jueves, 4 de diciembre de 2014

NOS PREOCUPAN LA MUERTE Y LA ENFERMEDAD, PERO NO EL INFIERNO ETERNO. ¡QUÉ INSENSATEZ!

Nos asusta la muerte, pero no la condenación. Curioso…

Hace unos días, me comentaba una persona su gran preocupación por tantas enfermedades que nos atacan y que angustiada por ello, había acudido inmediatamente al médico, para realizarse un chequeo, una valoración de su organismo. Sin duda, cuidar nuestro cuerpo, es una obligación que tenemos, pero, no nos causa el mismo desasosiego las enfermedades del alma. Buscamos la medicina de la inmortalidad, que no existe y rechazamos el tratamiento que nos permite estar en Gracia de Dios, los Sacramentos y la vida de Piedad. Hoy en día, aunque parece una paradoja, vivimos preocupados por vivir.

Una gripe, nos llena de angustia. Un pecado, nos da igual. Un poco de tos, nos hace tomar inmediatamente un antibiótico, acumular faltas, lo consideramos tema para beatos. Nos asusta la muerte, pero no la condenación. Curioso… ¿Nuestra esperanza está fundada en la vida terrenal, o en la Vida eterna?

Nos vamos a operar y nos entran unos miedos absurdos a morir, como si el superar una operación, nos garantizara la inmortalidad. Sin embargo, no vamos a confesarnos y a comulgar antes de entrar al quirófano y si alguien nos lo sugiere, respondemos con mala disposición.

Cuando hay un enfermo en una casa o en un hospital, se llama al médico, ante cualquier pequeña variación en la temperatura corporal, pero, al Sacerdote, sólo se le llama, cuando ya no está consciente o incluso, cuando ya ha fallecido. ¿Qué Sacramento puede recibir uno, después de muerto? Ninguno*.

Nuestras conversaciones están llenas de angustias absurdas. Todo el mundo enferma y todo el mundo muere y lo que hay que hacer es preocuparse de como será ese final, si superaremos ese ultimo chequeo de nuestra alma. Nuestros miedos, sólo revelan una falta de Fe absoluta. Recomendamos restaurantes, libros, películas y no hacemos lo mismo con los Sacramentos. Los Católicos deberíamos de cuidar nuestra alma, tal y como hacemos con nuestro cuerpo. ¿Acaso no es importante el beneficio que nos supone vivir en Gracia de Dios? Si el médico nos recomienda ir a un gimnasio, no sólo vamos aunque no nos apetezca, sino que animamos a otros a que nos acompañen. ¿Por qué no hacemos lo mismo cuando acudimos a la Santa Misa? ¿Por qué no invitamos a otras personas a venir con nosotros, en vez de citarnos al terminar? Muchas veces se acude a la Misa Dominical, como un mero cumplimiento, deseando que el Sacerdote no se alargue ni un minuto más de lo estipulado, ponemos impedimentos a que las vitaminas de la Gracia, penetren en nuestro interior... 

¿A cuántas personas acercamos diariamente al Sacramento de la Confesión? ¿Y mensualmente? La respuesta es la misma. La gente no se confiesa y mucho menos, lógicamente, invita a otros a hacerlo. Ni siquiera el Clero, a veces, anima a ello. Los Confesionarios sin luz y sin cura, sólo indican una cosa, que el médico del alma, está “cerrado por vacaciones”.

¿Qué resultado obtendríamos si pudiéramos ver nuestro chequeo mensual sobre nuestra vida espiritual? Posiblemente, muy flojo. No frecuentamos los Sacramentos y cuando lo hacemos, es de cualquier manera, el mejor ejemplo es, que llegamos a Misa, tarde, mal y a rastras, como el que toma una medicina a deshora y pretende que le haga efecto.

Nos sentamos a ver la televisión, acudimos a un espectáculo, vamos al cine, al gimnasio…pero no dedicamos ni media hora al día a una lectura espiritual. Trabajamos, comemos, dormimos y dejamos de lado lo más importante, nuestra relación con Dios. Los Sagrarios abandonados y las cafeterías llenas. Es cierto que hay crisis, ¡pero de Fe!

Nuestra agenda está llena de obligaciones que no hablan de Dios. Las Parroquias están repletas de actividades, que en muchas ocasiones son mas propias de un centro municipal que de una Iglesia. Ocupaciones que no llevan asociado ningún crecimiento espiritual: teatro, con representaciones que nada aportan a la vida de un Católico, coros donde se ensayan canciones más propias de una velada musical que de una Iglesia, yoga, meditación budista y un largo etc.

¿Dónde están los retiros, meditaciones, rezo del Ángelus, Exposición del Santísimo, Hora Santa, Formación de adultos…?

Descuidamos el preparar nuestra alma para el Juicio final y es ahí donde de verdad deberá preocuparnos que el “reconocimiento médico” sea perfecto, ya que si no hemos tomado la medicina a tiempo, después ya no habrá remedio.

*NOTA DE CATOLICIDAD: Cierto que se puede dar la absolución bajo condición, pues se ignora el momento exacto de la separación del alma del cuerpo, que no necesariamente coincide con la muerte clínica. Pero hay un riesgo gravísimo que la persona ya haya fallecido efectivamente y esa absolución sea ineficaz.

Sonia Vázquez. 
Adelante la fe. Título original: "Nos asusta la muerte, pero no la condenación. Curioso…".

4 comentarios:

  1. Gracias a Dios Nuestro Señor y a su Santísima Madre, he tenido en 2 ocasiones la inspiración divina de acudir con un sacerdote para confesarme y estar en gracia antes que acudir al hospital para atenderme de emergencia de infartos cardíacos, me decía yo, ¿que será de mi si muero sin haberme reconciliado con mi Redentor? prefiero no llegar vivo al hospital que condenarme eternamente. Una vez en estado de gracia, una gran tranquilidad me invadió, ahora si ya estaba listo para lo que Dios quisiera de mi, desde entonces le estoy infinitamente agradecido y trato de ser mejor persona cada día y nunca dejar de lado los sacramentos. Gracias Dios mío, gracias.

    ResponderEliminar
  2. Excelente reflexión que si la llevamos a cabo, mejorará nuestra vida y la del mundo entero.

    ResponderEliminar
  3. Dios Mío, concédeme ser humilde ante todas las adversidades de la vida, concédeme servirte como lo mereces, concédeme saber que hago tu Santa voluntad.

    ResponderEliminar
  4. Impactante imagen. Para meditar, en verdad...

    ResponderEliminar