MANOS CALLADAS
(Jorge Martín Flores)
Manos calladas, que han labrado madera
¡Cuánto misterio escondías en ellas!
Manos calladas, que suavizaron listones,
¡Recibiste en tus brazos al Amor de los amores!
Que acariciaron los rizos del Divino Niño.
Y sostuvieron para que diera sus primeros pasos.
Que estrecharon junto a sí al Verbo Encarnado.
Y secaron las lágrimas del Amor Revelado.
Manos calladas, que aferraste el martillo,
con el que Dios golpea a los soberbios para confundirlos,
Manos calladas, que colocaron aquellas vigas
para sostener desde la fe a la Sagrada Familia.
Manos calladas, que abrazaron al Cristo,
y lo defendieron del odio del demonio y del mundo.
Y con mirada casta admiraron la Gracia
oculta en el corazón de Maria Inmaculada.
Manos calladas que contemplaban dormidas
los mensajes que del Altísimo por el Ángel venían
y con obediencia firme Su Voluntad cumplías
abandonado en los brazos de la Providencia Divina.
Manos calladas que custodiaste la vida
de las garras de Herodes y de la muerte impía
decretada contra el Niño por el Padre de la Mentira.
¡Protege a los inocentes de los tiranos de hoy en día!
Manos calladas que se abrazaron al Milagro,
que con tu ejemplo y humildad al Todopoderoso enseñaron.
Carpintero de Dios, servidor de lo Alto
¡tus manos son alas que al Padre glorificaron!
Manos calladas, caladas de espinas,
Prefiguraste el cáliz amargo que tu Niño bebería.
Manos calladas, que al leño imprimiste tu alma,
Para que de un madero reine
la Verdad Crucificada.
Manos calladas, esposo, padre y guía,
Servidor silencioso de la Trinidad Divina.
Sé nuestro amparo, nuestro ejemplo de vida,
Para amar como vos: Dios, Patria y Familia.
San José, Patriarca de la Santa Iglesia: ¡Ruega por nosotros!
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