domingo, 11 de septiembre de 2011

ANTE EL CAOS ACTUAL, URGE UN ORGANISMO VATICANO QUE REGULE LA MÚSICA SACRA



"A gran parte del clero no le importa la calidad de la música litúrgica en las celebraciones. Esto no porque sean malos, sino porque no son ya formados en apreciar la calidad. En el pasado había una intensa vida también musical en los seminarios, hoy es casi el desierto. Mi impresión, confirmada por más de veinte años de vida musical litúrgica, es que en el fondo no hay interés real en el clero por la música litúrgica, salvo pocas excepciones...no tienen instrumentos para valorarla": profesor Aurelio Porfiri, director de coro y experto en música litúrgica. (Zenith 6-09-11).

«¡Qué lejos estamos del verdadero espíritu de la música sacra, esto es, de la verdadera música litúrgica!...se impone actualmente una enérgica "reforma" en el sentido de una radical "conversión" hacia la norma de la Iglesia; y tal "norma" tiene como punto cardinal el canto gregoriano, ya sea en sí mismo que como principio inspirador de buena música litrúgica».», viene denunciando hace años monseñor Valentín Miserachs Grau, presidente del Pontificio Instituto de Música Sacra. ( "L´Osservatore Romano" 5-6 nov 2007).

5 de septiembre de 2011. Roma. El hombre fuerte del Vaticano en materia de música sacra se declara pesimista. "Ya es normal que actualmente tanto sacerdotes como obispos ignoren la tradición musical de la Iglesia. Y aún peor, hay quienes se vanaglorian", señala monseñor Valentín Miserachs Grau, presidente del Pontificio Instituto de Música Sacra.

Mons. Miserachs hace años ha venido señalando:
«¿Cómo podemos soportar que una oleada de
 profanidades inconsistentes, petulantes y 
 ridículas hayan adquirido con tanta facilidad
carta de ciudadanía en nuestras celebraciones?» 
Durante el último siglo, desde Pío X hasta Benedicto XVI han elaborado reformas o establecido el valor de la música sacra "para la gloria de Dios y la santificación de los fieles", pero no existe un organismo específico en la Santa Sede con capacidad jurídica para establecer normas, lo que Miserachs Grau considera el primer paso indispensable para un cambio de rumbo en la Iglesia.

"Eminentes personalidades me manifestaron su acuerdo total y entusiasta, pero todo ha naufragado en el mar de la indiferencia", afirma. "Parece preferible -y tal vez con mejores resultados económicos- mecerse en el sillón de las apariencias y la superficialidad. Pero la Iglesia es eterna y no faltarán en el futuro horizontes más serenos y luminosos".

Compositor y antiguo organista de la Basílica de San Pedro, nacido en Sant Martí Sesgueioles, un pueblecito ubicado en el centro de Cataluña, reconoce que la falta de instrucción en los seminarios es una de las razones principales de la crisis que atraviesa la música sacra.

"El problema de fondo es grave, y radica también en la visión eclesiológica. Corremos el peligro de olvidar que la Iglesia vive en el mundo, pero sin ser del mundo. Preferimos los fáciles parámetros del mundo al camino estrecho de la obediencia de la fe".

"Si no se da marcha atrás, cada día será más difícil para el músico de iglesia encontrar un santo protector que lo emplee dignamente y con justicia en el culto", lamenta el director de la Capilla Liberiana de la Basílica de Santa María La Mayor, en Roma.

Mons. Valentín Miserachs Grau lleva años indicando que
se necesita un organismo vaticano dotado de autoridad, pues
 señala que "en ninguno de los ámbitos tocados por el concilio 
Vaticano II se han producido mayores desviaciones que en el 
"Sé de muchos cantores, maestros y organistas que han sido alejados, incluso con malos modos y aun ofreciendo gratis su trabajo, para reemplazarlos por conjuntillos de música ligera, indignos de la casa de Dios".

El declive de la música sacra, explica el titular pontificio, cobró fuerza tras el Concilio Vaticano II, cuando se entronizó lo "nuevo" sin buscar un equilibrio con la tradición, siendo relegado e incluso despreciado aquello que durante dos milenios constituyó el patrimonio musical de la Iglesia: el canto gregoriano, la polifonía, el órgano y el latín. Así, la música litúrgica fue sustituida por la profana.

"La vida de comunidad que antes favorecía las celebraciones litúrgicas está limitada por la necesidad de 'volcarse' en el mundo, tal vez con buena intención, pero ¿con qué resultados? La música se ha convertido en la cenicienta de la casa, algo tremendo y de fatales consecuencias".

La Congregación para el Culto y la Disciplina, siendo la responsable, no hace nada para evitar el caos actual

El Pontificio Instituto de Música Sacra, fundado por San Pío X, abrió sus puertas en enero de 1911. Fue en 1958 cuando la Sagrada Congregación de Ritos estableció su primacía sobre otras instituciones similares.

La sede de su labor académica y litúrgica es el edificio de la Abadía de San Jerónimo de Roma, que Juan Pablo II le asignó en 1983.

Como institución, colabora con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, pero no puede establecer directivas sobre música litúrgica.

"La Congregación tampoco ha hecho nada (para hacer respetar las normas), siendo también responsable directa de la música litúrgica", señala monseñor Valentín Miserachs Grau, presidente del instituto. "De vez en cuando corre el rumor de que harán algo, pero pasa el tiempo y la situación empeora".

Disposiciones papales

En el último siglo, diversos documentos papales han abordado la presencia de la música litúrgica en la Iglesia:

- El "Motu proprio" de San Pío X (1903) prohibió el uso del piano y el tambor, y otros instrumentos.

- La "Musicae Sacrae" de Pío XII (1955) distinguió a la música sacra de la religiosa o popular, que sugirió utilizar en actos no litúrgicos, como peregrinaciones.

- El "Sacrosanctum Concilium" de Paulo VI (1963) y el "Quirógrafo" de Juan Pablo II (2003) llamaron a la formación musical en los seminarios.

Fuente: Reforma 5 septiembe 2011. Por Silvia Isabel Gámez. Citas del profesor Porfiri y anteriores de Mons. Miserachs: Zenith y L´Osservatore Romano. Títulos y subtítulos de CATOLICIDAD.
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1 comentario:

  1. Muy buen escrito y revelador de lo que sucede actualmente. Hay un descuido generalizado por la música sacra en muchísimas iglesias y templos. De los abusos...nadie (o casi nadie) dice nada ni se ponen medidas de control. ¡Hasta cuándo, Dios mío!

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