El Cid pide al Rey licencia
para ir en romería,
al Apóstol Santiago,
porque así lo prometía.
Despidiose de Jimena,
a su madre la daría,
diciendo que la regale*,
que en ello merced le haría.
Llevaba veinte hidalgos
que van en su compañía;
dando va muchas limosnas
por Dios y Santa María;
y allá en medio del camino
un leproso aparecía
metido en un tremedal**
que salir de él no podía.
Grandes voces está dando;
por amor de Dios pedía
que le sacasen de allí,
pues de ello se serviría.
Cuando lo oyera Rodrigo
del caballo descendía;
ayudolo a levantar
y consigo lo subía,
lo llevara a su posada,
consigo cenado había;
les hicieran una cama,
en la cual ambos dormían.
Allá por la media noche,
un hombre hacia él venía
vestido de blanco manto;
de esta manera decía:
-¿Duermes o velas, Rodrigo?
-No duermo, le respondía;
pero dime tú, ¿quién eres,
que tanto resplandecías?
-San Lázaro soy, Rodrigo,
que a visitarte venía.
Soy el leproso al que tú
por Dios tanto bien hacías.
Rodrigo, Dios bien te quiere,
y otorgado te tenía
que lo que tú comenzases
creceá de día en día.
Moriás de muerte honrada,
tu persona no vencida;
tú seás el vencedor,
Dios su bendición te envía.-
Y diciendo estas palabras,
luego desaparecía.
Se levantó don Rodrigo,
y de hinojos se ponía:
dio gracias al Dios del cielo,
también a Santa María.
Se partió para Santiago,
su romería cumplía.
**Tremedal = terreno pantanoso.
Muy bonita Canción tío, ojala después puedas publicar algún artículo sobre el Cid, sobre todo ahora que hay muchas comentarios sobre el que refieren que no era más que un vil mercenario.
ResponderEliminarSaludos y nos veremos pronto
Por supuesto. Un abrazo.
ResponderEliminarExcelente post sobre este gran personaje.
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