jueves, 15 de mayo de 2025

NO SEAS INCRÉDULO



“No había llegado todavía este día que hizo el Señor; las tinieblas estaban todavía sobre el abismo, en las profundidades del corazón humano que estaba en tinieblas. Que venga pues aquel que es la punta del día, que venga y que diga con paciencia, con dulzura, sin cólera, él que es el que cura: «Ven. Ven, toca aquí y cree. Tú has dicho: 'Si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo'. Ven, toca, mete tu dedo y no seas incrédulo, sino creyente. Yo conocía tus heridas, he guardado para ti mi cicatriz”. (San Agustín)

Lo más inaudito de todo es que no se contentó con soportar los peores sufrimientos y las heridas hasta la muerte, sino que, resucitado, después de haber rescatado su cuerpo de la corrupción, conserva en él sus llagas y sus cicatrices. Y con ellas es como aparece ante los ángeles, las considera como su atavío y se regocija mostrando qué tremendos sufrimientos ha aguantado. Del cuerpo ha abandonado todo lo demás, porque su cuerpo es espiritual, ingrávido y sutil, exento de toda afección corporal; pero sus cicatrices no las ha rechazado en absoluto, no ha borrado sus llagas. Al contrario, ha querido conservarlas a causa de su amor al hombre, porque con ellas ha podido encontrar al que estaba perdido, y con esas heridas ha conquistado al que amaba.

¿Qué amor podría igualarse con ese? ¿Qué objeto ha sido amado por el hombre hasta ese extremo? ¿Qué madre ha sido tan tierna, o qué padre ha sido tan afectuoso? O ¿quién concibió nunca por la belleza un amor tan loco que, en nombre de ese amor, venga a ser herido por aquel mismo al que ama, y no sólo lo soporta, no sólo conserva su amor al ingrato, sino que coloca sus heridas por encima de todo?.

Oh Señor y Dios mío, dentro de tus llagas, escóndeme, como a la paloma en la hendidura de la Roca. Concédeme refugiarme en la Herida hondísima de tu Gracia derramada, cauterizar por tu Amor extremo las tinieblas del corazón herido y reflejar por siempre tu infinita Misericordia...



martes, 13 de mayo de 2025

S.S. PÍO XII SEÑALÓ QUE EL SECRETO DE FÁTIMA ADVERTÍA SOBRE LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA, PERO FUE IGNORADO POR SUS SUCESORES



Un testimonio notable, aunque de relevancia indirecta, es el del cardenal Eugenio Pacelli –antes de convertirse en el Papa Pío XII– cuando era Secretario de Estado del Vaticano durante el reinado de Pío XI.

 El futuro Pío XII hizo una asombrosa profecía sobre un futuro trastorno en la Iglesia:

"Me preocupan los mensajes de la Santísima Virgen a Lucía de Fátima. Esta persistencia de María ante los peligros que amenazan a la Iglesia es una advertencia del Cielo contra el suicidio de alterar la Fe en su liturgia, en su teología y en su alma. (...) Oigo a mi alrededor a innovadores que quieren desmantelar la Capilla sagrada, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos, hacerla sentir remordimientos por su pasado histórico".[1]

    El biógrafo del Papa Pío XII, Monseñor Roche, señaló que en este punto de la conversación, Pío XII dijo entonces, en respuesta a una objeción:

"Llegará un día en que el mundo civilizado negará a su Dios, cuando la Iglesia dudará como Pedro dudó. Ella estará tentada a creer que el hombre se ha convertido en Dios. En nuestras iglesias, los cristianos buscarán en vano la lámpara roja [del Tabernáculo] donde Dios los espera. Como María Magdalena, llorando ante el sepulcro vacío, preguntarán: “¿Dónde lo han llevado?”[2]

    Es verdaderamente asombroso notar que el futuro Papa relacionó esta intuición aparentemente sobrenatural de la inminente devastación de la Iglesia específicamente con "los mensajes de la Santísima Virgen a Lucía de Fátima", y con "esta persistencia de María ante los peligros que amenazan a la Iglesia". Una predicción de este tipo no tendría sentido si se basara en las dos primeras partes del Gran Secreto, que no mencionan cosas como "el suicidio de alterar la Fe en su liturgia, su teología y su alma", o "innovadores que quieren desmantelar la Capilla sagrada, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos y hacerla sentir remordimientos de su pasado histórico". Tampoco hay ninguna indicación en las dos primeras partes de que "En nuestras iglesias los cristianos buscarán en vano la lámpara roja donde Dios los espera".

    ¿Cómo sabía estas cosas el futuro Papa Pío XII? Es evidente que le fue concedida una visión sobrenatural, o bien que tenía conocimiento directo de que una parte de los "mensajes de la Santísima Virgen a Lucía de Fátima", que hasta entonces no habían sido revelados, predecían estos acontecimientos futuros en la Iglesia. En resumen, todos los testimonios sobre el contenido del Tercer Secreto, desde 1944 hasta al menos 1984 (fecha de la famosa entrevista de Ratzinger), confirman que se refiere a una catastrófica pérdida de Fe y de disciplina en la Iglesia, abriendo una brecha a las fuerzas durante mucho tiempo alineadas contra Ella: los "innovadores" a quienes el futuro Papa Pío XII escuchó a su alrededor, pidiendo el desmantelamiento de la capilla sagrada y cambios en la liturgia y la teología católicas.

Como se ha visto, esta brecha comenzó a producirse en 1960, precisamente el año en que, como había insistido Sor Lucía, debía revelarse la tercera parte del Secreto.

[1] Roche, Pie XII Devant l'Histoire, págs. 52-53.

[2] Ibíd.

lunes, 12 de mayo de 2025

MAYO, MES DE MARÍA


Así se llama tradicionalmente este mes dedicado a la Stma. Virgen, en el que ofrecemos a nuestra Madre del Cielo nuestras mejores “flores” espirituales y materiales. Un método muy sencillo es saludarla con las siguientes deprecaciones: 

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, miserable pecador. Avemaría

Acueducto de las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados. Avemaría

Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Avemaría 

Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro santísimo Hijo, las gracias que necesito para mi eterna salvación. 

Avemaría

Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte, y abridme las puertas del Cielo. 

Avemaría.

sábado, 10 de mayo de 2025

LA PAZ, SIN EL REY DE LA PAZ



«La paz sea con ustedes».
Con esas palabras abrió su pontificado el Papa León XIV.
Y el mundo, sediento y disperso, escuchó —como tantas veces— esa promesa de armonía que atraviesa los siglos como un eco de resurrección. No es una fórmula cualquiera. Es, en labios de Cristo, una proclamación de victoria: victoria sobre el desorden, sobre el pecado, sobre la enemistad entre el hombre y su Creador.
Pero, como sucede con todo lo que el mundo repite sin comprender, conviene detenerse. Porque una palabra tan grande no puede ser dicha en voz baja sin peligro. La paz, cuando se repite sin orden, puede convertirse en su negación.

Paz: ¿qué es? ¿Dónde habita? ¿Cómo se sostiene?
El pensamiento clásico, coronado por la claridad de Santo Tomás, responde con sencillez luminosa: pax est tranquillitas ordinis.
La paz es la tranquilidad del orden.
No la suspensión del conflicto, sino la consecuencia de que las cosas estén como deben estar.
La paz no es anterior al orden. Es su fruto.
No se negocia. Se recibe.
Y se pierde cuando se destruye el principio de ese orden.

Aquí empieza el problema moderno. Porque si hay algo que la modernidad ha hecho con método, es desmontar el edificio del orden.
Ha sustituido la naturaleza por la voluntad, el ser por la opinión, el bien por la utilidad, la justicia por el consenso.
Y luego —con una mezcla admirable de ingenuidad y soberbia— ha salido a buscar la paz.
Como quien arranca los cimientos de una casa y luego reza por la estabilidad del techo.

Danilo Castellano, con la precisión que sólo da el pensamiento fiel al ser, lo ha dicho con claridad:
la paz no puede existir donde no hay reconocimiento de la verdad.
No puede mantenerse si se niega el carácter objetivo de la ley natural.
No puede brotar en un mundo que ha sustituido el orden teológico-jurídico por la ingeniería de intereses.
Porque en última instancia, la paz no es una idea política, sino una realidad ontológica.

El orden —como realidad objetiva— tiene un principio que lo origina, una ley que lo mide y un fin que lo orienta.
Ese principio no es el consenso.
Esa ley no es el deseo.
Ese fin no es el bienestar.
Ese principio es Dios.
Esa ley es la ley natural.
Ese fin es el bien común, que no se inventa, sino que se descubre.

Cuando se desconoce esta arquitectura del ser, lo que se llama paz se convierte en parodia:
— armonía sin jerarquía,
— justicia sin verdad,
— derecho sin deber,
— unidad sin bien.
Es una paz flotante, frágil, inestable, como un espejo colgado en el viento.

Por eso Castellano insiste: el desorden moderno no es accidental, sino estructural. No se trata de un error administrativo, sino de una negación de principios.
Cuando se niega la soberanía de Dios, se quiebra el fundamento del orden.
Cuando se desnaturaliza al hombre, se extravía su lugar en ese orden.
Y cuando se renuncia a la ley natural, se convierte el poder en pura técnica de dominación.
Y entonces, la paz deja de ser posible, no por falta de buenas intenciones, sino por ausencia de fundamento.

Cristo no ofreció una paz adaptada a los tiempos.
Ofreció su paz: la que nace de la justicia restaurada, del pecado redimido, de la cruz aceptada.
No dio la paz como lo hace el mundo, porque el mundo ya había inventado sus propias imitaciones:
la paz del equilibrio de fuerzas,
la paz del miedo común,
la paz del adormecimiento moral.
Cristo dio la paz como signo de Reino.
Y donde no hay Reino, no puede haber paz.

¿Queremos la paz? Entonces no basta con desearla.
Debemos restaurar el orden.
Y restaurar el orden no significa imponer estructura exterior, sino volver al reconocimiento de la verdad sobre el ser, sobre el hombre, sobre la ley, sobre el fin.
La paz no es un proyecto humano: es la irradiación visible de la justicia divina acogida.

Por eso, cuando el Papa dice la paz sea con ustedes, la respuesta más digna no es el aplauso ni la costumbre, sino la conversión.
Porque sólo el alma reconciliada puede acoger la paz verdadera.
Sólo la ciudad fundada en la ley natural puede custodiarla.
Y sólo el mundo sometido al reinado social de Cristo puede mantenerla.

Todo lo demás será tregua.
Será protocolo.
Será buena voluntad sin estructura.
Será —como bien lo ha visto Castellano— la ficción de la paz cuando ya se ha perdido el alma del orden.

Por eso hay que volver a pensar.
Pensar sin miedo.
Pensar como quienes saben que la verdad no necesita maquillaje, sino fidelidad.
Y reconocer, con alegría firme, que la paz existe.
Pero sólo si el Rey es reconocido.
Porque sin el Rey de la Paz, la paz es palabra huérfana.
Y palabra huérfana… no funda Reino.

OMO

viernes, 9 de mayo de 2025

¿QUÉ DEBE HACER UN PAPA, SEGÚN SAN AFONSO MARÍA DE LIGORIO?



Cuando estaba a punto de reunirse el cónclave de 1774, el cardenal Castelli pidió a monseñor Alfonso María de Ligorio que escribiera una carta sobre las medidas que el nuevo Papa debía tomar para reformar la Iglesia afligida por una laxitud general. Se citan los principales pasajes de la carta de san Alfonso.

"Amigo y Señor mío, respecto al sentimiento que deseáis de mí respecto de los asuntos actuales de la Iglesia y de la elección del Papa, ¿qué sentimiento quiero demostrar yo, miserable ignorante y de tan poco espíritu como soy?

"Sólo digo que se necesita oración, pero mucha oración; considerando que, para sacar a la Iglesia del estado de relajamiento y confusión en que se encuentran universalmente todas las clases sociales, ni toda la ciencia y prudencia humana pueden remediarlo, sino que es necesario el brazo todopoderoso de Dios.

Entre los obispos, pocos tienen verdadero celo por las almas.

Las comunidades religiosas, prácticamente todas, son relajadas; Porque en la vida religiosa, en la actual confusión de las cosas, falta la observancia y se pierde la obediencia.

En el clero secular la situación es aún peor: es claramente necesaria una reforma general para todos los eclesiásticos, con el fin de remediar la gran corrupción moral que existe entre los seculares.

Es necesario, pues, pedir a Jesucristo que nos dé una Cabeza de la Iglesia que, más que doctrina y prudencia humana, esté dotada de espíritu y celo por el honor de Dios, y esté totalmente desprendida de todo partido y respeto humano; porque si alguna vez, para nuestra desgracia, aconteciese un Papa que no tuviese delante de sus ojos sólo la gloria de Dios, el Señor le ayudará poco, y las cosas, como están en las presentes circunstancias, irán de mal en peor.

Por lo tanto, las oraciones pueden remediar muchos males, obteniendo de Dios que ponga su mano sobre ellos y les dé un remedio.

[…] desearía, ante todo, que el futuro Papa (ya que hay muchos cardenales por proveer) escogiera, entre los que le propongan, a los más doctos y celosos del bien de la Iglesia, y avisara de antemano a los Príncipes, en la primera carta en que les informe de su exaltación, que, cuando le pidan el cardenalato para algunos de sus favoritos, le propongan sólo sujetos de probada piedad y doctrina; porque de lo contrario no puede admitirlos en buena conciencia.

Además, quisiera que fuese bastante fuerte para negar ulteriores beneficios a quienes ya están provistos de los bienes de la Iglesia, en la medida suficiente para su mantenimiento, según su estado. Y en esto debe emplear todas sus fuerzas contra los compromisos que surjan.

Además, quisiera que se evitase el lujo entre los prelados, y por tanto que el número de siervos se determinase para todos (de lo contrario no se remediaría nada), según lo que corresponde a cada clase de prelados: una cierta cantidad de siervos y no más; un cierto número de caballos y no más; para que los herejes ya no puedan hablar.

Además, sea puesto mayor diligencia en conferir beneficios sólo a aquellos que han servido a la Iglesia, y no a individuos particulares.

Además, se debe usar toda diligencia en la elección de los obispos (de quienes principalmente dependen el culto divino y la salvación de las almas), y se debe obtener información de diversas partes sobre su buena vida y la doctrina necesaria para gobernar las diócesis; y que incluso a aquellos que se sientan en sus iglesias, metropolitanos y otros, se les pida en secreto que se informen sobre aquellos obispos que se preocupan poco por el bien de sus ovejas.

Quisiera también que en todas partes se esclareciera que los obispos que fueren negligentes y deficientes en la habitación y lujo del pueblo a su servicio, o en el gasto excesivo de muebles, banquetes y cosas semejantes, serán castigados con la suspensión o con el envío de vicarios apostólicos para enmendar sus faltas; y que darán ejemplo de vez en cuando, según sea necesario.

Cualquier ejemplo de este tipo haría que todos los demás prelados negligentes se cuidaran de moderarse.

[…] Sobre todo, quisiera que el Papa redujera universalmente a todos los religiosos a la observancia de su primer Instituto, al menos en las cosas más importantes.

Ahora, no quiero molestarte más. No podemos hacer otra cosa que pedir al Señor que nos dé un Pastor lleno de su Espíritu, que sepa establecer estas cosas que tan brevemente he descrito, según lo que mejor conviene a la gloria de Jesucristo.

Con esto os hago la más humilde reverencia, mientras protesto con toda obsequiosidad.

Por Vuestra Excelencia, devoto, humilde y verdadero servidor.

Alfonso María, obispo de Santa Águeda de los Godos".

jueves, 8 de mayo de 2025

¡HABEMUS PAPA! LEÓN XIV. Cardenal Robert Francis Prevost



1955 (14 de septiembre)

Nace en Chicago, Illinois, Estados Unidos.


1977

Ingresa al noviciado de la Orden de San Agustín.


1981

Profesa votos solemnes como agustino.


1981-1985

Estudios en Roma (Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino – Angelicum).

Obtiene doctorado en Derecho Canónico. Formación tomista, aunque ya dentro del horizonte postconciliar.


1985

Es enviado como misionero a Perú.

Desempeña funciones pastorales y administrativas.

Director del seminario agustiniano.

Profesor de Derecho Canónico.


1999

Elegido Prior Provincial de los Agustinos en Perú.


2001

Elegido Prior General de la Orden de San Agustín.

Reelegido posteriormente. Sirve hasta 2013.

Amplia experiencia en gobierno religioso internacional.


2014 (3 de noviembre)

Nombrado administrador apostólico de Chiclayo (Perú).


2015 (26 de septiembre)

Nombrado obispo de Chiclayo.

Recibe la consagración episcopal.


2020

Entra al ámbito curial romano como miembro de varios dicasterios.


2023 (30 de enero)

Nombrado Prefecto del Dicasterio para los Obispos por el papa Francisco.

También presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Responsable de proponer nombramientos episcopales en todo el mundo.

Figura clave en la selección de obispos alineados con la visión pastoral del papa Francisco.


2023 (30 de septiembre)

Creado cardenal en el consistorio de ese año.


2025 (8 de mayo)

Elegido Papa con el nombre de León XIV.

Primer papa agustino desde San Pío V (siglo XVI).

Primer papa estadounidense por nacimiento.


Primer discurso: 

https://www.facebook.com/share/v/1Ab2sYgpJ1/

miércoles, 7 de mayo de 2025

QUÉ FLACO ENTENDIMIENTO EL DE LOS QUE QUIEREN UN PAPA QUE SE ACOMODE A LOS VIENTOS DEL MUNDO. CARTA DE SANTA TERESA DE ÁVILA A UN SACERDOTE, SOBRE EL CÓNCLAVE



La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra paternidad, mi hijo en el Señor:

Leí la vuestra con lágrimas, no de tristeza, mas de amor y compasión, porque veo cuánto se duele vuestro corazón por la Santa Iglesia, y cuán deseoso estáis de agradar a Su Majestad en este tiempo que parece tan oscuro. Y si la Sede de San Pedro está vacía y el mundo parece desmandado, creed, hijo mío, que no se ha perdido la mano de Dios, aunque los hombres no la vean.

Vos me preguntáis qué hacer en esta hora en que la barca parece sin timón, y todos hablan y pocos oran. Pues yo os digo con verdad que el mejor servicio que ahora podéis dar a la Iglesia es haceros oración viva, muro de súplica, centinela de la esperanza.

No es tiempo de hablar mucho, sino de padecer mucho. No de agitarse, sino de recogerse. Y si el mundo entero se estremece y aún los buenos se turban, ¿qué habremos de hacer los que amamos a Jesucristo? Estar firmes junto a la cruz, como la Virgen Sacratisima y San Juan, y no movernos de allí.

Orad, hijo. Ofreced el Santo Sacrificio con toda vuestra alma, que con cada Misa vuestra se inclina el Cielo a la tierra. Ofreced cada hora de vuestro día por los que van a elegir al nuevo Pastor. Y no pidáis que sea conforme a vuestro gusto, sino conforme al Corazón de Cristo.

Decísme que muchos quieren un Papa que se acomode a los vientos del mundo. ¡Ay, qué flaco entendimiento es ése! No hemos de querer al que agrade, sino al que guíe, aunque duela. Al que dé doctrina, aunque reprenda. Al que sea todo de Dios, aunque le cueste la sangre.

Y vos, ¿qué habéis de hacer? Guardar la fe, vivir en caridad, no ceder en lo pequeño, no dejar de orar ni un solo día, aunque el alma se halle seca como un leño. Porque es en estas sequedades donde se prueba el amor de verdad.

No os espantéis si sois pocos los que perseveráis. Ya sabéis que el Señor no mira el número, sino la fidelidad. Y si toda la barca os parece a punto de zozobrar, estad seguro que en la bodega va Cristo dormido, y a su tiempo despertará.

Que vuestra oración sea sin descanso. Que vuestro silencio sea lleno de fe. Que vuestra vida sea tan santa que pueda sostener a muchos que flaquean.
Y no dejéis de amar a la Iglesia, aunque la veáis herida. Que madre es, y madre santa, aunque tenga las manos lastimadas por los pecados de sus hijos.

Ánimo, hijo, y a la oración.

Que cuando el nuevo Pedro suba al timón, vos estéis en vela, con la lámpara encendida.

Su Majestad os guarde y os haga todo suyo,

Teresa de Jesús, monja descalza de Nuestra Señora del Carmen, indigna hija de la Iglesia y sierva de Vuestra Paternidad.


lunes, 5 de mayo de 2025

CUMPLIMOS 16 AÑOS EN LA RED


Agradecemos a todos nuestros amigos-lectores su preferencia. Gracias a Dios y a ustedes hemos podido alcanzar, este 5 de mayo de 2025, nuestro diciseisavo aniversario en la red. El contador del blog (catolicidad.com) registra a esta fecha más de 18 millones 100 mil páginas visitadas, más otro tanto en Facebook donde tenemos más de 71,000 seguidores. 

 Hagamos una oración por todos los lectores y por los colaboradores de este sitio y pidamos tanto a Dios y a su Santísima Madre como a nuestro santo patrono, san Pío V (que hoy festejamos), que siga siendo de utilidad y beneficio para el alma de todos sus lectores.

sábado, 3 de mayo de 2025

EL MITO DEL ESTADO NEUTRAL



I. EL NACIMIENTO DEL ESTADO MÁS BUENO DEL MUNDO

Había una vez —como en todos los cuentos tristes— un Estado que se creía sabio porque no tenía convicciones. No mataba dragones, pero sí santos. No hablaba de Dios, pero hablaba en su nombre (y, por supuesto, cobraba impuestos).

No era rey, ni juez, ni padre. Era un “gestor imparcial”… lo cual quiere decir que hacía de todo, menos lo importante, y aún así se creía justo porque no juzgaba.

Este curioso Estado —hijo ilegítimo de Hobbes, ahijado de Voltaire y alumno mediocre de Rousseau— se presentó como neutral. No tenía color, ni sabor, ni fe, ni esperanza. Solo reglamentos.
Y lo más terrible es que no decía que Dios no existía, sino algo peor: que daba igual si existía o no.


II. EL CONTRATO SOCIAL Y OTRAS FICCIONES LEGALES

Este Estado —como todos los personajes de los cuentos modernos— nació sin madre, pero con un contrato.

Dicen que fue un pacto entre hombres libres que nunca se conocieron, que firmaron un documento que nadie vio, para fundar un gobierno que nadie pidió… pero que todos debemos obedecer porque así lo exige la Constitución (ese libro sagrado que se puede reformar con mayoría calificada).

Y como no podía apelar al bien común (porque ya no sabía qué era el bien), inventó el bienestar general, que es como decir “lo que más gente tolere con menos quejas”.

En resumen: el Estado neutral no tiene principios, pero exige adhesión incondicional a su procedimiento. Es como un árbitro que pita sin balón, pero que expulsa a quien hable de la Verdad.


III. EL SECRETO DE SU NEUTRALIDAD

La verdad es que el Estado neutral no es neutral. Solo odia la Cruz.

Permite marchas de colores, pero multa a los sacerdotes. Financia exposiciones obscenas, pero censura la liturgia. Se desvive por proteger las sensibilidades de todos, salvo las del que cree en Dios.

Y cuando se le acusa de parcialidad, responde con esa frase tan suya:
“Es que la religión divide”.
Como si el aborto no dividiera.
Como si la ideología de género uniera.
Como si el nihilismo fuera el nuevo catecismo universal.


IV. CUANDO LOS FILÓSOFOS SE QUITAN LA PELUCA

Entonces llegaron los que aún piensan (una especie en extinción protegida por el Código Penal de Occidente).

Dalmacio Negro advirtió que el Estado no era un árbitro, sino un dios de sustitución, vestido con toga romana y sonrisa publicitaria.

Danilo Castellano recordó que no existe política sin verdad, y que todo gobierno que dice no tener moral, simplemente impone una mala.
Miguel Ayuso se asomó por encima del muro de los tecnócratas y gritó:
“¡El emperador va desnudo… y además cita a Kant sin haberlo entendido!”.

Bartyzel afiló la pluma y escribió que el liberalismo moderno es una religión con altares profanos, herejías sancionadas y liturgias laicas obligatorias.

Todos coincidían en algo: el Estado neutral no cree en Dios, pero cree en sí mismo con fanatismo religioso.


V. EL ALTAR ESTÁ OCUPADO: LO LLAMAN “DIVERSIDAD”

La neutralidad, pues, era una máscara. Detrás no había un sabio imparcial, sino un gerente de supermercado con pretensiones de Mesías.
Y como no hay política sin teología, el nuevo dios del Estado es el hombre autónomo, hecho a imagen del algoritmo y semejanza del deseo.

El altar sigue en pie. Solo que ahora está cubierto de banderas, eufemismos y formularios.


VI. CUANDO LA LEY DEJA DE SER JUSTA PARA SER CORRECTA

Y así fue como el mundo cambió las Tablas de la Ley por los formularios ISO.
El bien se volvió “opcional”.
La verdad, “ofensiva”.
Y la justicia, una aplicación de móvil en versión beta.

En lugar del Reino de Cristo, nos dieron la República del Término Medio.
En vez de santos, influencers.
Y por mártires, víctimas que se quejan en horario estelar.

El resultado fue una sociedad tan igualitaria, que nadie tenía derecho a decir la verdad.


VII. EL FINAL QUE AÚN NO SE ESCRIBE

Pero como en todo buen cuento, hay una esperanza.

Porque, aunque el Estado neutral ha llenado el mundo de leyes, sigue sin llenar el alma del hombre.

Porque aunque ha acallado las campanas, no ha podido hacer callar la conciencia.

Porque aunque ha proscrito a Cristo de las constituciones, Él sigue reinando en los corazones fieles.

Y llegará un día —como siempre ocurre en las historias verdaderas— en que los pueblos volverán a buscar un orden que no sea de papel, sino de verdad.

Y entonces, el mito caerá.

Y alguien, en voz baja, dirá: “Dios no estaba muerto… lo habían sustituido por un burócrata”.

OMO
 

viernes, 2 de mayo de 2025

CUANDO VEO UN SACERDOTE... por Hugo Wast



"Cuando veo un sacerdote viejo, deslucido en su traje y en su palabra, distraído como quien tiene el corazón en otra parte, sordo a los rumores de la tierra y atento a las voces que le hablan en sueños como a Samuel, pienso que invita a cantar un Te Deum, porque es un navío que ha pasado ya las tormentas de los siete mares.

Cuando veo uno joven, que emprende su periplo, impaciente de surcar los océanos, con demasiada confianza en la altura de sus mástiles y en lo pulido de sus cascos y en la gallardía de sus lonas; que mira poco el cielo para orientar su rumbo y mucho las máquinas que fabrican los hombres, tengo miedo por él.

Y más si es artista; y mucho más si es elocuente; y muchísimo más si es ingenuo y ama el ruido, y cree que le falta tiempo y puede dejar hoy esta rúbrica, mañana este rezo, después esta meditación, ser impuntual en la hora de su Misa; ser distraído en su breviario.

¡Ay! ¡Cuántos mares y cuántos escollos delante de su proa y qué lejos el puerto!".


Hugo Wast



jueves, 1 de mayo de 2025

CUANDO LOS CREYENTES CALLAN



“Puesto que no eres ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.”
Apocalipsis 3,16


Existe un tipo de apostasía que no necesita herejía.
Una apostasía sin panfleto, sin renuncia formal, sin siquiera conciencia de haberla cometido.
Se consuma en silencio, con una sonrisa cordial, con un asentimiento diplomático.
Y lo más sorprendente de todo es que no se da entre enemigos del Evangelio,
sino entre sus propios defensores.
Defensores que ya no empuñan la espada, porque podría parecer mala educación.

Cristianos que siguen creyendo, sí.
Pero que ya no predican, porque el mundo tiene cosas más urgentes que escuchar.
Como por ejemplo… la última tontería viral.

Y así, cuando los creyentes callan, el mundo no se llena de error.
Se llena de ruido.
Y entre tanto ruido, el Logos se vuelve sospechoso por sonar como orden, y el pecado se vuelve invisible por parecer costumbre.


LA RELIGIÓN DE LA BUENA EDUCACIÓN

El primer mandamiento del creyente moderno no es amar a Dios.
Es no incomodar al prójimo.
El segundo no es predicar el Evangelio.
Es no parecer fanático.
Y el tercero es dejar la verdad para el fuero interno,
como si el alma fuera un armario donde se guarda la fe para los domingos.

El problema no es que hayamos dejado de creer.
Es que hemos aprendido a esconder la fe como si fuera un defecto elegante.
La herejía del siglo XXI no es doctrinal:
es tibia, es diplomática, es bien vestida.


LA NUEVA PIEDAD: NO DECIR NADA

El mundo está en llamas, pero nosotros discutimos los tonos de voz.
Las almas se congelan, y nosotros debatimos si usar la palabra “pecado” podría sonar agresivo.

Se dice que la caridad debe ser suave.
Y así hemos inventado una caridad que no hiere ni salva.
Una compasión que no tiene verdad,
y por lo tanto, no tiene poder.

Hemos sustituido el testimonio por la tolerancia,
la claridad por la simpatía,
y la cruz… por el consenso.


EL ESCÁNDALO DE LOS QUE YA NO ESCANDALIZAN

Hubo un tiempo en que los cristianos escandalizaban al mundo porque no se adaptaban.
Hoy escandalizan cuando no se adaptan lo suficiente.
Y por eso muchos han optado por no escandalizar más.

Pero una fe que no incomoda, es una fe que no viene del Cielo, sino de la estadística.

El mundo moderno ha logrado lo que Nerón no pudo:
que el cristiano se avergüence de parecer cristiano.
La nueva persecución no necesita leones.
Le basta con una ceja levantada, una mueca de burla, un “eso ya no se usa”.


LOS CREYENTES QUE ESCONDIERON SU LUZ… PARA NO DESPERTAR A NADIE

No es que hayamos apagado la luz.
Es que la cubrimos con el miedo al juicio ajeno.

Nos escandaliza que nos llamen rígidos,
pero no nos escandaliza que el pecado sea celebrado con aplausos.
Hemos cambiado la llama por la linterna,
y la proclamación por el murmullo estratégico.

Y así, el alma pierde su voz,
y la verdad pierde su carne.


LA TIBIEZA NO ES LA AUSENCIA DEL MAL: ES LA DESERCIÓN DEL BIEN

Durante siglos temimos al pecado visible.
Pero lo que ahora nos consume es más sutil:
no lucha, no vocifera, no contradice.
Simplemente no ama.

La tibieza es el alma que ya no se entrega.
El alma que dice “sí” con la boca y “quizá” con la vida.
Es la renuncia sin escándalo, la traición sin acto, la infidelidad sin sangre.

Y el tibio —a diferencia del pecador que aún desea—
ya no desea ni siquiera ser rescatado.
Se sienta. Calcula. Conserva.

Y así, la fe no muere por ataque: muere por abandono.


CUANDO LOS PASTORES SE ESCONDEN, EL REBAÑO SE DISPERSA

Hay silencios que son prudentes.
Hay silencios que son orantes.
Y hay silencios que son culpables.

En los templos se ha predicado dulzura sin Verbo,
paz sin cruz, amor sin verdad.
No por falta de fe, sino por exceso de cálculos.

Muchos que debieron hablar desde el púlpito
han preferido callar desde el escritorio.
Y no por humildad, sino por temor a sus propias sombras.

Porque quien tiene pecados escondidos no puede denunciar sin temblar.
Y quien debe favores no puede predicar sin pedir permiso.

En México, como en tantas tierras bautizadas,
la Iglesia sufre por dentro:
no por el pueblo que tropieza, sino por los pastores que no se levantan.

Obispos demorados.
Sacerdotes tibios o comprometidos.
Predicadores que esconden su voz para no despertar sus culpas.

¿Hasta cuándo seguirán negándonos la Verdad
por temor a que hable más fuerte que sus propios silencios?

Y sin embargo, no los odiamos.
Los esperamos.
Pero no los esperamos sentados.

Los esperamos de pie, con el Evangelio alzado.
Y de rodillas, pidiendo a Dios que los encienda, o que nos dé fuerza para encender lo que ellos han dejado apagar.


EPÍLOGO: CUANDO LOS CREYENTES VUELVAN A ARDER

Cuando los creyentes vuelvan a arder —no a debatir, no a postear, no a pactar, sino a arder— el infierno recordará que perdió la batalla en el primer madero.

Cuando ya no nos baste con parecer buenos,
cuando no temamos más al mundo que a Dios, cuando el Nombre de Cristo vuelva a sonar como una espada en la lengua de los justos, entonces el Reino volverá a marchar.

No con slogans.
No con influencers.
Sino con almas consumidas por el Amor,
como antorchas en este siglo frío.

Nos salvarán los santos,
no los comités.
Nos salvarán los que digan “sí” con la sangre, “no” con el rostro firme, y “Amén” aunque les cueste todo.

Y si hemos de ser mártires, que no sea por accidente, sino por decisión.

Que arda, Señor.
Que arda de una vez.
O que nos consuma Tu Verdad.

Y si todo se apaga,
que Ella nos conserve encendidos por dentro, como guarda en su Corazón las brasas que el mundo ya no ve, pero que aún pueden incendiar la historia.

Oscar Méndez