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No, no nos contentemos con dar lo que nos sobra y sentirnos, así, muy "buenitos". Demos lo que necesitamos y démonos nosotros mismos. En particular, no hay más grande obra de caridad que ayudar al prójimo a llegar a Cielo.
Repetimos: No, no nos contentemos con dar sólo lo que nos sobra y sentirnos, así, muy "buenitos". Ni seamos de aquellos que dan caridad únicamente como una mera fórmula para ganar prestigio social, ni juzguemos a otros suponiendo que incurren en ese defecto. Sólo Dios conoce el corazón y la intención de cada uno. En cuanto sea posible, que nuestra mano izquierda no se entere lo que hace la derecha. ¡Hay tanto que podemos hacer en beneficio de una mayor equidad luchando por la justicia social en diversas empresas y preocupándonos verdaderamente de nuestro prójimo al que debemos amar! No olvidemos que también existen los pecados de omisión y de ellos daremos cuenta. Tan grave es la apatía y evitar el compromiso con los que menos tienen como, también, enarbolar su causa como un pretexto político y demagógico para fines meramente partidistas por conveniencia personal o de grupo, y/o para impulsar esquemas o sistemas sociales que la realidad ha comprobado que sólo esclavizan más al pobre, le quitan su libertad y devienen en socializar su miseria, inspirados en tesis materialistas y antirreligiosas que operan, además, contra la parte trascendente del propio hombre: su alma y su espiritualidad. Lo peor es que estas tesis se han infiltrado incluso dentro de la propia Iglesia en detrimento de los mismos pobres y hasta son abanderadas por clérigos modernistas que rocían el marxismo con agua bendita. No, el católico verdadero ama al prójimo en Dios y por amor a Dios, y lucha por la justicia social verdadera y por el bien común. Ni el odio de clases ni la violencia fratricida pueden ser su patrimonio. Lo lamentable es que por la grave descristianización social, producto -en gran medida- de la escuela materialista, laica y atea así como por el descuido en la formación religiosa familiar, en muchos -de cualquier nivel socioeconómico- existe una apatía y un descuido por el segundo mandamiento en el que se resume la Ley: el amor al prójimo como a sí mismos, que exige el desprendimiento del propio egoísmo. Y ello es notorio -en creyentes que lo son ya sólo de nombre- desde un funcionario o ejecutivo enriquecido por la corrupción como hasta en personajes provenientes de clases económicamente bajas que también lo han hecho mediante su incursión en el crimen organizado, empleando como modus vivendi la extorsión, el secuestro, el tráfico de personas y estupefacientes, y el asesinato; sin importarles nada ni nadie más que su propio beneficio a costa de lo que sea y por encima de todo y todos. La injusticia, la corrupción y el egoísmo más profundo campean por todas partes y en todos los niveles y clases sociales.
Hoy, más que nunca, urge difundir de nuevo los principios morales y religiosos por todos los medios en la sociedad. En la familia, en la escuela, en el templo, en los medios de comunicación, etc. Hay que crear hombres con profundas convicciones éticas y religiosas. Cierto que sobre la humanidad pesa el lastre del pecado original y que la maldad y el pecado siempre existirán en mayor o menor medida, pero nunca habían alcanzado este nivel en nuestro medio y sólo retornando al amor a Dios y al amor al prójimo se podrá detener la debacle.
¿Tú en qué forma práctica participas en ello?, ¿qué obras de caridad practicas?, ¿te preocupas por el bien común?, ¿realmente amas a tu prójimo como a ti mismo?
Analízalo y no olvides que en la tarde de la vida seremos juzgados en el amor.
Interpreta Marito.
Qué voz y qué bella canción. ¡Hermosísima! No he dejado de llorar viendo las imágenes mientras la escuchaba. Es un regalo este post que además nos hace meditar en las obras de misericordia. Dios los bendiga.
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