viernes, 5 de agosto de 2011
A LA VIRGEN SANTÍSIMA
Es más dulce tu nombre, María,
que el arrullo de dulce paloma;
Es más suave que plácido aroma
que en su cáliz encierra la flor.
Al oirlo se postran los cielos,
goza el ángel y tiembla el averno;
Complacido sonríe el Eterno;
Languidecen las almas de amor.
¡Quién pudiera cual rauda paloma
del desierto volar de este mundo,
y surcando el espacio profundo
a tus plantas divinas posar!
¿Qué no miras ¡oh madre adorada!
de quien te ama las luchas y penas?
¡Rompe, rompe por Dios, las cadenas
que a tu lado me impiden volar!
Rómulo Díaz S.J.
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