miércoles, 26 de enero de 2011

ORACIÓN A SAN JOSÉ PARA OBTENER LA GRACIA DE UNA BUENA MUERTE



Glorioso San José, afortunado esposo de María, Vos que merecisteis ser custodiado por Jesús, y abrazándole tiernamente, gozasteis de un Paraíso anticipado, obtenedme del Señor el perdón de mis pecados, y la gracia de imitar vuestras virtudes, a fin de que siga siempre el camino que conduce al cielo.

Vos, que a la hora de la muerte tuvisteis la dicha de ver a Jesús y a María en torno a vuestro lecho, y de entregar dulcemente entre sus brazos vuestra alma, defendedme, os lo ruego, en mi última hora contra los enemigos de mi alma, de suerte que, confortado con la dulce esperanza del Paraíso, expire pronunciando los santísimos nombres de Jesús, José y María.
Amén.
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Por las intenciones del Sumo Pontífice, para ganar las indulgencias, Pater, Ave María y Gloria. Por aquel de nosotros que ha de morir primero: Pater, Ave María y Gloria. Por las almas del Purgatorio: Réquiem aetérnam

Fuente: Devocionario Católico Tradicional 
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2 comentarios:

  1. SAN JOSÉ PROTECTOR DE LA BUENA MUERTE

    La vida santa de San José, la asistencia de Jesús y de María, todo contribuyó a que su muerte fuese preciosa y ante los ojos del Señor.

    La Iglesia compara aquella muerte con la hora de un sueño pacífico, como el de un niño que se adormece sobre el seno de su madre; con una antorcha odorífera, que se consume a medida que arde y que muere exhalando el perfume suave de su sustancia. La muerte de los santos es siempre envidiable, porque todos mueren en el beso del Señor, pero ese beso no es más que un dulce y precioso sentimiento de amor.

    José murió verdaderamente en el beso del Señor, ya que exhaló su último suspiro en los brazos de Jesús. Y si, como creemos, él tuvo el uso de los sentidos y de la palabra hasta ese último suspiro, que no podía ser otro que un suspiro o un impulso de amor, ¿como no habrá él coronado una vida tan santa sino pronunciando los nombres sagrados de Jesús y de María?

    ¡Oh muerte feliz! Si no puedo, como José, exhalar mi último suspiro entre Jesús y María, visibles a mi mirada, pueda yo, al menos, sobre mi labios moribundos, unir vuestro nombre, ¡oh José! a los nombres de Jesús y de María.

    La santa muerte de José ha producido preciosos frutos sobre la tierra. Fue como aromatizada del suave perfume que deja tras de sí una santa vida y una santa muerte, y dio a los cristianos un potente protector en el cielo cerca de Dios, especialmente para los agonizantes.

    Cualquiera que invoque a San José en la última batalla, incluso si fuera violenta, atraerá la victoria. Bendito, por eso, quien coloca su confianza en este santo Patriarca y une al exhalar su último suspiro el santo nombre de José a los dulces nombres de Jesús y María.

    Todo el mundo cristiano lo reconoce como abogado de los agonizantes y, por tanto, de la buena muerte. José hijo de Jacob, socorría en el tiempo de la carestía a los Egipcios distribuyendo entre ellos el trigo que había recogido. Pero para socorrer a los propios hermanos, hizo más: no contento con haber llenado sus sacos de trigo, les añadió el precio del mismo. Así hará ciertamente nuestro glorioso Santo José. ¿Con qué generosidad tratará a sus devotos? Así, en el momento de la extrema necesidad, en el punto de la muerte, él sabrá rendir a los devotos homenajes con que habría sido honrado.

    La muerte de los sirvientes de San José es sumamente tranquila y suave. Santa Teresa narra las circunstancias que acompañaban los últimos instantes de sus primeras hijas, tan devotas a San José. «He observado - dice ella -, que al momento de exhalar el último suspiro gozaban de inefable paz y tranquilidad. Esa muerte era semejante al dulce descanso de la oración. Nada indicaba que su interior fuese agitado por tentaciones. Aquellas lámparas divinas liberan mi corazón del temor de la muerte. Morir me parece ahora la cosa más fácil para una fiel devota de San José».

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    1. Es inexpicable el casi anonimato en que se ha mantenido a SAN JOSÉ. En el común de los fieles no existe una verdadera devoción hacia este Patriarca tan lleno de virtudes y tan cercano a lasvidas del Señor Jesús y de su amada esposa La Vírgen María.
      San José, nos debe conmover hasta lo más íntimo, si pensamos en la estrecha cercanía y la responsabilidad que tuvo que asumir como Padre adoptivo de Jesús
      Deberíamos ofrecer una profunda meditación ante tan alto privilegio.
      Santa Teresa dice que nunca dejó de concederle las gracias que ella le pedía en medio de sus oraciones, pues toda su vida fue gran devota de San José

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