Dios todopoderoso,
de quien depende todo nuestro ser,
concede a nuestros campos la lluvia,
necesaria actividad para la vida,
a fin de que, asegurado nuestro sustento diario,
podamos, con tranquilidad, buscar los bienes eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
Amén.
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