jueves, 5 de enero de 2012

LLEGAR A CRISTO DE LA MANO DE MARÍA

Llegando a Cristo por María

La gloria del hijo es la honra de la madre. Los hijos se parecen más a su madre cuanto más reflejan en su vida las virtudes de ésta. Todo cristiano es un hijo de María y debe de reflejarlo en el cumplimiento de sus obligaciones de cristiano. Ella se encargará de llevarnos a Jesús.

Cristo no podía dejarnos al final de su vida un regalo más precioso que el de su Madre. Cuando una persona se acerca a los últimos momentos de su vida, piensa en las cosas más entrañables, las que quisiera llevar consigo más allá de la muerte. Jesús lo que más quería y lo que más tenía como propio era su Madre. Refiriéndose a Juan, nos dijo a todos nosotros: "Ahí os dejo cuanto de más preciado tengo sobre la tierra". No nos quiere dejar huérfanos. Una madre es indispensable y María es insustituible en nuestra vida de cristianos.

¿Para qué nos dejó a María? Ciertamente para que la veneremos: Desde ahora dichosa me llamarán todas las generaciones (Lc 1,48); para que la honremos como la bendita entre las mujeres (cf Lc 1,42). Pero sobre todo porque María ha sido elegida para traer a la existencia humana al Hijo de Dios y llevar a los hombres a Jesús. A Jesús por María. La Virgen María es un camino seguro que conduce certera y rápidamente al Señor. ¿Quién mejor que nuestra madre María puede guiarnos a la presencia de su Hijo divino? Existe un vínculo indisoluble entre Madre e Hijo. Estar con la Madre es estar con el Hijo.

La devoción a María no consiste en la contemplación extasiada de las múltiples pinturas realizadas por los mejores pinceles. María no es sólo una obra de arte en el museo de la historia de los hombres. Si queremos amar y venerar a María, tenemos que reproducir la imagen de María en nuestro corazón y en la vida. Admirar todas las maravillas que en ella ha realizado el Todopoderoso es laudable; pero la devoción va más allá del gozo de una contemplación estética. Se trata de imitar su vida, que es el mejor modo de ser discípulos de Cristo. La luz que proyecta la Virgen es como el resplandor que emite la luna: refleja la luz del Sol.

Todo cristiano es un discípulo de Cristo. En la escuela de Jesús, María es discípula aventajada y al mismo tiempo maestra por concesión del único Maestro. María es la cantera de las virtudes de Cristo. Acerquémonos a Ella para construir nuestra santidad con las piedras vivas de sus virtudes.

No se puede dudar de que nuestra vida espiritual va dirigida a conocer mejor a Jesucristo para amarle más.

Y la mejor guía que podemos buscarnos para recorrer este camino es María, quien tuvo la experiencia de buscar a Jesús, cuando éste se había quedado en el templo de Jerusalén. Tuvo momentos de angustia al pasar el tiempo y no encontrarle tan pronto como hubiera deseado, pero las “corazonadas” que tienen las madres no fallan, por eso María insistió en la búsqueda hasta que le encontró.

Este pasaje evangélico (Lc.2,41-52) nos marca a nosotros cómo tiene que ser nuestra búsqueda de Jesús: En compañía de María.

Todo aquel que reconoce a María como Madre de Jesús y también como su Madre, tiene a María como guía, maestra y compañera de camino. Con nadie mejor que con Ella podemos pasar por este valle de lágrimas para ascender al monte de la paz y de la tranquilidad.

Jesús no se nos puede esconder durante mucho tiempo, cuando vamos buscándole de mano de María, pues, para un madre no tiene secretos su hijo. Ella -seguro camino para llegar a Cristo- no nos dejará de la mano hasta que no le hayamos encontrado.

¿Qué aval podemos presentar a Jesús, cuando queremos pedirle algo?. Nada mejor que la recomendación que nos puede hacer su Madre, razón ésta para llamarla y tenerla como la Medianera de todas las gracias.

¿Qué mejor broche de oro para nuestra vida que presentarnos ante Cristo, al final de nuestra existencia, de la mano de María. A Ella la hemos aplazado todos los días al rogarle en el “Ave María”: “Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Adaptación, resumen y fusión de dos escritos: "Vengo con tu Madre" del P. Tomás Rodríguez y de otro anónimo publicado por catholic. net con el título "De la mano de María".
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