CARTA AL REY DE ESPAÑA
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Majestad:
A lo largo de su reinado nos ha demostrado a todos los españoles que es una persona valiente, sensible a las inquietudes de su pueblo y que sufre con los que sufren.
Por eso me dirijo a usted, al considerarle el último recurso que nos queda para impedir lo que, sin lugar a dudas, será una de las mayores injusticias que van a cometerse en la historia de España. Me refiero a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, más conocida como Ley del Aborto.
No pretendo insistirle en lo que, seguro, usted ya sabe: desde el momento de la concepción hay una vida humana, distinta a la de la madre, que tiene todo el derecho del mundo a vivir, y frente al derecho supremo de la vida no cabe anteponer ningún otro derecho.
Hay muchas alternativas que se pueden ofrecer a las mujeres que se enfrentan a un embarazo imprevisto, pero sólo su mediación podría hacer posible un consenso en tal sentido. Para superar el conflicto, las madres necesitan toda la protección del Estado y no que sean inducidas a un terrible error, con graves consecuencias físicas y psíquicas que las acompañará el resto de su vida.
Sabe también que nos hemos manifestado en las calles, que la mayor parte de la población española considera el aborto como una catástrofe y un atentado contra la dignidad de la mujer embarazada y no, según pretende esta Ley, como un derecho.
Ni el Gobierno, ni nuestros representantes en el parlamento, han sido capaces de entender, por intereses políticos o por cobardía, algo que cualquier ser humano con una mínima sensibilidad puede comprender: la vida humana es sagrada y más aún cuando no puede defenderse por sí misma.
Por favor, Majestad, no sancione con su firma este nuevo holocausto. Aunque esta valiente decisión le traerá contratiempos, sin su firma la Ley no entrará en vigor. Evitará así muchísimo dolor y sufrimiento a miles de mujeres, y, lo más importante, salvará infinidad de vidas que no tienen posibilidad de defenderse.
Con la esperanza de ser escuchado, me despido atentamente.
Majestad:
A lo largo de su reinado nos ha demostrado a todos los españoles que es una persona valiente, sensible a las inquietudes de su pueblo y que sufre con los que sufren.
Por eso me dirijo a usted, al considerarle el último recurso que nos queda para impedir lo que, sin lugar a dudas, será una de las mayores injusticias que van a cometerse en la historia de España. Me refiero a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, más conocida como Ley del Aborto.
No pretendo insistirle en lo que, seguro, usted ya sabe: desde el momento de la concepción hay una vida humana, distinta a la de la madre, que tiene todo el derecho del mundo a vivir, y frente al derecho supremo de la vida no cabe anteponer ningún otro derecho.
Hay muchas alternativas que se pueden ofrecer a las mujeres que se enfrentan a un embarazo imprevisto, pero sólo su mediación podría hacer posible un consenso en tal sentido. Para superar el conflicto, las madres necesitan toda la protección del Estado y no que sean inducidas a un terrible error, con graves consecuencias físicas y psíquicas que las acompañará el resto de su vida.
Sabe también que nos hemos manifestado en las calles, que la mayor parte de la población española considera el aborto como una catástrofe y un atentado contra la dignidad de la mujer embarazada y no, según pretende esta Ley, como un derecho.
Ni el Gobierno, ni nuestros representantes en el parlamento, han sido capaces de entender, por intereses políticos o por cobardía, algo que cualquier ser humano con una mínima sensibilidad puede comprender: la vida humana es sagrada y más aún cuando no puede defenderse por sí misma.
Por favor, Majestad, no sancione con su firma este nuevo holocausto. Aunque esta valiente decisión le traerá contratiempos, sin su firma la Ley no entrará en vigor. Evitará así muchísimo dolor y sufrimiento a miles de mujeres, y, lo más importante, salvará infinidad de vidas que no tienen posibilidad de defenderse.
Con la esperanza de ser escuchado, me despido atentamente.
Ver comentarios abajo:
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Entradas
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QUÉ INICIATIVA TAN MARAVILLOSA!!!! Por favor, todos los que somos defensores de la vida, desde su concepción hasta la muerte natural, debemos difundir esta carta para que la firmemos y pidamos al rey que no patrocine este nuevo holocausto.
ResponderEliminarQue buena idea.
ResponderEliminarMe gustó mucho la iniciativa.
Ya firmé...
Espero haya sensatez en el Rey.
Bendiciones para todos en esta Navidad
¡Acaso, el Arzobispo Rouco, o quizá, el mismo Papa, no serían los más indicados para aconsejar a tan alta Jerarquía! Y, el pueblo (debería ser, porque somos plebe para estos capitostes) a lo suyo que es oír, ver y callar (porque lo de que hablen las urnas, es una pesada broma)
ResponderEliminar¡En otros tiempos teníamos eclesiástico mas viriles! Aunque, también Santa Catalina de Siena tuvo que aconsejar a más de un Pontífice, a causa de idéntico defecto. ¡Desde San Juan Evangelista, a San Ambrosio, etc! No se les ocurría la peregrina idea de transferir su responsabilidad a los inferiores en cargo.
¡El Señor nos conceda santos Sacerdotes y Consagrados esforzados! Mientras oremos porque el Corazón Inmaculado de María reine pronto.