jueves, 24 de mayo de 2012

¿DIOS SE OCULTA O NO SABEMOS BUSCARLO?

"Buscad y hallareís" Mt. VII, 7

¿Ves el Corazón que te ama?
 "Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a la gente sencilla" (Lc. X . 21). 


BUSCANDO A DIOS

¡Te necesito, Señor Dios!,
porque sin ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante ti.
¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida
a la naturaleza que tú has creado;
en la trasparencia del horizonte
lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas
los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!
Quiero encontrarte en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!
Quiero encontrarte en el rostro
de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos,
en la necesidad del pobre,
en el amor de mis amigos 
y en la sonrisa de un niño.
¡Tengo que verte!
Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los buenos deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del
encuentro cara a cara contigo.
Amén.
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