Una fiesta de bodas no tiene por qué arruinarse definitivamente ni darse por cancelada. Desavenencias, desencuentros, decepciones, tratos descomedidos y aun furtivas incursiones en terreno prohibido son riesgos calculados de todo itinerario conyugal. Más que riesgos, oportunidades de crecimiento fecundo, si se los asume con inteligencia y fe. "Los momentos difíciles son aquellos en los que pueden y deben surgir con más claridad las energías positivas", acaba de decirnos el Papa en su catequesis de promoción de la familia para combatir toda violencia y construir una civilización del amor. Sólo los árboles mal plantados y con defectuosas raíces se desploman ante un viento fuerte. Los otros se consolidan.
El efecto-Caná: trasmutar, mediante la fe, una situación de crisis en una celebración de crecimiento conyugal, puede obtenerse hoy recreando los dos polos del Caná histórico. El primero es la oración a Dios. El segundo es el trabajo del hombre. Ambos presuponen que María esté invitada a la fiesta.
María no se tarda en advertir los signos de un problema. Fiel a la ley del amor, que busca hacer por el otro lo que uno esperaría de él, toma la iniciativa de interceder directamente ante la fuente de poder: su Hijo. "No tienen vino". Es una oración de súplica, basada en lo que muy pronto Jesús enseñará: "pedid y se os dará". Pide vino, símbolo de la alegría festiva. Es un bien material, con un significado espiritual. Entra en la categoría de bienes necesarios o importantes para un hijo de Dios. Como su oración es confiada y perseverante (hizo caso omiso de la aparente negativa de Jesús a involucrarse en el asunto), su efecto debía producirse infaliblemente.
Asegurado el primer polo, María procede de inmediato a activar el segundo. "Hagan lo que mi Hijo les diga". Sabia pedagogía de una madre que concilia lo divino y lo humano: "A Dios rogando y con el mazo dando". La certeza de que "si el Señor no edifica la casa, en vano se fatigan los albañiles", no invalida la necesidad de que los albañiles se fatiguen. Como en tantos otros milagros, también aquí el hombre es requerido a poner de su parte lo que está en su mano hacer. Y ello ratifica el respeto que Dios profesa a la dignidad de quien es su imagen y semejanza, su hijo.
En el Caná histórico, Jesús dijo que trajeran agua. Hay otros dichos de Jesús capaces de producir el mismo efecto-Caná en nuestros conflictos conyugales y familiares. Una situación de crisis puede trasmutarse en una celebración de crecimiento, cuando los comensales se atienen a los siguientes preceptos del Maestro: 1) Al juzgar los defectos del otro, recuerda que la paja en su ojo compite con la viga en el tuyo. 2) Aun ante la evidencia de una grave tacha moral, como el adulterio, pregúntate si estás en calidad de lanzar la primera piedra. 3) Si el que te ofendió vuelve en sí y toma el camino de regreso, cree en la eficacia de la misericordia y perdona 70 veces 7: la parábola del hijo pródigo tiene su centro en la familia. 4) Tu prójimo por parentesco puede ser también tu prójimo por desvalimiento: cuando lo veas abatido e indefenso, revive en él la parábola del buen samaritano. "Haz eso y vivirás". 5) Buena parte de tus conflictos se genera en un escenario de "adultos", contaminado por la soberbia, la envidia, la ambición, la mentira. El camino de superación implica "volver al estado de niños, ya que los que son como ellos tienen acceso al Reino de los cielos". 6) En tu horizonte se ciernen las nubes de la preocupación por lo necesario: comida, vestido, medicina, educación. Si eres hijo, recuerda que tu Padre lo sabe y se ocupa. Vive de la fe en su Providencia, que ni se equivoca ni llega tarde. 7) Para que seas hijo, Dios te regaló su propia Madre. En cada situación de cruz, Ella estará de pie a tu lado. Con Ella ningún dolor será inútil, ninguna esperanza quedará defraudada.
"Hagan lo que mi Hijo les diga": te regocijará comprobar los frutos del efecto-Caná. Sufrías una crisis que parecía insuperable. Al invitar a María y ceñirse a sus instrucciones, todo se trasmutó en una celebración de crecimiento.
Dichosa, indispensable alquimia. Jesús te invita a aprenderla en el corazón de María.
Pbro. Raúl Hasbún Z.
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