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...el ocaso de una vida... |
Hoy en día, muchos predicadores han abandonado las antiguas ideas sobre la caída y la ruina del hombre y no advierten más a sus feligreses de que son pecadores culpables ante Dios. Hablar de las postrimerías (muerte, juicio, infierno o gloria) ha pasado de moda. Las predicaciones de nuestros antepasados que insistían sobre estas verdades son, en general, tildadas de reminiscencias de dizque siglos tenebrosos. Hoy se habla en los púlpitos de todo: política, economía, sociología, pedagogía, humanismo, etc., pero ya no se habla mucho del dogma, de la piedad, o de la verdades necesarias para salvarse. Parece que esto último, muchos lo consideran "anticuado".
Sin embargo, queda por lo menos un predicador de la antigua y sabia escuela: habla hoy en día tan fuerte y claramente como nunca, pues entre más aumenta la población más se deja oír. No es un predicador popular; no obstante, el mundo entero es su escenario; es políglota. Visita a los pobres, pasa por la casa de los ricos; se le encuentra tanto en asilos de menesterosos como en los rangos más distinguidos de la sociedad. Predica a todos, tanto a los que tienen religión como a los que no la tienen. Es elocuente; a menudo despierta sentimientos como ningún otro predicador podría hacerlo; llena los ojos de lágrimas de los que no suelen llorar. Se dirige a la inteligencia, a la conciencia y al corazón de su auditorio. Nadie, jamás, pudo refutar sus argumentos. Casi todo el mundo busca eludirlo o ignorarlo, pero, pese a ello, hace oír su voz a todos. No es refinado ni cortés. A veces interrumpe ceremonias públicas y se presenta de repente en medio de placeres de la vida privada.
SU NOMBRE
Es ineludible, a veces nos advierte solamente, nos da algún aviso, en otras es drástico y definitivo. ¿Su nombre? Muerte... ¿Quién no ha oído del viejo predicador? Toda lápida le sirve de púlpito. El diario le reserva mucho lugar. Siempre anuncia el ocaso de una vida. A menudo se ve a los súbditos de ese soberano predicador ir y volver del cementerio, e incluso en alguna ocasión seguramente se ha dirigido, de alguna manera, a ti.
La repentina partida de un vecino, la solemne despedida de un apreciado pariente, la pérdida de un amigo íntimo, el terrible vacío dejado en el corazón cuando la esposa querida abandonó esta vida, o cuando alguien se vio privado del hijo que idolatraba: todos estos hechos han sido advertencias solemnes de parte del viejo predicador. ¿Cuántas has recibido? Un día, tal vez dentro de poco, tú mismo le proporcionarás su argumento; en medio de tu familia afligida y sobre tu tumba, él hará oír su voz y su prédica, eso es indiscutible, pues lo hará tarde que temprano.
Por ello, de corazón vuélvete hacia Dios ahora mismo para agradecerle que estás todavía en la tierra de los vivos y que no has muerto sin poner en regla la cuestión de tus pecados en el confesionario. Puedes, si te apetece, librarte de la Iglesia, rechazar la Biblia, refutar todas sus historias, burlarte de sus enseñanzas, menospreciar sus advertencias, rechazar a Cristo, no asistir al Santo Sacrificio de la Misa, no recibir los sacramentos ni orar diariamente al Señor; puedes, si quieres, evitar a los sacerdotes de Cristo, pues nadie te puede obligar a ir a la iglesia; puedes hacer caso omiso a este escrito y todo lo que se le parezca. Puedes, cerrar los ojos y los oídos a cualquier tema sobre Dios. Hasta puede llegar el día en el cual los incrédulos, aquí en esta nación, traten como criminal a todo aquel que quiera confesar a Cristo en voz alta o por escrito, como ya ha sucedido y sucede a lo largo de la historia.
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No oír, no ver, no hablar nada de Dios |
Pero si te libras de todo esto, ¿qué harás con aquel viejo predicador? ¿habrá posibilidad de jubilarlo o librarte de él como hiciste con todos y con todo lo que te hablaba de Dios? Hace miles de años que este viejo predicador prosigue su camino; la experiencia y todos los historiadores, sagrados o profanos, dan el mismo testimonio con respecto a él, de modo que no es razonable creer que va a cambiar en su vejez.
Reflexiona sobre el porvenir que te espera. ¿De qué te valdrán riquezas y honores, placeres o trabajo cuando el cuerpo vuelva al polvo? Después de todo, tendrás que morir como el resto de los humanos, y todas esas cosas se quedarán en este mundo.
No podemos pensar en la muerte sin ser conducidos a decir: hay algo terriblemente anormal con el ser humano. ¿Por qué? ¿Será acaso por azar que un ser dotado de tan grandes capacidades debe acabar de un modo tan triste? Hay una única respuesta que el viejo predicador -que no quiere "ponerse al día" ni ser políticamente correcto- recordará una y otra vez: El pecado entró en el mundo por un solo hombre, y por el pecado la muerte. La caída del hombre no es un simple dogma teológico, es una cruda realidad. El pecado no es un término retórico que se halla en la Biblia o en el catecismo, es algo totalmete vigente y actual, cuya presencia condena al mundo y cuyos estragos no tienen límite.
La muerte pasó a todos los hombres con la caída del hombre. Hemos heredado el pecado original y, también, luego hemos pecado. La sentencia de muerte ha sido pronunciada, pues, contra ti y contra mí también. Un hombre inocente puede exigir que se le haga justicia, pero para un culpable lo justo es el castigo. La gracia santificante es la única esperanza del pecador. ¿Cómo la adquiriremos? Para ser perdonados por Aquel que tiene el poder de condenarnos debemos acudir al confesionario, ahí Cristo actúa en la persona del sacerdote -en quien ha delegado su poder- que absuelve. Es al confesionario y a esa necesidad de misericordia que debe conducirte el viejo predicador. Es imposible negar que "la paga del pecado es muerte", pero a ese terrible y constante sermón responde el mensaje de la gracia de Dios. Desde la caída del hombre fue anunciado un libertador: el Hijo de Dios que murió en la cruz. Nunca habló el viejo predicador de una manera tan solemne y elocuente como en el Calvario. Cristo, quien no había conocido el pecado, al ser hecho pecado por nosotros, padeció la muerte como pago del pecado.
Si morimos sin fe y en pecado, nos condenaremos eternamente; no hay duda de esto, no obstante, Dios nos ama y entregó a su amado Hijo, Jesucristo para evitarnos ese terrible final.
Cristo nos llama una y otra vez al arrepentimiento y a creer en Él y en su Iglesia fundada en la roca de Pedro. Él te ofrece la vida eterna. Sólo te pide, luego del bautismo, dos cosas: fe y obras. Creer en Él y seguir los mandatos y enseñanzas que dejó en custodia en su Iglesia, que es el verdadero medio de salvación eterna. Cristo nos abrió las puertas de la Bienaventuranza eterna con su Redención, pero para que ella te sea aplicada se requiere que tu la aceptes, pues quien te creó sin ti, no te salvará sin ti. Fe y obras. Eso es todo. ¿Fácil? Ciertamente no, la puerta es angosta pero con la ayuda de su gracia lo lograrás.
¿Aceptas el regalo que Dios te ofrece? Házlo, ahora que es tiempo, luego será tarde. De ese modo, podrás enfrentarte con valor en aquel momento definitivo en el que, finalmente, te encuentres con el viejo predicador...
Por cierto, los predicadores que callaron estas verdades, también tendrán una cita con él. Es ineludible. Ellos que se aggiornaron con las máximas del mundo y buscaron adecuar la verdad al gusto del hombre, ellos que callaron -sino es que hasta negaron- verdades de fe que resultaban incómodas y tacharon de anticuado al viejo predicador, lo enfrentarán finalmente con terribles consecuencias. Predicadores que no te adviertan sobre las postrimerías, no sirven. No los sigas. Atiende tú a ese viejo predicador que nunca buscó congraciarse con nadie, ni agradar al mundo para ser políticamente correcto. Atiende su voz. Su mensaje salvará tu alma.
Nota de CATOLICIDAD: Para la gran mayoría de los lectores saldrá sobrando, pero de cualquier manera es prudente consignar que, por supuesto, se habla aquí de la muerte como un predicador en sentido metafórico, pues la muerte no es un ser (como algunos necios creen y hasta culto le ofrecen), sino el estado que sucede al desprendimiento del alma.
Agradecemos el envío de este escrito anónimo
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AMIGO DE CATOLICIDA: Muy buena reflexión para este día de la solemnidad de los difuntos, y cuanto provecho podemos sacar de este artículo, por que algún día seremos del numero de los muertos, y aunque las postrimerías no se predican ya casi, no dejan de ser una verdad. Existe juicio, existe infierno, existe purgatorio, pero también cielo. Felicitaciones a quien le mando el material y a Catolicidad por tan atinada publicación. Solo quiero recordar la obra de San Alfonso Marìa de Ligorio: “Preparación para la muerte”. Hay unos buenos audios de Fabián Vázquez que pueden servir para profundizar más en la meditación que hace esta excelente publicación. “Acuérdate de tus postrimerías y no pecaras” decía el Santo. Un abrazo en Cristo nuestro Rey y salvador. Un amigo, San Miguel Arcángel.
ResponderEliminarSoy lector de vuestro blog y tratais muy poco el fin de los tiempos
ResponderEliminarESTE TEXTO EXPLICA EN POCAS LINEAS LO QUE EL VATICANO EXACTAMENTE NO REVELO Y LOS MOTIVOS DE PORQUE NO LO HIZO:::
Dice así ::::::
La visión del "obispo vestido de blanco" huyendo del vaticano
En el orden espiritual la apostasía y división en las altas cimas de la Iglesia ya ha comenzado. En la carta dirigida al Profesor Baumgartner, el Cardenal Mario Luigi Ciappi reveló: "que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldría de la cúspide de la Iglesia." Esto corresponde a lo que se lee en el Libro de las Lamentaciones: "Nunca creyeron los reyes de la tierra, ni cuantos moran en el mundo que el adversario y el enemigo entrarían por las puertas de Jerusalén" (Lam 4:12). Lo que se predice aquí es que los secuaces del Demonio lograrán entrar hasta adentro de la misma Iglesia.
La frase con la que inicia el texto del Secreto "En Portugal, siempre se conservará el dogma de la fe, etc". es indicativo de que en el resto de las naciones no se conservará la fe, y desde luego se debe incluir Roma. De ahí el terrible y contundente anuncio de Nuestra Señora en La Salette: "Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo"; muy en sintonía con textos de la Escritura como el que anuncia Pablo a los de Tesalónica: "Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes ha de venir la Apostasía, ha de manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo santo de Dios y proclamarse dios a sí mismo." (II, 2)
Así, pues, el Tercer Secreto de Fátima revela el misterio de iniquidad (2 Tes 2,7), la falsa iglesia católica —la contra iglesia, la anti-iglesia— que es el misterio del Dragón, cuya cola derribó la tercera parte de las estrellas del Cielo, esto es, la tercera parte de la Jerarquía católica bajo el liderato de un antipapa herético. Pero si hay un "Papa impostor, controlado por Satanás" como decía Malachi Martin, luego entonces debe haber al mismo tiempo un Papa legítimo, pues Cristo prometió su asistencia: Portae inferi non praevalebunt, lo que nos resultaría entonces en dos Papas en Roma; pero en condiciones muy distintas a otros cismas del pasado, pues mientras anteriormente cada antipapa pretendía representar legítimamente a la Iglesia, en este caso no; el espurio o impostor estará al servicio mismo de Satanás.
Veamos pues las condiciones de este cisma que ya toca a las puertas. La primera cita es de Ana Catalina Emmerick (1774-1824),beatificada el 3 de
Octubre del 2004, religiosa agustina, mística extraordinaria, rodeada de innumerables dones y milagros. El 13 de mayo de 1820 –exactamente 97 años antes de la primera aparición de Fátima– tuvo la siguiente visión: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas... y vi cuán funestas serían las consecuencias de esta falsa iglesia... esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo".
A la mística religiosa británica Sofía María Gabriel –pseudónimo de la vidente–, la Santísima Virgen le reveló en el año 1981 la esencia de lo que Ella a su vez había profetizado a los niños en Fátima y que ha quedado oculto, expresado en tres palabras: "dos Papas rivales". Y agregó "que habría una gran crisis en la Iglesia Católica, centrada en el papado vaticano, en que la Iglesia quedaría dividida en dos bandos".
Estimado lector que enviaste el anterior mensaje:
ResponderEliminarEn primer lugar, agradecemos nos lo hayas enviado. Sólo te informamos que hemos eliminado el link que pones del libro que citas, pues no lo hemos leído y por tal motivo no lo podemos promocionar aquí. Suponemos que eres la misma persona que lo ha enviado en dos ocasiones anteriores y le habíamos señalado lo mismo.
Señalas que tratamos muy poco el tema del fin de los tiempos. En efecto, así es, por lo siguiente: Tal tema es muy delicado y resbaladizo pues implica la interpretación de profecías bíblicas y generalmente, también, el de profecías y revelaciones privadas.
En cuanto a las primeras, no cualquier persona tiene los estudios y la capacidad de hacer interpretaciones, pues ello supone una preparación muy profunda y verdaderos conocimientos bíblicos. Además, las conclusiones serán siempre eso: interpretaciones privadas que fácilmente pueden ser inexactas o erróneas. En cuanto a las segundas, sólo se deben seguir las revelaciones privadas y apariciones aprobadas por la Iglesia, que además hay que tener presente NO son parte de la Revelación Divina sino que se trata de revelaciones -como su nombre lo indica- meramente privadas, que no constituyen un dogma de nuestra fe. Ahora bien, de éstas un aspecto es el texto y otro su interpretación. En esto último también entra la preparación de cada autor, y es un tema de meras probabilidades que sean atinadas o no dichas interpretaciones. Además, que no es difícil que muchos escritores se basen en revelaciones privadas discutibles y no aprobadas por la Iglesia.
Lo único que tiene el católico seguro es la Revelación Divina (que se encuentra tanto en la Biblia como en la Tradición) explicada y enseñada por el propio magisterio infalible de la Iglesia. Ése es el núcleo de nuestra fe y de lo que podemos estar 100% ciertos.
Lo demás, son especulaciones e interpretaciones de autores fundamentadas en profecías privadas o textos bíblico de futuros hechos a interpretar, y ahí es donde está la dificultad, pues nadie es infalible en ello.
Ciertamente hay autores muy sabios y preparados que analizan, por ejemplo, el Apocalipsis y es muy interesante leerlos, pero siempre con cautela y sabiendo que esas interpretaciones son eso y no algo cierto y seguro. La profecía bíblica apocalíptica es Palabra de Dios, pero la interpretación de cada autor no.
El riesgo en este terreno estriba en que muchos se apasionan demasiado en estos temas y no los juzgan en la dimensión que hemos señalado y con la debida cautela, e incluso, muchas ocasiones, les parecen más interesantes e importantes que el mismo magisterio infalible de la Iglesia. Así, constantemente leen y propagan temas apocalípticos y/o de revelaciones privadas y las interpretaciones que ciertos autores hacen de ellas, unas más y otras menos calificadas, pero finalmente todas falibles.
Conocemos personas que ponen por encima de la Revelación Divina y del Magisterio de la Iglesia alguna revelación privada, lo que ya estaría mal pero que es más grave aún cuando esa revelación no está siquiera autorizada por la Iglesia, y hasta en ocasiones es evidente que es falsa por su desacuerdo con la doctrina católica. Resulta evidente que si una SUPUESTA aparición contradice la fe revelada por Dios, ciertamente esa aparición o es falsa o es demoniaca, pues el demonio se disfraza de ángel de luz, de la Virgen y hasta de Cristo mismo, como explicaba el Padre Pío.
sigue abajo...
viene de arriba...
ResponderEliminarPor todo esto, CATOLICIDAD cuida mucho de estos temas y sólo publica lo que no tiene ningún riesgo contra la fe y está aprobado por la Iglesia. Advertimos del riesgo de seguir estas interpretaciones a pie juntillas como si fuesen dogmas de fe, sin serlo. Hay quienes llegan hasta un grave fanatismo.
En estos temas no hay que ser demasiados crédulos de todo lo que nos digan. Y hay que analizarlo con cuidado y conociendo bien el magisterio de la Iglesia y teniendo presente que las interpretaciones de cada autor son eso: interpretaciones falibles.
No olvidemos, por poner un solo ejemplo, que unas falsas apariciones que parecían piadosas en un principio, acabaron diciendo errores gravísimos contra la fe e hicieron un cisma en toda una población en Michoacán. Todos sus habitantes se fanatizaron y acabó esto en un desastre espiritual y en un desgarramiento cismático.
CATOLICIDAD tiene por objetivo difundir el magisterio de la Iglesia, presentar diversos documentos, escritos, estudios, artículos, noticias y comentarios que permitan a sus lectores cultivar y defender su fe católica. Si creemos que podríamos estar en tiempos pre-apocalípticos, pero no por ello difundiremos las diversas interpretaciones que hacen autores falibles, y si llegaramos a presentar alguna opinión, indicaríamos que es sólo eso y los alcances y límites que ello supone.
En resumen, no somos contrarios a que se estudien a autores serios que realizan estudios e interpretan temas como el Apocalipsis, estamos en contra que se tomen sus conclusiones como si fuesen dogmas de fe o se difundan como tales. Lo mismo ha de decirse de las profecías privadas y más de aquellas que no estén aprobadas por la Iglesia. Otro aspecto más: establecer fechas de cumplimiento es muy difícil y delicado.
Sin más, de momento, te enviamos un cordial saludo en Cristo, Nuestro Señor.
Atte
CATOLICIDAD
P.D. Si tenemos lo fundamental: el magisterio infalible de la Iglesia, tengamos como accesorio y con el debido cuidado las interpretaciones privadas de autores.
ResponderEliminarAl primer comentario:
ResponderEliminarSí, son muy buenas grabaciones. Ya hemos puesto algunas en el blog.
Un abrazo en Cristo.
CATOLICIDAD
Muy buen artículo para meditarlo
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