1. ENSEÑAR LA PRESENCIA DE DIOS
Como Mamá Margarita, madre de San Juan Bosco, que aprovechaba todas las ocasiones para enseñar a sus hijos a Dios.
Cuando salía el sol sobre la cintura nevada de los Alpes decía: “¡Cuántas maravillas ha hecho Dios para nosotros hijos míos!”.
O cuando el granizo había asolado en todo o en parte la humilde viña de la familia, decía resignada: “Inclinemos la cabeza, hijos míos”; Dios nos había dado esos hermosos racimos. Dios nos los quita. Él es el Dueño. Para nosotros es una prueba, para los malos, un castigo.
En las hermosas noches estrelladas, salían fuera de casa, señalaba al cielo y les decía: – “Dios es quien ha creado el mundo y ha colocado allí arriba las estrellas. Si el firmamento es tan hermoso, ¿cómo será el paraíso?”.
2. HACER ODIAR EL PECADO
Como Blanca de Castilla, madre de San Luis Rey.
Reina y madre, se preocupaba por hacer de su hijo, San Luis, el rey cruzado, un cristiano fervoroso y un gobernante intachable. Desde chico le repetía y repetía a su hijo la siguiente frase:
“Te amo muchísimo, pero preferiría mil veces verte muerto antes que saber que has cometido un pecado mortal”.
¡No saben uds. cómo sufre el alma del sacerdote cuando, en el confesionario, oye ciertos pecados de los hijos que se podrían haber evitado con un poco de diligencia de parte de sus padres!
Una madre debe explicar por qué ciertas series o películas son malas, por qué tal música daña el alma, por qué tales juegos o sitios de internet “inocentes”, destruyen no sólo la imaginación de los hijos sino su camino a la santidad.
Si hasta parece que algunas madres dijesen: “preferiría mil veces verte cometer un pecado mortal antes de que te murieras”.
P. Javier Olivera Ravasi
Comentario del blog: ¡Cómo hacen falta esas madres que ante todo buscan la salvación de las almas de sus hijos! Benditas sean esas madres. Los padres darán cuenta a Dios -buena o mala- de la formación que hayan dado a sus hijos, pues los hijos se engendran para llevarlos al cielo.
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