viernes, 27 de junio de 2025

CATÓLICO: PERMANECE SIEMPRE UNIDO A LA CRUZ DE CRISTO

 

Los católicos deben unirse a la cruz, en lo profundo de sus almas, uniendo los sufrimientos de nuestro tiempo a la Pasión de Nuestro Señor. 

No solo debemos unirnos contra los errores modernos, sino que debemos proporcionar a nuestras familias una alternativa a este mundo impío en la civilización cristiana. Por lo tanto, nuestra unidad es primero por la Verdad y luego contra el error. 

La Verdad que promovemos es la Tradición Católica en toda su plenitud: la doctrina revelada por Cristo y custodiada por la Iglesia Católica: la fe y la moral, así como la sagrada liturgia tradicional y también las costumbres, las creencias piadosas y los grandes monumentos del arte, la arquitectura y la música.

Nos unimos de acuerdo con la fuerza vinculante de la Tradición, esto es lo que nos fue transmitido por nuestros abuelos y nuestros padres para pasarlo también a nuestros hijos y nietos.


jueves, 26 de junio de 2025

LA HISTORIA TUVO UN ROSTRO



(Y el poder quiso cubrirlo de olvido)


I. LA HISTORIA TUVO UN ROSTRO, Y SE LO CUBRIERON DE VERGÜENZA

(De cómo la verdad fue desplazada por la utilidad)

La historia tuvo un rostro. No era joven, pero era hermosa. Llevaba arrugas de batalla, cicatrices de amor, laureles de sangre y cantos de gloria. Hasta que un día, le pusieron un antifaz. No para protegerla, sino para ocultarla. Y comenzaron a llamarla por nombres que no eran suyos.

Le dijeron “memoria colectiva”, “construcción social”, “narrativa compartida”. Le quitaron su cetro, le cambiaron el idioma, y la enviaron a mendigar sentido entre los archivos digitalizados del Ministerio de Educación.

Antes, la historia hablaba con voz sacerdotal. No inventaba el pasado, lo entregaba. Era transmisora, no fabricante. Era madre, no burócrata. Tenía un juicio. Tenía un peso. Tenía un fin.

Pero la modernidad no tolera lo que tiene fin, ni lo que tiene juicio, ni lo que tiene peso. Así que la historia fue reeducada para servir. Ya no a la verdad, sino a la utilidad. Ya no a la memoria, sino al control.


II. UNA VOZ QUE HABLABA LATÍN TERMINÓ REPITIENDO SLOGANS

(Del paso de la profecía al protocolo)

Había una época en que la historia hablaba en latín y se escribía en piedra. No temía llamar traidor al traidor ni santo al santo. Sabía que no toda voz merecía ser registrada, ni todo acto celebrado. Tenía jerarquía. Tenía nervio. Tenía pudor.

Pero luego vinieron los pedagogos con sus “enfoques didácticos” y la vistieron de PowerPoint. Le pidieron sonreír más, acusar menos. Le prohibieron los adjetivos. Le sugirieron hablar de “procesos” en lugar de gestas, de “actores históricos” en vez de mártires, y de “visiones del mundo” en lugar de verdades.

La historia, que había sido una dama capaz de sostener la mirada de los siglos, fue transformada en una influencer del consenso. Su lugar no fue más el púlpito ni el aula sagrada, sino el rincón tibio de los talleres inclusivos.

Y así, lo que antes estremecía, hoy apenas resbala.


III. LOS NUEVOS CONSTRUCTORES: IDEÓLOGOS CON BISTURÍ

(Cómo el poder rehace el pasado para dominar el porvenir)

La ideología no busca comprender el pasado: busca rediseñarlo. Su pretensión no es histórica, sino demiúrgica. No interpreta: recrea. Y lo hace como el cirujano de una víctima dormida: sin pedir permiso, sin compasión.

La historia, entonces, dejó de ser testigo para ser coartada. El relato se volvió instrumento. La narración, arma. El juicio, tabú.

Como bien ha advertido Miguel Ayuso:

“La ideología no busca la verdad, sino el dominio. No quiere comprender el pasado, sino dirigir el futuro desde una memoria falsificada.”

Así se reconstruyen los crímenes como resistencias, los mártires como fanáticos, los conquistadores como genocidas, y las catedrales como símbolos del patriarcado opresor.

No se trata de conocer mejor, sino de impedir que se recuerde. Porque un pueblo sin memoria no puede dar testimonio. Y un testigo amnésico nunca incomoda al tirano.


IV. CUANDO LA TÉCNICA SOFOCA LA MEMORIA

(El silencio eficiente como forma de tiranía)

Ninguna época habló tanto de “inclusión” como esta, y sin embargo ninguna incluyó tan poco del pasado. Es el extraño fenómeno del olvido informatizado: no se prohíbe recordar, pero se hace inútil. No se queman libros, pero se diluyen en millones de enlaces vacíos. No se censura el contenido: se entierra en irrelevancia.

La técnica no necesita martillos para destruir: basta con sus formatos. La historia se convierte en archivo, el archivo en dato, el dato en interfaz, y la interfaz en consumo. Ya nadie escucha a los muertos. Ya nadie contesta al mármol.

Y lo que no puede ser monetizado, indexado, compartido o sensibilizado… simplemente desaparece.

El olvido no viene con tanques: viene con tutoriales.


V. TRES CORONAS PARA EL OLVIDO: MULTICULTURALISMO, CORRECCIÓN Y POSVERDAD

(El rostro sonriente de la amnesia impuesta)

Toda civilización nace de una concepción del orden. Cuando ese orden se rompe, no queda diversidad: queda disolución con música de fondo. El multiculturalismo no es un abrazo de culturas: es una amputación del alma histórica común.

La corrección política no es cortesía, sino control moral en traje de etiqueta. Y la posverdad no es un lapsus, sino una epistemología fabricada para sustituir al testimonio.

Miguel Ayuso lo dijo con precisión quirúrgica:

“El multiculturalismo es una cesión de la axiología a la sociología, y lleva derechamente al nihilismo a través del relativismo. La corrección política no prohíbe el pensamiento, pero logra que nadie se atreva a pensar.”

Así, en nombre de todos, se silencia a cada uno. Y en nombre del respeto, se liquida toda posibilidad de decir algo verdadero sin pedir perdón.

Porque cuando todo es relato, todo puede ser negado. Y cuando todo puede ser negado, sólo queda obedecer.


VI. EL CALENDARIO TAMBIÉN ES UN DOGMA

(La guerra contra la Encarnación en cifras y siglas)

Los tiranos modernos ya no imponen ídolos: cambian las fechas. Han descubierto que alterar el calendario es más eficaz que quemar templos. Basta con llamar a lo mismo por otro nombre: antes de nuestra era, después de nuestra era. ¿Cuál era? ¿La de quién?

¿Quién firma el calendario?

¿Quién separa el tiempo con su nacimiento?

¿Quién transforma la cronología en teología?

Sólo Uno.

Por eso el calendario cristiano no es una convención: es un acto de fe pública. Y la guerra contra esa fe —sutil, constante, gris— no es científica: es espiritual.

Cambiar las siglas del tiempo no es un gesto neutral. Es una apostasía de la historia.


VII. EL TIEMPO CUENTA HACIA CRISTO. Y NO HAY OTRA HISTORIA

(Donde se revela el destino escatológico del recuerdo)

La historia no se justifica por utilidad, ni por belleza, ni por consenso. Se justifica por Verdad. Y la Verdad no es una cifra, ni una consigna, ni una sensibilidad: es una Persona.

La historia no camina hacia un progreso: camina hacia un Juicio.

Toda memoria verdadera es un eco de esa espera.

Y todo olvido fabricado es un ensayo de rebelión contra el Logos que la sostiene.

Por eso no se trata de recordar cualquier cosa. Se trata de recordar bien. Con amor, con razón, con gratitud. Porque si dejamos que nos roben el calendario, pronto nos robarán también el corazón del tiempo.

Y ese corazón tiene un nombre.

Ese nombre fue pronunciado en Belén, clavado en el Gólgota, y resucitado al amanecer.

Y ese nombre no es una convención: es el Verbo encarnado.

Es Él quien partió el tiempo en dos, como se parte el pan en el altar. Antes de Él, la espera; después de Él, la plenitud. Y aún hoy, toda hora que pasa —sea ignorada o celebrada— avanza hacia su retorno.

No hay neutralidad en la historia: o es recuerdo del Redentor, o es antesala del Anticristo.

Negar ese centro es como negar el sol al mediodía: el mundo sigue girando, pero en sombras. Y cuando la cronología ya no se inclina ante el misterio del Dios hecho carne, no es el tiempo el que se libera: es el alma la que se extravía.

Recordar a Cristo no es un gesto piadoso, es un acto de justicia con el cosmos. Porque si Él es el Alfa y la Omega, entonces el calendario cristiano no es una costumbre: es una profecía perpetua.

Y esa profecía, tarde o temprano, se cumplirá.

OMO

martes, 24 de junio de 2025

POR LO QUE DEBE PREOCUPARSE EL SACERDOTE


“Mira, sacerdote mío, despreocúpate tú de la sugestión del número y preocúpate más de la calidad. Más que llenarme de gente mis iglesias, preocúpate en llenármela de buen olor de Comuniones fervorosas, de adoraciones rendidas, de suspiros de amor, de aspiraciones de esperanza, de inspiraciones de fe, de oraciones bien rezadas, de lágrimas de pecadores, de propósitos eficaces de enmienda, de vida intensamente eucarística.”

Autor: Monseñor Manuel González (1877-1940), el Apóstol de los Sagrarios Abandonados.

viernes, 20 de junio de 2025

LA ENCARNACIÓN: EL ESCÁNDALO REAL QUE SOSTIENE AL MUNDO



“No es que el cristianismo sea demasiado sublime para el mundo moderno. Es que es demasiado sólido. Tiene carne. Tiene sangre. Tiene un Dios que nos ha abrazado desde dentro del tiempo.”


I. EL MISTERIO QUE TIENE CALLOS EN LAS MANOS

El cristianismo no comenzó como una teoría elevada ni como una refinada experiencia interior. Comenzó como un choque frontal con la realidad. Como un niño que irrumpe en la historia desde el vientre de una Virgen, y cuyo llanto, en una noche cualquiera de Belén, cambió para siempre el sentido del universo.

Los antiguos miraban al cielo buscando a Dios. Los modernos, al espejo. Pero el cristianismo, con desconcertante sencillez, señala hacia un pesebre y dice: “Ahí está. Ahí duerme. Y respira. Y tiene párpados.”

El Verbo eterno, por quien fueron hechas todas las cosas, entró en la fragilidad de la carne sin perder la majestad de la divinidad. Tuvo sed. Tuvo hambre. Tuvo cansancio. Y si esto no le estremece, es porque su alma necesita volver a nacer.


II. EL ESCÁNDALO DE UNA DIVINIDAD VISIBLE

Toda religión habla de un Dios lejano. El cristianismo confiesa un Dios tocable. Y esto no como metáfora, sino como dogma. Porque el cristiano no cree en un espíritu elevado que inspira, sino en un Hombre-Dios que caminó con nosotros, comió nuestro pan, sudó bajo nuestro sol y murió sobre nuestra tierra.

Es, en efecto, la fe más alta y al mismo tiempo la más escandalosamente cercana.

Por eso molesta tanto. Porque no deja al mundo la opción del “más allá”. Lo obliga a mirar el “aquí” y el “ahora”, traspasados de gracia, transfigurados por la presencia del Invisible que se hizo visible.

Y eso significa que la salvación no está flotando en el éter, sino que habita la historia. Que el Redentor no es símbolo, ni arquetipo, ni idea abstracta: es Persona. Con cuerpo. Con voz. Con nombre. Con madre.


III. EL DIOS QUE NO SÓLO HABLÓ… VIVIÓ

La mayoría de las religiones enseñan lo que el hombre debe hacer para acercarse a Dios. El cristianismo cuenta lo que Dios hizo para acercarse al hombre.

Y no vino con diez mandamientos nuevos, ni con tratados celestiales, sino con una vida vivida de manera tan profundamente humana, que solo podía ser divina.

Trabajó con las manos. Lloró por un amigo. Compartió una cena. Recibió una bofetada. Y en cada uno de esos actos, nos redimía desde dentro, asumiendo no solo nuestra carne, sino también nuestras lágrimas.


IV. LOS HEREJES Y LA HUIDA DE LO HUMANO

Las antiguas herejías cristológicas son, en el fondo, evasiones de la Encarnación. Todos los errores sobre Cristo nacen del mismo vértigo: no poder tolerar que Dios haya abrazado plenamente lo humano.

El arriano no pudo aceptar que el Niño de María fuera Dios. El nestoriano quiso separar lo divino y lo humano, como si la unión fuese una blasfemia. El eutiquiano borró lo humano en nombre de la pureza. Todos ellos —y sus herederos modernos— no sabían qué hacer con un Dios que tiene rostro.

Pero el catolicismo insiste: lo que no fue asumido, no fue redimido. Por eso creemos que la humanidad de Cristo fue real, entera, sin atajos ni apariencias. Que su cuerpo no fue un disfraz. Que su carne fue verdadera. Y que en esa carne, Dios ha tocado nuestra historia para siempre.


V. EL REDENTOR QUE CONSERVA SUS HERIDAS

En el Evangelio, Tomás toca las llagas del Resucitado. Y al hacerlo, descubre que la gloria no ha borrado las cicatrices. Que la divinidad no ha despojado al Cristo de su humanidad, sino que la ha glorificado.

Ese pasaje —que debería ser lectura obligatoria para teólogos modernos y espiritualistas deshidratados— nos dice que la humanidad de Cristo no fue temporal ni prescindible. Que su cuerpo no fue un accidente, sino el instrumento mismo de nuestra salvación.

Y que ese cuerpo, transfigurado y resucitado, permanece eternamente unido al Verbo. Por eso podemos decir, con reverente temblor, que el Corazón de Dios sigue latiendo en la carne gloriosa de su Hijo.


VI. UNA RELIGIÓN QUE NO ESCAPA DEL MUNDO, SINO QUE LO REDIME

El mundo moderno quiere una fe sin forma, sin altar, sin carne. Quiere una espiritualidad que flote, que no exija, que no se arrodille. Quiere un Dios que inspire pero no gobierne, que consuele pero no enseñe, que esté en todas partes… menos en una hostia consagrada.

Pero el catolicismo no cede. Porque sabe que la Encarnación no puede disolverse en sentimentalismo. Que la salvación pasa por un cuerpo. Que la liturgia no es adorno, sino prolongación encarnada de la Presencia. Que el sacramento no es símbolo, sino Cristo mismo, entregándose hoy con el mismo cuerpo nacido de María.


VII. EL ESCÁNDALO QUE SOSTIENE AL MUNDO

Si Dios ha tomado carne humana, entonces la carne ya no puede ser despreciada. Si Dios ha caminado sobre esta tierra, entonces la historia no es absurda. Si Dios ha muerto, entonces la muerte ha sido vencida desde dentro.

Y si Dios ha resucitado en esa misma carne gloriosa, entonces la esperanza no es una ilusión, sino una certeza.

El escándalo de la Encarnación no es una nota de color en la teología cristiana. Es el cimiento. Lo que sostiene el edificio entero. Lo que da sentido a cada sacramento, a cada gesto litúrgico, a cada acto moral, a cada cruz alzada en medio del mundo.

Porque donde Dios ha habitado, nada puede quedar vacío.

OMO

*“Lo que no fue asumido, no fue redimido”, decían los Padres.

Pero lo que fue asumido… ¡ah!
Eso arde. Y arderá para siempre en gloria.*

jueves, 19 de junio de 2025

EL JUEVES DE CORPUS OBLIGA LA MISA AL MENOS EN MÉXICO




Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Aunque sea jueves, es fiesta de precepto (al menos en México, otros países preguntar en su lugar de origen) y por tanto obliga -gravemente- la asistencia al Santo Sacrificio de la Misa para cumplir con el tercer mandamiento de la Ley de Dios.

Este día recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre. Es decir, Cristo está realmente presente en la hostia y el caliz, luego de la consagración, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Esta verdad es dogma de fe para todo católico.

Es una fiesta muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión.

Origen de la fiesta:

Dios utilizó a santa Juliana de Mont Cornillon para propiciar esta fiesta.

Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258.

El Concilio de Trento

El Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio. Recordemos que durante la Misa se renueva el santo Sacrificio del Calvario de manera incruenta.

Temas recomendados:
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miércoles, 18 de junio de 2025

NO EXISTE UN CULTO SUPERIOR


 "¡Qué incomparable honor tenemos al participar de la Santa Misa! Si pusiéramos juntos todos los méritos y todas las virtudes de todos los santos que existieron y existirán, con todo el amor de los bienaventurados, incluidos los ángeles y la misma Santísima Virgen María, todos juntos no podrían dar a Dios tanto honor ni tanta alabanza ni satisfacción como recibe en una sola Santa Misa".


Padre Pedro Vignes

Reglamento de vida I, 21, art II