lunes, 1 de diciembre de 2014

SE BUSCAN CURAS...

"..que prediquen la necesidad de la Confesión frecuente para liberarnos de la esclavitud del pecado"

Se buscan curas que prediquen la necesidad de la Confesión frecuente para liberarnos de la esclavitud del pecado.

Se buscan curas que hablen del pecado y de la necesidad de recuperar la Gracia santificante y de conservarla.

Se buscan curas que pasen horas sentados en el confesionario como lo hacían el Cura de Ars y el Padre Pío.

Se buscan curas que NO impartan la absolución colectiva, pues sólo en casos verdaderamente graves y excepcionales es válida, de otro modo es ilícita e inválida.

Se buscan curas que hablen de Dios y de las verdades de fe, manteniendo íntegras las enseñanzas recibidas de Dios y definidas solemnemente por la Iglesia Católica.

Se buscan curas que no solo hablen de un pobre humanitarismo.

Se buscan curas que comprendan que el catolicismo es teocéntrico y no antropocéntrico.

Se buscan curas que lleven a sus fieles a adecuarse a la voluntad de Dios y no quieran que sea la Iglesia la que se adecue a la mentalidad del mundo.

Se buscan curas que detengan el fenómeno de "muchas comuniones y mínimas confesiones" entre la feligresía, pues es clara señal de que muchos profanan el Sacramento al comulgar sin estar en Gracia santificante, requisito -la Gracia- indispensable para poder recibir la Eucaristía (haz clic AQUÍ).

Se buscan curas que conciencien a su rebaño sobre Quien está en la hostia consagrada y que a la Eucaristía la traten con todo el respeto que debe tenerse con Jesucristo en ella real y sustancialmente presente (con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad).

Que den la comunión de
rodillas y en la boca.
Se buscan sacerdotes que no den la comunión en la mano (pues de lo contrario se desprenden partículas -donde está todo Cristo- y caen al suelo), que usen patena al momento de distribuirla y que no toquen nada (manteniendo sus dedos pulgares e índices juntos, luego de la Consagración, salvo cuando tocan la Hostia, y hasta la ablución -purificación- que deben hacer luego de la comunión). 

Se buscan curas que, sin ningún temor ni miedo a ser criticados, griten y denuncien los errores que circulan contra las enseñanzas de Dios y que prevengan a su feligresía de los falsos pastores, de la herejía modernista y de los lobos con piel de oveja.

Se buscan curas hambrientos de ganar almas para el Cielo y sin temor de morir por Cristo.

Se buscan curas que sean congruentes entre lo que predican y lo que hacen, buscando su propia santidad, teniendo conciencia de la gran dignidad que han recibido con el sacramento del Orden Sacerdotal y considerando siempre en persona de Quien obran.

En fin, se buscan curas que sean santos y verdaderos pastores, y no ciegos que guíen a otros ciegos, pues -en este caso- ambos caen al abismo (Mt XV, 14). 

La Iglesia los requiere, la feligresía los necesita, Cristo los reclama. ¡Benditos sean los sacerdotes así, según el Corazón de Cristo, que llevan tantas almas al Cielo!

Señor, danos sacerdotes.
Señor, danos muchos sacerdotes.
Señor, danos muchos sacerdotes santos.
Señor, danos muchos sacerdotes santos, según tu Corazón.
Señor, danos muchos sacerdotes santos y muchas vocaciones religiosas santas, según tu Corazón.
Amén.

3 comentarios:

  1. A un lector: Agradecemos el enlace que nos envía. Un abrazo en Cristo

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  2. como es eso de:Se buscan curas que NO impartan la absolución colectiva, pues sólo en casos verdaderamente graves y excepcionales es válida, de otro modo es ilícita e inválida.

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    1. En efecto, ahora hay curas modernistas que desde el presbiterio dan una dizque absolución colectiva a todos los fieles que acuden a Misa dominical. Esa absolución carece de todo valor y es inválida, pues no existe razón para que en una situación normal y habitual se imparta. Constituye un gravísimo abuso sacrílego de algunos curas modernistas.

      Por ejemplo, SÍ es válida si se imparte en una situación grave como es cuando un batallón va a la guerra y no se pueden oír -por falta de tiempo- todas las confesiones individuales. La absolución es válida para quienes tengan las debidas condiciones -propósito de enmienda y verdadero arrepentimiento-, es decir que sus pecados quedan perdonados, pero subsiste la obligación de confesarlos individualmente en la primera ocasión que les sea posible. Si llegaren a morir, morirían en gracia.

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