jueves, 31 de diciembre de 2020

ORACIÓN DE FIN DE AÑO


  Padre nuestro que estás en los cielos, dueño de la Verdad, del tiempo y de la eternidad: Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.Al terminar el año 2020, en nombre propio y de los míos, queremos darte gracias, por todo aquello que recibimos de Ti. 

 Gracias por la familia que nos diste, por llegar con vida a final del año, por el amor, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por las dichas y penas, por todo cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

 Gracias por acogernos en tu verdadera Iglesia. Te ofrecemos todo cuanto hicimos este año que termina. El trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos, y lo que con ellas pudimos construir de positivo. 

 También, Señor, hoy queremos pedirte perdón. Perdón por nuestros pecados, por el mal que hemos causado, por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por las omisiones, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. 

 Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho. Y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración, que poco a poco, fuimos aplazando y que hasta ahora hacemos para agradecerte todo lo que nos has dado. 

 Por todos nuestros olvidos, descuidos y silencios. Nuevamente te pedimos perdón, Señor. 

 Iniciaremos un nuevo año y detenemos nuestra vida, ante el nuevo calendario aún sin estrenar. Te presentamos estos futuros 365 días, que sólo Tú sabes, quienes llegaremos a vivirlos completos. Si no los terminamos... ayúdanos a morir en Ti, en gracia santificante, luego de haber acudido -sinceramente contritos- al tribunal de la Confesión. 

 Hoy te pedimos para cada uno de nosotros: la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la caridad y la sabiduría, el empeño para serte fieles y vivir siempre en tu Gracia, pues sólo en Gracia se transita el camino seguro. Sólo el necio esto no lo entiende, por lo que te pedimos que nos quites cualquier venda que nos impida ver nuestra estulticia. 

 Señor, ayúdanos a ser celosos de tu gloria y la de tu Iglesia, y vivir sólo por Ti, en Ti y para Ti. 

 Queremos vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes, un corazón lleno de comprensión y paz que busque siempre la Verdad de tu Palabra. Que nada nos arranque de ella, pues tu fe es nuestro mayor tesoro. 

 Cierra Tú nuestros oídos, a toda calumnia, a las falsas doctrinas contra tu Palabra. Y nuestros labios, a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno. 

 Que nuestro espíritu, se llene sólo de bendiciones, y las derrame a nuestro paso. Cólmanos de bondad y de alegría, para que cuantos conviven con nosotros, o los que se acerquen, encuentren en nuestras vida, un poquito de Ti. 

 Gracias, Señor, por todo y perdona nuestras deudas contigo. Guíanos a todos por la senda del camino estrecho que nos permita un día entrar por la puerta angosta y estar en tu regazo para bendecirte eternamente. Si para ello es necesario que utilices tu mano derecha que nos sacuda, de antemano aceptamos cualquier pena y dolor por difíciles que sean.

 Danos un feliz 2021 y enséñanos a amarte viviendo siempre en tu gracia, y seguirte con plena fidelidad. Gracias, Señor, tanto por las pruebas como por las bendiciones del pasado año, así como por los beneficios que derramarás el que inicia. 

 Santísima Virgen María, encomiendo a tu Inmaculado Corazón a toda la familia mía. Ayúdanos a ser fieles a Dios hasta el último segundo de nuestra existencia en esta vida, para todos lograr alcanzar la bienaventuranza eterna y, así, poder alabarlo por los siglos de los siglos. 

 Amén.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

¡ARREPIÉNTETE! AHORA QUE AÚN TIENES TIEMPO


  • LA CONTRICIÓN PERFECTA BORRA TODO PECADO PERO NO PERMITE COMULGAR.
  • QUIEN MUERE DESPUÉS DE UN ACTO DE CONTRICIÓN PERFECTA SE SALVA ETERNAMENTE.
  • IMPLICA ARREPENTIMIENTO DE NUESTROS PECADOS POR AMOR A DIOS, PROPÓSITO DE ENMIENDA Y DE CONFESARSE A LA BREVEDAD.
  • LA CONTRICIÓN IMPERFECTA O ATRICIÓN ES POR TEMOR AL INFIERNO Y NO BORRA LOS PECADOS POR SÍ MISMA, PERO CON PROPÓSITO DE ENMIENDA ES SUFICIENTE PARA CONFESARSE.




EN QUÉ CONSISTE EL ACTO DE CONTRICIÓN PERFECTA

Os voy a explicar ahora en qué consiste el Acto de Contrición y cómo se hace.

Lo primero que tengo que deciros del Acto de Contrición Perfecta es que lo fundamental que tenemos que hacer es arrepentirnos de nuestros pecados, porque son ofensa de Dios. No me arrepiento de mis pecados por ningún motivo humano. Sino porque cuando yo he pecado, yo he ofendido a Dios, y a mí me pesa haber ofendido a Dios. Este debe ser el motivo fundamental de mi arrepentimiento. Esto es lo básico para el Acto de Contrición. No bastan otros motivos humanos.

Ejemplos de arrepentimientos sólo por motivos humanos:

-Primero: Alguien va a una casa de prostitución, y después se arrepiente de haber ido. Pero el motivo de arrepentimiento es múltiple. Puede que se haya arrepentido de haberse ido con una prostituta porque le ha pegado una enfermedad venérea. Cuando él se ve con esa enfermedad se arrepiente del disparate y de la locura que hizo. Esa prostituta le ha pegado una enfermedad que puede ser trágica para su mujer y para sus hijos.

Ya sabéis que los hijos de los sifilíticos nacen a veces anormales y con taras tremendas. Son la desgracia de los padres viciosos que contrajeron esas enfermedades en su vida licenciosa. Y, a lo peor, este hombre, que por ir a una casa de prostitución, ha cogido una enfermedad venérea, después se tira de los pelos, arrepentido de haberse ido por ahí.

Pero no se arrepiente de haber ofendido a Dios. Se arrepiente porque ha cogido una enfermedad venérea. Eso no es contrición. Aunque esté muy arrepentido y esté decidido a no volver. Eso no es contrición. El se arrepiente por un motivo humano.

-Segundo ejemplo de otro motivo humano: Al salir de la casa de prostitución se encuentra con una persona conocida que sabe de dónde sale. Entonces se arrepiente de haberse metido ahí, porque sabe que eso se va a correr y va a perder la fama. Él, que tenía fama de hombre honrado, ahora se va a saber lo que ha hecho. Se arrepiente por la fama que va a perder. Pero no es por motivo sobrenatural. Eso no es contrición. Es motivo humano.

-Tercer ejemplo: Puede ser que se arrepienta por el dinero que le han quitado. Porque le ha costado tanto, y después comprende que ha sido un disparate haber pagado eso. Y que ese dinero, hubiera estado mejor empleado en otras cosas que en costearse un vicio y un pecado. Y se arrepiente por el dinero que ha perdido. Se arrepiente por motivo humano. Eso no es contrición.

LA CONTRICIÓN IMPERFECTA O ATRICIÓN ES POR TEMOR AL INFIERNO Y NO BORRA LOS PECADOS POR SÍ MISMA, PERO CON PROPÓSITO DE ENMIENDA ES SUFICIENTE PARA CONFESARSE

Incluso, fijaos, aunque se arrepienta porque ha merecido el infierno. Puede ser que se diga:
-¡Qué disparate! He sido un bestia, un animal. Además, si ahora me
muero, me voy al infierno. Si me llego a morir en ese momento, me condeno.

Se arrepiente de lo que ha hecho. Pero por el miedo al infierno. No es contrición perfecta. Lo fundamental de ella es que el motivo del arrepentimiento sea porque el pecado es ofensa de Dios. Este es el motivo fundamental. Yo me arrepiento porque con mi pecado ofendí a Dios, y Dios no se merece esto. Dios me ama, Dios ha sufrido por mí, Dios ha muerto por mí. Dios, que ha hecho tanto por mí, merece que yo me porte mejor con Él. Y yo me he portado mal. Y yo le he ofendido. Y yo he pecado. Me arrepiento de mi pecado porque he ofendido a un Dios tan bueno.

(NOTA: El arrepentimiento por miedo al infierno se le conoce como Atrición o contrición imperfecta, ésta NO borra los pecados por sí misma -como sí lo hace la Contrición Perfecta- pero es suficiente para confesar los pecados al sacerdote y quedar, luego de la confesión sacramental, perdonado por Dios y en estado de gracia).

Y esto (el Acto de Contrición Perfecto por amor a Dios) basta quererlo. Porque puede haber personas que duden de si hacen un Acto de Contrición porque no sienten nada:

-Padre, ¡si yo no lo siento!
-No importa. Tú puedes hacer bien un Acto de Contrición (Perfecta) aunque no lo sientas. Basta que lo quieras.

EL ACTO DE CONTRICIÓN PERFECTO ES UN ACTO DE VOLUNTAD

El Acto de Contrición no te sirve, si lo dices sólo con los labios. Si lo dices sólo por rutina. Si lo dices sin fijarte en nada. Pero, si tú te fijas en lo que dices, y tú quieres aquello que significan tus palabras, tu Acto de Contrición es bueno. Porque el Acto de Contrición (Perfecto) no es cuestión de sensibilidad. Es cuestión de voluntad. Si tú quieres aquello que dices, tu Acto de Contrición es bueno.

Ahora, si tú no quieres aquello que dices, si tú hablas como un papagayo, si tú hablas como un gramófono, como una cinta magnetofónica -la cinta no sabe lo que dice, ni lo quiere, porque es una cinta- , entonces, no. Si tú hablas sin saber lo que dices y sin querer lo que dices, no sirve. Pero si tú quieres aquello que dices, aunque no lo sientas; si quieres sentir, si quieres decirlo de verdad, si quieres decirlo de corazón, aunque creas que no se con mueve tu corazón, si lo dices con sinceridad, eso vale. Hay Acto de Contrición. Porque el Acto de Contrición (Perfecto), repito, no es cuestión de sensibilidad. Es cuestión de voluntad. Y hace bien el Acto de Contrición todo aquel que quiere que sea verdad aquello que sus palabras expresan.

Por tanto cuando tú dices:
-Señor, yo te amo sobre todas las cosas.
Y tú quieres que eso sea verdad, tú ya estás amando a Dios sobre todas las cosas.
-¡Ah, es que yo noto que mi corazón no vibra como cuando quiero a mi madre!
-Ya lo sé.
-¡Ah, es que, cuando yo quiero a mis hijos, yo siento que mi corazón vibra de amor hacia mis hijos, y yo no siento mi corazón vibrar de amor hacia Dios!
-Ya lo sé.
Pero el que vibre tu corazón por un amor humano es lógico. El que vibre tu corazón por amor a Dios es más difícil. No digo que sea imposible. Algunos santos lo han tenido. Pero eso no lo pueden tener todos los hombres. Basta que tú quieras que sea verdad aquello que tus palabras expresan.

«Señor, yo te amo sobre todas las cosas. Señor, yo quisiera que no haya nada en el mundo que lo prefiera a Ti. Tú para mí, el primero. Así lo quiero, Señor.»

Aunque tu corazón no vibre como vibra con un amor humano. No importa. Estás amando a Dios sobre todas las cosas, porque tú deseas que tus palabras expresen en verdad lo que quieres. Como digo, no es necesario sentirlo. Basta quererlo. Querer aquello que se dice. Pero las palabras deben expresar este amor a Dios sobre todas las cosas, y este arrepentimiento de haber pecado, porque el pecado es ofensa de Dios.

CÓMO SE FORMULA

Supuesto esto, la fórmula que expresa este Acto de Contrición, la fórmula corriente con la que solemos expresar nuestro Acto de Contrición es el «Señor mío Jesucristo». Ya sabéis que el «Señor mío Jesucristo», dicho de corazón, es un Acto de Contrición. Pero el «Señor mío Jesucristo» es muy largo. Sobre todo, el que nosotros hemos aprendido. El que aprenden hoy los niños en la escuela es más breve. Tampoco es perfecto. Pero, en fin, es más breve.

Os voy a dar una fórmula muy condensada de Acto de Contrición. Creo que expresa de una manera completa estas ideas fundamentales del Acto de Contrición. Puede ser así: «Dios mío, yo te amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas. Señor, yo me arrepiento de todos mis pecados porque te ofenden a Ti, que eres tan bueno. Perdóname y ayúdame para que nunca más vuelva a ofenderte».

Si os parece muy largo, podíais decir. «Señor, perdóname que yo te amo sobre todas las cosas». O, si queréis, otro todavía más breve, en tres palabras: «Dios mío perdóname».

Recuerdo que daba yo mis conferencias a aviadores. Les estaba diciendo cómo a veces urge hacer un Acto de Contrición, porque el avión está en peligro y uno ve que se está jugando la vida. Entonces, les decía yo, el Acto de Contrición lo puedes decir en tres palabras: «Dios mío, perdóname.»

«Dios mío perdóname» es un Acto de Contrición perfecto. Porque en ese «mío», en ese posesivo que dice «Dios mío» están indicando amor. El posesivo «mío» es amoroso. Cuando dices «Dios mío» es porque le amas. Por eso es tan bonita esa expresión, tan española por otra parte, de «Dios mío», que la tenemos siempre en la boca: «Dios mío, esto»; «Dios mío, lo otro...» Es muy bonito, porque es una expresión de amor a Dios. Cuando dices «Dios mío, perdóname», estás pidiendo perdón a Dios porque le amas. Es acto de contrición.

Si tienes tiempo, es mejor que lo expreses con más calma:

«Señor, yo te amo sobre todas las cosas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres muy bueno y Tú no te mereces eso de mí.»
.
SUPONE PROPÓSITO DE ENMIENDA Y DE CONFESARSE A LA BREVEDAD

Bien está que lo expreses con todas las palabras. Pero en un momento de apuro, en un momento de peligro, en que tienes que decirlo rápido, di por lo menos «Dios mío, perdóname», que dicho de corazón es perfecto Acto de Contrición. Más breve, imposible. Y si tú quieres que sea verdad lo que dices, estás perdonado de todos los pecados que puedas tener encima, y te salvas. Si después sales del peligro de muerte, tienes que confesarte de los pecados mortales. Pues el Acto de Contrición supone deseo de confesarse cuando sea posible (y de luchar por no volver a pecar, es decir: tener propósito de enmienda). Pero, de momento, estás perdonado. En caso de que pierdas la vida, ¡te salvas!.

Pues quiera Dios que sepáis hacer el Acto de Contrición. Que lo hagáis con frecuencia. Como os decía antes, ojalá lo hagáis todas las noches antes de acostaros, después de las tres Avemarías. Nadie debe acostarse jamás sin rezar las tres Avemarías, que son prenda de salvación eterna. Por lo menos, eso. Y vuestro Acto de contrición dicho de verdad, dicho de corazón (y con propósito de no volver a pecar), para poneros en gracia de Dios.

De esta manera, no sólo os ponéis en gracia todas las noches, sino que si algún día necesitáis este salvavidas del Acto de Contrición en un momento de peligro tendréis la seguridad de hacerlo todo bien.

LA CONTRICIÓN PERFECTA BORRA TODO PECADO PERO NO PERMITE COMULGAR SIN PREVIA CONFESIÓN SACRAMENTAL

Además, este Acto de Contrición tan breve, en tres palabras, te sirve también para cuando vayas a confesarte si no sabes el «Señor mío Jesucristo» (pues recuerda que debes tener la intención de hacerlo a la brevedad y que el acto de contrición no te permite ir a comulgar sin confesar antes al sacerdote todos los pecados mortales). Si sabes el Acto de contrición largo, lo puedes hacer con devoción y consciente de lo que dices; pero si crees que no te va a salir bien, o lo vas a decir rutinariamente, más vale que repitas varias veces de corazón: «¡Dios mío, perdóname!, ¡Dios mío, perdóname!, ¡Dios mío, perdóname!».

Pues, nada más. Creo que, con este Acto de Contrición en tres palabras, os ayudo a que podáis enfrentaros tranquilos con la muerte, si, en ese momento trascendental, no tenéis al lado a un sacerdote que os perdone.
-oOo-
N. de la R. Consideramos este soneto como el más perfecto Acto de Contrición:

No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.


Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una Cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero, te quisiera
.

Este tema se trata de una charla del P. Jorge Loring. Si deseas leerla completa, haz clic aquí:


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1) CINCO PASOS QUE SE REQUIEREN PARA REALIZAR UNA BUENA CONFESIÓN  2) MALAS CONFESIONES ARRASTRAN MUCHAS ALMAS AL INFIERNO 3) DE LA MALA CONFESIÓN por San Antonio María Claret 4) EL EXAMEN DE CONCIENCIA PARA LA CONFESIÓN  5) CONTRICIÓN Y PROPÓSITO DE ENMIENDA: INDISPENSABLES PARA LA VALIDEZ DE LA CONFESIÓN    6) LA CONFESIÓN GENERAL, CUÁNDO OBLIGA Y CUÁNDO CONVIENE  7)  EL PECADO MORTAL, SUS CONSECUENCIAS Y REMEDIOS  8)  ACERCA DE LA OMISIÓN DELIBERADA DE UN PECADO MORTAL EN LA CONFESIÓN  9) CONFESIÓN O CONDENACIÓN por el padre José María Vilaseca 10) ¡COMULGA EN GRACIA! 11¿COMULGAR SIN CONFESARSE? 


martes, 29 de diciembre de 2020

EN ARGENTINA SE PERDIÓ LA CIVILIDAD AL APROBAR EL SENADO EL ABORTO


  Con 38 votos contra 29 y 1 abstención, el Senado Argentino aprobó legalizar el crimen del aborto.

 Los más indefensos quedan sin protección contra quienes quieran aniquilarlos. Estos senadores sí supieron lo que hicieron y lo llevarán siempre, hasta su juicio final ante Dios, en su conciencia.

EN ESPERA QUE TRIUNFE LA VIDA EN ARGENTINA Y NO SE LEGALICE EL CRIMEN


 Veremos el grado de civilidad de sus senadores.

lunes, 28 de diciembre de 2020

EN ESTA FECHA CONMEMORAMOS A LOS SANTOS INOCENTES ASESINADOS 


Nuevos Herodes dominan hoy: políticos promuerte, médicos empresarios del aborto, lobbies feministas que engañan a las mujeres. 

 Nos resistimos a que la cultura de la muerte avance.

 Pero estamos seguros que esto terminará y llegará el día en que la vida de todo ser humano se respete, en dignidad absoluta. Entonces terminará esta época decadente donde muchos vientres maternos en vez de ser cunas de vida son sitios donde se asesinan a los más débiles e indefensos. 

 En la Ciudad de México han sido criminalmente masacrados más de 200,000 seres humanos desde que se aprobó este crimen que ahora intentan legalizar en todo el país los mismos políticos y activistas que entonces lo promovieron. No votemos por ellos. 

 Sin respeto a la vida no hay PAZ. ¡Paremos ya este genocidio!

sábado, 26 de diciembre de 2020

SOLO DE ESE NIÑO PUEDE VENIRNOS LA SALVACIÓN


  "Cristo Jesús, el Hijo de Dios, ha nacido en Belén de Judá. El anuncio me estremece, mi espíritu se enciende en mi interior y se apresura, como siempre, a comunicaros esta alegría y este júbilo. Jesús, el Salvador, ¿hay algo tan imprescindible a los perdidos, tan deseable para los miserables y tan conveniente para los desesperados? ¿De qué otra parte puede venirnos la salvación o la más ligera esperanza de salvarse de la ley del pecado, del cuerpo mortal, del agobio de cada día y de este mundo de dolor, si no nos naciera esta realidad nueva e insospechada?" .

 San Bernardo.

jueves, 24 de diciembre de 2020

QUE EL NIÑO QUE NACE LES LLENE DE BENDICIONES

 


En este santo tiempo, la Iglesia ofrece al Niño Dios el tributo de sus profundas adoraciones, los transportes de sus inefables alegrías, el homenaje de su agradecimiento infinito, la ternura de su amor incomparable. Estos sentimientos, adoración, alegría, agradecimiento, amor, expresan el conjunto de actos que toda alma fiel debe también tributar al Emmanuel en su cuna. Las oraciones de la Liturgia la prestarán su voz pura y perfecta; mas penetremos en la naturaleza de esos sentimientos para sentirlos mejor y hacer totalmente nuestra la forma con la que los expresa la Santa Iglesia.

 ADORACIÓN.- Nuestro primer deber ante la cuna del Salvador es la adoración. La adoración es el primero de los actos de religión; pero se puede decir que, en el misterio de Navidad, todo parece contribuir a hacer ese deber más sagrado todavía. En el cielo, los Ángeles se cubren el rostro y se postran ante el trono de Dios; los veinticuatro ancianos deponen continuamente sus diademas ante la Majestad del Cordero; ¿qué hemos de hacer nosotros, pecadores, miembros indignos del pueblo redimido, cuando el mismo Dios se humilla y anonada por nosotros; cuando, por el más sublime de los cambios, los deberes de la criatura para con su Creador son por El mismo realizados, cuando Dios eterno no sólo se inclina ante la Majestad Infinita, sino ante el hombre pecador? 

 Es, pues, justo que, a la vista de un espectáculo semejante, procuremos con nuestras profundas adoraciones devolver al Dios que se humilla por nosotros una partecita de lo que le sustrae su inmenso amor al hombre y su fidelidad a los mandatos de su Padre. Debemos, en cuanto nos sea posible, imitar en la tierra los sentimientos de los Ángeles del cielo, y no acercarnos nunca al divino Niño sin ofrecerle el incienso de una sincera adoración, las protestas de nuestro vasallaje y la pleitesía del acatamiento debido a su Infinita Majestad, tanto más digna de nuestro respeto cuanto más se rebaja por nosotros. ¡Ay de nosotros si, demasiado familiarizados con la aparente flaqueza del divino Infante, y con sus tiernas caricias, creyéramos poder prescindir de esa primera obligación y olvidarnos de lo que El es y lo que somos nosotros! 

 El ejemplo de la Purísima Virgen María nos ayudará mucho a conservar en nosotros esa humildad. María era humilde delante de Dios antes de ser Madre; después de serlo, es más humilde todavía ante su Dios y su Hijo. Pues nosotros, despreciables criaturas, pecadores mil veces perdonados, adoremos con todas nuestras potencias a Aquel que desde tan elevadas alturas baja hasta nuestra miseria, y tratemos de compensar con nuestros actos de humildad, ese eclipse de su gloria que se realiza en la cueva y en los pañales. 

ALEGRÍA.- Pero la Santa Iglesia no ofrece solamente al Niño Dios el tributo de sus profundas adoraciones; el misterio del Emmanuel, del Dios con nosotros, es también para ella fuente de inefable alegría. El respeto debido a Dios se conjuga de un modo admirable, en sus cánticos sublimes, con la alegría que los Ángeles la recomendaron. Tiene a gala imitar el regocijo de los pastores, que a toda prisa y rebosantes de contento acudieron a Belén y también la alegría de los Magos, cuando a su salida de Jerusalén volvieron a ver la estrella. Es el motivo de que toda la cristiandad consciente celebre el divino Natalicio con cantos alegres y populares, conocidos con el nombre de Villancicos.

 Unámonos, oh cristianos, a esa jubilosa alegría; no es tiempo de lágrimas ni suspiros: Un Niño nos ha nacido. Ha llegado el que esperábamos y ha llegado para morar con nosotros. Como ha sido larga la espera, deberá ser embriagador el gozo de poseerle. Día llegará, y muy pronto, en que este niño que hoy nace, hecho ya hombre, será el varón de dolores. Entonces nos lamentaremos con Él; ahora debemos alegrarnos de su venida y cantar con los Ángeles junto a su cuna. Estos cuarenta días pasarán veloces; recibamos con el corazón dilatado la dicha que nos viene de arriba como un don celestial. La Sabiduría divina nos enseña que el corazón del justo es una continua fiesta, porque en él reside la paz: ahora bien, estos días ha venido la Paz a la tierra, la Paz a los hombres de buena voluntad. 

AGRADECIMIENTO.- A esta mística y deliciosa alegría viene como por sí mismo a unirse el sentimiento de gratitud para con Aquel que, sin detenerse ante nuestra indignidad ni ante las consideraciones debidas a su infinita Majestad, quiso escoger una Madre entre las hijas de los hombres, y una cuna en un establo: tan empeñado estaba en la obra de nuestra salvación, en apartar de sí todo lo que pudiera inspirarnos miedo o timidez y en animarnos con su divino ejemplo a seguir el camino de la humildad, por donde debemos marchar para llegar al cielo, perdido por nuestro orgullo. 

 Recibamos, pues, con el corazón emocionado el precioso regalo de un Niño libertador. Es el Hijo único del Padre, de ese Padre que amó al mundo hasta el extremo de entregarle su propio Hijo; y es el mismo Hijo único quien confirma plenamente la voluntad de su Padre, viniendo a ofrecerse por nosotros porque Él lo quiso. En verdad, al entregárnosle el Padre ¿no nos lo ha dado todo con Él, como dice el Apóstol? ¡Oh inestimable dádiva! ¿Podríamos ofrecer un agradecimiento equivalente al regalo, cuando, en el fondo de nuestra miseria, somos incapaces de estimar su valor? En este misterio, sólo Dios y el divino Infante, que guarda el secreto en el fondo de su cuna, saben perfectamente lo que nos dan. 

AMOR.- Pero, si la gratitud no puede ser proporcionada a la dádiva ¿quién habrá de pagar la deuda? Sólo el amor será capaz de hacerlo, porque, por muy limitado que sea, no tiene medida, y siempre puede ir en aumento. Por eso la santa Iglesia se siente invadida de una inefable ternura en la cueva, después de haber adorado, bendecido y dado gracias, y exclama: ¡Cuán hermoso eres, oh amado mío! ¡Oh divino Sol de justicia, cuán suave es a mi vista, tu despertar! ¡Cuán vivificantes tus rayos para mi corazón! ¡Cómo se afianza tu triunfo en mi alma cuando la vences con las armas de la pobreza, de la humildad y de la infancia! Y todas sus palabras son palabras de amor; la adoración, la alabanza, la acción de gracias no son en sus Cánticos más que expresión variada e íntima del amor que transforma todos sus sentimientos. 

Sigamos también nosotros, oh cristianos, a nuestra Madre la Iglesia y llevemos nuestros corazones al Emmanuel. Los Pastores le ofrendan su sencillez, los Magos le llevan ricos presentes; unos y otros nos enseñan que nadie debe presentarse ante el divino Infante sin ofrecerle un donativo digno. Ahora bien, es preciso que lo sepamos: ningún tesoro estima tanto como el que ha venido a buscar. El amor le hizo bajar del cielo. ¡Compadezcamos al corazón que no le entrega su amor! 

 Estos son los deberes que nuestras almas deben tributar a Jesucristo en la primera venida, que hizo en carne y flaqueza, como dice San Bernardo, no para juzgar al mundo sino para salvarle. 

 Dom Próspero Guéranger O.S.B

lunes, 21 de diciembre de 2020

BUSCAD PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA 


 Asegurar el pan de cada día para su esposa e hijos: esa es la tarea más urgente de un padre. Oh! su tristeza cuando ve a los que ama consumirse porque no queda nada en el armario, ¡nada en el bolso! 

 Los hombres olvidan las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: "Buscad primero el reino de los cielos y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6,33). Valiente y leal, dale a Dios lo que tiene derecho a esperar de ti: todo tu esfuerzo personal, la obediencia que le debes como al Maestro Supremo, la confianza que el mejor de los padres merece. Entonces puedes contar con lo que esperas de él y que te ha prometido con estas palabras: “Mira las aves del cielo; mira los lirios del campo, y no te preocupes por el mañana ”(Mt 6, 26-34).

 Saber pedirle a Dios lo que necesitamos es el secreto de la oración y de su poder, y esta es otra enseñanza de San José. El Evangelio, es cierto, no nos dice expresamente cuáles fueron las oraciones que se hicieron en la casa de Nazaret. Pero la fidelidad de la Sagrada Familia a las prácticas religiosas se nos atestigua explícitamente, si alguna vez se necesita, cuando San Lucas (II, 41 y siguientes) nos dice que, según la costumbre, Jesús fue con María y José al templo de Jerusalén... Por tanto, es fácil, es dulce imaginarse a la Sagrada Familia en el momento de la oración. En el amanecer dorado o el crepúsculo púrpura en Palestina, en la pequeña terraza de su cabaña blanca, frente a Jerusalén, Jesús, María y José están de rodillas: como cabeza de familia. 

 Jefes de familia, reflexionen e imiten este ejemplo que hoy muchos hombres olvidan. En el recurso confiado a Dios encontrarás no sólo bendiciones sobrenaturales, sino la mejor garantía de este "pan de cada día" tan ansiosamente, tan laboriosamente y a veces tan vanamente buscado. Delegados y representantes del Padre que está en los cielos y "de quien toma su nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra" (Ef 3, 15), pidan que les dé algo de su poder, como él les ha dado algo de su ternura, para llevar con dignidad la carga muy querida, pero a veces muy pesada, de las preocupaciones y cargas familiares. 

 S.S. Pío XII.

sábado, 19 de diciembre de 2020

LAS INTENCIONES DEL SUMO PONTÍFICE

 Para obtener indulgencias, junto con otras condiciones, la Iglesia suele pedir que se recen ciertas oraciones (por lo general un Padrenuestro, una Avemaría y Gloria ‐y un Credo‐) por las intenciones del Sumo Pontífice.

Existe el error generalizado que se refiere a las intenciones que en ese momento tenga, de acuerdo con las circunstancias, el Papa reinante. Esto no es así. En realidad cuando la Iglesia establece que se rece "por la intenciones del Sumo Pontífice", se refiere a determinadas intenciones que ya tiene preestablecidas como intrínsecas para los romanos pontífices. 

A continuación las enumeramos: 

 1 – La exaltación de la Iglesia Católica: porque el Señor la fundó y constituyó como signo e instrumento de salvación para el mundo. 

 2 – La eliminación de la herejía: porque el Señor pidió a sus discípulos y a cuantos creyeran en él seguir la verdad toda íntegra y no elegir partes de la misma, absolutizándolas y haciéndolas disparatadas y erróneas. Dichas “verdades” que los protestantes dicen haber conservado, si lo son realmente, ya se encuentran en la verdad católica de donde las copiaron.

 3 – La propagación de la fe: porque el Señor ordenó a los apóstoles y a sus sucesores enseñar el Evangelio y hacer discípulas a todas las naciones.

 4 – La conversión de los pecadores: porque el Señor vino a salvar todas las almas mediante su palabra divina y la institución de los sacramentos. 

 5 – La verdadera concordia entre las naciones: porque el Señor hizo caer con su cruz el muro de enemistad que se erige entre aquéllas. Se recuerda que los papas consideraron a todos los pueblos, en especial los cristianizados, como sus hijos. 

 6 – Los demás bienes del pueblo cristiano.

 Imagen: El segundo Papa de la Iglesia Católica: San Lino.

martes, 15 de diciembre de 2020

EN EL ATARDECER DE LA VIDA SEREMOS JUZGADOS EN EL AMOR 

 

Esta frase del místico español y doctor de la Iglesia, San Juan de la Cruz, expresa que al final de la vida, cuando nos presentemos ante Dios, la posible pregunta a responder será: ¿cuánto has amado? 

Dios nos preguntará cuánto hemos amado a los demás, cuánto dimos de nosotros mismos, cuánto superamos nuestro egoísmo y salimos de nuestro egocentrismo para ayudar a los demás, cuánto fuimos capaces de mirar el corazón de la otra persona para entenderla y comprenderla, cuánto explotamos nuestra capacidad de amar que fue dada a cada uno en mayor o menor medida. Y sí, también cuánto di de mis recursos materiales y espirituales, además de mi tiempo, para ayudar a los más necesitados. De aquí la importancia de practicar las obras de misericordia -corporales y espirituales- recomendadas por la Iglesia. Es decir, las dimensiones del amor de Dios se miden por las obras de servicio a los demás. 

Podríamos añadir, ¿He guardado los mandamientos de la ley de Dios? ¿Cómo he vivido mi fe manifestada en las obras? ¿qué hice por evangelizar al prójimo? ¿A cuántas personas le hablé del amor de Dios? 

Esta frase nos llama a un profundo examen de conciencia, para tomar pasos concretos que nos lleven a crecer en el amor de Dios, que está directamente vinculado al amor del prójimo y al servicio de la Iglesia. ¿Cómo estamos amando, es decir, ayudando al prójimo, en lo material y espiritual? San Juan, el discípulo amado nos presenta este mensaje de Jesús en su evangelio, “Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). 

En un mundo donde el amor es ultrajado y confundido con cualquier cosa, somos nosotros quienes debemos rescatar su verdadero significado, recordando que hemos sido creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor. Creados para amarlo y para transmitir ese Amor a nuestros semejantes.

lunes, 14 de diciembre de 2020

SIEMPRE SOMOS MEXICANOS, PERO EN LA FIESTA DE LA GUADALUPANA LO SOMOS MÁS


Hoy no podremos ir a tu casa, Madre Nuestra. Pero no estarás sola: tienes a tu Hijo del cielo y nos tienes a nosotros, tus hijos de la tierra... 

 Yo soy mariano, y Mariano me habría gustado ser, como mi padre. Soy mariano porque por encima de todas mis debilidades sigo amando a María, madre de gracia y madre de misericordia; esclava que se hizo reina, reina que se hizo esclava. 

 No soy digno, lo sé, ni de decir su nombre, pero lo pronuncio con la osadía del enamorado, igual que el saltimbanqui que hizo acrobacias ante la imagen de Nuestra Señora porque no conocía otra oración que la de sus piruetas. 

 El Dios en que yo creo es amoroso, pues nació de mujer, de una mujer virgen y al mismo tiempo madre. 

 Más sabiamente que cualquier mariología lo explica la sapiencia popular: 

 "Óigame usted, Santos Flores, 
que le voy a preguntar:
¿cómo, pariendo la Virgen, 
doncella pudo quedar?". 

 "Escuche, doctor Mateo, 
que le voy a contestar. 
Tire una piedra en el agua. 
Se abre, y vuelve a cerrar. 
Así, pariendo la Virgen, 
doncella pudo quedar".

 A través de María bajó Dios a la tierra; a través de Ella subimos nosotros al Cielo. Esto no es cosa para saberse -¿qué podemos saber nosotros?- sino para sentirse. 

 Los mexicanos somos ricos: tenemos dos Navidades en diciembre. Una es la nuestra, la de hoy, día 12. En el Tepeyac tuvo lugar nuestra Natividad como nación. Otra es la Navidad de todo el mundo, de ese mundo que en Nochebuena nació para el amor. 

 Ni española ni indígena es nuestra Madre: la Gualupita es mestiza mexicana. 

 Está encinta; lleva en su vientre al Hijo, y en ese hijo nos lleva a todos. 

 Por ella el páramo floreció en rosas, pero ella misma fue la mejor rosa. Ahora es nuestro símbolo: México tiene raíz guadalupana. 

 Yo, que dudo de todo, no dudo nunca de la Virgen María. 

 Le digo las antiguas oraciones; antiguas porque vienen de siglos -"Bajo tu amparo nos acogemos, oh santa Madre de Dios..."- y antiguas porque las aprendí en la infancia. 

 Le canto las entrañables alabanzas que entona el pueblo, dolorido pueblo y aun así esperanzado gracias a la Morenita. 

 La saludo con la O de las antífonas, y me detengo a oír "la Magnífica", su triunfal himno de mujer humilde y majestuosa. 

 La miro de rodillas junto al pesebre y de pie junto a la cruz en un inacabable Stabat Mater. 

 Peregrino de la vida -todos los hombres somos homo viator-, llego en mi íntima peregrinación espiritual hasta el altar de la Señora y le pido que me cubra con su manto. 

 Cuando llega el dolor escucho sus palabras: 

 _"¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?"_. 

 Palabras son ésas para quitar toda tristeza, toda desolación. 

 Hoy, en su día pongo en vuelo hacia María de Guadalupe todo un aviario de avemarías, y desgrano ante Ella los piropos lauretanos, esos sabrosos requiebros hechos de poesía y amor: 
 
  "...Rosa mística... Torre de marfil... Casa de oro... Puerta del cielo... Estrella de la mañana...". 

 Me hago niño ante Ella, como cuando mi abuela, mamá Lata, me enseñaba a tender la mano, lo mismo que la tiende un indigente, para pedirle a la Señora el pan. 

 Igual de suplicante voy a Ella para rogarle que esté siempre con nosotros; que siga siendo vida, dulzura y esperanza nuestra.

 Siempre somos mexicanos, pero el 12 de diciembre lo somos más. 

 A la Guadalupana le pedimos su gracia para nuestras desgracias.

 Ella nos llena las manos con sus rosas. Yo le pido solamente tres: una de fe para creer; otra de esperanza para confiar, y la tercera de amor para dar a mi prójimo. Mi prójimo eres tú, que has leído esto... 

 A. Fuentes

sábado, 12 de diciembre de 2020

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE. — 12 de diciembre


En el año de Cristo de 1531 y de nuestra Redención, la Santísima Virgen María Madre de Dios, según consta por antigua y constante tradición, se mostró visible al piadoso y rústico neófito Juan Diego en la colina del Tepeyac de México y hablándole cariñosamente, le mandó presentarse al obispo y notificarle que era su voluntad que se le edificase un templo, porque quería ser allí singularmente venerada. Para asegurarse de la verdad del suceso difirió la respuesta fray Juan de Zumárraga, que era el obispo del lugar, pero al ver que el sencillo neófito, obligado por la Virgen, que por segunda vez se le había aparecido, repetía con lágrimas y súplicas la misma demanda, le ordenó que con empeño pidiera una señal por la que se manifestase claramente la voluntad de la gran Madre de Dios. Días después, tomando el neófito un camino más apartado de la colina del Tepeyac y dirigiéndose a la ciudad de México para llamar a un sacerdote que viniese a la casa de su tío Bernardino gravemente enfermo, para administrarle los Sacramentos de la Iglesia, la benignísima Virgen María le salió al encuentro y se le apareció por tercera vez y le mandó ir a coger unas rosas que habían brotado tras el cerro y se los trajera. Obedeció Juan Diego y en aquel cerro formado de rocas áridas donde apenas podía crecer alguna yerba y en la estación rigurosa del invierno, cuando en ninguna parte de aquella región se veían flores, halló un hermosísimo y florido rosal y arrancando las rosas que pudo, llenó con cuidado en un pliegue de su tilma (o capa) y regresó adónde la Virgen y cogiendo Ella las rosas en sus manos, las dejó caer de nuevo en la tilma del indio. Reinició éste de nuevo su camino rumbo al palacio del obispo y una vez frente a fray Juan de Zumarrága, soltó su tilma y cayeron las rosas al suelo. Quedóse maravillado el devoto prelado de ver aquellas rosas tan hermosas y aromáticas en tal sazón y mucho más porque al caer éstas, echó de ver en la tilma del pobre indio una maravillosa pintura de la imagen de la Santísima Virgen, en la misma forma como decía el neófito haberla visto en la colina cerca de la ciudad. Movidos los habitantes por tan extraordinario prodigio, procuraron se guardáse con gran cuidado aquella venerable imagen, como regalo del cielo y poco después la trasladaron con gran pompa desde la capilla episcopal al santuario que le habían edificado en la colina del Tepeyac. Colocóse más tarde en un suntuoso templo que los Romanos Pontífices ennoblecieron concediéndole para el esplendor del culto un cabildo colegial y el arzobispo de México y los demás obispos de aquellas regiones, con aprobación del Papa Benedicto XIV la eligieron por patrona principal de toda la nación mexicana y finalmente, el Papa León XIII, accediendo a los ruegos de todos los prelados mexicanos, concedió por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, que se rezara el novísimo Oficio de la Virgen de Guadalupe y decretó que con solemne pompa fuese decorada con corona de oro aquella preciosísima imagen. 

 REFLEXIÓN: Era Juan Diego neófito indio de la más baja condición y a la edad de cuarenta años había recibido el bautismo de mano de un santo misionero franciscano, quedando tan devoto de la Virgen, que todos los sábados andaba más de dos leguas para asistir a la misa que se cantaba en México en honra de María. Después de las apariciones de la soberana Señora, vivió y murió como un santo. Con los humildes y sencillos tienen su trato familiar el Señor y su Madre Santísima. Acordémonos de esto y siempre que visitemos los venerables santuarios de María, hagamos nuestra oración con un corazón tierno, humilde y sencillo y nos haremos dignos de recibir sus soberanas mercedes. 

 ORACIÓN: Oh Dios, que te dignaste ponernos bajo el singular patrocinio de la beatísima virgen María, para colmarnos de continuos beneficios, concede a tus humildes siervos, que pues se regocijan con su memoria en la tierra, gocen de su presencia en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 
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* Fuente: "FLOS SANCTORUM ANNO DOMINI" de la Familia Cristiana (Vidas de los Santos y Principales Festividades del Año, ilustradas con otros tantos grabados y acompañadas de piadosas reflexiones y de las oraciones litúrgicas de la Iglesia), por el Rvdo. P. Francisco de Paula Morell S. J.
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 En una colina subieron el santo patriarca Abrahám y su hijo Isaac para, por orden de Dios, sacrificar a su único hijo (solo para probarlo, pues la orden fue revocada a tiempo); en una colina, la del Monte Sinaí, el santo patriarca Moisés, al llamado de Dios, subió para recibir de Dios las Sagradas tablas de piedra donde Dios escribió las Leyes del Decálogo; en una colina, la del Monte Tabor, Nuestro Señor Jesucristo, se trasfiguró mostrando anticipadamente a sus amados Apóstoles, Pedro, Santiago y Juan su belleza y Majestad; en la colina del Monte de los Olivos, el Cristo, cayó por tres veces en agonías mortales ante la pavorosa y horrorosa visión de los pecados del mundo que Él, el "Homo Doloris", se ofrecía a su Padre, como Víctima de Expiación, para pagar la culpa de Adán; a una colina, la del Monte Calvario, subió penosamente Cristo, llevando sobre sus hombros el Sacrosanto Lábaro de nuestra redención, la Cruz, símbolo por aquel entonces de la ignominia del escarnio y del martirio, con el fin Salvífico de lavar con su Sangre divina y Redentora de la expiación el cráneo del viejo pecador, Adán, que infectó en su fuente a todas las generaciones humanas, y crucificado fue y levantado entre el cielo y la tierra; en la misma colina del Monte de los Olivos regresó otravez Cristo para ascender a los Cielos; en fin, en la colina del Tepeyac, la Reina de los Cielos, la Santísima Virgen María, se apareció al humilde indio Juan Diego para darle a México y al mundo el aviso de su futuro resonante triunfo sobre la serpiente antigua que es el Diablo y Satanás y las potestades infernales, dejándonos como regalo anticipado de ello, su preciosisima imágen en la tilma del indio. 

 Y siempre hacia una colina, hacia arriba ... ¡hacia Dios! 

 Santísima Virgen María de Guadalupe, patrona de América India, ruega por tu México querido y por todos nosotros, tus hijos que en toda la tierra alabamos tu bondad. Amén.

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 MEDITACIÓN: LOS GOZOS DEL PARAÍSO

 I. Los placeres de este mundo se parecen a aguas fangosas que no podrían quitar la sed. ¿Has oído alguna vez a un avaro, acaso, a un ambicioso o a un voluptuoso, decir: Basta? ¿Tú mismo podrías tal vez decir que alguna vez estuviste plenamente satisfecho de la posesión de un bien creado? ¿No faltó acaso algo a tu felicidad? Señor, he sido desgraciado cuando te abandoné, a Ti, fuente viva de verdaderos placeres; dadme, Señor, el agua de vuestra santa gracia: sólo ella es capaz de apagar mi sed. 

 II. En el cielo, Dios te contentará plenamente: el cielo no es otra cosa que la posesión de un bien infinito, universal y eterno, capaz, dicho en una palabra, de contentar todos nuestros deseos. Sí, Señor, me saciaré cuando me hayas manifestado vuestra gloria. Beberé a grandes tragos en los torrentes de delicias que riegan la Jerusalén celestial. Ya nada temeré, nada desearé, nada amaré sino a Vos y en Vos poseeré todos los bienes imaginables. 

 III. Para llegar a esta venturosa estancia, hay que beber aquí el cáliz de la Pasión de Jesús, hay que mojar el propio pan con lágrimas y pasar esta vida suspirando y gimiendo. Es preciso, además, extraer el agua viva de las fuentes del Salvador, frecuentar los sacramentos, meditar la Pasión del divino Maestro e imitar sus virtudes. En una palabra, date a Dios durante tu vida y lo poseerás durante la eternidad. El reino de los cielos tiene un precio; ese precio eres tú; date a ti mismo y lo obtendrás.

 ORACIÓN 

Oh Dios, que quisiste colmarnos de perpetuos beneficios a los que estamos constituidos bajo el patrocinio singular de la Santísima Virgen María: concede a los que te suplican que, alegrándonos de su conmemoración en la tierra, gocemos de su presencia en los cielos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 

 Virgen de Guadalupe, salva a nuestra Patria, conserva nuestra fe, defiéndenos de los falsos pastores e intercede para que triunfe la vida y la familia en las legislaciones y las sociedades. Amén.