martes, 8 de noviembre de 2011

LEVÁNTATE, SEÑOR, QUE PERECEMOS por San Agustín


Tu nave es tu corazón

Le hemos invocado. Levántese, pues; tome sus armas y venga en nuestra ayuda. ¿De dónde ha de levantarse? Se le invoca en otro lugar con estas palabras: Levántate, Señor, ¿por qué duermes? (Sal 43,23). Cuando se dice que duerme Él, somos nosotros quienes dormimos, y cuando se dice que se levanta Él, somos nosotros quienes nos levantamos. El Señor dormía también en la nave, que zozobraba porque dormía Jesús. Si Jesús hubiese estado despierto, no hubiera zozobrado. Tu nave es tu corazón. Jesús estaba en la nave: la fe habita en tu corazón. Si traes a la memoria tu fe, no vacilará tu corazón; si olvidas la fe, Cristo duerme y el naufragio está a las puertas. Por tanto, haz lo que falta, para que si se encuentra dormido, despierte. Dile: «Despierta, Señor, que perecemos», para que dé órdenes* a los vientos y se produzca la bonanza en tu corazón (Mt 8,24). Cuando Cristo, es decir, cuando tu fe está despierta en tu corazón, se alejan todas las tentaciones o, al menos, pierden toda su fuerza. Por tanto, ¿qué significa levántate? Muéstrate, manifiéstate, hazte notar. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio

*N.de la R: Como lo hizo con la tempestad que detuvo cuando iba en la barca con sus discípulos. A los que luego dijo: "¿De qué temeís? ¿Cómo no teneís fe todavía?".

Fuente: SAN AGUSTÍN COMENTA EL EVANGELIO, Mc 4,35-40
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