sábado, 12 de septiembre de 2015

UN DÍA COMO HOY (12 DE SEPTIEMBRE) PERO DE 1847, SE LLEVÓ A CABO LA GESTA HEROICA DEL BATALLÓN DE SAN PATRICIO


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EL BATALLÓN DE SAN PATRICIO
El enfrentamiento armado entre Estados Unidos y México iniciado en 1846, se prolongó durante casi todo 1847. Las tropas norteamericanas fueron atacando y ganando terreno hasta tomar la capital de la República Mexicana. Sin embargo, desde antes del comienzo formal de la campaña, las deserciones habían comenzado dentro de las filas del ejército estadounidense, como sucedió con el militar irlandés John Riley, quien organizó una compañía que llegaría a contar con 200 hombres que, agrupados bajo el nombre Batallón de San Patricio, se unieron a las filas mexicanas.

 El Batallón de San Patricio se conformó en su mayoría por hombres nacidos en Irlanda que desertaron del ejército estadounidense no sólo por el maltrato que recibían o por su identificación religiosa con los católicos mexicanos, sino también porque México declaró que no hacía distinción de raza en su ejército y se comprometió a entregar tierras a los soldados una vez terminada la guerra. El nombre Legión de Extranjeros se cambió -por decisión de Riley- al de Batallón de San Patricio, en homenaje al patrono irlandés. La participación de este grupo fue sobresaliente desde septiembre de 1846, y para abril del 47 se oficializó su ingreso en la defensa mexicana.

 El 29 de abril de 1999, que el Congreso de la Unión mexicano declaró a los combatientes civiles y militares de la guerra de invasión estadounidense como “Beneméritos de la Patria” en grado heroico y, para honrarlos, se les dio el nombre genérico de “Defensores de la Patria 1846-1848”. Esa leyenda se fijó con letras de oro en el Muro de Honor del edificio sede del Poder Legislativo, junto con el nombre “Batallón de San Patricio”, en homenaje a los soldados extranjeros que formaron ese contingente. Así, se fijó al 12 de septiembre como la fecha de conmemoración de la gesta heroica del Batallón de San Patricio.



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4 comentarios:

  1. Balada de John Riley

    Mi nombre es John Riley
    escúchame un momento:
    Dejé mí venado en casa, en Irlanda.
    Allá imperaba la muerte: hambre o exilio.
    Cuando llegué a América
    Estaba en mi deber:
    Entrar a la Armada
    y marchar desde Texas
    para unirme a la guerra contra México.
    Fue ahí. En esos pueblos y barrancos
    cuando comprendí el error que había hecho.
    Me vi conquistando pobres y moribundos
    católicos con el evangelio de las bayonetas
    Yo lo vi en las cárceles donde madres
    violadas y niños gritones, denunciaban el hedor pestilente del todo de esa guerra.
    Yo y doscientos irlandeses
    decidimos levantarnos a la llamada de Él que nos guiaba.
    De Dublín a San Diego
    dimos testimonio de la libertad negada
    Formamos el Batallón de San Patricio
    Y peleamos del lado mexicano.
    Formamos el Batallón de San Patricio
    Y peleamos del lado mexicano.
    Marchamos bajo el verde pabellón
    de San Patricio
    Blasonado con el “Erin Go Bragh”.
    Brillaban en él, el arpa y el trébol,
    y el lema: “Libertad para México”
    Solo cincuenta años después de Wolftone
    Todo esto sucedió a cinco mil millas de aquello.
    Los yanquis nos llamaron una Legión de Extraños.
    Nosotros, desde Dublín a San Diego,
    dimos testimonio de la libertad negada.
    Formamos el Batallón de San Patricio
    Y peleamos del lado mexicano.
    Formamos el Batallón de San Patricio
    Y peleamos del lado mexicano.
    Los combatimos en Matamoros,
    porque sus voluntarios violaban a las monjas.
    En Monterrey y Cerro Gordo,
    nosotros peleamos como hijos de Irlanda.
    Fuimos los guerreros rojos de la libertad
    luchando junto a estos hombres y mujeres morenos.
    Ellos y nosotros, peleamos contra la tiranía
    Y me atrevo a decir que… ¡Lo haríamos otra vez!
    De Dublín a San Diego
    dimos testimonio de la libertad negada.
    Formamos el Batallón de San Patricio
    y peleamos del lado mexicano.
    Formamos el Batallón de San Patricio
    y peleamos del lado mexicano.
    Los combatimos en cinco grandes batallas.
    Churubusco fue la última de ellas.
    Abrumados por los cañones de Boston,
    caímos después de cada disparo mortal.
    Muchos de nosotros murieron
    en sus puestos ¡como mexicanos!
    Muy lejos de nuestra también ocupada Patria,
    fuimos héroes y mártires.
    Así es el destino.

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  2. Mexicanos a sangre y fuego: el Heroico Batallón de San Patricio

    por: Enrique Sada Sandoval, investigador histórico
    Fuente: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1151722.mexicanos-a-sangre-y-fuego-el-heroico-batallon-de-san-patricio.html

    Un capítulo glorioso en la memoria mexicana, aunque desdeñado por la "historia oficial", lo es sin lugar a duda y en consecuencia aquél que se refiere a ese puñado de hombres valerosos que atrajo tras de sí lo mismo a compatriotas suyos que extranjeros para luchar bajo el pabellón trigarante en justa guerra contra la nación de las barras y las estrellas durante la invasión de 1847. Tras la derrota ominosa de Santa Anna en Tejas y la firma de los Tratados de Velazco en 1836, México había permanecido indolente ante la pérdida de la provincia que abarcaba desde el Río Nueces hasta la Louisiana.
    Lejos de adoptar una política inteligente como lo hiciera Gran Bretaña al reconocer a Tejas como país (en aras de evitar su anexión a los Estados Unidos) o de recuperar por la fuerza lo que por legítimo derecho correspondía a la nación, la clase política se mantuvo cruzada de brazos cuando no enfrascada en luchas fratricidas hasta que sucedió lo previsible: en 1845 Tejas se anexó a la Unión Americana. Este hecho preparó el camino hacia una guerra que solo necesitaría cualquier provocación mínima para estallar. Y la provocación sería provista por cortesía del esclavista presidente James Polk, para justificar sus pretensiones expansionistas sobre México.
    A finales de marzo de 1846 el general Zachary Taylor, quien comandaba un ejército de 3,900 hombres (de los cuales la mitad habían nacido en Irlanda, Gran Bretaña y Europa) construyó una fortaleza frente a Matamoros, donde existía una base militar mexicana. El 25 de abril de 1846 una unidad de la caballería mexicana atacó a una estadounidense que incursionó en territorio mexicano, dio muerte a once estadounidenses, hirió a seis y tomó prisioneros a 63. Taylor envió la noticia a Washington, donde Polk esperaba el incidente por él maquinado para declarar la guerra que tanto deseaba.
    Cuando se supo del campamento estadounidense sobre el río Bravo, el general Pedro de Ampudia, comandante del Ejército Mexicano del Norte, arribó a la zona con 2,400 soldados, no sin antes ordenar la impresión de volantes en inglés que pasaron de contrabando al campamento estadounidense. En el texto, dirigido "A los ingleses e irlandeses del ejército del General Taylor", Ampudia protestaba contra la injusta agresión estadounidense e invitaba a los soldados a desertar: "Recuerden que nacieron en Gran Bretaña, que el gobierno estadounidense mira con frialdad la poderosa bandera de San Jorge y está provocando hasta que truene al pueblo guerrero al que pertenece…Polk está manifestando con desafío el deseo de tomar posesión de Oregon, como ya ha hecho con Tejas. Así pues, vengan con toda confianza a las filas mexicanas".

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    1. Uno de los primeros desertores en cruzar el río Bravo fue un irlandés llamado John O'Riley, conocido a la postre como John Riley, quien se convirtió en el organizador del Heroico Batallón de San Patricio. Nacido en Clifden, Irlanda; en 1824, Riley es descrito como un hombre alto, musculoso y de hombros anchos, con cabello oscuro, ojos azules y tez rubicunda, que había servido en los ejércitos de tres países: Gran Bretaña, Estados Unidos y México. Un domingo 12 de abril pidió permiso para asistir a una misa ofrecida por un sacerdote de Matamoros, pero nunca regresó a su unidad y fue reportado como desertor: "Desde abril de 1846-recordaría después- cuando me separé de las fuerzas norteamericanas […] he servido constantemente bajo la bandera mexicana. En Matamoros formé una compañía de 48 hombres". Para julio de 1847, esta compañía de hombres contaría con doscientos soldados: compuesta por desertores del ejército estadounidense tanto como por extranjeros residentes en México (ciudadanos británicos y hasta veteranos de las guerras napoleónicas) que se unieron bajo un mismo pabellón. La descripción de la divisa que ondearon con orgullo aquellos hombres parece haber tenido variaciones a lo largo de la campaña. Riley refirió que la bandera era verde esmeralda con una imagen de San Patricio emblasonada de un lado más un trébol y la mítica arpa de Erin por el otro; un corresponsal norteamericano la describió hecha de seda verde, con un arpa bordada y el escudo de armas mexicano con las palabras "Libertad por la República Mexicana", y bajo el arpa la leyenda "Erin go Bragh" (Irlanda por siempre). Por otra parte, Samuel Chamberlain, la recordaba como: "Una hermosa bandera de seda verde… en ella brillaba una cruz plateada y un arpa dorada, bordadas por las manos de las bondadosas monjas de San Luis Potosí".
      Su bautizo de fuego ocurrió cuando estaban apostados en Matamoros, de donde marcharon para asistir a la defensa de la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Aún cuando Taylor ocupaba Monterrey, la defección de sus tropas se convirtió en un problema tan grave como evidente, tal como refirió el mayor Luther Giddings respecto a cincuenta desertores norteamericanos: "A éstos el enemigo [los] recibió con alegría y alistó rápidamente en sus filas, donde sirvieron con un coraje y fidelidad que nunca habían exhibido en las nuestras. Sin duda el más humilde del batallón de San Patricio fue honrado con mucha consideración por los mexicanos". Es innegable la identificación histórica de los irlandeses con la causa de la justicia y la libertad, y tanto más a favor de la América Española como fue el caso del General Daniel Florence O'Leary con Simón Bolívar y el del Virrey Juan O`Donojú (O`Donohue) con Agustín de Iturbide, ambos grandes colaboradores de dos grandes Libertadores. Por otra parte, fue el propio Ejército de los Estados Unidos el culpable de estas deserciones en tanto practicaba una política de discriminación brutal y extensa en contra de los católicos. Se sabe que los oficiales protestantes animaban la profanación de imágenes religiosas, la violación de mujeres y el vandalismo contra templos, feligreses y propiedades. Además, dentro del común de los irlandeses hubo una gran identificación entre su pueblo de origen y el pueblo que ahora juraban defender, asediado desde su Independencia también por una nación expansionista, injusta y apóstata.

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    2. Después de rendición de Monterrey, la próxima batalla tuvo lugar al sur de Saltillo, en el célebre paso de La Angostura. Una vez que Santa Anna pasó revista el 22 de febrero, se asignó el mando de la batería de cañones a cargo de ochenta hombres de la compañía de San Patricio. La batería de San Patricio, situada en una loma desde donde dominaba toda la llanura, disparó botes de metralla que abrieron grandes huecos en las filas estadounidenses, al grado que Taylor y sus huestes estuvieron a punto de ser barridos en lo que puede considerarse como la única batalla ganada durante la guerra. Sin embargo, el triunfo de La Angostura, donde más de la tercera parte del mítico Batallón murió o fue herida, duró hasta que Santa Anna ordenó la retirada a San Luís Potosí para reabastecerse.

      FIN

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