viernes, 8 de mayo de 2009

ALLÁ EN NAZARET por Alfonso Junco



Fue en una mañana
de paz y de bien,
en una casita sosegada y pura,
allá en Nazaret,
a donde se había –con dulces misterios-
cambiado el Edén.

El varón modesto cuya escueta vara
milagrosamente se vio florecer,
el buen carpintero de barba y virtudes
floridas también,
con mojada frente y apacible rostro
brega en su taller.

Muy cerca, en sosiego, la intacta Señora,
claror de Israel,
que es puerta del Cielo
con duple victoria y esforzada prez,
-pues por Ella el cielo descendió a la tierra,
y por Ella al Cielo hemos de ascender-,
hila níveos copos con nevadas manos,
y en la interna albura del alma a la vez
hila blancos sueños, que en su faz trasuntan
un amanecer.

El Niño celeste
nacido en Belén,
hecho de azucenas,
de luz y de miel,
vestida en los suelos su carne divina
está embebecido...¡Trabaja también!
Y con dos palicos y con cuatro clavos
una cruz compone...Ya acaba, la ve,
la ve largamente...y un hondo misterio
concéntrase en Él,
le invade, le enciende, le exalta, y en una
sonrisa inefable le hace florecer.

Van luengos minutos, cortó su tarea
Señor San José,
porque ha visto al Niño, y en cándido arrobo
quedóse, radiante, mirando a su bien.
¡Si es ya un carpintero de grandes promesas,
precoz en ahínco, y en arte y saber!

De gozo embobado, quiere que María
se encante también,
y tórnase a hablarle...Y encuentra a la Madre,
las manos suspensas, -¡toda puesta en Él!-
con los ojos vagos y fijos, ahogados
en temblor de lágrimas que van ya a correr.

El Santo Patriarca se queda perplejo.
¿Llorar? ¿Y por qué?
¿Llorar cuando el Niño, tan cerca, sonríe;
llorar, cuando es,
con sus dos diciembres ágiles y vivos,
gloria del taller?

...Y sigue la Madre
llorando en silencio prematura hiel,
y el Santo Patriarca, turbado y confuso,
no sabe, no sabe, no sabe por qué...


.


Alfonso Junco
Tomado de su obra POESIA COMPLETA

Editorial Jus, México, 1975.
-oOo-

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