El culto divino se ha extenuado hasta su extremo. Y no existe el latín, ni el gregoriano de la liturgia católica; toda polifonía clásica ha sido retirada. Salmos con ritmo protestante y ritmos irreverentes han ocupado su lugar.
Y la estridencia, la improvisación constante, el mal gusto. Altavoces por todas partes con su resonancia metálica, altavoces de feria en el templo, hasta en lo entierros. El silencio, el recogimiento, la oración personal, no tienen ya cabida en el templo.
Y COMO SUSTANCIA DE TODA SINIESTRA ALGARABÍA, LA PRÉDICA “SOCIAL”. ¡Qué todos la escuchen callados, y que nadie se arrodille al comulgar…! Violencia a las almas, violencia a las conciencias y la sensibilidad… Todo en nombre de la LIBERTAD y el “HOMBRE MODERNO”.
Mientras tanto, las costumbres se corrompen en los pueblos y la fe se pierde en las almas. ¿Quién enderezará ya todo esto, quién sembrará de nuevo la fe?
¡DANOS, SEÑOR, PACIENCIA Y FORTALEZA PARA TANTOS MALES AGUANTAR!
Rafael Gambra
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