"Cualquiera que os anuncie un Evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema": San Pablo.
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A continuación se reproducen cuatro documentos que prueban la inmutabilidad de la VERDAD de la doctrina católica. El primero del Papa San Simplicio (año 476). El segundo es la doctrina del Concilio Vaticano Primero (año 1870), que fue un concilio dogmático y el canon correspondiente. El tercero es del último Papa canonizado: San Pio X que condena (en 1907) la doctrina modernista que sostiene la evolución del dogma. El cuarto de la pluma del Doctor de la Iglesia San Vicente Lerins del siglo V (de su CONMONITORIO), explicando la doctrina Paulina (es decir, del apóstol San Pablo) que consta en la Sagrada Escritura, esto es: desde los tiempos apostólicos.
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S.S. SAN SIMPLICIO, 468-483
De la inmutabilidad de la doctrina cristiana [De la Carta Cuperem quidem, a Basilisco August., de 9 de enero de 476]
Nota: (1) Th 182; Jf 573; PL 58, 40 a; Msi VII 975 A; BR(T) App. I 210 b s.
D-160 (5) Lo que, sincero y claro, manó de la fuente purísima de las Escrituras, no podrá revolverse por argumento alguno de astucia nebulosa. Porque persiste en sus sucesores esta y la misma norma de la doctrina apostólica, la del Apóstol a quien el Señor encomendó el cuidado de todo su rebaño [Ioh. 21, 15 ss], a quien le prometió que no le faltaría El en modo alguno hasta el fin del mundo [Mt. 28, 20] y que contra él no prevalecerían las puertas del infierno, y a quien le atestiguó que cuanto por sentencia suya fuera atado en la tierra, no puede ser desatado ni en los cielos [Mt. 16, 18 ss]. (6)...
Cualquiera que, como dice el Apóstol, intente sembrar otra cosa fuera de lo que hemos recibido, sea anatema [Gal. 1, 8 s]. No se abra entrada alguna por donde se introduzcan furtivamente en vuestros oídos perniciosas ideas, no se conceda esperanza alguna de volver a tratar nada de las antiguas constituciones; porque - y es cosa que hay que repetir muchas veces - lo que por las manos apostólicas, con asentimiento de la Iglesia universal, mereció ser cortado a filo de la hoz evangélica, no puede cobrar vigor para renacer, ni puede volver a ser sarmiento. feraz de la viña del Señor lo que consta haber sido destinado al fuego eterno. Así, en fin, las maquinaciones de las herejías todas, derrocadas por los decretos de la Iglesia, nunca puede permitirse que renueven los combates de una impugnación ya liquidada...
TOMADO DE DENZINGER, EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA No 160.
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CONCILIO VATICANO I, 1869-1870
XX ecuménico (sobre la fe y la Iglesia) SESION III (24 de abril de 1870)
Constitución dogmática sobre la fe católica. Cap. 4. De la fe y la razón.
D-1800 [Del verdadero progreso de la ciencia natural y revelada]. Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia [Can. 3]. «Crezca, pues, y mucho y poderosamente se adelante en quilates, la inteligencia, ciencia y sabiduría de todos y de cada uno, ora de cada hombre particular, ora de toda la Iglesia universal, de las edades y de los siglos; pero solamente en su propio género, es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma sentencia» (1).
Nota: (1) VINCENTIUS LIRINENSIS, Commonitorium 28 [PL 50, 668, c. 23]
Cánones sobre la fe católica:
4. De la fe y la razón:
D-1818 3. Si alguno dijere que puede suceder que, según el progreso de la ciencia, haya que atribuir alguna vez a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto del que entendió y entiende la misma Iglesia, sea anatema [cf. 1800].
TOMADO DE DENZINGER, EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA No 1800 y 1818.
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S.S. SAN PIO X
De las falsas doctrinas de los modernistas (1)[De la Encíclica Pascendi dominici gregis, de 8 de septiembre de 1907]
Nota: (1) ASS 40 (1907) 593 s; AE 15 (1907) 361 ss; EB, 250 ss [desde el 2073].
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Y añade: "Que el dogma no sólo puede, sino que debe evolucionar y cambiar, no sólo lo afirman en realidad desenfadadamente los (herejes) modernistas, sino que es consecuencia que se sigue evidentemente de sus principios". Principios que este Santo Papa condena en toda su encíclica calificándolos como la suma de todas las herejías.
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SAN VICENTE DE LERINS (Siglo V), DOCTOR DE LA IGLESIA (de su obra CONMONITORIO):
A LOS GÁLATAS
8. Individuos de esa ralea, que recorrían las provincias y las ciudades mercadeando con sus errores, llegaron hasta los Gálatas. Estos, al escucharlos, experimentaron como una cierta repugnancia hacia la verdad; rechazaron el maná celestial de la doctrina católica y apostólica y se deleitaron con la sórdida novedad de la herejía.
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La autoridad del Apóstol se manifestó entonces con su más grande severidad: aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.
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¿Y por qué dice San Pablo aun cuando nosotros mismos, y no dice ¿aunque yo mismo?
Porque quiere decir que incluso si Pedro, o Andrés, o Juan, o el Colegio entero de los Apóstoles anunciasen un Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
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Tremendo rigor, con el que, para afirmar la fidelidad a la fe primitiva, no se excluye ni así mismo ni a los otros Apóstoles.
Pero esto no es todo: aunque un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.
Para salvaguardar la fe entregada una vez para siempre, no le bastó recordar la naturaleza humana, sino que quiso incluir también la excelencia angélica: aunque nosotros -dice- o un ángel del cielo.
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No es que los santos o los ángeles del cielo puedan pecar, sino que es para decir: incluso si sucediese eso que no puede suceder, cualquiera que fuese el que intentase modificar la fe recibida, este tal sea anatema.
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¡Pero quizá el Apóstol escribió estas palabras a la ligera, movido más por un ímpetu pasional humano que por inspiración divina! Continúa, sin embargo, y repite con insistencia y con fuerza la misma idea, para hacer que penetre: cualquiera que os anuncie un Evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema.
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No dice: si uno os predicara un Evangelio diferente del nuestro, sea bendito, alabado, acogido; sino que dice: sea anatema, es decir, separado, alejado, excluido, con el fin de que el contagio funesto de una oveja infectada no se extienda, con su presencia mortífera, a todo el rebaño inocente de Cristo.
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