejuvenece la esperanza.
El tiempo, unido al sacrificio, transfigura la historia.
Y el tiempo, ofrecido con fe, vence a la muerte.


El tiempo no es nuestro.
Nos fue dado… para devolverlo.
Y en ese acto —libre, humilde, silencioso— se juega todo.

No se nos preguntará cuánto hicimos, sino cuánto ofrecimos.
No cuántas horas duró nuestra obra, sino cuánto de Dios tuvo cada una.

Porque el tiempo no será juzgado por sus avances, sino por sus adoraciones.

Y sólo los que aman al Verbo eterno descubren que el tiempo no es cárcel… sino camino.
Y que cada minuto es posibilidad de eternidad.

OMO

sábado, 7 de junio de 2025

viernes, 6 de junio de 2025

LA VIRTUD EN LA MUJER



"La primera virtud fundamental de la mujer cristiana es la piedad; pero una piedad instruida, sólida y ejemplar. 

Su piedad debe ser instruida por el conocimiento exacto y razonado de la doctrina cristiana. Tiene necesidad, ante todo, de un conocimiento claro de nuestra religión, para hallarse preparada para instruir sólidamente, sea en su casa, sea fuera de ella, a todos los que vegetan en la ignorancia. ¡Felices los hijos que desde la más tierna edad han aprendido de los piadosos labios de su buena madre, o virtuosa hermana, los rudimentos de la fe!

Los conocimientos religiosos deben elevarse hasta la categoría de científicos: esto es, que se conozcan las bases de certidumbre sobre las cuales descansan las verdades de nuestra santa fe. 

Este conocimiento razonado de nuestra santa fe es, sobre todo en nuestros días, indispensable a la mujer cristiana; porque en nuestro siglo de incredulidad debe estar apercibida y apercibir a los suyos contra el contagio pestilente del escepticismo; y deberá, también, muchas veces, confundir la ignorancia de los impíos.

Su piedad debe ser no solamente instruida, más también sólida; y lo será si está basada sobre las convicciones inquebrantables de la fe, y sobre una voluntad firmemente resuelta a servir a Dios ante todas las cosas. De esta piedad sólida y bien cimentada sobre las convicciones de la inteligencia y sobre la firmeza de la voluntad, nace espontáneamente la constancia en la práctica bien regulada de la devoción; cuyos ejercicios no se omitirán jamás, aunque cuesten algún sacrificio. 

Finalmente, la piedad debe ser ejemplar; esto es, debe ir acompañada del buen ejemplo, de la práctica de las virtudes cristianas, principalmente de aquellas que nacen de la caridad, como la dulzura y afabilidad en el trato, que hacen amable la piedad". 

✨ P. Francisco J. Schouppe, S. J.
📖 La mujer cristiana: su misión, su formación y su defensa.