viernes, 8 de abril de 2016

LA TIBIEZA VOLUNTARIA

La tibieza lleva al alma a la rutina, a la indiferencia, a la
frialdad, al apartamiento de las cosas de Dios.

Hay dos especies de tibieza, una inevitable, otra que puede evitarse. La primera es la que sufren en el estado presente aun las almas espirituales, que por su fragilidad natural no pueden evitar el caer alguna vez en ligera culpa, aunque sin pleno consentimiento. Sin una gracia especial, concedida ciertamente a la Madre de Dios, ninguna alma hay exenta de este defecto, el cual es una consecuencia de la naturaleza corrompida por el pecado original.

Permite el Señor estas manchas en las almas de sus santos, para conservarles en la humildad. A menudo, pues, se sienten disgustados, sin fervor en sus ejercicios espirituales, y en estos momentos de aridez les es más fácil caer en algunas faltas, a lo menos indeliberadamente. Por lo demás, los que se encuentran en este estado, no por esto deben descuidar sus devociones de costumbre, ni desmayar. No crean por esto tampoco haber caído en la tibieza, porque esto no lo es: sigan sus ejercicios y oraciones: aborrezcan sus faltas, y renueven a menudo la firme resolución de ser enteramente de Dios: tengan confianza en Dios, que Dios les consolará.

La verdadera tibieza, la tibieza verdaderamente deplorable, es la que siente el alma cuando voluntariamente cae en pecados veniales y se duele poco de ellos y aún menos se esfuerza por evitarlos, diciendo que no son nada. ¡Y qué! ¿No es nada desagradar a Dios? Santa Teresa decía a sus religiosas: Hijas mías, guárdeos Dios de todo pecado voluntario, por leve que sea.

Suele decirse: pero estos pecados no nos privan de la gracia de Dios. Los que así hablan se hallan en grave peligro de perder efectivamente la divina gracia, cayendo en pecado mortal. San Gregorio dice, que el que voluntariamente cae en pecados veniales, y esto por hábito, sin dolerse ni pensar en la enmienda, no se detiene en donde cae, sino que va rodando hacia el abismo.

Las enfermedades mortales no proceden generalmente de un desorden grave, sino de muchos desórdenes ligeros repetidos con frecuencia: así pues muchas almas son impelidas a pecar mortalmente por la frecuencia con que repiten los pecados veniales. Dejan el alma tan débil estos pecados, que cuando se ve asaltada por alguna tentación violenta, no tiene fuerza para resistir y cae en ella.

El que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco caerá.

El que no atiende a las pequeñas caídas vendrá un día a caer en algún precipicio. El Señor ha dicho: Porque eres tibio... comenzaré a vomitarte de mi boca. Y ser vomitado de Dios significa ser de él abandonado, o a lo menos privado de aquellos divinos auxilios especiales, que tan indispensables son para mantenerse en su gracia.

Meditemos bien este punto. El concilio de Trento condena a los que dicen, que podemos perseverar en el camino de la salvación hasta la muerte sin socorro especial del Señor.

No podemos pues perseverar en la gracia hasta la muerte sin un socorro especial y extraordinario del Señor.

Pero Dios lo rehúsa con justicia, los que no tienen escrúpulo en cometer voluntariamente pecados veniales. ¿Tiene acaso Dios obligación de conceder ese socorro especial a los que no temen disgustarle cada instante voluntariamente?

Quien escasamente siembra, escasamente también segará, dice el Apóstol. Si somos mezquinos con Dios, ¿cómo podemos esperar que sea Dios liberal con nosotros?

Infeliz aquella alma que hace paces con el pecado, aunque sea con el venial. Caminará de mal en peor, porque las pasiones van tomando cada día mayor imperio sobre ella, viniendo a menudo al fin a cegarla; y el ciego fácilmente puede caer en el precipicio cuando menos lo piensa. Temamos pues caer en la tibieza voluntaria: la tibieza voluntaria es semejante a la tisis, que no asusta al enfermo; pero es tan maligna que difícilmente se cura nadie de ella.

Por lo demás, aunque difícilmente se corrige una alma tibia, no por eso faltan remedios si quiere hacerlo. En primer lugar debe resolverse a salir de aquel miserable estado toda costa. Debe por tanto huir de toda ocasión de caída; porque sin esto no habría esperanza de enmienda; y encomendarse a menudo a Dios, rogándole con fervor le conceda fuerzas para salir de tan lamentable estado, sin dejar de rogar hasta verse libre de él.

Señor, tened piedad de mí. Conozco que merecería que me vomitáseis: tan tibio he sido en amaros. Me encuentro sin amor, sin confianza y sin fervor; Jesús mío, no me abandonéis. Tendedme vuestro brazo omnipotente, y sacadme de esta fosa de tibieza en que me miro sumergido.

Hacedlo por los méritos de vuestra pasión, que son toda mi esperanza. Virgen Santa, vuestros ruegos pueden socorrerme. Rogad a Dios por mí.

San Alfonso María de Ligorio

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1 comentario:

  1. La palabra TIBIO, es utilizada en el lenguaje apocalíptico
    - de la revelación -, para aclarar la indecisión, para cuando la falta de Fe, en la convicción de definirse en una posición clara, sin la ambigüedad de poner un pie en el territorio amigo y otro en el suelo enemigo, para tomar posición inmediata con el que se crea mas fuerte, y por consiguiente con el triunfador.

    Esta tibieza, es falta de Caridad, o de Esperanza o de Fe, o de las tres juntas, porque al faltar una de nada sirven las otras dos.

    Estamos viviendo una etapa parecida a la que Cristo vivió en Su Santa Pasión, la tibieza de los muchos que Lo habían aclamado como Rey el domingo, cinco días después, el viernes, gritaban a Herodes: Crucificalo, Crucificalo !!

    Lo que 2000 años después nos parce insólito, pues ¿como es que la misma gente que pedía Su Muerte en la Cruz, fue la misma que Lo conoció en Su Predica de La Verdad, en ver Sus milagros al haber resucitado muertos, sanado lisiados, sordos, mudos, ciegos, leprosos, en haber visto y oído, que lo imposible se hacia posible cuando El lo determinaba.

    Seguramente que no todos pedían que lo crucificaran, pero simplemente callaron, no hicieron ningún pronunciamiento.
    Por miedo a proclamar Al Justo, Al Bueno, Al Santo, A La Verdad.

    "Créanme que Mi Padre y yo somos UNO solo,y sino, al menos crean en Mi por lo que hago" Juan 14:11

    "Ustedes demostraran que Me Aman, si CUMPLEN MIS MANDAMIENTOS"
    Juan 14:15

    Los que no creen en Dios, y solo se preocupan por cosas de lo que pasa en este mundo, no pueden recibir Al Espíritu Santo, porque no Lo ven ni Lo conocen. Pero ustedes si Lo conocen, y siempre estará en medio de ustedes".
    Juan 14:17

    Cumplir Sus Mandamientos, es CUMPLIR SUS MANDAMIENTOS, NO CUESTIONAR SUS MANDAMIENTOS, MENOS AUN INTERPRETARLOS PARA MODIFICARLOS.

    Ahora algunos que antes se decían ser seguidores de Cristo, dentro de Su Iglesia, ahora proclaman una "nueva verdad":
    "Debemos de respetar la decisión de quienes se quieran morir en su pecado - desobedeciendo una Ley Divina y Eterna -, los divorciados y vueltos a casar y los homosexuales".

    Es decir, ahora piden a gritos: "¡ Crucifiquemos nuevamente a La Verdad ..!", "Jesús, mintió, los adúlteros, deben ser recibidos en La Casa Del Padre, con y sin Su permiso", "La Iglesia de Cristo, y mismo Cristo DEBEN adecuarse a los tiempos modernos"

    "La Verdad, no es única, la verdad también esta en Ala, en Buda,
    y en todo hombre que busque a dios, de la forma y medios que cada quien quiera"

    "Martin Lutero trajo luz descubriendo estas "verdades"...!"

    "LES DOY MI PAZ, MI PROPIA PAZ, QUE NO ES COMO LA PAZ QUE DESEA ESTE MUNDO. NO SE PREOCUPEN NI TENGAN MIEDO POR LO QUE PRONTO VA A PASAR. USTEDES ME OYEN DECIR QUE ME VOY, PERO REGRESARE POR USTEDES, Y SI EN VERDAD ME AMAN DEBEN ESTAR ALEGRES POR ESTO, PORQUE VOY A REGRESAR A DONDE ESTA MI PADRE, Y EL ES MAYOR QUE YO".
    "LES DIGO TODO ESTO DESDE AHORA,PARA QUE, CUANDO SUCEDA, CONFÍEN EN MI. YA NO PUEDO HABLARLES OTRAS COSAS PORQUE SE ESTA ACERCANDO EL DIABLO, QUE MANDA EN ESTE MUNDO. EL NO TIENE PODER PARA VENCERME, PERO YO TENGO QUE OBEDECER A MI PADRE, PARA QUE TODOS SEPAN QUE LO AMO.
    JUAN 14:27-31


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