Tomado del folleto elaborado por la M. Guadalupe Labarthe Cabrera RCSCJ.
viernes, 17 de abril de 2020
TRIDUO AL DIVINO ROSTRO DE N.S. JESUCRISTO CONTRA LA EPIDEMIA, IMPLORANDO SU MISERICORDIA Y SU PERDÓN
Por la Beata Concepción Cabrera de Armida.
ACTO DE CONTRICIÓN
¿Cómo acercarme a Ti, Faz Adorable de mi Jesús, en que veo estampados mis crímenes? Esas heridas, esos golpes, esa Corona de Espinas y esa Sangre Preciosa qué otra cosa son que las huellas de mis pecados… Necesito, Señor, romper primero mi corazón con el arrepentimiento de mis maldades y así, contrito y humillado, pedirte perdón y la Misericordia que nunca niegas a quien la solicita con amor.
Me pesa, Señor, de haberte ofendido de tantos modos… Cuento mis culpas en cada herida de tu Rostro Sacrosanto y mi alma se estremece de dolor al ver mi obra, la obra de un hijo ingrato, que así ha pagado los innumerables beneficios que de tu Bondad ha recibido. ¡Perdón, piedad, misericordia!
PETICIÓN
La epidemia golpea hoy al mundo. Yo vengo a pedirte, Jesús, que cese ya esta enfermedad que nos aflige. ¡Oh lágrimas de Jesús, que tantas veces se unieron a las de María, laven hoy los pecados del mundo y que su riego Santo y Bendito fertilice con la Gracia los corazones que lloran! Cese ya el azote de la epidemia, que tantas víctimas hace. Di una sola palabra, Señor, y cesará la epidemia y nuestras almas serán curadas.
“Ámense los unos a los otros”, dices, y vendrá la Paz por el Espíritu Santo a los hombres de Buena Voluntad. Amaremos al Espíritu Santo e imploraremos su Reinado de Paz en los corazones. Una sola palabra, Jesús, y nuestra alma será sana y salva. Una sola palabra, Jesús, y la epidemia desaparecerá y todos alzaremos el grito de gratitud, arrepentidos, amando.
Señor, te pedimos tu Paz y tu Perdón. Te lo pedimos por María Nuestra Madre. Te pedimos tu Amor de Padre, de Hermano, de Dios, y todas tus Bendiciones para nuestras familias. Así como la restauración de todas las cosas en Cristo, por medio del Espíritu Santo y por intercesión de María.
ORACIÓN FINAL
Vine abrumado y me voy consolado. “Llamad y se os abrirá”, “pedid y recibiréis”; y yo, con toda la fe de mi alma cristiana, creo, espero y confío en tu infinito Amor, que es más grande que todos los crímenes del mundo, y en tu Misericordiosa Bondad.
Te pido una vez más, cese ya esta epidemia que nos agobia. Míranos compasivo, óyenos clemente. Envíanos al Espíritu Santo que renovará la faz de la tierra.
Madre de Guadalupe, que nos has dejado tu Imagen, Prenda de tu amor. Tú que nos prometiste ser Madre Amorosa y Tierna de cuantos soliciten tu amparo, pide a Jesús, cese la epidemia y que envíe un como Nuevo Pentecostés con el Espíritu Santo. Amén.
CONTEXTO HISTÓRICO.
En 1918, la Gripe Española mató en dos años a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se considera la pandemia más devastadora de toda la historia. La Beata Conchita, con gran dolor y agobio, nos dejó escrito en su Cuenta de Conciencia:
“¡Peste! La peste de influenza asola las poblaciones. El 17 murió Cirita; el 20, Manuel su esposo, mi sobrino; el 21, Lupe, esposa de Joaquín y hay otros enfermos graves en San Luis. Aquí hay mucha enfermedad. Murió Gloria. ¡Dios mío! Acuérdate lo que trabajó en el Apostolado y llévala a tu Santo Reino.”
“Rostro Adorable de mi Jesús, salva a los Misioneros, a las Religiosas y a mis hijos y familia… ¡Que se haga tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo!”
“Octubre 31. Mi alma desolada, el cuerpo enfermo, con muchas espinas… ¡Esta soledad! ¡Oh, Madre de mi alma, ayúdame y que ame siempre la Voluntad Divina!”
“Noviembre 1. En cuatro paredes, enferma, viendo pasar muertos. Sigue la peste. ¡Dios mío, ten piedad de nosotros! Escribí un Triduo al Divino Rostro, que van a imprimir. ¡Hay que clamar al Cielo misericordia!” (CC 42, 166-167. Noviembre 1918).
Así pues, confiando en que Dios oye nuestras súplicas, les compartimos ese texto para orar pidiéndole cese ya la pandemia del Covid-19 que en esta época nos toca enfrentar. Puede hacerse delante de una imagen del Divino Rostro o un Crucifijo y les invitamos a no hacerlo solo a manera de Triduo, sino a manera de súplica diaria, en adelante, lo que dure este tiempo de contingencia.
Tomado del folleto elaborado por la M. Guadalupe Labarthe Cabrera RCSCJ.
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