“Así como es lícito resistir al Pontífice que agrede el cuerpo, también es lícito resistir al que agrede las almas o que perturbe el orden civil, sobre todo cuando intenta destruir la Iglesia. Yo digo que es lícito resistirle no haciendo lo que él ordena e impidiendo ejecutar su voluntad. Pero no es lícito juzgarlo, sancionarlo o destituirlo, ya que éstos son actos propios de un superior”.
San Roberto Belarmino. De Romano Pontifice , lib. 2, cap. 29 ,Opera omnia.
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