Recuerdas que has de morir. La actitud de un cristiano ante la muerte, no debe ser de puro sentimentalismo, sino de fe pura, y gran resignación ante la voluntad divina, incluso de Esperanza.
Pero la muerte mueve a muchos a un sentimiento de falsa piedad pensando que “absolutamente todos los muertos son buenos”. La correcta actitud de un católico es rezar por las almas del Purgatorio. Lo demás le correponde a Cristo, que si bien es misericordioso también es justo. Y ante Él debemos dar cuenta.
La muerte nos tocará a todos. Nadie en esta vida se verá exento de las consecuencias del Pecado Original. Solo la Virgen María tuvo ese privilegio.
Muchos lloran y se lamentan, pero no dan a sus difuntos lo que realmente necesitan: Misas y Oraciones por él. Es lo que piden las almas del purgatorio, es lo que la Iglesia enseña, y las Escrituras.
“Las almas del Purgatorio son ayudadas por los sufragios de los fieles, especialmente por el sacrificio del Altar”, declaró el Concilio de Trento, instruyendo también a “los Obispos a esforzarse diligentemente para asegurar que la sana doctrina sobre el Purgatorio, transmitida por los Santos Padres y los Sagrados Concilios, sea creída, mantenida, enseñada y predicada en todas partes” (sesión del 3 y 4 de diciembre de 1563).
“Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de sus pecados” (II de Macabeos XII, 46).
Porque si bien todos resucitaremos, algunos lo harán para la vida eterna, y otros tristemente, para la condenación eterna.
No niegues a los difuntos lo que tanto necesitan, pues con la misma vara con que hoy midas serás medido, y si no usas de misericordia con las almas de tu mayor obligación, tampoco la habrá para ti, en aquel día terrible.
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