jueves, 30 de noviembre de 2023

OPINIÓN IMPÍA Y PERNICIOSA


"De acuerdo con el deber de Nuestro oficio Apostólico, queremos excitar vuestra preocupación y vuestra vigilancia episcopal, para que en toda la medida de vuestras fuerzas, arranqueis de la mente de los hombres esta opinión impía y perniciosa de que el camino de la salvación eterna puede ser encontrado en todas las religiones".


(S.S. Pío IX, Singulari Quadam, 9 diciembre de 1854).

martes, 28 de noviembre de 2023

NO CESES DE LUCHAR


“Sólo en la eternidad, patria de los justos, puedes encontrar descanso; porque sólo allí no hay combate: no presumas, empero, que se abran para ti las puertas de la eternidad, si no muestras entonces las cicatrices que llevas; aquellas puertas no se abren sino para los que combatieron aquí los combates del Señor gloriosamente y para los que van, como el Señor, crucificados”.

Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo.

lunes, 27 de noviembre de 2023

CONTRA LAS BLASFEMIAS


Gloriosísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, vuelve tus ojos en piedad sobre nosotros, miserables pecadores; estamos afligidos por los muchos males que nos rodean en esta vida, pero especialmente sentimos que nuestros corazones se rompen dentro de nosotros al escuchar los espantosos insultos y blasfemias pronunciadas contra ti, oh Virgen Inmaculada. ¡Oh, cómo estos dichos impíos ofenden a la infinita Majestad de Dios y de su Hijo unigénito, Jesucristo! ¡Cómo provocan su indignación y nos dan motivos para temer los terribles efectos de la ira divina! Ojalá el sacrificio de nuestras vidas sirviera para poner fin a tales ultrajes y blasfemias; si así fuera, cuán alegremente deberíamos hacerlo, porque deseamos, oh Santísima Madre, amarte y honrarte con todo nuestro corazón, ya que esta es la voluntad de Dios. Y solo porque te amamos, haremos todo lo que esté en nuestro poder para hacerte honrada y amada por todos los hombres. Mientras tanto, tú, nuestra Madre misericordiosa, la suprema consoladora de los afligidos, acepta este nuestro acto de reparación que te ofrecemos para nosotros y para todas nuestras familias, así como para todos los que te blasfeman impíamente, sin saber lo que dicen. Obtened para ellos del Dios Todopoderoso la gracia de la conversión, y así haced más manifiesta y más gloriosa tu bondad, tu poder y tu gran misericordia. Que se unan a nosotros para proclamarte bendecida entre las mujeres, la Virgen Inmaculada y la Madre de Dios más compasiva.


sábado, 25 de noviembre de 2023

MONSTRUOSOS ERRORES DEL MODERNISMO: BENEDICTO XV


“...Así se engendraron los monstruosos errores del modernismo, que nuestro Predecesor llamó justamente síntesis de todas las herejías y condenó solemnemente. Nos, venerables hermanos, renovamos aquí esta condenación en toda su extensión. Y dado que tan pestífero contagio no ha sido aun enteramente atajado, sino que todavía se manifiesta acá y allá, aunque solapadamente, Nos exhortamos a que con sumo cuidado se guarde cada uno del peligro de contraerlo [...] Y no solamente deseamos que los católicos se guarden de los errores de los modernistas, sino también de sus tendencias o del espíritu modernista, como suele decirse; el que queda inficionado de este espíritu rechaza con desdén todo lo que sabe a antigüedad y busca con avidez la novedad en todas las cosas: en el modo de hablar de las cosas divinas, en la celebración del culto sagrado, en las instituciones católicas y hasta en el ejercicio privado de la piedad. Queremos, por tanto, que sea respetada aquella ley de nuestros mayores: “Que nada sea innovado, si no es en el sentido de la tradición” (Nihil innovetur, nisi quod traditum est); la cual, si por una parte, ha de ser observada inviolablemente en las cosas de fe, por otra, sin embargo, debe servir de norma para todo aquello que pueda sufrir mutación, si bien aún en esto vale generalmente la regla: Non nova, sed noviter (no novedades, sino de un modo nuevo)”.

Benedicto XV, Ad Beatissimi, 1-11-1914.

jueves, 23 de noviembre de 2023

EL FUEGO PURIFICA AL ORO


(Escrito sobre el Purgatorio y las Benditas Ánimas del Purgatorio).

Todos nosotros sabemos con certeza que estamos vivos, nuestro latir y la respiración nos lo confirman. Nadie ignora -aunque muchos olvidan- que un día, aciago o bienaventurado, habremos de morir y enfrentarnos al inexorable Juicio de Dios. Pocos saben o recuerdan que en tal Juicio se decidirá si la síntesis de nuestra vida fue un continuo amar a Dios y al prójimo y por lo tanto mereceremos el cielo, o si hicimos de nosotros o del mundo nuestro dios y entonces nos ganamos el rechazo de Quien fue primero rechazado por nosotros: Dios, cuya ausencia total sólo es el Infierno mismo.

Y desgraciadamente sólo una ínfima parte de los católicos recuerda que, si bien las personas podemos haber sido medianamente buenas durante la vida, en el momento final de ver a Dios cara a cara, haber sido moderadamente bueno es habernos quedado como un atleta que entrenó para la Gran Carrera arduamente pero no quiso competir en ella: no merece el premio por no haber querido competir, o porque sus anhelos no se tornaron en acción. Mas Dios en su infinita misericordia ha concedido y concede aún una oportunidad de enmendar tal falta. A aquellos que no llegaron a amarle perfectamente, que no se gastaron la vida en el servicio al prójimo y no se quemaron como incienso en el altar del sacrificio de sí mismos, los conduce luego de la muerte al Purgatorio.

En el Purgatorio, como del nombre deducimos, las almas se purgan, no se castigan. Purgar significa «limpiar, purificar algo, quitándole lo innecesario, inconveniente o superfluo». En el purgatorio pues, se le purifican al alma los afectos desordenados que tenía al mundo o a la carne, se expían los pecados ya perdonados pero no reparados y se le ejercita en las virtudes en la que en vida flaqueó.

Pero así como el oro no llegará a su máximo grado de pureza si no está al rojo vivo, así el alma que no aprovechó los sufrimientos durante su vida para purificarse, ha de ser encendida en un fuego intensísimo para que hasta la más mínima inclinación desordenada y el más inconsciente pecado venial se evapore.

No se entienda esto mal, imaginándose el lector que Dios es tan exagerademente exigente e inmisericorde que condena a almas inocentes a un castigo injusto; todo lo contrario. Es parte de la Justicia que las deudas sin pagar se paguen y las ofensas se reparen. Pero la Bondad de Dios permite que un alma con pecado -venial- sea salva. ¡Ah cuánta misericordia Señor!, porque a Dios el más pequeño pecado le infringe una ofensa infinita que debiera ser castigada, pero deja a las almas que no han cometido pecado mortal que experimenten pena por un tiempo y luego vayan a gozar eternamente del Cielo.

Y también es que, la misma alma que fue imperfecta, cuando durante su juicio particular ve a Dios que es la belleza misma, el amor más ardiente, la ternura más embargante y en fin, la suma de todo lo que ha buscado, y luego se ve a ella misma llena de pequeñas manchas de pecados veniales y afectos a cosas de la tierra, no puede ni soportar la idea de llegar impura a Dios, ni la justicia Divina puede permitir que algo manchado llegue al Reino Celestial. Así que se encamina al Fuego del Purgatorio a limpiarse.

El fuego que allí hay es horrendísimo. Tanto, que San Cirilo de Alejandría dice que “sería preferible sufrir todos los tormentos en la tierra hasta el día final, que pasar un sólo día en el Purgatorio”

Estas Almas están encerradas en esa prisión de fuego hasta que todas sus faltas se borren, así que cada persona pasará un tiempo proporcionado a lo que debe expiar. 

Mas, como somos tan débiles, y más aún en estos tiempos modernos en que el pecado es bien visto y hasta recompensado, podemos llegar a cometer una infinidad de pecados veniales en nuestra vida. Y si por un solo pecado se condenaron los ángeles; si por un sólo pecado mortal se va un alma al Infierno, ¿cuánto no habremos de expiar si nosotros mismos hemos cometido cientos de pecados mortales, perdonados en el Sacramento de la Confesión, sí, pero que hemos reparado tan poco?

Las pobres almas que allí están sufren muchísimo y por un tiempo definido, pero este tiempo, ¡oh gran misericordia de Dios! puede ser acortado. ¿Por quién y cómo? Por nosotros, los que aún estamos con vida. 

Como el tiempo de hacer acciones por amor a Dios y ganar por ellas mérito para el Cielo es cuando aún late nuestro corazón y respiran nuestros pulmones, las almas del purgatorio no pueden ya hacer nada por sí mismas. Han de estar allí hasta que cuando estén blancas como la nieve, salgan; pero como nosotros seguimos vivos, y podemos hacer acciones meritorias, podemos aplicarlas por ellos.

Asistir al Santo Sacrificio de la Misa ofreciéndola por las benditas Ánimas es el más grande y excelso refrigerio y sufragio para sus penas. Además de calmar un poco el ardor de las llamas que las rodean, al aplicar los infinitos méritos de la misa por ellas se borran faltas de esas Almas y por lo tanto, pueden salir más pronto por tener menos deudas que pagar.

El Sacratísimo Rosario es un arma poderosísima en la tierra, y aplicando sus dulces bendiciones por las Ánimas, es una magnífica reparación por lo que algunas almas hayan dejado de rezar en su vida.

Los actos de la vida diaria, hechos con amor, reparan las faltas de entrega al prójimo que ellas hayan tenido.

Entonces, si nosotros tan fácilmente podemos ayudar a acortar el tiempo de la purga, sería una grandísima falta no hacerlo si de ello somos conscientes. Porque si el Señor, el día del Juicio Final, juzgará a aquellos que hayan ayudado al prójimo dándole -o negándole- un pequeño vaso de agua -agua para calmar una sed del cuerpo, que es soportable-, cuánto más no será duro en su juicio si pudimos haber ayudado a un alma a salir de un Fuego Ardentísimo y calmar una sed inmensa y no lo quisimos hacer. 

Es más grave aún la omisión si son nuestros mismos parientes los que sufren y no les ayudamos con nuestras pequeñas oraciones y sacrificios. 

Pero si hemos visto la necesidad de ayudar a los que ya están Purgando, ¿no es razonable tomar ejemplo de su situación y tratar por todos los medios de evitarla?

Tenemos los católicos la fantástica ventaja de que nuestras acciones son como un arma de doble filo: cuando hacemos sacrificios y oraciones por las Almas, al mismo tiempo estamos haciendo un acto de amor al ofrecerlo por ellas; y como nuestro Señor evalúa a las almas en la medida en que le amaron y amaron a los demás, estamos obteniendo un doble beneficio al santificarnos y evitar nuestro purgatorio, mientras evitamos y purgamos el Purgatorio de otros. 

“Seremos juzgados en el amor”, dice San Juan de la Cruz, y “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”, dijo Nuestro Señor. En dedicar nuestra vida a amar a Dios y amar al prójimo encontraremos nuestra dicha terrenal, porque así ha configurado Dios nuestra alma, y hallaremos al final la eterna por haber competido y salido vencedores contra el Mundo, el Demonio y la Carne.

Invoquemos a Nuestra Santísima e Inmaculada Madre para que ayude a las Benditas Almas que sufren, que ella, que es la Reina del Purgatorio y Madre de las Almas a la vez, tiene compasión de sus sufrimientos y consuela con su bendita presencia a las ánimas.

Y por eso mismo si rogamos a María por las almas, ella se regocijará de que sus pequeños hijos de la Iglesia militante estén ayudado a la purgante, e intercederá por Nosotros ante Dios pidéndole que nos haga cada vez más santos, y nos cuidará de que no caigamos en el mismo Purgatorio del que ayudamos a sacar almas por Sus Puras Manos.

El fuego purifica al oro, no lo castiga. El fuego quema, produce dolor y por eso todos evitamos que toque nuestro cuerpo material. Pero si queremos tener un alma firme, acrisolada y templada, hemos de sufrir el ardor del fuego. 

Sí, sólo se llega al Cielo cargando con amor nuestra cruz de cada día. Buscando la santidad y ofreciendo jaculatorias, indulgencias y buenas obras así como aceptando y ofreciendo los sufrimientos que nos depara la vida para expiar la pena debida por los pecados ya perdonados en el confesionario, es factible llegar a evitar el purgatorio. Mas si no nos convence saber que hemos de sufrir aquí en la tierra por amor, para parecernos a Cristo y ser más perfectos, habremos de pasar por el Fuego del purgatorio, porque el que no quiso sufrir en la tierra sufrirá en la eternidad. No he de agregar más.

¿Sufrimos entonces, por Cristo, por Su Iglesia, y lo ofreceremos todo a Él? 

Santa María, Reina del Purgatorio, rogad por Nosotros y por la Iglesia.

María Teresita (enviado por la autora a Catolicidad).

Ad Maiorem Dei Gloriam

miércoles, 22 de noviembre de 2023

EL ABORTO Y EL PADRE PÍO


 En este breve artículo podemos vislumbrar lo terriblemente grave y aberrante que era para el Padre Pío el crimen del aborto y las funestas consecuencias que éste acarrea.

En cierta ocasión el padre Pellegrino Funicelli, quien asistió al padre Pío durante muchos años, le preguntó: “Hoy usted negó la absolución a una mujer porque se sometió voluntariamente a un aborto. ¿Por qué ha sido tan riguroso con esta pobre desafortunada?”.

El padre Pío respondió: "El día que las personas dejen de horrorizarse por el aborto será el día más terrible para la humanidad. El aborto no es sólo un homicidio, sino también un suicidio. ¿No deberíamos tener la valentía de manifestar nuestra fe frente a los que cometen dos crímenes en un solo acto?"

“¿Suicidio?”, preguntó el padre Pellegrino.

"El suicidio de la raza humana será comprendido por los que verán la tierra poblada por ancianos y despoblada de niños: estará incendiada como un desierto", contestó el padre Pío.

"Cuando veas un alma que anuncia el aborto como un acto benigno, sabrás que en ella reina el príncipe de las tinieblas y que está en peligro de muerte eterna. ¡Ay, de nosotros, si consentimos con ese miserable y mortal pecado! No osemos tomar el lugar del Creador y no permitamos que ningún hombre lo haga. Y no seamos cómplices de este crimen maldito por culpa de nuestro silencio o nuestra tibieza."


martes, 21 de noviembre de 2023

SOBRE EL PATRIARCA SAN JOSÉ


"...Qué dicha para él de no solamente ver a Jesucristo, sino también de oirle, de tenerlo en sus brazos, y llevarlo de un lugar a otro, acariciarlo, abrazarlo, alimentarlo; de ser admitido en la participación de sus inefables secretos que fueron ocultos a los ojos del mundo. ¡Oh prodigio de elevación! ¡oh dignidad incomparable! La Madre de Dios, la Reina del cielo os llama su señor, el Verbo hecho carne os llama su padre y os obedece. ¡Oh Jesús! ¡oh María! ¡oh José! que haceis en la tierra una gloriosa trinidad, en la que pone todas sus complacencias la augusta Trinidad del Cielo! ¿Qué cosa se puede imaginar en la tierra tan grande, tan buena y tan excelente como esta?”.

San Bernardo

lunes, 20 de noviembre de 2023

LA FRASE QUE AYUDABA A SANTA TERESITA EN SU SOLEDAD

 

Santa Teresa a menudo reflexionaba sobre la frase "El mundo es tu barco, no tu hogar" para sobrellevar la soledad de la vida.

La vida de Santa Teresa de Liseiux no siempre fue fácil, y aunque a menudo estaba rodeada de amigos y familiares amorosos, a menudo se sentía sola y luchaba contra la depresión.

Estos sentimientos de soledad se produjeron en su infancia, así como durante su tiempo en el monasterio.

Ella explica en su autobiografía Historia de un alma que de niña era tímida y no tenía muchos amigos. Sentía que Jesús era su único amigo.

Tenía que ir dos veces por semana al convento, y debo confesar que me costaba, era muy tímida. No se trataba del cariño que sentía por mis queridas, sino que, como dije antes, no tenía entre ellas ninguna amiga especial, con quien hubiera podido pasar muchas horas como otras antiguas alumnas. Así que trabajaba en silencio hasta el final de la lección, y luego, como nadie me hacía caso, iba a la tribuna en la Capilla hasta que papá venía a buscarme para llevarme a casa. Aquí, durante esta visita silenciosa, me encontraba con mi único consuelo, porque ¿no era Jesús mi único Amigo?

Una frase consoladora

Era en esos momentos cuando recordaba una frase de un poema que su padre, san Louis Martin, le enseñó de niña.

El mundo es tu barco, no tu hogar

Teresita escribe: “Es cierto que en estos períodos de soledad a veces me sentía triste, y solía consolarme repitiendo esta línea de un hermoso poema que papá me había enseñado: “El mundo es tu barco, no tu hogar”.

Curiosamente, está citando incorrectamente un poema de Alphonse de Lamartine, titulado “Reflexión”. En él escribe: “El tiempo es tu barco, no tu hogar”.

Sin embargo, esta frase mal citada le dio mucho consuelo, como explica en su autobiografía.

«El símbolo de un barco siempre me deleita y me ayuda a soportar el destierro de esta vida… Cuando mis pensamientos discurren de esta manera, mi alma se pierde como en el infinito. Me parece ya tocar la Costa Celestial y recibir el abrazo de Nuestro Señor. Me parece ver a la Santísima Virgen que viene a mi encuentro, con mi padre y mi madre, mis hermanitos; y me imagino disfrutando de las verdaderas alegrías familiares por toda la eternidad«.

Con esto en mente, es fácil ver cómo esta frase consoló a santa Teresita y cómo podría ayudarnos a “soportar el destierro de esta vida”.

No olvidemos que algún día todas nuestras lágrimas serán enjugadas y seremos abrazados por todos nuestros seres queridos en la vida eterna venidera.

Fuente: Alteia

sábado, 18 de noviembre de 2023

OFRECIMIENTO DEL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA


"Vedme aquí, Dios de mi corazón, cargado con el enorme peso de una inmensa deuda de gratitud y reconocimiento a todos los beneficios generales y particulares de que me habéis colmado, y de los que estáis dispuesto a concederme en el tiempo y en la eternidad. Confieso que vuestras misericordias para conmigo han sido y son infinitas; sin embargo, estoy pronto a pagaros hasta el último óbolo. En satisfacción de todo lo que os debo, os presento por las manos del sacerdote la Sangre divina, el cuerpo adorable y la víctima inocente que está colocada sobre este altar. Esta ofrenda basta (seguro estoy de ello) para recompensar todos los dones que me habéis concedido; siendo como es de un precio infinito, vale ella sola por todos los que he recibido y puedo recibir de Vos.

"Ángeles del Señor, y vosotros, dichosos moradores del cielo, ayudadme a dar gracias a mi Dios, y ofrecedle en agradecimiento por tantos beneficios, no solamente esta Misa a que tengo la dicha de asistir, sino también todas las que en este momento se celebran en todo el mundo, a fin de que por este medio satisfaga yo a su ardiente caridad por todas las mercedes que me ha hecho, así como por las que está dispuesto a concederme ahora y por los siglos de los siglos. Amén".  

– San Leonardo de Porto Maurizio, "El tesoro escondido de la Santa Misa".

jueves, 16 de noviembre de 2023

PERDÓN Y PIEDAD


Perdón, piedad y misericordia por mis pecados.

Perdón, piedad y misericordia por los pecados de mi familia.

Perdón, piedad y misericordia por los pecados de mi país...

Perdón, piedad y misericordia por los pecados del mundo.


martes, 14 de noviembre de 2023

MONS. SCHNEIDER EN DEFENSA DE MONS. STRICKLAND


«El único oficio que ahora acarrea severos castigos es el de custodiar fielmente las tradiciones de los Padres.» Estas palabras de San Basilio (Ep.243) ilustran magníficamente la destitución del obispo de la ciudad estadounidense de Tyler (Texas), monseñor Joseph E. Strickland. La destitución de S.E. Joseph Tyler ha supuesto un día aciago para la Iglesia Católica de hoy. Asistimos a una injusticia descarada para con un prelado que cumplía con su deber predicar y defender con parresía las inmutables fe y moral católicas y promover el carácter sagrado de la liturgia, en particular lo relativo al inmemorial rito tradicional de la Misa. Todo el mundo entiende, incluidos los enemigos declarados de este obispo confesor, que las acusaciones contra él presentadas carecen de todo fundamento y son desproporcionadas, y que no han sido sino un pretexto muy oportuno para silenciar a una incómoda voz profética dentro de la Iglesia.

En nuestros días ha vuelto a suceder lo mismo que les pasaba a los obispos durante la crisis arriana del siglo IV, que eran depuestos y desterrados por tan solo predicar valerosamente la Fe católica tradicional. Y mientras tanto, a varios prelados que apoyan públicamente herejías, abusos litúrgicos y la ideología de género, y que animan sin rebozo a sus sacerdotes a bendecir parejas del mismo sexo, la Santa Sede no les amonesta ni sanciona en modo alguno.

Sin duda, monseñor Strickland pasará a la historia como al Atanasio de la Iglesia de los EE.U. Con la diferencia de que, al contrario de San Atanasio, no lo persiguen las autoridades seculares sino –parece mentira– el propio Papa. Se diría que desde hace un tiempo está teniendo lugar una purga de obispos fieles a la Fe y la doctrina católicas, que son inalterables, y esta purga ha llegado a una fase decisiva.

Ojalá el sacrificio que ha pedido el Señor a monseñor Strickland rinda numerosos frutos espirituales en el tiempo y en la eternidad. Tanto monseñor Strickland como otros fieles prelados a quienes ya se ha pedido que presenten su dimisión y se les ha condenado al ostracismo, o bien serán los siguientes, deberían plantear con toda sinceridad al papa Francisco: «Santo Padre, ¿por qué nos persigue y fustiga, si hemos procurado hacer lo que nos habían pedido los santos pontífices? Con amor fraternal ofrecemos el sacrificio de esta persecución y exilio en aras de la salvación de vuestra alma y por el bien de la santa Iglesia de Roma. ¡Ciertamente somos sus mejores amigos, Santo Padre!»

+Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Santa María de Astaná

13 de noviembre de 2023 

Visto en Adelante la Fe

 

sábado, 11 de noviembre de 2023

MEDITAR EN LA CRUZ


“Lo primero que podemos obtener al meditar en la cruz y en las virtudes de nuestro Salvador es un profundo arrepentimiento de nuestros pecados que fueron los que ocasionaron su Pasión y su Muerte, un deseo grande de desagraviarlo por las ofensas que le hemos hecho y un esfuerzo continuo por conseguir la conversión de los pecadores.

Lo segundo que debemos hacer al meditar en la pasión y cruz del Redentor es pedirle confiadamente perdón de todas nuestras faltas, convencidos de que fue por obtenernos el perdón que sufrió tan atroces tormentos. Al recordarlos deberíamos sentir un verdadero odio y asco hacia nuestras maldades, y un gran amor hacia quien tanto ha sufrido por salvarnos.

Lo tercero debe ser esforzarnos con toda la voluntad en alejar del corazón y sofocar en nuestra vida las indebidas inclinaciones que nos llevan al pecado. 

Lo cuarto que nos propongamos imitar las admirables virtudes de Jesús, el cual según dice san Pedro "sufrió por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (1P 2, 21).

P. Lorenzo Scupoli – Combate espiritual

viernes, 10 de noviembre de 2023

DOS VICIOS

 


“No es suficiente aclarar el espíritu, es necesario también depurar el corazón, a fin de que el espíritu pueda recibir y conservar la luz. En general, todas las inclinaciones perversas que alteran la pureza del corazón, alteran la penetración del espíritu y lo ofuscan; es el privilegio de un corazón puro el ver en todo su esplendor la luz de Dios. Dos vicios, más que todos los otros, han hundido a nuestro siglo en las tinieblas, estos son el orgullo y la impureza”.


R. P. de Clorivière

jueves, 9 de noviembre de 2023

LA EFICACIA DE LA SANTA MISA PARA VIVOS Y MUERTOS


Revestido del sacerdocio católico, el sacerdote recibe el poder de ofrecer el santo sacrificio de la Misa por los vivos y los muertos.

El divino sacrificio de la Misa contiene e inmola al mismo Jesucristo que se ofreció en la Cruz, pero en la Misa sin derramamiento de sangre.

A través de él obtenemos misericordia y encontramos gracia, auxilio y bendición.

Acerquémonos a Dios con un corazón contrito y arrepentido, con fe recta y con espíritu de temor y reverencia.

La Misa se ofrece por los pecados, las penas, las satisfacciones y otras necesidades de los fieles.

La Misa se ofrece por los vivos y por los que han muerto en Jesucristo y que aún no están del todo purificados.

No hay nada más bello, más grande y más santo que ofrecer la Santa Misa por los vivos y por los difuntos.

Es el acto perfecto del culto divino, el único capaz de reconciliar a los hombres con Dios.

El santo sacrificio de la Misa alivia a las almas del Purgatorio.

La Santa Misa derrama sobre los pecadores los frutos de la Pasión de Cristo y todos los beneficios del Cielo.

Fuente: Exposición de la doctrina sobre el sacrificio de la Misa, Concilio de Trento, 17 de septiembre de 1562 – Fsspx.Actualités".

sábado, 4 de noviembre de 2023

LA ESPADA DE LA VERDAD


“La verdad es como una espada. No puede transigir con las conveniencias del mundo. Por eso los verdaderos discípulos de Jesucristo serán siempre perseguidos. El Señor no envía sus elegidos para las glorias del mundo sino para las persecuciones, como Él mismo ha sido enviado por su Padre”.

Mons. Juan Straubinger, Comentario a Mt. 10, 34.

viernes, 3 de noviembre de 2023

LO ADVIRTIÓ LA VIRGEN


“La masonería, que entonces estará en el poder, hará que se promulguen leyes inicuas, con el objetivo de acabar con este sacramento (el del matrimonio), con lo que casi todo el mundo vivirá  en pecado. … El espíritu cristiano decaerá rápidamente,  extinguiendo la preciosa luz de la fe hasta que llegue al punto de que habrá una corrupción casi total y general de las costumbres".

Nta. Sra. del Buen Suceso a la Madre Mariana de Jesús Torres.


jueves, 2 de noviembre de 2023

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

 


Hoy la Iglesia Católica celebra la memoria de todos los fieles difuntos. El mes de Noviembre comienza con la Solemnidad de todos los santos, que la hemos festejado en el día de ayer. Los santos  (tanto los canonizados como los no canonizados) están definitivamente en el cielo, y nosotros cuando los recordamos simplemente pedimos que intercedan por nosotros ante el Padre Celestial, ya que nuestra peregrinación terrena aún no a terminado. 

    ¿Porqué estamos rezando por los muertos? Por dos razones: la primera es porque seguramente ellos necesitan nuestras oraciones. Salvo los santos que están en el cielo y los condenados en el infierno, todos los demas muertos necesitan de nuestras oraciones. Los santos no necesitan que recemos por ellos ya que gozan de la visión beatífica, los condenados tampoco necesitan nuestras oraciones ya que han tomado la decisión definitiva de rechazar a Dios para siempre, es por eso que están en el infierno. Ahora bien, nosotros no sabemos donde están nuestros muertos. A menos que la Iglesia haya canonizado a alguno de nuestros difuntos, no podemos decir que sabemos si están en el cielo, en el infierno o en el purgatorio. Podemos intuir que una persona que vivió “externamente” toda su vida según los mandamientos divinos seguramente está gozando de la visión beatífica. Sin embargo, a menos que la Iglesia la haya canonizado, no tenemos certeza de ello. En el caso de los condenados, no podemos afirmar en ningún caso que tal o cual persona está en el infierno. La Iglesia canoniza, pero no condena. Se sabe que los santos que están canonizados están en el cielo, pero no se sabe quienes son los que están en el infierno. Lo que sabemos es que el infierno no está vacío. Hay hombres y mujeres que están condenados allí, y ciertamente no son pocos. Lo cierto es que por los santos del cielo y los condenados no es necesario rezar. Ahora bien, ¿Por quienes se reza? Por las almas del purgatorio. Es una verdad de fe que para ir al cielo directamente sin pasar por el purgatorio hay que morir totalmente unido a Dios y libre, sea del pecado como la afección al mismo. San Juan Apóstol en el libro del Apocalípsis dice: “Nada impuro podrá entrar en el paraíso” (Ap. 21; 27). Hay una gran cantidad de personas que, obviamente, no viven y mueren con una vida radicalmente unida al Señor y desapegada de todo pecado o desorden. Puede que esas personas mueran en gracia de Dios gracias a la confesión sacramental. Sin embargo, como su afección al pecado todavía permanece y su unión al Omnipotente no es total, deben ser purificadas antes de entrar en el paraíso. Las almas de los difuntos que necesitan ser purificadas van a un lugar que la Iglesia a llamado tradicionalmente “purgatorio”. La palabra “purgatorio” viene del término latino “purgare” que significa “purificar”.

   Algunos grupos protestantes dicen que el purgatorio no existe, que es un invento de la Iglesia Católica, y por lo tanto sería un absurdo rezar por los difuntos. Sin embargo, estos grupos protestantes con su opinión contradicen no tanto a la Iglesia Católica, sino a la misma Sagrada Escritura. Si vamos al Antiguo Testamento, el Segundo libro de los Macabeos, que fue escrito unos 140 años antes del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, hace referencia al purgatorio. En el segundo libro de los Macabeos se muestra claramente como los judíos ofrecían sacrificios en reparación por los pecados de los judíos muertos que habían traicionado al Señor conspirando con los griegos quienes deseaban destruir el Templo y la fe de Israel. De hecho, el autor sagrado escribió lo siguiente: “Y después de haber recolectado entre sus hombres unas dos mil dracmas, las envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. El realizó este hermoso y noble gesto con el pensamiento puesto en la resurrección, porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos.  Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados” (2 Mac 12, 43 – 45). También el Nuevo Testamento habla del purgatorio. Nuestro Señor habla del pecado contra el Espíritu Santo y dice lo siguiente: “Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el futuro” (Mt 12, 32).  San Juan Apóstol en su primera carta dice que este pecado no necesariamente es mortal, pero nuestro Señor dice claramente que este tipo de pecados se pagan en el mundo futuro. Se está haciendo alusión al purgatorio. Por lo tanto, el purgatorio no es un invento de la Iglesia Católica como dicen algunos protestantes, sino que está fundamentado en las Sagradas Escrituras. 

       En los primeros siglos de cristianismo también estaba la tradición de rezar por los muertos. Debajo de la Basílica de San Pedro hay una ciudad de los muertos (donde había un templo pagano), que fue descubierta hace unos 70 años. En el siglo IV el emperador Constantino mandó a enterrar esa ciudad y construir encima de ella la antigua Basílica de San Pedro (que no es la basílica que tenemos en la actualidad, estamos hablando de la primera basílica construída por Constantino).  Constantino mandó a construir la basílica justo arriba de la tumba del primer Papa, el Apóstol San Pedro, quien había sido enterrado en esa necrópolis. Sin embargo, antes de destruir esa ciudad de los muertos, Constantino les permitió a las familias paganas sacar a sus difuntos de allí y trasladarlos a otra necrópolis, antes de que esta sea destruída para dar lugar a la Basílica de San Pedro. De esa manera, los paganos podrían seguir visitando la tumba de sus muertos. Muchos de ellos trasladaron a sus difuntos a otra necrópolis. A su vez, los cristianos hicieron otra cosa: desenterraron a sus difuntos y los volvieron a enterrar cerca de la tumba del Apóstol San Pedro, esperando que la cercanía al cuerpo del Apóstol les ayudara a purgar sus pecados si todavía no lo habían hecho. Los cristianos creían que San Pedro, desde el cielo, intercedería más fuertemente por sus “vecinos de tumba”, que junto con Él esperaban la resurrección de los cuerpos. Cuando en 1940 se descubrió la ciudad de los muertos que se encontraba debajo de la Basílica de San Pedro, junto con esta necrópolis se encontraron varias tumbas alrededor de la tumba del Apóstol San Pedro con inscripciones que habían dejado los cristianos, pidiéndole a San Pedro que intercediese por el alma de sus “vecinos”. Una de las inscripciones decía en latín lo siguiente: “Pedro, ruega a Cristo por todos los santos cristianos, tanto hombres y mujeres, que están enterrados cerca de tu cuerpo”. Este descubrimiento arqueológico testimonia claramente que en la Iglesia primitiva existía el culto a los fieles difuntos. Se le está pidiéndo a Pedro que “ruegue” a Cristo por los hombres y mujeres enterrados cerca de su tumba. Obviamente que los cristianos de aquel tiempo tenían en mente que quizás sus difuntos estarían en el purgatorio, ya que de lo contrario no tendría sentido que le pidiésen a Pedro oraciones por sus difuntos, ya que si están en el cielo o en el infierno, no las necesitan. 

   La segunda razón por la cual es necesario rezar por los difuntos es porque, rezando por ellos, uno puede acortar su tiempo de purificación. Se cuenta que en Inglaterra, por el año 1300, dos sacerdotes que vivían juntos habían hecho un pacto: cuando uno de los dos muriese, el otro lo más rápidamente posible deberá rezar la Misa por su alma. Y así sucedió. Uno de los sacerdotes murió, y el otro a los diez minutos de la muerte de su colega estaba celebrando la Misa en sufragio por su alma. Terminada la Misa, el sacerdote muerto se le aparece y le dice: “gracias, estuve diez minutos en el purgatorio y ahora estoy en el cielo. En esos diez minutos sufrí como si hubiesen sido diez años, pero la Virgen me dijo que si no hubiese sido por tu celebración eucarística, yo hubiese estado en el purgatorio por 200 años. Con el Santo Sacrificio de la Misa ayudaste a que mi purificación sea mucho más veloz. Gracias e intercederé por ti delante del Padre Celestial”.  El Catecismo de la Iglesia Católica dice también: “Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios”(CCC 1032). Ofrecer las oraciones y sobre todo el Santo Sacrificio de la Misa por los difuntos es un gran acto de caridad, ya que acortamos su tiempo de purificación y los ayudamos a llegar más rápidamente a la visión beatífica. 

Finalmente, hay que agregar otra razón por la cual hay que rezar por los difuntos. Para explicarla, daré un ejemplo gráfico. Los frailes capuchinos de los Estados Unidos tenían en su celda una cadavera con la siguiente inscripción: “como tú te ves, yo me he visto. Como yo me veo, tú te verás”. Todos nacemos con una sentencia de muerte, ya que lo que se puede decir de un niño que nace es que va a morir. Nada es seguro cuando nacemos. Solo Dios sabrá que cosa será de nuestra vida, no se sabe si seremos abogados, mendigos, ricos o pobres. Solo una cosa es segura: quien nace, a la larga o a la corta deberá morir. Ni bien moriremos, nos veremos cara a cara con Dios, que nos juzgará según nuestras obras, sobre todo según la caridad que hayamos tenido en esta vida. Dios es infinitamente misericordioso, Él mismo nos amó tanto que se hizo hombre y murió en la cruz por cada uno de nosotros. Si tenemos alguna duda del amor que Dios nos tiene, debemos mirar un crucifijo. El Señor dio hasta la última gota de sangre por nosotros. De todos modos, el Señor también es infinitamente justo, y dará a cada hombre lo que merece según sus obras. A quien lo rechazó para siempre, le dará el infierno (por elección pura y exclusiva del condenado, ya que Dios no lo quería condenar); a quien se unió con Él en esta vida, abandonando el pecado y toda afección a el, le dará el paraíso; y a quien murió en gracia pero no purificado totalmente, lo mandará un tiempo al purgatorio hasta que esté en condiciones de ir al cielo.  El Señor nos dará lo que merezcamos según nuestras obras. Es por eso que debemos estar siempre preparados, porque no sabemos si nos visitará esta misma noche o de acá a varios años. Sin embargo, puede suceder que nos salvemos pero que tengamos que purificarnos en el purgatorio. Entonces, puede que nosotros, alguna vez NECESITEMOS DE LAS ORACIONES DE LOS FIELES CATÓLICOS.  He aquí la razón que agregamos para rezar por las almas del purgatorio: si nosotros hemos sido generosos con estas pobres almas y hemos ofrecido Misas por ellas, las hemos encomendado en nuestras oraciones y las hemos tenido presentes en nuestros sacrificios y penitencias, cuando nosotros estemos en el purgatorio y ellas en el cielo, tendremos ante el Padre Celestial varios intercesores que nos ayudarán a acortar nuestro tiempo de purificación. Quien es generoso con las almas sufrientes del purgatorio, ganará muchos amigos y amigas que lo ayudarán a llegar más rápidamente a la visión beatífica. Con este motivo, uno podría decir que reza por las almas del purgatorio, pero simplemente por conveniencia. Puede ser, pero es una “santa conveniencia”, ya que la caridad con caridad se paga. Si uno tiene caridad con las almas del purgatorio, es justo que estas paguen con la misma moneda. Ergo, en este caso es una conveniencia no mundana sino más bien “sagrada”. 

   En esta Santa Eucaristía, pidámosle a la Santísima Virgen María por las almas de todos los fieles difuntos, para que puedan finalizar su purificación lo más rápidamente posible y así llegar al paraíso donde gozarán para siempre de la visión beatífica. Pidamos también la gracia de nunca perder la devoción hacia las almas del purgatorio, ya que rezar por ellas es una de las mayores obras de caridad que el cristiano puede hacer. Que así sea.

P. Tomás A. Beroch

miércoles, 1 de noviembre de 2023

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


Esta es la gran celebración de aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo por toda la eternidad, por haber sido fieles a la Gracia poniendo el esfuerzo en seguir de cerca al Divino Maestro, en muchos casos hasta el martirio.

Esta fiesta tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar cada día del año para recordar a un solo mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año.

Cuando el 13 de mayo del 610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, consagró el nuevo templo a la Bienaventurada Virgen María y a todos los mártires. A partir de entonces, la celebración de Todos los Santos quedó fijada en esa fecha y así permanecería por muchos años, hasta que el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la celebración al primer día del mes de noviembre. Es muy probable que la decisión del Papa Gregorio haya respondido al deseo de contrarrestar la fiesta pagana del “Samhain” o año nuevo celta, que se celebraba la noche del 31 de octubre y cuyo equivalente actual es Halloween.

¡Que estos héroes y heroínas de Dios intercedan por nosotros y nos ayuden a alcanzar la felicidad eterna como ellos! ‎