miércoles, 28 de septiembre de 2011

MEDITACIÓN: ¿EN QUIÉN DEBEMOS PONER NUESTRA CONFIANZA?

 
I. No pongas tu confianza en los hombres, porque muy frecuentemente o no pueden o no quieren ayudar a los que penan. (ps. "maldito el hombre que confía en el hombre"). Tus amigos son inconstantes y no piensan sino en sus intereses; en el mejor de los casos no te pueden hacer bien sino en esta vida; no pueden darte el paraíso. A pesar de ello. ¿cuánto tiempo pierdes en procurarte amigos en la tierra? ten cuidado. Procúrate la amistad de Dios. Pon tu confianza en Él y no te quejes si el mundo te abandona, pues Dios está presente cuando el mundo está alejado. (San Pedro Crisólogo).

II. No confíes en ti, piensa por lo contrario que eres el más débil de los hombres. Sin el auxilio de Dios, sólo puedes ofenderlo; ten cuidado. Él te negará ese socorro si pones tu confianza en tus propias fuerzas. ¿No experimentaste ya bastante tu debilidad? Que conozca yo mi fragilidad, a fin de desconfiar de mí; mas, que también conozca tu bondad, oh Dios mío, a fin de no dejarme llevar de la desesperación.

III. Ten confianza en Dios, Él quiere salvarte; nada te negará, puesto que te dio a Jesucristo, su Hijo unigénito. Ten confianza en Jesucristo, que tanto ha hecho y tanto ha sufrido por tu salvación; ¿crees que te abandona? Pídele, por los méritos de su Pasión, las gracias que necesitas. ¿Qué confianza tienes en Jesucristo? ¿Qué le pides? Muchos hombres piden a Dios tesoros y bienes de la tierra; en cuanto a ti, no pidas a Dios sino Dios mismo. (San Agustín).

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2 comentarios:

  1. Insensato aquel que pone su esperanza en los hombres o en las criaturas. No te avergüences de servir a otros o de parecer pobre en este mundo, por amor a Jesucristo. No te apoyes en ti mismo: antes pon en Dios tu esperanza. Has lo que puedas, y vendrá Dios en ayuda de tu buena voluntad. No confíes en tu saber, ni en la habilidad de mortal alguno; sino en la gracia de Dios, quien a los humildes ayuda y a los presuntuosos humilla. No te ufanes de tus riquezas, si las tienes, ni de tus amigos, porque sean poderosos: gloríate en Dios, que es quien lo da todo, y desea darse a sí mismo más aun que cuantos dones nos da. No te envanezcas de tu alta estatura, ni de la belleza de tu cuerpo, que una liguera enfermedad la afea y destruye. Tampoco te complazcas en tus talentos y habilidades, para que no desagrades a Dios, el cual sabe lo que hay dentro del hombre. No te enorgullezcas de tus buenas obras, porque los juicios de los hombres son diferentes de los de Dios, a quien a menudo desagrada lo que a los hombres agrada. Si alguna buena cualidad tienes piensa que los otros las tendrán mejores, para que asi conserves la humildad. Ningún daño te hará el ponerte debajo de todos; pero sí, y muchísimo, anteponerte a uno solo. Los humildes viven siempre tranquilos, mientras los soberbios viven con el corazón agitado por la ira y la envidia.
    BEATO TOMÀS DE KEMPIS

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  2. Creo que Dios está profundamente triste, tal como nosotros lo estamos, pues, por años le hemos estado diciendo a Dios que se salga de nuestras escuelas, de nuestros gobiernos y de nuestras vidas. Y siendo Él, un "caballero", creo que humildemente nos hizo caso. ¿Cómo podemos pretender que Dios nos dé su bendición y su protección si le hemos ordenado que nos deje solos?

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