viernes, 5 de febrero de 2021
5 DE FEBRERO, FIESTA DEL PRIMER SANTO MEXICANO
Hoy celebramos a San Felipe de Jesús | Primer Mártir Mexicano | Patrón de la Adoración Nocturna Mexicana.
San Felipe de Jesús nació en la Ciudad de México en el año de 1572. Fue hijo de Al2onso de las Casas y doña Antonia Martínez. Además de San Felipe, otros 2 de los hijos de este matrimonio optaron por la vida religiosa: Juan, mártir también en las Islas Filipinas y Francisco, evangelizador agustino en México.
Su pila de Bautismo aún se conserva en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
De niño fue tan inquieto y travieso que su nana decía con la mirada fija en una higuera seca que, en el fondo del jardín, levantaba a las nubes sus áridas ramas: “Antes la higuera seca reverdecerá, a que Felipe llegue a Santo”. El chico, obviamente, no tenía madera de Santo.
Felipillo asistió al Colegio de San Pedro y San Pablo de donde fue expulsado debido a su carácter incontrolado y travieso. Posteriormente fue enviado al noviciado franciscano de Santa Bárbara en la Ciudad de Puebla, pero no resistió aquella vida tan dura y se escapó del convento. Regresó a su casa y ejerció el oficio de platero sin mucho éxito.
Cuando cumplió 18 años su padre lo envió a las islas Filipinas para probar fortuna. Pero sucedió que Felipe se dejó atraer durante un tiempo por los juegos de azar. Gozó de los deslumbrantes atractivos de aquella ciudad; pero pronto se sintió angustiado: el vacío de Dios se dejó sentir muy hondo, hasta las últimas fibras de su ser. En medio de aquel doloroso vacío volvió a oír la llamada de Cristo que le invitaba a seguirle sin más demoras y a difundir el mensaje del Evangelio: "Si quieres venir en pos de Mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt. 16, 24).
Esta vez su conversión fue sincera e ingresó en el convento de los franciscanos de Manila. Allí cambió su nombre por el de Felipe de Jesús.
Después de varios años de formación, sus superiores le anunciaron que ya se podía ordenar de sacerdote y que lo mejor sería hacerlo en México, junto a su familia y amigos de la infancia. Así que se embarcó en Manila junto con fray Juan Pobre y otros franciscanos, rumbo a su patria el 12 de julio de 1596, en un navío que tenía un nombre anticipatorio: el "San Felipe".
En el siglo XVI, la aventura más espectacular era atravesar el inmenso Océano Pacífico de Asia a México; el viaje más arriesgado y largo que se hacía en el mundo era el de Manila al Puerto de Acapulco (duraba de 7 a 8 meses). Cada viaje iba acompañado de enfermedades, hambre y sed, inquietudes y desvelos. Los navegantes sufrían por las tempestades que movían al galeón horriblemente, golpeándolo en forma espantosa. Muchos morían a consecuencia de los golpes, otros de miedo y algunos de mareo y debilidad.
Sin embargo, inesperadamente, una gran tormenta desvió el barco hacia Japón. Al llegar a estas islas, Felipe aceptó la voluntad de Dios y decidió entregarse a la evangelización de esos pueblos paganos, que ya había iniciado San Francisco Javier. San Felipe de Jesús se soñaba entre paganos alumbrándolos con la antorcha de la Fe y lavándolos con el agua regeneradora. Soñaba que en Japón recibiría las Sagradas Órdenes de manos de un Obispo Misionero, y se quedaría en el fabuloso Japón.
La misión marchó con buenos resultados: se predicó el Evangelio, hubo miles de bautismos, se extendió la fe en Jesucristo. Pero, de pronto, sobrevino la persecución del líder Taicosama contra los cristianos.
Felipe, por su calidad de náufrago, pudo salvarse, como hicieron fray Juan Pobre y otros compañeros de naufragio. Pero Felipe optó por compartir la suerte de los nativos recién convertidos a la fe cristiana y se quedó junto a ellos. El martirio se inició, para burla y escarmiento, con la procesión de los cristianos recién convertidos por las principales aldeas y ciudades. Les cortaron una oreja y finalmente, en Nagasaki, fueron colgados en unas cruces.
26 cruces fueron dispuestas en la Colina de Nagasaki aquel 5 de febrero de 1597k. Sus captores los crucificaron en una loma, la del Tateyama, que también era un trigal. La cruz de San Felipe de Jesús fue la del centro, la trece, como queriendo otorgarle a este extranjero que no hablaba japonés y con sólo unos meses en el Japón, el lugar más importante no sólo del Tateyama sino del comienzo de la evangelización del Japón.
San Felipe de Jesús no podía hacer mucho por no tener las Sagradas Órdenes, ni dominar del todo la lengua. Lo que más hacía era orar, orar con Fe pidiendo fortaleza para sí y para sus compañeros. Le parecía que no había hecho nada grande para merecer el martirio.
Felipillo, se abrazó a la cruz de la cual fue colgado, suspendido mediante cinco argollas, pero las de sus tobillos estaban mal ajustadas, y sus pies resbalaron repentinamente del pedal de la cruz, quedando su garganta oprimida por el aro de acero puesto en su cuello. Ahogándose, moviendo desesperadamente la cabeza, sólo pudo decir sus últimas palabras: "Jesús, Jesús, Jesús".
A sus gritos corrieron los soldados y mirándole en agonía remataron al mártir clavándole sus lanzas: dos lanzas atravesaron sus costados, una el costado derecho y otra en el corazón, y cruzándose en el pecho, salieron por sus hombros.
Felipe de Jesús fue el primero en morir en medio de todos aquellos gloriosos mártires. Según una leyenda, ese mismo día, la higuera seca de su hogar tornó a la vida y dio fruto. "¡Felipillo es santo, Felipillo es santo!", gritaba incrédula su nana en México al ver reverdecer la higuera muerta desde hace tiempo, mientras Felipe de Jesús cumplía con una misión, una misión grandiosa y que sin embargo pocos entendían en el lugar donde la llevaba a cabo.
"En la colina santa de Nagasaki había una selva de cruces y una turba de invictos mártires. Los cristianos se precipitaron a recoger sus vestidos para tenerlos consigo como reliquias y la sangre para humedecer paños llevados con esta finalidad. Entre tanto Dios glorificaba a sus mártires con ruidosos prodigios. Los cuerpos de los mártires difundían un delicioso perfume. Durante dos meses duraron colgados de las cruces sin dar signos de putrefacción. Las aves de rapiña que solían alimentarse de los cuerpos de los condenados en aquel lugar, dieron muchas vueltas alrededor de los cuerpos de los mártires sin tocarlos".
Felipe de Jesús fue beatificado, juntamente con sus compañeros Mártires de Nagasaki, el 14 de septiembre de 1627, por el Papa Urbano VIII. El Beato Felipe de Jesús fue canonizado el 8 de junio de 1862 por el hoy Beato Papa Pío IX, junto con sus 25 Compañeros Mártires de Nagasaki, Japón.
La Nación Mexicana declaró a San Felipe de Jesús su segundo Patrono, precedido, obviamente, por Santa María de Guadalupe. Y decretó el 5 de febrero como Fiesta Nacional. Sólo que el Congreso Constituyente en 1917, en esa fecha y en Querétaro, la hizo festividad en honor a la Carta Magna. San Felipe de Jesús, el joven que supo convertirse hasta dar la vida por Cristo, ha sido declarado también Patrono de la Ciudad de México y de su Arzobispado.
San Felipe de Jesús es el primer Santo Mexicano, el primer mártir del Japón, un Mexicano Universal.
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