miércoles, 30 de diciembre de 2009

MODERNIZACIÓN DE UNA VIEJA FÁBULA: LA CIGARRA


"Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó".
Jean de La Fontaine


Érase una vez una cigarra que cantaba en el verano. Retozaba y jugaba y volvía a cantar con alegría. El cálido clima del verano parecía extenderse por un tiempo sin fin.

Su vecina, la hormiga, no dejaba mientras tanto de trabajar. Tenía miedo al invierno que tarde o temprano habría de llegar. Reunía hojas y granos y acondicionaba su vivienda para sobrevivir el más inclemente de los climas.

La cigarra se burlaba. ¿Para qué desaprovechar los tiempos soleados y cálidos en un trabajo que dejaba sólo la frente perlada de sudor? La hormiga, sin hacer caso de las burlas, continuaba su trabajo.

Pero el clima empezó a cambiar. Las temperaturas pasaron a ser frescas y después se volvieron francamente frías. Los árboles perdieron las hojas. Los campos se secaron. No había ya granos ni hojas que recoger.

La hormiga se preparó a pasar el invierno en el calor de la cómoda morada que había construido en cuya alacena había una gran cantidad de granos y hojas. La cigarra, en cambio, empezó a pasar hambre y frío.

Una mañana la cigarra tocó a la puerta de la hormiga. Le pidió alimento que le permitiera sobrevivir a la inclemencia del clima. "Y ¿qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y hermoso?", le preguntó la hormiga. La cigarra contestó con sinceridad: "Yo cantaba y bailaba todo el tiempo". La hormiga respondió: "Pues canta y baila ahora".

La historia habría terminado así en otros tiempos, en otros países. Pero esta cigarra y esta hormiga vivían en un país llamado México.

La cigarra empezó a organizar manifestaciones para protestar por la riqueza de la hormiga. Su acaparamiento de los víveres, decía, era la fuente de la pobreza de la cigarra. Con otras compañeras, montó un prolongado plantón en la avenida principal del reino, el llamado Paseo de la Reforma.

El rey, una cigarra electa por mayoría popular, empezó a indagar las razones de los plantones. Le pareció también injusto que la hormiga tuviera tanto y la cigarra tan poco.

Ordenó así expropiar el 30 por ciento de todo el grano almacenado por la hormiga. Él mismo se quedó con el 20 por ciento, que revendió para acrecentar su fortuna, y entregó el otro 10 por ciento a la cigarra. Dio además instrucciones para que la hormiga construyera una casa para la cigarra o, de lo contrario, perdiera la vivienda que tenía, la cual sería entregada a la cigarra por razones de justicia social.

La hormiga protestó y acudió a los tribunales; pero éstos, amedrentados por el rey, fallaron a favor de la cigarra.

Al año siguiente la hormiga se fue del reino y se estableció en otro muy lejano. Las cigarras la acusaron de evadir impuestos y de sacar sus capitales, por lo que confiscaron todas sus propiedades y las de todas las demás hormigas. Pronto todas emigraron del reino para unirse a la primera y con su trabajo edificaron una comunidad de gran prosperidad.

El rey festejó la salida de las hormigas como un acto de liberación nacional y prometió a las cigarras que su vida sería diferente a partir de ese momento. Ya no habría más hormigas que, con su codicia y afán de lucro, empobrecieran a las cigarras. De ahora en adelante todo sería prosperidad y las cigarras compartirían a partes iguales la riqueza del reino.

En el verano las cigarras cantaron y bailaron. Meses después llegó el invierno, más crudo que de costumbre, y el hambre y el frío acabaron con las cigarras. En esta ocasión no hubo grano que pudieran quitar a las hormigas para alimentarse.


Autor: Sergio Sarmiento

Fuente: Reforma, 29 Dic. 09. Título original: La cigarra.
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2 comentarios:

  1. Perdón eso sería si el capital transnacional trabajara, pero la verdad es que es la hormiga la que le quita la comida a la cigarra y sin trabajar se apodera de su producido, para despues irse y dejar saqueado al país.

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    1. Entendió muy mal la fábula. Aquí no se habla del capital trasnacional, por lo que su comentario condicional no viene a cuento. En realidad se refiere a los populistas que nada producen y todo quieren usufructuar poniendo como pretexto la redención del proletariado.

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