miércoles, 6 de agosto de 2025
A 150 AÑOS DEL MARTIRIO DEL PRESIDENTE ECUATORIANO DON GABRIEL GARCÍA MORENO
Todas sus actividades para promover la fe católica enfurecieron a los masones y, cuando fue elegido para un tercer mandato en 1875, se consideró su sentencia de muerte. Escribió de inmediato al papa Pío IX pidiendo su bendición:
"Deseo obtener tu bendición, para que me sea dada la fuerza y la luz que tanto necesito para ser, hasta el fin, un hijo fiel de nuestro Redentor y un siervo leal y obediente de su Vicario Infalible. Ahora que las Logias Masónicas traman en secreto mi asesinato, necesito más que nunca la protección divina para vivir y morir en defensa de nuestra santa religión y de la amada república que estoy llamado a gobernar una vez más".
La predicción de García Moreno fue correcta; el 6 de agosto de 1875, fue asesinado en las escaleras del Palacio Nacional de Quito, apuñalado con cuchillos y revólveres. Sus últimas palabras fueron: "¡Dios no muere!". Faustino Rayo, con un machete, le infligió heridas terribles, mientras otros tres o cuatro disparaban sus revólveres. Durante este ataque, Rayo recibió un disparo en la pierna y no pudo escapar con los demás. Uno de los capitanes, indignado, lo mató de un disparo en el acto.
El presidente moribundo fue llevado a la Catedral y depositado a los pies de Nuestra Señora de los Siete Dolores. Un sacerdote le administró la Extremaunción, y un cirujano intentó en vano curar sus heridas abiertas. El sacerdote le pidió que perdonara a sus asesinos y su mirada lo demostró. Un cuarto de hora después, expiró entre sollozos y lágrimas de sus asistentes. Sobre su cuerpo se encontró una reliquia de la Vera Cruz y unas notas manuscritas dignas de un santo:
"Salvador mío, Jesucristo, dame mayor amor por Ti y profunda humildad, y enséñame lo que debo hacer hoy para tu mayor gloria y servicio".
El Papa Pío IX declaró que Gabriel García Moreno "murió víctima de la fe y de la caridad cristiana por su amada patria".
El lector, acostumbrado al liberalismo que cree triunfante, se sorprenderá con los elogios a la piedad del presidente. Pero, en realidad, el expresidente de Ecuador fue, sobre todo, un héroe de la fe y un defensor de la moral católica:
En la apertura de las Cámaras Legislativas en 1873, el presidente de esta República, D. Gabriel García Moreno, terminó su mensaje con estos términos:
"Pero de nada nos serviría nuestro rápido progreso si la República no progresase en moralidad a medida que aumenta en opulencia, si las costumbres no fuesen reformadas por la acción libre y poderosa de la Iglesia Católica."
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