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viernes, 26 de noviembre de 2010
NO AL PRESERVATIVO
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No se requiere ir con una prostituta y usar un condón para salvar la vida. Porque basta con no cometer ese pecado mortal (de ir con la prostituta). El uso del condón nunca supone la elección del mal menor, porque siempre existe la posibilidad de rechazar el acto desordenado in toto (esto es: no ir con la prostituta).
ResponderEliminarAdemás, es falso que el riesgo del sida se elimine plenamente con el condón. Como cualquier persona entendida sabe, el preservativo falla. Luego, si una prostituta (o un prostituto) con sida sigue teniendo relaciones con sus “clientes”, sigue cometiendo el crimen de poder infectarlos y posiblemente llevarlos a la muerte.
Claro, no hay tal "responsabilidad" del protituto(a) al mantener relaciones con preservativo, pues el riesgo de contagiar a otro o contagiarse a sí mismo persiste aunque disminuya, aún cuando use el preservativo.
ResponderEliminarUn prostituto o prostituta con sida siguen exponiendo la vida de sus clientes aunque usen condón, pues éste falla. ¿Dónde está la responsabilidad? ¿Disminuir el riesgo pero seguir exponiendo la vida de esos clientes es responsabilidad verdadera? Algunos -los menos- saldrán contagiados con sida y otros no. ¿Es esto responsable? ¿Es realmente "un primer paso de responsabilidad" el jugar a la ruleta rusa con la vida ajena?
Piensenlo bien.
Bendiciones.
No hay tal "primer paso de responsabilidad", como dice en una OPINIÓN PERSONAL Benedicto XVI, ni en el cliente(con o sin sida), ni en la prostituta o prostituto (con o sin sida). Todos de algún modo están jugando con la vida ajena o con la propia a esa ruleta rusa que se menciona. Además, no olvidemos que todo pecado es intrínsicamente irresponsable pues se ofende de manera muy grave nada menos que a Dios mismo.
ResponderEliminarEs evidente que en este caso se incurre en lo que el propio Benedicto dijo: "Obviamente el Papa puede tener opiniones personales equivocadas" como en este ocasión que no está en juego el magisterio infalible del Papa sino la OPINIÓN PERSONAL de Ratzinger como hombre particular.
Sin embargo, aunque su opinión personal es cuestionable, tengamos presente que el Papa NO está aprobando con esta expresión ni la "moralidad" de un acto sexual fuera del matrimonio ni la anticoncepción por medios artificiales, pues dijo: "Es obvio que ella (la Iglesia) no los ve (a los preservativos) como una solución real y moral".
En la misma entrevista para el libro "Luz del mundo", S.S. Benedicto XVI señala:
ResponderEliminar"Obviamente el Papa puede tener opiniones personales equivocadas. Pero como he dicho: cuando habla como Pastor Supremo de la Iglesia, en la conciencia de su responsabilidad, entonces ya no expresa su opinión, lo que pasa por su mente en ese momento. En ese momento él es consciente de su gran responsabilidad y, al mismo tiempo, de la protección del Señor; por lo cual, con tal decisión, no llevará a la Iglesia al error sino que, por el contrario, garantizará su unión con el pasado, el presente y el futuro, y sobre todo con el Señor. Este es el nudo de la cuestión y esto es lo que perciben también las otras comunidades cristianas".
"El Romano Pontífice, como todos los fieles, está subordinado a la Palabra de Dios, a la fe católica, y es garante de la obediencia de la Iglesia y, en este sentido, "servus servorum". No decide según su arbitrio, sino que es portavoz de la voluntad del Señor, que habla al hombre en la Escritura vivida e interpretada por la Tradición; en otras palabras, la "episkopé" del Primado tiene los límites que proceden de la ley divina y de la inviolable constitución divina de la Iglesia contenida en la Revelación".
ResponderEliminarCita tomada del documento "EL PRIMADO DEL SUCESOR DE PEDRO EN EL MISTERIO DE LA IGLESIA", texto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmado por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger.
Hermanos el problema y se genera por el echo de no leer el libro, le preguntan al papa acerca de una persona que trabaja como prostituto o es un homosexual acaso es un pecado adicional el condón? el responde en este caso de los prostitutos y homosexuales seria un mal menor.
ResponderEliminarPor favor antes de emitir juicios primero leamos la fuentes por que es objetivo de esta prensa secular atacar al Papa Benedicto XVI con cualquier palabra y terminamos siendo unos tontos útiles de esta prensa que intenta desprestigiarlo
Las declaraciones del Papa fueron distorsionadas en la prensa; sin embargo, son lamentables. Sus palabras se podrían comparar con el consejo dado a un ladrón asesino, para que en el futuro en sus delitos se limite sólo a robar; de este consejo no se debe inferir, sin embargo, que el robo se permitiría en ciertos casos. De este modo fueron interpretadas las palabras del Papa. Sin embargo, el pontífice debería haber sido consciente de que uno puede esperar que la opinión pública mundial, en una cuestión tan delicada, no efectúe distinciones sutiles y académicas, ni que, por desgracia se distinga entre la tolerancia del mal y su aprobación. Esto conduce a no distinguir y a generalizar. En este sentido, el Papa tiene también una gran responsabilidad en cuanto a la formulación de sus dichos, que sometidos al frenesí de los medios, llegan incluso a expresar un cambio en la moral.
ResponderEliminarMADRID, 26 Nov. 10 / 07:15 pm (ACI/Europa Press)
ResponderEliminarEl Secretario General de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Mons. Juan Antonio Martínez Camino, ha afirmado que el Papa Benedicto XVI no ha legitimado "ni de lejos" el uso del preservativo ni la "prostitución" en el libro-entrevista de Peter Sewald "Luz del Mundo".
En este sentido, el Obispo ha señalado durante la rueda de prensa celebrada al término de la 96° asamblea plenaria de la CEE, que el uso del preservativo "siempre" sucede "en un contexto de inmoralidad" y que "nunca se puede aconsejar".
Además, ha señalado que las palabras del Pontífice no suponen "ninguna novedad" en la doctrina de la Iglesia y ha apuntado que, por ello, los obispos no han tratado el tema en su asamblea plenaria.
Asimismo, Mons. Martínez Camino ha transmitido a los católicos que "no hay motivo de alarma" y que saben que la doctrina de la Iglesia "no se aprende en los titulares de la prensa" sino que, según ha explicado, para la comprensión de la fe está "la catequesis, la clase de religión y la confesión". Por otra parte, se ha referido a las profesionales de la prostitución y ha remarcado que "la mayoría" de estas personas, a su juicio, "víctimas de ese mundo", "seguro que tienen sus creencias".
Igualmente, ha destacado que, ante las palabras del Papa sobre el preservativo, surgieron en la prensa "titulares inexactos" o que, a su juicio eran "barbaridades" y, frente a esto, ha insistido en que hay que leer las respuestas del Santo Padre "con serenidad".
Creo importante este comunicado:
ResponderEliminarEn un libro-entrevista intitulado Luz del mundo, publicado en alemán y en italiano el 23 de noviembre de 201, Benedicto XVI admite, por primera vez, el uso del preservativo “en ciertos casos”, “a fin de reducir el riesgo de infección” del virus del SIDA. Estas afirmaciones erróneas precisan ser aclaradas y rectificadas porque sus efectos desastrosos ––que una campaña mediática no ha dudado en explotar–– generan escándalo e indignación entre los fieles.
1. Lo que dijo Benedicto XVI
A la pregunta “¿La Iglesia católica no está fundamentalmente contra del uso del preservativo?”, el Papa, conforme a la versión original en alemán, responde: “En ciertos casos, cuando la intención apunta a reducir el riesgo de infección, eso puede incluso convertirse en un primer paso, en vistas de una sexualidad más humana, vivida de otra manera”.
Para ilustrar sus palabras, el Papa da un único ejemplo: el de un “hombre prostituto”. Considera que en este caso particular puede convertirse en “un primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad, que permite volver a tomar conciencia de que no todo está permitido y que no puede hacerse todo lo que uno quiere”.
Por ende, se trata del caso de una persona que, cometiendo un acto contra natura y por fines venales, tendría la preocupación, además, de no infectar mortalmente a su cliente
2. Lo que Benedicto XVI quiso decir, según su portavoz
Las declaraciones del Papa fueron recibidas por los medios de comunicación y por los activistas de la contracepción como una “revolución”, como un “punto de inflexión”, o al menos como una “brecha” en la enseñanza moral constante de la Iglesia en punto al uso de medios contraceptivos. Por eso el Padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, publicó una nota explicativa el 21 de noviembre donde se lee: “Benedicto XVI considera una situación excepcional en la que el ejercicio de la sexualidad representa un verdadero riesgo par la vida del otro. En ese caso, el Papa no justifica moralmente el ejercicio desordenado de la sexualidad, pero considera que la utilización del preservativo para disminuir el peligro de contagio es ‘un primer acto de responsabilidad’, ‘un primer paso en el camino hacia una sexualidad más humana’, en lugar de no utilizarlo, poniendo en riesgo la vida de la otra persona”.
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Para ser exactos, cabe señalar aquí que el Papa habla no sólo de un “primer acto de responsabilidad” sino también de un “primer paso hacia la moralización”. En este mismo sentido, el Cardenal Georges Cottier, que fue teólogo de la Casa Pontificia bajo Juan Pablo II y en los inicios del pontificado de Benedicto XVI, en una entrevista a la agencia Apcom el 31 de enero de 2005 afirmó que “en situaciones particulares, y pienso en medios donde circula la droga, o hay una gran promiscuidad humana y mucha miseria, como ocurre en algunas zonas de África y Asia, en esos casos, el uso del condón puede ser considerado como legítimo”.
ResponderEliminarLa legitimidad del uso del preservativo como un paso, en algunos casos, hacia la moralización: he allí el problema planteado por las declaraciones del Papa en Luz del mundo.
3. Lo que Benedicto XVI no dijo y que sus predecesores han dicho siempre
“Ninguna ‘indicación’ o necesidad puede transformar una acción intrínsecamente inmoral en un acto moral y lícito” (Pío XII, Alocución a las parteras, 29 de octubre de 1951).
“Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza” (Pío XI, Encíclica Casti Connubii).
Ahora bien, el uso del preservativo es contrario a la naturaleza, ya que desvía el acto humano de su fin natural. Por tanto, su uso es siempre inmoral
A la pregunta clara del periodista “¿La Iglesia católica no está fundamentalmente contra del uso del preservativo?”, el Papa responde apelando a una situación excepcional y no menciona que la Iglesia siempre se ha opuesto fundamentalmente a uso del preservativo.
Que el uso del preservativo es una acción intrínsecamente mala y materia de pecado mortal, es un punto constante en la enseñanza tradicional de la Iglesia. Así, por ejemplo, en Pío XI y en Pío XII, e incluso en el pensamiento de Benedicto XVI, que responde al periodista que lo interroga: “Obviamente la Iglesia no considera que el preservativo sea una solución real ni moral”; con todo, el Papa lo avala “en ciertos casos”. Esto, no obstante, es inaceptable en términos de la fe: “Ningún motivo ––enseña Pío XI en Casti Conubii (II, 2) ––, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza”. Pío XII lo recuerda en su Alocución a las parteras del 29 de octubre de 1951: “Ninguna ‘indicación’ o necesidad puede transformar una acción intrínsecamente inmoral en un acto moral y lícito”. Es lo que ya San Pablo afirmaba: “No hemos de hacer nosotros un mal, a fin de que él resulte un bien” (Rom. 3, 8).
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Benedicto XVI parece abordar el caso de este prostituto según los principios de la “moral de gradualidad”, que permite la comisión de ciertos delitos menos graves en aras de encauzar progresivamente a los autores de delitos extremos. Es evidente que estos delitos menores no son buenos; pero el hecho de que se inscriban en el camino hacia la virtud los transformaría en lícitos. Ahora bien, esta idea es un grave error ya que el mal, por pequeño que sea, sigue siendo un mal, independientemente del signo de mejoría que indiquen. “En verdad ––afirma Pablo VI en Humanae vitae (nº 14)––, si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien (cf. Rom. 3,14), es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social”.
ResponderEliminarTolerar un mal menor no equivale a convertirlo en “legítimo”, ni a inscribirlo en un proceso de “moralización”. En Humanae vitae (nº 14) se recuerda que “es por tanto un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda”. En el mismo sentido, hay que decir que es un error sugerir la idea de que el preservativo, que en sí mismo es deshonesto, pueda ser cohonestado por el esperado encauzamiento hacia la virtud del prostituto que lo utiliza.
A diferencia de un tratamiento que implicaría el paso de un pecado “más grave” a un pecado “menos grave”, la enseñanza del Evangelio, lejos de decir “Vete y peca menos”, afirma claramente “Vete y ya no vuelvas a pecar” (Jn. 8, 11).
4. Lo que los católicos precisan escuchar de boca del Papa
No hay duda que un libro-entrevista no puede ser considerado un acto de magisterio, máxime si se aparta de lo que ha sido enseñado de manera definitiva e invariable. Tampoco la hay en punto a que los médicos y los farmecéuticos, que valientemente se niegan a prescribir o vender preservativos y anticonceptivos por fidelidad a la fe y a la moral católicas, y en general, todas las familias numerosas que adhieren a la Tradición, tienen la imperiosa necesidad de escuchar que la enseñanza perenne de la Iglesia no cambia con el paso del tiempo. Todos ellos esperan que se recuerde firmemente que la naturaleza humana, y la ley natural inscrita en ella, es universal.
En el libro Luz del mundo se encuentra un pasaje que relativiza la enseñanza de Humanae vitae. En él se designa a los que la siguen fielmente como “minorías profundamente convencidas” , que ofrecen a los demás “un modelo fascinante a practicar”, como si la encíclica de Pablo VI estableciese un ideal prácticamente imposible de alcanzar, de lo cual ya se ha convencido la inmensa mayoría de los obispos para justificar la colocación de esta doctrina bajo el celemín ––es decir, precisamente allí donde Cristo nos prohíbe colocar la “luz del mundo” (Mt. 5, 14).
¿Acaso esta exigencia evangélica estaría destinada, por desgracia, a convertirse en la excepción que confirma la regla del mundo hedonista en el que vivimos? Un mundo al cual el cristiano no debe conformarse (cf. Rom. 12, 2) sino al que debe transformar como “la levadura en la masa” (cf. Mt. 13, 33) y al cual debe dar el gusto de la Sabiduría divina como “la sal de la tierra” (Mt. 5, 13).
FSSPX Menzingen, 26 de noviembre de 2010
Nota de la Congregación para la doctrina de la fe sobre el preservativo
ResponderEliminarA propósito de las palabras del Papa en el libro “Luz del mundo”
CIUDAD DEL VATICANO, martes 21 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la nota aclaratoria de la Congregación para la Doctrina de la Fe Sobre la banalización de la sexualidad. A propósito de algunas lecturas de “Luz del mundo”, que ha sido hecha pública hoy por la Santa Sede.
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Con ocasión de la publicación del libro-entrevista de Benedicto XVI, Luz del mundo, se han difundido diversas interpretaciones incorrectas, que han creado confusión sobre la postura de la Iglesia Católica acerca de algunas cuestiones de moral sexual. El pensamiento del Papa se ha instrumentalizado frecuentemente con fines e intereses ajenos al sentido de sus palabras, que resulta evidente si se leen por entero los capítulos en donde se trata de la sexualidad humana. El interés del Santo Padre es claro: reencontrar la grandeza del plan de Dios sobre la sexualidad, evitando su banalización, hoy tan extendida.
Algunas interpretaciones han presentado las palabras del Papa como afirmaciones contrarias a la tradición moral de la Iglesia, hipótesis que algunos han acogido como un cambio positivo y otros han recibido con preocupación, como si se tratara de una ruptura con la doctrina sobre la anticoncepción y la actitud de la Iglesia en la lucha contra el sida. En realidad, las palabras del Papa, que se refieren de modo particular a un comportamiento gravemente desordenado como el de la prostitución (cfr. Luz del mundo, pp. 131-132), no modifican ni la doctrina moral ni la praxis pastoral de la Iglesia.
Como se desprende de la lectura del texto en cuestión, el Santo Padre no habla de la moral conyugal, ni tampoco de la norma moral sobre la anticoncepción. Dicha norma, tradicional en la Iglesia, fue reafirmada con términos muy precisos por Pablo VI en el n. 14 de la encíclica Humanae vitae, cuando escribió que «queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación». Pensar que de las palabras de Benedicto XVI se pueda deducir que en algunos casos es legítimo recurrir al uso del preservativo para evitar embarazos no deseados es totalmente arbitrario y no responde ni a sus palabras ni a su pensamiento. En este sentido, el Papa propone en cambio caminos que sean humana y éticamente viables, que los pastores han de potenciar «más y mejor» (cf. Luz del mundo, p. 156), es decir, caminos que respeten plenamente el nexo inseparable del significado unitivo y procreador de cada acto conyugal, mediante el eventual recurso a métodos de regulación natural de la fertilidad con vistas a la procreación responsable.
En cuanto al texto en cuestión, el Santo Padre se refería al caso completamente diferente de la prostitución, comportamiento que la doctrina cristiana ha considerado siempre gravemente inmoral (cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 27; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2355). Con relación a la prostitución, la recomendación de toda la tradición cristiana –y no sólo de ella– se puede resumir en las palabras de san Pablo: «Huid de la fornicación» (1 Co 6, 18). Por tanto, hay que luchar contra la prostitución; y las organizaciones asistenciales de la Iglesia, de la sociedad civil y del Estado han de trabajar para librar a las personas que están involucradas en ella.
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....En este sentido, es necesario poner de relieve que la situación que en muchas áreas del mundo se ha creado por la actual difusión del sida, ha hecho que el problema de la prostitución sea aún más dramático. Quien es consciente de estar infectado con el VIH y que por tanto puede contagiar a otros, además del pecado grave contra el sexto mandamiento comete uno contra el quinto, porque conscientemente pone en serio peligro la vida de otra persona, con repercusiones también para la salud pública. A este respecto, el Santo Padre afirma claramente que los profilácticos no son «una solución real y moral» del problema del sida, y también que la «mera fijación en el preservativo significa una banalización de la sexualidad», porque no se quiere afrontar el extravío humano que está en el origen de la transmisión de la pandemia. Por otra parte, es innegable que quien recurre al profiláctico para disminuir el peligro para la vida de otra persona, intenta reducir el mal vinculado a su conducta errónea. En este sentido, el Santo Padre pone de relieve que recurrir al profiláctico con «la intención de reducir el peligro de contagio, es un primer paso en el camino hacia una sexualidad vivida en forma diferente, hacia una sexualidad más humana». Se trata de una observación completamente compatible con la otraafirmación del Santo Padre: «Ésta no es la auténtica modalidad para abordar el mal de la infección con el VIH».
ResponderEliminarAlgunos han interpretado las palabras de Benedicto XVI valiéndose de la teoría del llamado “mal menor”. Esta teoría, sin embargo, es susceptible de interpretaciones desviadas de tipo proporcionalista (cf. Juan Pablo II, Encíclica Veritatis splendor, nn. 75-77). No es lícito querer una acción que es mala por su objeto, aunque se trate de un mal menor. El Santo Padre no ha dicho, como alguno ha sostenido, que la prostitución con el recurso al profiláctico pueda ser una opción lícita en cuanto mal menor. La Iglesia enseña que la prostitución es inmoral y hay que luchar contra ella. Sin embargo, si alguien, practicando la prostitución y estando además infectado por el VIH, se esfuerza por disminuir el peligro de contagio, a través incluso del uso del profiláctico, esto puede constituir un primer paso en el respeto de la vida de los demás, si bien el mal de la prostitución siga conservando toda su gravedad. Dichas apreciaciones concuerdan con lo que la tradición teológico moral ha sostenido también en el pasado.
En conclusión, los miembros y las instituciones de la Iglesia Católica deben saber que en la lucha contra el sida hay que estar cerca de las personas, curando a los enfermos y formando a todos para que puedan vivir la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad dentro del pacto conyugal. En este sentido, hay que denunciar también aquellos comportamientos que banalizan la sexualidad, porque, como dice el Papa, representan precisamente la peligrosa razón por la que muchos ya no ven en la sexualidad una expresión de su amor. «Por eso la lucha contra la banalización de la sexualidad forma parte de la lucha para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda desplegar su acción positiva en la totalidad de la condición humana» (Luz del mundo, p. 131).
[Versión española distribuida por la Congregación para la Doctrina de la Fe]