lunes, 7 de noviembre de 2011

LA RESTAURACIÓN SOCIAL (Magisterio de San Pío X)

La Iglesia tiene su doctrina social









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La doctrina católica nos enseña que el primer deber de la caridad no está en la tolerancia de las opiniones erróneas, por muy sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica ante el error o el vicio en que vemos caídos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual y moral no menos que en el celo por su bienestar material.

Nos no tenemos que demostrar que el advenimiento de la democracia universal no significa nada para la acción de la Iglesia en el mundo; hemos recordado ya que la Iglesia ha dejado siempre a las naciones la preocupación de darse el gobierno que juzguen más ventajoso para sus intereses. Lo que Nos queremos afirmar una vez más, siguiendo a nuestro predecesor, es que hay un error y un peligro en enfeudar, por principio, el catolicismo a una forma de gobierno; error y peligro que son tanto más grandes cuando se identifica la religión con un género de democracia cuyas doctrinas son erróneas.

Papa San Pío X
No tomen de la retórica de los peores enemigos de la Iglesia, y del pueblo un lenguaje enfático y lleno de promesas tan sonoras como irrealizables; persuádanse que la cuestión social y la ciencia social no nacieron ayer; que en todas las edades la Iglesia y el Estado concertados felizmente suscitaron para el bienestar de la sociedad organizaciones fecundas; que la Iglesia que jamás ha traicionado la felicidad del pueblo con alianzas comprometedoras, no tiene que desligarse de lo pasado, antes le basta anudar, con el concurso de los verdaderos obreros de la restauración social, los organismos rotos por la revolución, y adaptarlos, con el mismo espíritu cristiano de que estuvieron animados, al nuevo medio creado por la evolución material de la sociedad contemporánea, porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas.

San Pío X, en Notre Charge Apostolique, 1910.

Benedicto XVI exhorta a acoger las enseñanzas de San Pío X:
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VENGA TU REINO


Venga Tu Reino supone tres cosas, a saber: que los justos se conviertan, que los pecadores sean castigados y que la muerte quede destruida.

Porque los hombres se someten a Cristo de dos maneras: o bien voluntariamente, o bien contra su voluntad. Siendo la voluntad de Dios tan eficaz que necesariamente se cumple en su totalidad, queriendo Dios que todas las cosas se sometan a Cristo, ocurrirá necesariamente una de dos: o bien que el hombre haga la voluntad de Dios sometiéndose a sus mandatos, y así acontece con los justos, o bien que Dios haga su voluntad castigando a todos los que le desobedecen, y así hará con los pecadores y con sus enemigos. Esto sucederá al fin del mundo cuando Dios ponga a sus enemigos por escabel de sus pies (cf. Ps. 109, 1).

De ahí que para los santos sea muy de desear que venga el reino de Dios, es decir que ellos mismos se le sometan del todo; en cambio para los pecadores es algo terrible, puesto que pedir que venga el reino de Dios no es otra cosa que pedir el castigo a ellos reservado por la voluntad de Dios. A estos tales se refiere el profeta cuando dice: ¡Ay de aquellos que desean el día del Señor! (Amós 5, 18).

La llegada del reino de Dios traerá consigo la destrucción de la muerte. Siendo Cristo la vida, en su reino no hay lugar para la muerte, que es lo contrario de la vida. Por esta razón dice San Pablo que el último enemigo en ser destruido será la muerte (1Cor. 15, 26). Esto ocurrirá en la resurrección, cuando Cristo, según las palabras del Apóstol, transformará nuestro miserable cuerpo conforme a su cuerpo glorioso (Fil. 3, 21).

“El Padre Nuestro comentado” por Santo Tomás de Aquino.
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domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

Su número -de la Bestia- es de un hombre: 666
Por Benjamín Martín Sánchez

¿Qué entendemos por los últimos tiempos? De estos tiempos nos habla muchas veces la Sagrada Escritura. Estos tiempos, que empezaron con la primera venida de Jesucristo, llegarán un día a su plenitud. Están caracterizados por la “falta de fe” y bien pudiéramos llamar “tiempos de incredulidad”. Al final de los mismos tendrán lugar el juicio de naciones, o sea, un gran castigo sobre el mundo, el cual anuncian con frecuencia los profetas por vivir los hombres alejados de Dios y a espaldas del Evangelio.

Los últimos tiempos no hay que confundirlos con el fin del mundo, pues durante ellos tendrá lugar la apostasía o pérdida de la fe, y vendrá el castigo sobre las naciones y quedarán supervivientes, se convertirá el pueblo judío, y de los supervivientes de judíos y gentiles, se formará un pueblo santo sobre la tierra y se cumplirá la profecía de un solo rebaño bajo un solo Pastor, apareciendo la Iglesia de Cristo en todo su esplendor y triunfo.

ALGUNOS TEXTOS BÍBLICOS SOBRE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

- 1 Timoteo 4,1-2: “El Espíritu claramente dice que en los últimos tiempos apostatarán algunos de la fe, dando oídos al espíritu del error y a las enseñanzas de los demonios, embaucadores, hipócritas, de cauterizada conciencia”.

- 2 Timoteo 3,1-5: 4,1-5: “Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles, porque habrá hombres egoístas, avaros, altivos, orgullosos, maldicientes, rebeldes a los padres, ingratos, desnaturalizados, desleales, calumniadores, disolutos, inhumanos, enemigos de todo lo bueno, traidores, protervos, hinchados, amadores de los placeres más que de Dios, que con una apariencia de piedad, están en realidad lejos de ella…
- “Pues vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina, antes, deseosos de novedades, se amontonarán maestros conforme a las pasiones, y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas…”.

- 2 Ped. 2,1-2; 3,3-4 y 7: “Habrá falsos doctores, que introducirán sectas perniciosas, llegando hasta negar al Señor, que los rescató, y atraerán a sí una pronta perdición. Muchos los seguirán en sus liviandades y por causa de ellos será blasfemado el camino de la verdad… Los cielos y la tierra actuales están reservados por la palabra de Dios para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos…”.

- 1 San Juan 4,3: “Todo espíritu que no confiese a Jesús, ése no es de Dios, es del anticristo, de quien habéis oído y que al presente está ya en el mundo”. Muchos se han hecho anticristos, por lo cual conocemos que ésta es la última hora” (1 Jn. 2, 18).

Los anticristos de que habla San Juan empezaron ya en su tiempo a ser el espíritu del anticristo, que luego actuará plenamente en éste y que ahora está en algunos precursores.

Muchos están cayendo en la actualidad en el error, pero son los que antes no se han adherido sinceramente a la verdad de la fe. Los anticristos que se levantan contra todo lo que se llama Dios, ya han existido y existen en la actualidad en el mundo. De hecho vemos que han caído naciones bajo la dictadura marxista-comunista y por sus dirigentes se proclaman enemigas abiertas de Dios y persiguen a la Iglesia de Cristo. (Nota de CATOLICIDAD: Los regímenes marxistas han sido una expresión, pero no la única. El mundo occidental ha caído también en un paganismo liberal en sus costumbres y cuyo principal dios es la trinidad del dinero, del  hedonismo y del poder a costa de todo y por encima de todos).

Cuando se habla del Anticristo, algunos disputan si ha de entenderse del Anticristo individual o colectivamente. A esto diremos que no es improbable la opinión de que todas las fuerzas del mal se encarnen (como ya dijeron en los primeros siglos algunos Santos Padres) en el Anticristo-persona en los últimos tiempos, y por tanto que éste sea un individuo, si bien el anticristo-idea va tomando cuerpo en nuestros días. (Nota de CATOLICIDAD: El Apocalipsis habla de un hombre cuyo nombre es 666; esto es: el número que forman el valor las letras del nombre de ese hombre de iniquidad. Así, el Anticristo será una persona pero estará precedido de precursores que serán individuos y colectivos que le prepararán el camino).
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-San Judas 1,17-21: “Pero vosotros, carísimos, acordaos de lo predicho por los apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo. Ellos os decían que a lo último del tiempo habría mofadores que se irían tras sus impíos deseos. Estos son los que fomentan las discordias; hombres animales, sin espíritu. Pero vosotros, carísimos, edificándoos por vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna”.
LA GRAN APOSTASÍA

La apostasía. San Pablo dice que antes de “el día del Señor” vendrá la apostasía o gran defección religiosa, y se manifestará el hombre de iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo de Dios y proclamarse "Dios" a sí mismo.

El “hombre de iniquidad” es el anticristo, a cuyo triunfo conducirá la apostasía, misterio de iniquidad que ya está obrando en el mundo en forma oculta de cizaña… Actualmente se nota la infiltración de la apostasía por todas partes, y a ello contribuye la actitud de muchos cristianos que van cediendo terreno en defensa de las verdades dogmáticas y se van acomodando a la manera de pensar del mundo racionalista, siguiendo teorías que matan la fe.

Los cuatro jinetes del Apocalipsis
Si la apostasía va en aumento es evidente que se debe a la crisis o cambio de mentalidad cristiana del hombre y de la sociedad actual, por vivir de espaldas al Evangelio. Y lo peor de todo es que los apóstatas en gran parte quedan dentro de la Iglesia y a modo de fermento infectan a otros (Gál.5,9).

Es impresionante este anuncio de Cristo sobre la defección de la fe, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación de los siglos: "mas cuando Él venga ¿encontrará fe en la tierra?"(Lc.18,8)… Por el exceso de maldad se enfriará la caridad de la gran mayoría (Mt. 24,10 ss).

OTROS TESTIMONIOS SOBRE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

Estos testimonios no son bíblicos, pero son de los primeros siglos de la Iglesia y formulan anuncios escatológicos semejantes a los de los escritos apostólicos.

-La Didaché (Doctrina de los apóstoles), documento del siglo I, dice: “En los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y corruptores y se convertirán en lobos de sus rebaños, y la caridad se convertirá en odio; tomando, pues, incremento la iniquidad, los hombres se tendrán odio mutuamente y se perseguirán y traicionarán, y entonces aparecerá el engañador del orbe diciéndose hijo de Dios y hará señales y prodigios; la tierra será entregada en sus manos y hará iniquidades tales como nunca se hicieron en los siglos.
Entonces lo que los hombres crearon será probado por el fuego y muchos se escandalizarán y perecerán; mas los que perseveren en su fe se salvarán de aquel maldito, y entonces aparecerán las señales de la verdad.

-San Agustín en su comentario al salmo 7 sobre los últimos tiempos dice que “habrá pocos con fe pura y sincera entre los cristianos”, añadiendo que “el Anticristo se sentará en el templo, esto es, en la Iglesia, como si el pueblo de Dios estuviese formado de una multitud de impíos….”.

-San Hipólito (mártir del siglo III) “De la consumación del mundo” reconoce que “la seducción llenará el mundo entero”, que la ciudad desierta de Isaías, cap. I, es la Iglesia; los pastores entonces se convertirán en lobos hasta que al fin todos crean en el Anticristo”. Y añade: “Los hombres entonces lucharán unos contra otros, los Prelados serán negligentes para con las ovejas, el pueblo se levantará contra los sacerdotes, los señores contra los siervos, estos inobedientes, burlada la ancianidad, despreciadas las Escrituras, abundará el estupro, el adulterio; surgirán falsos doctores de perniciosas costumbres, los Pastores se tornarán en lobos, los poderosos despreciarán a los pobres”.

Los textos citados de Santos Padres y otros muchos que omitimos, convienen en decir que se generalizará la apostasía, y ésta será más bien de costumbres que doctrinal, ya que los apóstoles nos hablan de la abundancia de las concupiscencias del corazón, y será producida por un naturalismo corrupto que será la causa de que la fe se entibie y no haya vida de piedad, sino hombres con exterioridades o apariencia de virtud y de hecho alejados de Dios. (Nota de CATOLICIDAD: La apostasía de la fe, supone el rechazo total de la fe por parte de quien siendo bautizado ya la tuvo, consideramos que por ello debe ser necesariamente doctrinal; que ello sea consecuencia de las concupiscencias del corazón, es lógico).

EL "DÍA DE YAHVÉ" O JUICIO DE LAS NACIONES

El “día de Yahvé” o “día del Señor”, del cual habla con frecuencia la Escritura es el día del gran castigo de Dios, día de ira es aquel, día de angustia…, de devastación y tinieblas” (Sof. 1, 14).
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La manifestación de la ira de Dios es una expresión equivalente a sus castigos divinos. Él no obra como los hombres, porque tiene dominio de pasión (Nota de CATOLICIDAD: por ello el término "venganza" se refiere a su justicia y no es equivalente a la venganza humana que resulta producto de una pasión malsana), y si de hecho castiga es porque el individuo o la sociedad son culpables.

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El pecado nos separa de Dios, es incompatible con su santidad (Heb. 10,29-30). De aquí que “ira de Dios y su venganza”, o sea, sus  justos castigos son efectos del pecado.
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En el transcurso de los siglos ha habido grandes castigos y vemos que Dios los ha descargado sobre Sodoma, Babilonia, Nínive, Cafarnaum, Jerusalén, etc…, por la incredulidad de sus habitantes. ¿Y no son también grandes castigos las muchas catástrofes, las guerras europeas sufridas y las actuales y cuantas se han sucedido en la historia? Más al fin de los tiempos, cuando apenas haya fe en el mundo, se repetirán estos castigos, pero habrá uno con carácter social y universal, y éste será el juicio de las naciones.
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Como notaremos, en los textos siguientes, se nos habla de grandes castigos, de gentes innumerables que perecerán, pero después quedarán aún supervivientes, y por tanto no es el fin del mundo, y a raíz de este castigo tendrá lugar la conversión del pueblo judío, cesarán las guerras y vendrá una época de gran paz. Veamos algunos textos que lo comprueban:

-Miqueas 4,1 y 3: Al fin de los tiempos… Yahvé juzgará a muchos pueblos y ejercerá la justicia sobre las naciones poderosas y hasta las más lejanas, que de sus espadas harán azadas, y de sus lanzas hoces; no alzará la espada gente contra gente, ni se ejercitarán ya para la guerra… (Igualmente Isaías 2,2-4).

-Sofonías 1,14-17; 3,9: “Cerca está el día grande del Señor; próximo está y llega con suma velocidad… Día de ira es aquel, día de angustias y aflicción, día de devastación y tinieblas… Yo angustiaré a los hombres, de modo que andarán como ciegos, porque han pecado contra el Señor; su sangre será derramada como estiércol…; pues he decretado congregar a los pueblos y juntar a los reinos para derramar sobre ellos mi indignación…
Yo daré entonces a los pueblos (a los supervivientes) labios puros para que invoquen el nombre del Señor y le sirvan…

-(“El día del Señor que el profeta anuncia, será un juicio sobre todas las naciones que recibirán su castigo” (Nacar-Colunga), y nótese que después de este juicio quedarán supervivientes que invocan el nombre del Señor).

-Zacarías 13,8-9: “Y sucederá en toda la tierra dice el Señor, que dos partes de ella serán dispersadas y perecerán, y la tercera parte quedará en ella. Esta tercera parte la haré pasar por el fuego, y la purificaré como se purifica la plata y la acrisolaré como es acrisolado el oro. Ellos invocarán mi nombre, y Yo les seré propicio. Yo diré: “Pueblo mío eres tú; y él dirá: “Tú eres nuestro Dios y Señor”.

-Isaías 24,1-6; 66, 16.19 y 23: “He aquí que el Señor devastará la tierra y la dejará asolada, trasformará la superficie de ella y dispersará a sus habitantes… La tierra está profanada por sus habitantes, pues han traspasado las leyes y violado sus mandamientos… por eso la maldición devora la tierra, y QUEDARÁ SOLAMENTE UN CORTO NÚMERO”.
He aquí que Yahvé viene en medio del fuego…, para derramar su ira con furor y sus amenazas mediante llamas de fuego. Porque va Yahvé a ejercer el juicio con fuego y con la espada a toda carne, y serán muchos los que perecerán por la mano de Yahvé… y mandaré a los sobrevivientes a las naciones… y a las islas lejanas que no han oído nunca hablar de mí… y vendrán todos a postrarse delante de mí, dice el Señor”.

-Isaías 13,9: “Ved, que va a llegar el día del Señor, día horroroso y lleno de indignación, y de ira, y de furor, para hacer de la tierra un desierto, y exterminar a los pecadores…”.

El juicio de las naciones llegará porque así está decretado. San Pedro nos dice que “así como un día desapareció el mundo destruido por las aguas del diluvio, así otro día los cielos y la tierra serán purificados con el fuego, y en ese día perecerán los impíos” (2 Ped. 3,5-7).

NOTA DE CATOLICIDAD: No sabemos ni el día ni la hora en los tiempos del Señor. Muchos han errado en sus predicciones de fechas en este campo, pero así como los nubarrones preceden a la tormenta, debemos abrir nuestros ojos ante los eventos -como la gran apostasía actual y esta crisis que vive la Iglesia, sin precedentes en sus gravísimas características y universalidad- que como señales parecen coincidir con lo que está profetizado. Estemos atentos a los signos de los tiempos siguiendo el consejo evangélico: "Así que velad vosotros, ya que no sabeís ni el día ni la hora" (Mt XXV, 13). Lo fundamental, al conocer estas profecías, es mantenernos siempre fieles al rebaño de Cristo en su verdadera Iglesia -la Católica-, conservando la fe y alejándonos de todo y de todos aquellos que pudieran mermarla, pidiendo a Dios nos sepamos apartar a tiempo de los pastores que "se convertirán en lobos", es decir, de aquellos "falsos doctores de perniciosas costumbres" y "deseosos de novedades"; o bien, de aquellos prelados que "serán negligentes" y descuidados con sus ovejas, para que -dado el caso- seamos parte de ese "corto número"; conformando, así, el fiel y pequeño rebaño de Cristo que se mantendrá firme en su fe.

En tanto, sólo queda seguir las peticiones de la Santísima Virgen en Fátima: oración por nosotros y los pecadores, penitencia, reparación y sacrificios. Muchas almas se condenan porque no hay quien ore por ellas, nos ha dicho ahí la dulcísima Madre de Dios. Recemos, también, mucho por los sacerdotes, pues un buen sacerdote multiplica el bien y la gracia por todos lados, en cambio un mal sacerdote hace mucho daño.

Finalmente, en estos temas no nos creamos profetas o intérpretes de Dios, porque no lo somos, sino  difundámoslos, con sencillez, como meros instrumentos suyos: "Vestíos de la caridad, que es el vínculo de la perfección". (Col. III, 14).

-Por cierto, creemos conveniente volver a publicar en los comentarios posteriores a este post, una respuesta que dimos recientemente, en otro escrito, a un amable lector-.


Del libro: LOS ÚLTIMOS TIEMPOS, de Benjamín Martín Sánchez, Profesor de Sagrada Escritura.
TEMA RELACIONADO (haz click): APOSTASÍA: EL HIJO DE LA PERDICIÓN INDIRECTAMENTE RELACIONADO (haz click): CARTA A UN AMIGO HIPERCRÍTICO 
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MASACRE DE CRISTIANOS A MANOS DE UNA SECTA ISLAMISTA EN NIGERIA


La cifra de muertos se sitúa entre sesenta y un centenar

Una serie de ataques con bombas contra iglesias, oficinas policiales y otros objetivos cobró este viernes al menos 63 víctimas mortales y causó heridas a cientos de personas en Damaturu, en el estado de Yobe, al noreste de Nigeria, según testigos y fuentes de Cruz Roja. Un subcomisario de la Policía ha contado a la agencia Efe que el número de muertes ronda el centenar. La secta islamista Boko Haram reivindica los ataques.
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5 de noviembre de 2011. (AFP) Las explosiones cogieron por sorpresa a las fuerzas de seguridad sobre las 18.30, hora local del viernes (4-XI-11), y fueron seguidas de tiroteos que se prolongaron durante la noche, lo que forzó la huida de numerosos habitantes de la ciudad, de acuerdo con el corresponsal de BBC en el país. Entre los edificios afectados se encuentran nueve iglesias y la sede de la policía de este estado nigeriano.

Un miembro de la secta islamista Boko Haram ha reivindicado este sábado para los ataques. "Somos responsables de los ataques en Borno -estado del que la ciudad de Maiduguri es la capital y donde había tenido lugar un triple atentado suicida contra un cuartel del ejército- y Damaturu", ha reconocido a través de una llamada telefónica un miembro del grupo identificado como Abul Qaqaa.

La banda, cuyo nombre significa "La educación occidental está prohibida", lucha por imponer la ley islámica en Nigeria y ha lanzado con frecuencia ataques contra miembros de la policía y el Gobierno.

Por su parte, en la ciudad septentrional de Kaduna varios hombres armados atacaron a los fieles que se dirigían a una vigilia en la iglesia de San José y acabaron con la vida de dos mujeres. Al menos otras 14 personas fueron ingresadas en hospitales de la zona, mientras que un número indeterminado presentaban heridas menores.

Se trata de la sexta vez en los últimos seis meses que tiene lugar un ataque similar en el sur del estado de Kaduna, mayoritariamente cristiano.

Con alrededor de 150 millones de habitantes, que se integran en más de 200 grupos tribales, Nigeria -el país más poblado de África- sufre múltiples tensiones por profundas diferencias políticas, religiosas y territoriales entre sus comunidades.
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sábado, 5 de noviembre de 2011

¿HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARÓ? NO, NI SIQUIERA ELLA PUDO SEPARARLOS...

"Así, pues, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto
Norma y Gordon,
una historia de amor
lo que Dios unió no lo separe el hombre" (Mt 19,4-6).

TENÍAN LA CONVICCIÓN QUE EL MATRIMONIO ERA PARA SIEMPRE

Un matrimonio muy bien avenido, casados durante 72 años, fue el integrado por Norma y Gordon Yeager, de 90 y 94 años respectivamente. Siempre estaban juntos y se amaban de manera ejemplar. Lamentablemente, a fines de octubre (2011) ambos sufrieron un accidente automovilístico y fueron hospitalizados a las afueras de Marshalltown, Iowa. Se les dio una habitación compartida en terapia intensiva, donde se tomaron de la mano en camas adyacentes. Cada uno estaba más preocupado por la salud de su compañero que de la propia.

De pronto, a las 3:38 pm, la respiración de Gordon se detuvo. A pesar de que ya no estaba vivo, el monitor de su corazón siguió registrando un ritmo. El hijo, que estaba presente, se sorprendió y volteó a ver a la enfermera, ésta le dijo que el monitor emitía una señal porque estaban "tomados de la mano".

Norma murió a las 4:38 pm, exactamente una hora más tarde. Entonces sí, ambos monitores apagaron sus señales.

Fueron sepultados en un ataúd especial, para que sus cuerpos siguieran juntos con las manos siempre entrelazadas.

Durante una entrevista con una estación de noticias, Dennis -el hijo- diría una bellísima metáfora sobre la conmovedora realidad de los hechos: "El corazón le latía a través del de ella...podría decirse que partieron juntos tomados de la mano".


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viernes, 4 de noviembre de 2011

MARÍA ESTÁ PRONTA PARA AYUDAR A QUIEN LA INVOCA


 1. María es nuestro socorro

¡Pobres de nosotros que siendo hijos de la infeliz Eva, y por lo mismo reos ante Dios de la misma culpa, condenados a la misma pena, andamos agobiados por este valle de lágrimas, lejos de nuestra patria, llorando afligidos por tantos dolores del cuerpo y del alma! Pero ¡bienaventurado el que, entre tantas miserias, con frecuencia se vuelve hacia la consoladora del mundo y refugio de miserables, a la excelsa Madre de Dios y devotamente la llama y le ruega! “Bienaventurado el hombre que me escucha y vigila constantemente a las puertas de mi casa” (Pr 8, 34). “¡Dichoso –dice María– el que escucha mis consejos y llama constantemente a las puertas de mi misericordia, suplicando que interceda por él y lo socorra!”

La santa Iglesia nos enseña a sus hijos con cuánta atención y confianza debemos recurrir a nuestra amorosa protectora, mandando que la honremos con culto muy especial. Por esto cada año se celebran muchas fiestas en su honor; un día a la semana está especialmente consagrado a obsequiar a María; en el Oficio divino, los sacerdotes y religiosos la invocan en representación de todo el pueblo cristiano; y todos los días a la mañana, al mediodía y al atardecer los devotos la saludan al toque del Ángelus. En las públicas calamidades quiere la santa Iglesia que se recurra a la Madre de Dios con novenas, oraciones, procesiones y visitas a sus santuarios e imágenes.

Esto es lo que pretende María de nosotros, que siempre la andemos buscando e invocando, no para mendigar de nosotros esos obsequios y honores, que son bien poca cosa para lo que se merece, sino para que al acrecentarse nuestra confianza y devoción pueda socorrernos y consolarnos mejor. “Ella busca –dice san Buenaventura– que se le acerquen sus devotos con veneración y confianza; a éstos los ama, los nutre y los recibe por hijos”.

2. María está pronta a socorrernos

Dice el mismo santo que Ruth quiere decir “la que ve y se apresura”, y ella fue figura de María porque viendo nuestras desgracias se apresura a socorrernos con toda su misericordia. A lo que se añade lo que dice Novarino: que María, viendo nuestras miserias, ansiosa y llena de amor y deseo de hacernos bien, se dispone a socorrernos; y como no es tacaña en derramar las gracias, como madre de misericordia, no se demora en desparramar entre sus hijos los tesoros de su generosidad.

¡Qué pronta está esta buena madre a ayudar a quien la invoca! Explicando Ricardo de san Lorenzo las palabras de la Sagrada Escritura: “Tus pechos, como dos gamitos mellizos”, dice que María está pronta a dar la mística leche de su misericordia al que la pide, con la celeridad con que van los gamos veloces. Y dice: “A la más leve presión de un Ave María, derrama sobre quien la invoca oleadas de gracias”. Así que, dice Novarino, María no corre, sino que vuela en auxilio de quien la invoca. Ella, dice el mismo autor, al ejercer la misericordia es semejante a Dios; como el Señor, al instante alivia al que le pide ayuda, porque es fiel a la promesa con que se ha comprometido: “Pedid y recibiréis”, así María, en cuanto se siente invocada, al instante se presenta con su ayuda. Por esto mismo podemos entender quién es la mujer del Apocalipsis a quien se le dieron las alas del águila grande para volar al desierto (Ap 12, 14). Ribera entiende que estas alas son el amor con que María voló a Dios. Pero el beato Amadeo dice a nuestro propósito que esas alas del águila son la celeridad con que María, superando la velocidad de los serafines, socorre siempre a sus hijos.

Por eso se lee en el Evangelio de San Lucas que cuando María fue a visitar a santa Isabel y a colmar de gracias a toda aquella familia no anduvo con demoras, sino que, como dice el Evangelio: “Se levantó María y se marchó con prontitud a la montaña” (Lc 1, 39). Lo cual no se dice que hiciera a la vuelta. Por eso también se lee que las manos de María son como torneadas, porque, como dice Ricardo de San Lorenzo, así como labrar a torno es la manera más fácil y rápida, así María está más pronta que los demás santos a ayudar a sus devotos. Ella tiene supremos deseos de consolar a todos, y en cuanto se siente invocada, al instante, con sumo placer, acepta las plegarias y socorre al instante. Con razón, san Buenaventura llamaba a María “salvación de los que la invocan”, queriendo decir que para salvarse basta invocar a esta Madre de Dios. Ella, al decir de San Lorenzo, se manifiesta siempre pronta a ayudar a quien la llama. Y es que, como dice Bernardino de Busto, más desea tan excelsa Señora darnos las gracias de lo que nosotros deseamos recibirlas.

3. María nos dispensa su ayuda a pesar de nuestros pecados

Ni la muchedumbre de nuestros pecados debe disminuir nuestra confianza de ser oídos por María. Cuando ante ella nos postramos, encontramos a la madre de misericordia, y para la misericordia sólo hay lugar si encuentra miserias que aliviar. Por lo que como una amorosa madre no siente repugnancia de curar al hijo leproso, aunque la cura fuera molesta y nauseabunda, así nuestra maravillosa Madre no nos abandona cuando recurrimos a ella, por muy grande que sea la podredumbre de nuestros pecados que ella tiene que curar. Esta idea es de Ricardo de San Lorenzo. Esto mismo quiso dar a entender María apareciéndose a santa Gertrudis con el manto extendido para acoger a todos los que a ella acudían. Y vio la santa, a la vez, que todos los ángeles se dedican a defender a los devotos de María de las tentaciones diabólicas.

Es tanta la piedad que nos tiene esta buena Madre y tanto el amor que siente, que no espera nuestras plegarias para socorrernos: “Se anticipa a quienes la codician, poniéndoseles delante ella misma” (Sb 6, 14). Estas palabras san Anselmo se las aplica a María y dice que ella se adelanta a ayudar a los que desean su protección. Con lo cual debemos comprender que ella nos impetra de Dios innumerables gracias antes de que se las pidamos. Que por eso dice Ricardo de San Víctor que María, con razón, es asemejada a la luna: “Hermosa como la luna”, porque no sólo es veloz cual la luna para ayudar a quien la invoca, sino que además está tan ansiosa de nuestro bien que en nuestras necesidades se anticipa a nuestras súplicas y está presta a socorrernos antes que nosotros listos para invocarla. De esto nace, dice el mismo Ricardo de San Víctor, el estar tan lleno de piedad el pecho de María que, apenas conoce nuestras miserias, al instante derrama la mística leche de su misericordia, pues no puede conocer las necesidades de cualquiera sin acudir al punto a socorrerlo.

Esta inmensa piedad que tiene María de nuestras miserias, que la impulsa a compadecerse y aliviarnos aun antes de que la invoquemos, bien lo dio a entender en las bodas de Caná, como lo refiere el Evangelio de San Juan en el capítulo segundo. Se dio cuenta esta piadosa Madre de la confusión y vergüenza de aquellos esposos que estaban del todo afligidos al ver que faltaba el vino en el banquete; y sin que nadie se lo pidiera, movida solamente de su gran corazón que no puede ver las aflicciones de nadie sin compadecerse, fue a pedir a su Hijo, exponiéndole la necesidad de aquella familia para que los consolara. Y le dijo simplemente: “No tienen vino”. Después de lo cual el Hijo, para consolar a aquella buena gente, pero mucho más para contentar el corazón tan compasivo de su Madre que así lo deseaba, hizo el conocido milagro de transformar el agua de las ánforas en el mejor de los vinos. Y argumenta Novarino: “Si María, aunque nadie se lo pida, está tan pronta a adivinar y socorrer nuestras necesidades, cuánto más lo estará para socorrer a quien la invoca y suplica que le ayude”.

4. María jamás desoye una invocación

Y si alguno aún dudase de ser socorrido por María cuando a ella acude, vea cómo lo reprende Inocencio III: “¿Quién la invocó y no fue por ella escuchado?” ¿Dónde hay uno que haya buscado la ayuda de esta Señora y María no lo haya escuchado? “¿Quién –exclama ahora Eutiques, oh bienaventurada, acudió en demanda de tu omnipotente ayuda y se vio jamás abandonado? ¡Nadie, jamás!” ¿Quién, oh Virgen la más santa, ha recurrido a tu materno corazón que puede aliviar a cualquier miserable y salvar al pecador más perdido y se ha visto de ti abandonado? De verdad que nadie, nunca jamás. Esto no ha sucedido ni nunca ha de suceder. “Acepto –decía san Bernardo– que no se hable más de tu misericordia ni se te alabe por ella, oh Virgen santa, si se encontrara alguno que habiéndote invocado en sus necesidades se acordara de que no había sido atendido por ti”. Dice el devoto Blosio: “Antes desaparecerán el cielo y la tierra que deje María de auxiliar a quien con buena intención suplica su socorro y confía en ella”.

Añade san Anselmo para acrecentar nuestra confianza que cuando recurrimos a esta divina Madre no sólo debemos estar seguros de su protección, sino de que, a veces, parecerá que somos más presto oídos y salvados acudiendo a María e invocando su santo nombre que invocando el nombre de Jesús nuestro Salvador. Y da esta razón: que a Cristo, como Juez, le corresponde castigar, y a la Virgen como madre, siempre le corresponde compadecerse. Quiere decir que encontramos antes la salvación recurriendo a la Madre que al Hijo, no porque sea María más poderosa que el Hijo para salvarnos, pues bien sabemos que Jesús es nuestro exclusivo Redentor, quien con sus méritos nos ha obtenido y él únicamente obtiene la salvación, sino porque recurriendo a Jesús y considerándolo también como nuestro Juez, a quien corresponde castigar a los ingratos, nos puede faltar (sin culpa de él) la confianza necesaria para ser oídos; pero acudiendo a María, que no tiene otra misión más que la de compadecerse como madre de misericordia y de defendernos como nuestra abogada, pareciera que nuestra confianza fuera más segura y más grande. “Muchas cosas se piden a Dios y no se obtienen, y muchas se piden a María y se consiguen porque Dios ha dispuesto honrarla de esta manera”. Y eso ¿por qué? Y responde Nicéforo que esto sucede no porque María sea más poderosa que Dios, sino porque Dios ha decretado que así tiene que ser honrada su Madre.

Qué dulce promesa le hizo el Señor a santa Brígida. Se lee en el libro primero de sus Revelaciones, capítulo 50, que un día oyó la santa que hablando Jesús con su Madre le decía: “Madre querida, pídeme lo que quieras que nada te negaré; y bien sabes que a todos los que me buscan por amor a ti, aunque sean pecadores, con tal que deseen enmendarse, yo prometo escucharlos”. Lo mismo fue revelado a santa Gertrudis cuando oyó que nuestro Redentor decía a María que él, con su omnipotencia, le había concedido tener misericordia con los pecadores que la invocaban y tenía licencia para usar de esa misericordia como le pareciere.

Que todos los que invoquen a María con total confianza, como a madre de misericordia, le hablen como san Agustín: “Acuérdate, oh piadosísima María, que jamás se ha oído decir que nadie de los que han implorado tu protección se haya visto por ti abandonado”.

Fuente: Las Glorias de María de San Alfonso María de Ligorio
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jueves, 3 de noviembre de 2011

miércoles, 2 de noviembre de 2011

UN PREDICADOR DE LA ANTIGUA Y SABIA ESCUELA

...el ocaso de una vida...

Hoy en día, muchos predicadores han abandonado las antiguas ideas sobre la caída y la ruina del hombre y no advierten más a sus feligreses de que son pecadores culpables ante Dios. Hablar de las postrimerías (muerte, juicio, infierno o gloria) ha pasado de moda. Las predicaciones de nuestros antepasados que insistían sobre estas verdades son, en general, tildadas de reminiscencias de dizque siglos tenebrosos. Hoy se habla en los púlpitos de todo: política, economía, sociología, pedagogía, humanismo, etc., pero ya no se habla mucho del dogma, de la piedad, o de la verdades necesarias para salvarse. Parece que esto último, muchos lo consideran "anticuado".

Sin embargo, queda por lo menos un predicador de la antigua y sabia escuela: habla hoy en día tan fuerte y claramente como nunca, pues entre más aumenta la población más se deja oír. No es un predicador popular; no obstante, el mundo entero es su escenario; es políglota. Visita a los pobres, pasa por la casa de los ricos; se le encuentra tanto en asilos de menesterosos como en los rangos más distinguidos de la sociedad. Predica a todos, tanto a los que tienen religión como a los que no la tienen. Es elocuente; a menudo despierta sentimientos como ningún otro predicador podría hacerlo; llena los ojos de lágrimas de los que no suelen llorar. Se dirige a la inteligencia, a la conciencia y al corazón de su auditorio. Nadie, jamás, pudo refutar sus argumentos. Casi todo el mundo busca eludirlo o ignorarlo, pero, pese a ello, hace oír su voz a todos. No es refinado ni cortés. A veces interrumpe ceremonias públicas y se presenta de repente en medio de placeres de la vida privada.

SU NOMBRE

Es ineludible, a veces nos advierte solamente, nos da algún aviso, en otras es drástico y definitivo. ¿Su nombre? Muerte... ¿Quién no ha oído del viejo predicador? Toda lápida le sirve de púlpito. El diario le reserva mucho lugar. Siempre anuncia el ocaso de una vida. A menudo se ve a los súbditos de ese soberano predicador ir y volver del cementerio, e incluso en alguna ocasión seguramente se ha dirigido, de alguna manera, a ti.

La repentina partida de un vecino, la solemne despedida de un apreciado pariente, la pérdida de un amigo íntimo, el terrible vacío dejado en el corazón cuando la esposa querida abandonó esta vida, o cuando alguien se vio privado del hijo que idolatraba: todos estos hechos han sido advertencias solemnes de parte del viejo predicador. ¿Cuántas has recibido? Un día, tal vez dentro de poco, tú mismo le proporcionarás su argumento; en medio de tu familia afligida y sobre  tu tumba, él hará oír su voz y su prédica, eso es indiscutible, pues lo hará tarde que temprano. 

Por ello, de corazón vuélvete hacia Dios ahora mismo para agradecerle que estás todavía en la tierra de los vivos y que no has muerto sin poner en regla la cuestión de tus pecados en el confesionario. Puedes, si te apetece, librarte de la Iglesia, rechazar la Biblia, refutar todas sus historias, burlarte de sus enseñanzas, menospreciar sus advertencias, rechazar a Cristo, no asistir al Santo Sacrificio de la Misa, no recibir los sacramentos ni orar diariamente al Señor; puedes, si quieres, evitar a los sacerdotes de Cristo, pues nadie te puede obligar a ir a la iglesia;  puedes hacer caso omiso a este escrito y todo lo que se le parezca.  Puedes, cerrar los ojos y los oídos a cualquier tema sobre Dios. Hasta puede llegar el día en el cual los incrédulos, aquí en esta nación, traten como criminal a todo aquel que quiera confesar a Cristo en voz alta o por escrito, como ya ha sucedido y sucede a lo largo de la historia.

No oír, no ver, no hablar nada de Dios
Pero si te libras de todo esto, ¿qué harás con aquel viejo predicador? ¿habrá posibilidad de jubilarlo o librarte de él como hiciste con todos y con todo lo que te hablaba de Dios? Hace miles de años que este viejo predicador prosigue su camino; la experiencia y todos los historiadores, sagrados o profanos, dan el mismo testimonio con respecto a él, de modo que no es razonable creer que va a cambiar en su vejez.

Reflexiona sobre el porvenir que te espera. ¿De qué te  valdrán riquezas y honores, placeres o trabajo cuando el cuerpo vuelva al polvo? Después de todo, tendrás que morir como el resto de los humanos, y todas esas cosas se quedarán en este mundo.

No podemos pensar en la muerte sin ser conducidos a decir: hay algo terriblemente anormal con el ser humano. ¿Por qué? ¿Será acaso por azar que un ser dotado de tan grandes capacidades debe acabar de un modo tan triste? Hay una única respuesta que el viejo predicador -que no quiere "ponerse al día" ni ser políticamente correcto- recordará una y otra vez: El pecado entró en el mundo por un solo hombre, y por el pecado la muerte. La caída del hombre no es un simple dogma teológico, es una cruda realidad. El pecado no es un término  retórico que se halla en la Biblia o en el catecismo, es algo totalmete vigente y actual, cuya presencia condena al mundo y cuyos estragos no tienen límite.

La muerte pasó a todos los hombres con la caída del hombre.  Hemos heredado el pecado original y, también, luego hemos pecado. La sentencia de muerte ha sido pronunciada, pues, contra ti y contra mí también. Un hombre inocente puede exigir que se le haga justicia, pero para un culpable lo justo es el castigo. La gracia  santificante es la única esperanza del pecador. ¿Cómo la adquiriremos?  Para ser perdonados por Aquel que tiene el poder de condenarnos debemos acudir al confesionario, ahí Cristo actúa en la persona del sacerdote -en quien ha delegado su poder- que absuelve. Es al confesionario y a esa necesidad de misericordia que debe conducirte el viejo predicador. Es imposible negar que "la paga del pecado es muerte", pero a ese terrible y constante sermón responde el mensaje de la gracia de Dios. Desde la caída del hombre fue anunciado un libertador: el Hijo de Dios que murió en la cruz. Nunca habló el viejo predicador de una manera tan solemne y elocuente como en el Calvario. Cristo, quien no había conocido el pecado, al ser hecho pecado por nosotros, padeció la muerte como pago del pecado. 

Si morimos sin fe y en pecado, nos condenaremos eternamente; no hay duda de esto, no obstante, Dios nos ama y entregó a su amado Hijo, Jesucristo para evitarnos ese terrible final. 

Cristo nos llama una y otra vez al arrepentimiento y a creer en Él y en su Iglesia fundada en la roca de Pedro. Él te ofrece la vida eterna. Sólo te pide, luego del bautismo, dos cosas: fe y obras. Creer en Él y seguir los mandatos  y enseñanzas que dejó en custodia en su Iglesia, que es el verdadero medio de salvación eterna. Cristo nos abrió las puertas de la Bienaventuranza eterna con su Redención, pero para que ella te sea aplicada se requiere que tu la aceptes, pues quien  te creó sin ti, no te salvará sin ti. Fe y obras. Eso es todo. ¿Fácil? Ciertamente no, la puerta es angosta pero con la ayuda de su gracia lo lograrás.

¿Aceptas el regalo que Dios te ofrece? Házlo, ahora  que es tiempo, luego será tarde. De ese modo, podrás enfrentarte con valor en aquel momento definitivo en el que, finalmente, te encuentres con el viejo predicador...

Por cierto, los predicadores que callaron estas verdades, también tendrán una cita con él. Es ineludible. Ellos que se aggiornaron con las máximas del mundo y buscaron adecuar la verdad al gusto del hombre, ellos que callaron -sino es que hasta negaron- verdades de fe que resultaban incómodas y tacharon de anticuado al viejo predicador, lo enfrentarán  finalmente con terribles consecuencias. Predicadores que no te adviertan sobre las postrimerías, no sirven. No los sigas. Atiende  tú a ese viejo predicador que nunca buscó congraciarse con nadie, ni agradar al mundo para ser políticamente correcto. Atiende su voz. Su mensaje salvará tu alma. 


Nota de CATOLICIDAD: Para la gran mayoría de los lectores saldrá sobrando, pero de cualquier manera es prudente consignar que, por supuesto, se habla aquí de la muerte como un predicador en sentido metafórico, pues la muerte no es un ser (como algunos necios creen y hasta culto le ofrecen), sino el estado que sucede al desprendimiento del alma.

Agradecemos el envío de este escrito anónimo
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2 DE NOVIEMBRE, CELEBRAMOS LA FIESTA DE LOS FIELES DIFUNTOS


Haz click en el título de abajo:

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS - 2 DE NOVIEMBRE

Recomendamos leer este escrito, muy oportuno para esta fecha, haz click: 

LÉEME O LAMÉNTALO (Pequeño pero sustancioso librito sobre el purgatorio)

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martes, 1 de noviembre de 2011

APOYÉMONOS EN LOS HOMBROS DE CRISTO


En 1992, los Juegos Olímpicos de verano se celebraron en Barcelona, España; ahí, uno de los corredores de la carrera de 400 metros planos era el atleta inglés Derek Redmond. Había entrenado durante años para competir en las Olimpiadas, pero mientras corría a toda velocidad bajo un calor moderado, de pronto se lastimó el tendón de la corva y se desplomó a la pista con mucho dolor. Al ver que los camilleros se precipitaban hacia él, tomó la decisión de terminar la carrera. Se levantó y empezó a cojear hacia adelante pese al dolor que sentía. 

Iba cojeando hacia la meta de la que estaba distante, cuando su padre descendió y saltó a la pista. Antes de que nadie pudiera detenerlo, haciendo a un lado a los que se interponían, Jim Redmond llegó a donde estaba su hijo. El joven corredor se apoyó sobre su hombro al tiempo que se tambaleaba, recorriendo el resto de la pista y llegando finalmente a la meta con ayuda de su padre. Toda la multitud admirada se puso de pie y vitoreó frenética, durante minutos, a los dos hombres. Cuando cruzaron la meta, fue como si el corredor, su padre y los espectadores lo hubieran logrado juntos.

¿QUÉ NO HARÁ DIOS POR SUS HIJOS?

Si esto hace un padre en la tierra, ¿qué no hará por nosotros nuestro Padre que está en los Cielos? Si aceptamos la ayuda que constantemente nos ofrece terminaremos llegando con éxito a la meta, no importa si eres o no el primer lugar. Recuerda que la meta fundamental para el católico es alcanzar la bienaventuranza eterna y sólo con la ayuda Dios la lograremos, pero también las otras metas acá en la tierra, si convienen a nuestra alma, las conseguiremos con su ayuda. Apoyémonos en los hombros de Cristo, no hay mejor ayuda ni mejor lugar.


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HOY CELEBRAMOS LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS

 Haz click abajo, en el título:

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS: 1o. de noviembre

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