San Carlos Borromeo
jueves, 30 de abril de 2020
CUIDA TU HOGAR DE PUBLICACIONES (PERIÓDICOS Y REVISTAS), PELÍCULAS, LIBROS, TV, INTERNET E IMÁGENES DESHONESTAS O CONTRARIAS A LA FE.
"Mira que en tu casa no haya imagen alguna profana, ni menos deshonesta, ni en cuadro, ni en pared, libros u otra cosa que te incite, provoque o escandalice a otros".
San Carlos Borromeo
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miércoles, 29 de abril de 2020
COMO SE VIVE SE MUERE: QUIEN VIVE ODIANDO, ODIANDO MORIRÁ; QUIEN VIVE PECANDO, EN PECADO MORIRÁ. EL MOMENTO DE REFORMARNOS ES ¡AHORA!
"Los Santos mueren santamente, porque han vivido santamente: los malvados perseveran en el crimen en el momento de la muerte porque en él perseveraron durante su vida.
¿Quieres saber cómo morirás?, mira cómo vives".
¿Quieres saber cómo morirás?, mira cómo vives".
San Pedro de Verona
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martes, 28 de abril de 2020
lunes, 27 de abril de 2020
sábado, 25 de abril de 2020
LA PRUEBA HISTÓRICA DE LA RESURRECCIÓN QUE MENOS AGRADA A LOS SECULARISTAS
Una de las pruebas irrefutables de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que incluso aun los no cristianos más serios se ven forzados a admitir, es el testimonio de Flavio Josefo, historiador judío del siglo primero y testigo ocular del extraordinario cumplimiento de las profecías de Nuestro Salvador referentes a la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C. El Arzobispo Eusebio encomia a Josefo por la exactitud de su informe que tan admirablemente concuerda con la Escritura. Para los santos y para nosotros, el testimonio de historiadores cristianos de la altura de San Mateo, San Marcos, San Juan, etc., es infinitamente superior al de cualquier historiador judío o pagano, antiguo o moderno, pero es importante saber que, para los secularistas contemporáneos, Josefo es casi como una biblia secular en lo que a la historia de los acontecimientos del siglo primero se refiere. Cabe imaginar, entonces, ¡cuán conmocionados deben estar al encontrarse frente a este testimonio claro y explícito acerca de la Resurrección de Jesús en las Antigüedades de Josefo!
Flavio Josefo, Antigüedades XVIII, Capítulo III, Párr.3:
“Ahora, había por aquel tiempo un hombre sabio, Jesús, si fuera apropiado llamarlo hombre. Por cuanto era un hacedor de obras extraordinarias; un maestro para aquellos hombres que acogen la verdad con complacencia. Él atrajo hacia sí muchos judíos y gentiles. Él era [el] Cristo. Y cuando Pilatos a sugerencia de las figuras más relevantes entre nosotros, lo condenó a la cruz; aquellos que lo habían amado desde el principio no lo abandonaron. Y él se les apareció vivo nuevamente, al tercer día: tal y como los divinos profetas habían anunciado sobre éstas y miles de otras cosas increíbles acerca de él. Y la tribu de los cristianos, así llamados en su nombre, perdura hasta hoy.”
1.- Este testimonio histórico da fe de todos los hechos más resaltantes de la vida de Nuestro Señor Jesucristo: su sabiduría divina, sus asombrosos milagros, su elevada doctrina, su poderosa predicación que atraía a hombres y mujeres de todas las razas y culturas, su crucifixión bajo Pilatos y su gloriosa resurrección conforme a lo que los grandes profetas de Israel habían escrito. Igualmente, muestra que todo esto era conocido de manera prácticamente universal entre los judíos de su tiempo, incluso entre aquellos que eran hostiles o indiferentes al Evangelio.
2.- El testimonio es tan evidentemente de Josefo, que coloca a todos los críticos seculares ante dificultades insuperables; no les queda más remedio que alegar desesperadamente que se trata de un engaño a los fines de poder mantener su secularismo. Pero esto resulta ser solo una pretensión absurda y ridícula. El pasaje en cuestión se ajusta perfectamente a todo lo que conocemos del estilo y vocabulario de Josefo que se caracteriza por expresiones únicas y propias tales como “tribu de cristianos” y el llamar a Jesús “un hombre sabio”, etc., cosa que no ocurre en ninguna otra parte. Más aun, como bien señala E.C., todos los códices o manuscritos de la obra de Josefo contienen el texto en referencia; para poder sostener el carácter espurio del texto habría que suponer que todas las copias de Josefo se encontraban en manos de los cristianos, y habían sido modificadas de la misma manera”
3. Su autenticidad se dio por universalmente descontada durante siglos. Tomado del mismo artículo de E.C., “Tercero, Eusebio (” Hist. Eccl “., I, xi; cf.” Dem. Ev. “, III, v) Sozomen (Historia de la Iglesia I.1), Niceph. (Hist. Eccl., I, 39), Isidoro del Pelusio (Ep. IV, 225), San Jerónimo (catal.script. Eccles. Xiii), Ambrosio, Casiodoro, apelan al testimonio de Josefo; no debe haber existido duda alguna acerca de su autenticidad en la época de estos ilustres escritores”.
Podemos notar que Josefo, al igual que Gamaliel y otros, probablemente se contentó con trabajar discretamente dentro de la sinagoga -entre otras posibles explicaciones de por que no se había bautizado. Sea lo que fuere, este claro testimonio proveniente de un historiador considerado universalmente como digno de credibilidad es una prueba convincente de que los judíos del tiempo de Jesús estaban bien familiarizados con el hecho de su Resurrección.
De manera análoga a lo que ocurre con la Sabana Santa de Turín, y los 500 testigos de la Resurrección, así como las vidas heroicas y martirios de los Santos Apóstoles quienes sellaron y confirmaron con su propia sangre, su testimonio en cuanto a Jesús y su Resurrección, ¡El Testimonio Flaviano como se le llama, aporta una prueba creíble, nada desdeñable de la Resurrección! Debe, por tanto, ser objeto de atención de todo investigador serio del cristianismo.
Algunos de los primeros cristianos sabían que Josefo creía en Cristo y, en tal sentido, este historiador era visto con mucho respeto. Su conversión, al igual que la del Rabino Gamaliel, debe ser otro claro llamado a los no cristianos a creer en Jesús y ser salvos. Debe igualmente confirmar a los que vacilan en la Fe. Y debe consolar a los fieles de que Dios, el Señor al que servimos, ha hecho y puede realizar cosas increíbles.
San Jerónimo:
“Josefo, el hijo de Matías, sacerdote de Jerusalén fue hecho prisionero por Vespasiano y su hijo Tito, y desterrado. Al venir a Roma, presentó a los emperadores, padre e hijo, siete libros Sobre el cautiverio de los judíos, los cuales fueron depositados en el Biblioteca Pública y, en razón de su genio, se le consideró digno de una estatua en Roma. Adicionalmente, escribió veinte libros acerca de las Antigüedades, desde el inicio del mundo hasta el decimocuarto año de Domiciano César, y dos Antigüedades contra Appion, el filólogo de Alejandría quien bajo Calígula fue enviado como delegado por parte de los gentiles contra Filón; también escribió un libro que contiene una vituperación de la nación judía. Otro de sus libros titulado Sobre toda sabiduría dominante, en el que relata la muerte de los macabeos por martirio, es altamente apreciado. En el octavo libro de sus Antigüedades, reconoce abiertamente que Cristo fue asesinado por los fariseos a causa de la grandeza de sus milagros, que Juan el Bautista fue verdaderamente un profeta y que Jerusalén fue destruida debido al asesinato del Apóstol Santiago. Igualmente señala con relación al Señor lo siguiente: “En estos tiempos estaba Jesús, un hombre sabio, si en verdad fuera legítimo llamarlo hombre. Por cuanto era un hacedor de milagros maravillosos, y un maestro de aquellos que libremente acogen la verdad. Tenía además muchos seguidores, tanto judíos como gentiles y se creía era el Cristo, y cuando instigado por la envidia de nuestros principales Pilatos lo crucificó. Sin embargo, aquellos que desde el principio lo amaron continuaron así hasta el final, pues él se les apareció vivo al tercer día. Muchas cosas, éstas y otras extraordinarias, se hallan en los cánticos de los profetas quienes profetizaron acerca de él y la secta de los cristianos, así llamados en su nombre, la cual persiste hasta nuestros días”.
El gran doctor que nos dio nuestra Biblia Latina Vulgata explica que Josefo claramente testifica acerca de estas cosas como incontrovertibles.
Y San Ambrosio:
“Los propios judíos también dan testimonio de Jesús, como se ve en Josefo, el escritor de su historia, quien afirma lo siguiente: “Había en aquel tiempo un hombre sabio, si (al hablar de él) fuera correcto darle el nombre de hombre, pues era un hacedor de obras extraordinarias, quien se apareció a sus discípulos al tercer día de su muerte, vivo otra vez, conforme a los escritos de los profetas, quienes anunciaron estos e innumerables otros acontecimientos milagrosos acerca de él: gracias a los cuales comenzó la congregación de los cristianos, y sin embargo, él -Josefo- no era un creyente a causa de la dureza de su corazón y su intención prejuiciosa. Empero, no fue por sus prejuicios contra la verdad por lo que no era un creyente, lo que le añade mayor peso a su testimonio, pues a pesar de su reticencia y de no ser creyente, esto debe ser verdad, ya que nunca lo negó”.
Aquí el santo obispo de Milán pone de relieve que los hechos más importantes de la vida de Cristo, incluido su ministerio público y sus milagros, su vida y su Evangelio, su muerte y crucifixión, su entierro y su resurrección eran tan conocidos como para ser innegables incluso para aquellos que no confesaban abiertamente a Cristo. Si los no cristianos decían que Josefo no era cristiano, esto solo le agrega mayor peso a su testimonio. Si ellos aseveraban que él se había hecho cristiano, entonces, ellos debían haber hecho lo mismo.
En consecuencia, aquellos escépticos modernos, que conscientes de la gran credibilidad de la que goza Josefo encuentran, no obstante, que su testimonio es inexplicable a causa de su prejuicio a priori contra el cristianismo, merced a la ayuda de la gracia, deben llegar a la realización de que este testimonio es absolutamente cierto. Jesucristo es verdaderamente el Mesías prometido, y Él realmente murió bajo Poncio Pilatos en Nisan 14, 33 A.D. y resucitó al tercer día de entre los muertos.
Finalmente, dos santos doctores explican por qué el hecho de la Resurrección es tan incuestionable que, así como la existencia de Dios se puede conocer por sus efectos en la creación, de igual modo, la resurrección del Señor, que es la Nueva Creación, se puede conocer a través de sus efectos en la historia, en la vida de los apóstoles y en aquellos que se convirtieron.
San Crisostomo:
“Por esta razón, es decir, por los Milagros [hechos por los Apóstoles] Él pone de manifiesto la evidencia de Su Resurrección de manera inequívoca, para que no solo los hombres de aquellos tiempos -que es lo que resulta de las pruebas presenciales- sino también los hombres de la posteridad puedan tener la certeza del hecho de que ÉL resucitó. Partiendo de esta base podemos también discutir con los no creyentes. Pues si Él no resucitó, sino que continúa estando muerto, ¿cómo pudieron los Apóstoles llevar a cabo milagros en Su nombre? ¿Pero ellos no hicieron milagros, pueden alegar? ¿Como, entonces se instituyó nuestra religión? Por cuanto esto, ciertamente, no se puede negar o impugnar porque lo vemos con nuestros ojos: así, pues cuando dicen que no hubo milagros, se infligen a sí mismos una puñalada aún peor. ¡Qué mayor milagro que éste, que sin que mediase milagro alguno, el mundo entero haya caído con entusiasmo en las redes de doce pobres e ignorantes hombres!”
Santo Tomás de Aquino, en la Summa Contra Gentiles, escribió:
La sabiduría divina que conoce todas las cosas en su plenitud se ha dignado revelar estos sus secretos a los hombres, y como prueba de ello ha mostrado obras que trascienden la competencia de todos los poderes naturales, en la cura maravillosa de enfermedades, en la resurrección de los muertos y, lo que es aún más extraordinario, en inspiraciones tales de la mente humana que personas simples e ignorantes, llenas del don del Espíritu Santo, han alcanzado en un instante cimas de sabiduría y elocuencia. Como resultado de lo anterior, sin que medie la violencia de las armas, sin promesa alguna de placeres y, lo que es más extraordinario, en medio de la violencia de los perseguidores, una incontable multitud de hombres, sin educación a la par que muy sabios, se han congregado en la Fe CRISTIANA, en donde se predican doctrinas que trascienden todo conocimiento humano, en la que se refrenan los placeres de los sentidos y en la que se enseña un desprecio por todas las posesiones mundanas. Que las mentes mortales den su consentimiento a tales enseñanzas es el mayor milagro de todos y una obra manifiesta de la inspiración divina que conduce a los hombres a despreciar lo visible y a desear únicamente los bienes invisibles. Esto no ha ocurrido de repente o por casualidad, sino gracias a una disposición divina plasmada en el hecho de que Dios predijo que pretendía hacer esto, a través de los oráculos de Sus Profetas. Los libros de esos profetas son aún venerados entre nosotros y dan testimonio de nuestra fe. Este argumento es abordado en el texto: “La salvación anunciada por el Señor, nos fue luego confirmada por quienes la oyeron, testificando también Dios con señales y prodigios, con toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos según su voluntad” (Heb. ii, 3, 4).Esta conversión tan extraordinaria del mundo a la Fe Cristiana es indiscutiblemente un signo de milagros pasados, que no necesitan ser repetidos, dado que se hacen evidentes en sus efectos. Sería un portento mayor todavía que todos los otros milagros, si careciendo de estos signos extraordinarios el mundo hubiera sido inducido por hombres simples y de humilde cuna a creer en verdades tan arduas, a realizar obras muy difíciles, a esperar por una recompensa tan alta. Y sin embargo, aun en nuestros tiempos, Dios no cesa de obrar milagros a través de Sus santos para la confirmación de la Fe.
Nishant Xavier
(Traducido por María Calvani para Adelante la Fe. Artículo original).
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viernes, 24 de abril de 2020
IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS Y A NUESTRAS PASIONES SIMULTÁNEAMENTE por San Juan María Vianney.
"Nos contentamos con abandonar a Jesucristo, como los apóstoles, que, después de haber recibido innumerables favores y cuando el Maestro más necesitado estaba de consuelo, huyeron. ¡Ay!, ¡ cuántos son los que osan dar preferencia a Barrabás, es decir, les gusta más seguir al mundo y sus pasiones, que a Jesucristo con la cruz a cuestas! ¡Cuántas veces le hemos recibido en son de triunfo en la sagrada mesa, y poco tiempo después, seducidos por nuestras pasiones, hemos preferido a ese Rey, ora un placer momentáneo, ora un vil interés, tras el cual andamos, a pesar de nuestros remordimientos de conciencia! ¡Cuántas veces, hemos estado vacilando entre la conciencia y las pasiones, y en semejante lucha hemos ahogado la voz de Dios, para no oir más que la de nuestras malas inclinaciones! Si dudáis de ello, escuchadme un momento, y vais a comprenderlo con toda claridad. Cuando realizamos alguna acción contra la ley de Dios, nuestra conciencia, que es nuestro juez, nos dice interiormente: «¿Qué vas a hacer?... He aquí tu placer por un lado y a tu Dios por otro; es imposible agradar a ambos al mismo tiempo: ¿por cuál de los dos te vas a declarar?... Renuncia o a tu Dios o a tu placer». ¡Ay!, ¡Cuántas veces, en semejante ocasión, hacemos como los judíos: nos decidimos por Barrabás, esto es, por nuestras pasiones ! ¡ Cuántas veces hemos dicho: «¡Quiero mis placeres»! Nuestra conciencia nos ha advertido: «Mas ¿qué será de tu Dios?» - «No me importa lo que va a ser de mi Dios, responden las pasiones; lo que quiero es gozar.» - «No ignoras, nos dice la conciencia, mediante los remordimientos que nos sugiere, que, entregándote a esos placeres prohibidos, vas a dar nueva muerte a tu Dios.» - «¿Qué me importa, replican las pasiones, que sea crucificado mi Dios, con tal que satisfaga yo mis deseos? - Mas ¿qué mal te hizo Dios, y qué razones hallas para abandonarle? ¡Sabes muy bien que cuantas veces le despreciaste, te has arrepentido después, y no ignoras tampoco que, siguiendo tus malas inclinaciones, pierdes tu alma, pierdes el cielo y pierdes a tu Dios!» - Mas la pasión, que arde en deseos de verse satisfecha, dice: «¡Mi placer, he aquí mi razón: Dios es el enemigo de mi placer, sea, pues, crucificado!» - « ¿Preferirás a tu Dios el placer de un instante?» - « Sí, clama la pasión, venga lo que viniere a mi alma y a mi Dios, con tal que pueda yo gozar.»
Y aquí tenéis, lo que hacemos cuantas veces pecamos. Es cierto que no siempre nos damos cuenta con toda claridad de ello; mas sabemos muy bien que nos es imposible desear y cometer un pecado, sin que perdamos a nuestro Dios, el cielo y nuestra alma. ¿No es verdad, que, cuantas veces estamos a punto de caer en pecado, oímos una voz interior que nos invita a detenernos, diciéndonos que de lo contrario vamos a perdernos y a dar muerte a nuestro Dios?".
miércoles, 22 de abril de 2020
¿MODERNISMO EN LA IGLESIA?
EL MODERNISMO ES LA SUMA DE TODAS LAS HEREJÍAS: SAN PÍO X
Por INFOVATICANA | 22 abril, 2020
No hace falta ser doctor en Teología para percatarse de los cambios que algunos sectores de la Iglesia trataron de introducir durante el siglo XX, especialmente a partir del Concilio Vaticano II. Las premisas que configuraron la modernidad ―todas ellas profundamente anticristanas― fueron, en un principio, rechazadas con ímpetu por los papas y hay numerosas encíclicas que así lo atestiguan. No obstante, durante la primera mitad del siglo pasado, algunas de ellas comenzaron a ser adoptadas con entusiasmo en aras de modernizar la Iglesia. Así, hubo ciertos sectores que procuraron concebir la Iglesia como una institución que había de estar adaptada a su tiempo, en plena consonancia con él y sus delirios, en lugar de como un faro que irradia luz a un mundo sumido en el error. La herejía modernista busca reinterpretar la historia bíblica, así como la filosofía católica, la teología y la liturgia, a través del moderno prisma de la ciencia racional y la filosofía posilustrada. En un comienzo esto podría sonar admirable. Uno podría preguntarse: “¿No debería aculturarse la fe católica al mundo moderno para hacer que la fe sea más atractiva? ¿Acaso no citaba Pablo a filósofos no católicos? ¿No empleó Agustín el platonismo? ¿No se reconcilió Tomás de Aquino con Aristóteles? ¿Por qué no reconciliar a Kant, Hegel, o incluso a Nietzsche, con el catolicismo?”. Los Apóstoles, los Padres de la Iglesia y los escolásticos “saquearon a los egipcios” y emplearon a menudo los escritos, pensamientos y analogías de los paganos que les precedieron. El modernismo, sin embargo, se originó tras el rechazo a la tradición intelectual católica. Sócrates vivió antes de Cristo. Su sistema filosófico no estaba contra el cristianismo per se. Era precristiano. Lo mismo sucede con los platónicos, los aristotélicos y la mayoría de los pensadores estoicos. Pero la filosofía de Kant o Hegel es decididamente poscristiana y busca reemplazar la fe católica con algo nuevo y mejor. Por consiguiente, el modernismo intenta hacer lo imposible: reinterpretar el catolicismo con un sistema moderno que rechace el cristianismo. Esas filosofías poscristianas ―y otras tantas― son la alternativa moderna a la cosmovisión católica del mundo que había predominado en Occidente durante toda la Edad media. Las religiones, y especialmente el cristianismo, no se limitan a la asunción de un credo particular. Más bien, la asunción de un credo implica la adopción de una cosmovisión, de unas convicciones acerca de Dios, el hombre y el mundo, que son las tres ideas cardinales de la filosofía. Así, y al contrario de lo que suele pensarse hoy, el ser del católico, además de implicar una fe concreta, requiere de esos postulados derivados de la asunción de esa fe. Rechazarlos o imponer otros ―es lo que hace el modernismo― es rechazar también la fe.
Las características del modernismo, según Pío X, son tres. La primera característica es el análisis crítico y racional para “desmitologizar” la Sagrada Escritura. Para los modernistas, la Biblia es una importante colección de leyendas redactadas por gente poderosa para transmitir un mensaje. Se pone en duda la existencia de Noé, Abraham, Moisés y David. Incluso los cuatro evangelios son cuestionados por sus relatos de milagros. Siguiendo el presunto naturalismo de la masonería, el modernismo rechaza cualquier cosa que sea ciertamente sobrenatural. Por ejemplo, cuando Nuestro Señor Jesucristo multiplicó los panes y los peces, realmente se trataría del “milagro de compartir”. No sucedió nada sobrenatural que incrementase la cantidad de comida disponible. La expulsión de los demonios que realiza Cristo, según explican los modernistas, es una historia simbólica sobre la aportación de la paz psicológica a las personas atribuladas. Jesús caminando sobre las aguas no es más que una manera literaria de representarle sobreponiéndose a los problemas del mundo. Cuando Cristo dice a sus apóstoles “este es mi cuerpo”, les está pidiendo que le recuerden. El pan no se convierte en nada sobrenatural. Todo tiene una explicación natural. La segunda característica del modernismo es el secularismo y la fraternidad universal. Santo Tomás de Aquino enseñó, acertadamente, que la gracia sana y eleva la naturaleza. El orden de la realidad es que lo sobrenatural reina sobre lo natural. Con la negación modernista de lo sobrenatural, lo secular y lo político se convierten en prioridad. Los conceptos de bienaventuranza y salvación son reinterpretados como metas seculares o políticas. Esto reduce al clero a activistas políticos y degrada al papa a ser un mero coach inspirador para las naciones seculares. Es tal la separación entre la Iglesia y el Estado que la Iglesia ya no tiene relevancia en la esfera pública. La religión es privada. El tercer plano del modernismo es el rechazo de lo que los católicos conocen como bien (moral), verdad (doctrina) y belleza (estética). El ceñido sistema de pecado original, pecado venial, pecado mortal, ser perdonado y sanado por la redención en Cristo es abandonado. Se promueve la moral relativista. Los modernistas proclaman que la doctrina debe ser siempre “pastoral”, no “verdadera”. Y las artes, las estatuas, la arquitectura y la música de la Iglesia católica son abandonadas en favor de lo vulgar, lo moderno y lo "útil".
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martes, 21 de abril de 2020
EL PEOR CASTIGO DE DIOS ES PERMITIR QUE HAYA LOBOS EN LUGAR DE VERDADEROS PASTORES
Por SAN JUAN EUDES.
Falsos pastores que son lobos y
arrastran las almas al infierno
La mayor señal de la ira de Dios sobre un pueblo y el más terrible castigo que sobre él pueda descargar en este mundo, es permitir que, en castigo de sus crímenes, venga a caer en manos de pastores que más lo son de nombre que de hecho, que más ejercitan contra él la crueldad de lobos hambrientos que la caridad de solícitos pastores, y que, en lugar de alimentarle cuidadosamente, le desgarren y devoren con crueldad; que en lugar de llevarle a Dios, le vendan a Satanás; en lugar de encaminarle al cielo, le arrastren con ellos al infierno; y en lugar de ser la sal de la tierra y la luz del mundo, sean su veneno y sus tinieblas.
Lobos con piel de oveja
Porque nosotros, pastores y sacerdotes, dice San Gregorio el Grande, seremos condenados delante de Dios como «asesinos de todas las almas que van todos los días a la muerte eterna por nuestro silencio y nuestra negligencia» (occidimus, quot ad mortem ¡re tepidi et tacentes videmus. Homil. 12 super Ezech.). «Nada hay, dice este mismo Santo, que tanto ultraje a Dios (y por consiguiente que más provoque su ira y atraiga más maldiciones sobre los pastores y sobre el rebaño, sobre los sacerdotes y sobre el pueblo) como los ejemplos de una vida depravada dados por quienes él ha establecido para la corrección de los demás; cuando pecamos, debiendo reprimir pecados», cuando no tenemos cuidado alguno de la salvación de las almas; cuando no nos cuidamos más que de satisfacer nuestras inclinaciones; cuando todas nuestras aficiones se terminan en las cosas de la tierra; cuando nos alimentamos con avidez de la vana estima de los hombres, haciendo servir a nuestra ambición un ministerio de bendición; cuando abandonamos los quehaceres de Dios para ocuparnos en los del mundo; y cuando llenando un lugar de santidad, nos entregamos a cosas terrenas y profanas. Cuando Dios permite que esto suceda, es prueba muy cierta de que está encolerizado contra su pueblo, siendo éste el más espantoso rigor que puede ejercer sobre él en este mundo. Por esto, dice incesantemente a todos los cristianos: Convertíos a mí... y os daré pastores según mi corazón (Convertimini ad me... et dabo vobis pastores juxta cor meum. Jerem. 3-15). En lo cual se deja ver bien claro que el desarreglo de la vida de los pastores es un castigo de los pecados del pueblo; y que, por el contrario, el mayor efecto de la misericordia de Dios hacia él, y la más preciosa gracia que puede otorgarle, es darle pastores y sacerdotes según su corazón, que no busquen más que su gloria y la salvación de las almas.
San Juan Eudes, “El sacerdote y sus ministerios en su aspecto ascético-pastoral” Capítulo II, Cualidades y excelencias de un buen pastor y de un santo sacerdote. Editorial San Juan Eudes. Usaquén-Bogotá D.E., Colombia. 1956.
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lunes, 20 de abril de 2020
DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN AL MUNDO
"Dejad que los niños vengan a mí —dijo Jesucristo un día con ternura a los Apóstoles. Con parecidas palabras, algo modificadas, voy a cerrar este texto: Dejad que vengan al mundo los niños que Dios envía.
Todos conocemos la matanza de los niños inocentes decretada por Herodes. ¡Qué gritos de angustia debieron proferir los labios de sus madres! ¡Con qué desesperación tratarían de defender a sus hijos de los sicarios de Herodes! ¡Qué gran compasión sentimos por estas pobres madres!
Mas el mundo actual parece que lo ha trastornado todo. La perversión de las ideas ha envenenado a las madres, no sólo para que no defiendan a sus hijos, sino para que ellas mismas vayan en busca del verdugo, y le paguen dinero por matarlos. ¿Puede haber perversión y maldad mayor?
Indudablemente todo pecado tiene su castigo, aun en esta vida. Porque quien comete el pecado del aborto y no se arrepiente y no hace penitencia, tiene dos castigos ya en esta tierra, ambos horrendos: o se despierta la conciencia y entonces sienten terrible remordimientos por lo que se ha hecho, que no dejan descansar ni durante el sueño —hasta tiene pesadillas sobre niños abortados—, o se endurece más todavía, y muere la conciencia —juntamente con el hijo abortado—, y se cae en tal embrutecimiento, que apenas queda algún rasgo de ternura y de compasión. Ni en el primer caso ni en el segundo se puede hablar de haber tenido una vida matrimonial feliz; no queda más que amargura y vacío. Lo prueba la experiencia con tristes ejemplos de todos conocidos.
Terminemos este texto suplicándole a Nuestro Señor Jesucristo que nos obtenga la gracia de tener matrimonios felices, amantes de los hijos".
Mons. Tihamér Tóth
📖 El Matrimonio Cristiano.
Tomado de: La Dama Católica.
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sábado, 18 de abril de 2020
MEDITACIÓN PARA DESPUÉS DE SEMANA SANTA por San Bernardo
“Si hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a vivir todavía sujetos a él? Si hemos sentido dolor de nuestros defectos, ¿vamos a reincidir en ellos? ¿Seremos tan curiosos como antes? ¿Tan charlatanes, perezosos y negligentes? ¿Tan vanidosos, sospechosos, detractores e iracundos? ¿Tornaremos a los mismos vicios que tan sinceramente hemos llorado estos días? Ya me quité la túnica, ¿cómo voy a ponérmela de nuevo? Ya me lavé los pies, ¿cómo voy a mancharlos otra vez? Hermanos, eso no es cambiar de viva. Así no veremos a Cristo, ni es ése el camino que nos lleva a la salvación de Dios. Porque como sabemos todos, quien sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios."
SAN BERNADO.
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viernes, 17 de abril de 2020
TRIDUO AL DIVINO ROSTRO DE N.S. JESUCRISTO CONTRA LA EPIDEMIA, IMPLORANDO SU MISERICORDIA Y SU PERDÓN
Por la Beata Concepción Cabrera de Armida.
ACTO DE CONTRICIÓN
¿Cómo acercarme a Ti, Faz Adorable de mi Jesús, en que veo estampados mis crímenes? Esas heridas, esos golpes, esa Corona de Espinas y esa Sangre Preciosa qué otra cosa son que las huellas de mis pecados… Necesito, Señor, romper primero mi corazón con el arrepentimiento de mis maldades y así, contrito y humillado, pedirte perdón y la Misericordia que nunca niegas a quien la solicita con amor.
Me pesa, Señor, de haberte ofendido de tantos modos… Cuento mis culpas en cada herida de tu Rostro Sacrosanto y mi alma se estremece de dolor al ver mi obra, la obra de un hijo ingrato, que así ha pagado los innumerables beneficios que de tu Bondad ha recibido. ¡Perdón, piedad, misericordia!
PETICIÓN
La epidemia golpea hoy al mundo. Yo vengo a pedirte, Jesús, que cese ya esta enfermedad que nos aflige. ¡Oh lágrimas de Jesús, que tantas veces se unieron a las de María, laven hoy los pecados del mundo y que su riego Santo y Bendito fertilice con la Gracia los corazones que lloran! Cese ya el azote de la epidemia, que tantas víctimas hace. Di una sola palabra, Señor, y cesará la epidemia y nuestras almas serán curadas.
“Ámense los unos a los otros”, dices, y vendrá la Paz por el Espíritu Santo a los hombres de Buena Voluntad. Amaremos al Espíritu Santo e imploraremos su Reinado de Paz en los corazones. Una sola palabra, Jesús, y nuestra alma será sana y salva. Una sola palabra, Jesús, y la epidemia desaparecerá y todos alzaremos el grito de gratitud, arrepentidos, amando.
Señor, te pedimos tu Paz y tu Perdón. Te lo pedimos por María Nuestra Madre. Te pedimos tu Amor de Padre, de Hermano, de Dios, y todas tus Bendiciones para nuestras familias. Así como la restauración de todas las cosas en Cristo, por medio del Espíritu Santo y por intercesión de María.
ORACIÓN FINAL
Vine abrumado y me voy consolado. “Llamad y se os abrirá”, “pedid y recibiréis”; y yo, con toda la fe de mi alma cristiana, creo, espero y confío en tu infinito Amor, que es más grande que todos los crímenes del mundo, y en tu Misericordiosa Bondad.
Te pido una vez más, cese ya esta epidemia que nos agobia. Míranos compasivo, óyenos clemente. Envíanos al Espíritu Santo que renovará la faz de la tierra.
Madre de Guadalupe, que nos has dejado tu Imagen, Prenda de tu amor. Tú que nos prometiste ser Madre Amorosa y Tierna de cuantos soliciten tu amparo, pide a Jesús, cese la epidemia y que envíe un como Nuevo Pentecostés con el Espíritu Santo. Amén.
CONTEXTO HISTÓRICO.
En 1918, la Gripe Española mató en dos años a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se considera la pandemia más devastadora de toda la historia. La Beata Conchita, con gran dolor y agobio, nos dejó escrito en su Cuenta de Conciencia:
“¡Peste! La peste de influenza asola las poblaciones. El 17 murió Cirita; el 20, Manuel su esposo, mi sobrino; el 21, Lupe, esposa de Joaquín y hay otros enfermos graves en San Luis. Aquí hay mucha enfermedad. Murió Gloria. ¡Dios mío! Acuérdate lo que trabajó en el Apostolado y llévala a tu Santo Reino.”
“Rostro Adorable de mi Jesús, salva a los Misioneros, a las Religiosas y a mis hijos y familia… ¡Que se haga tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo!”
“Octubre 31. Mi alma desolada, el cuerpo enfermo, con muchas espinas… ¡Esta soledad! ¡Oh, Madre de mi alma, ayúdame y que ame siempre la Voluntad Divina!”
“Noviembre 1. En cuatro paredes, enferma, viendo pasar muertos. Sigue la peste. ¡Dios mío, ten piedad de nosotros! Escribí un Triduo al Divino Rostro, que van a imprimir. ¡Hay que clamar al Cielo misericordia!” (CC 42, 166-167. Noviembre 1918).
Así pues, confiando en que Dios oye nuestras súplicas, les compartimos ese texto para orar pidiéndole cese ya la pandemia del Covid-19 que en esta época nos toca enfrentar. Puede hacerse delante de una imagen del Divino Rostro o un Crucifijo y les invitamos a no hacerlo solo a manera de Triduo, sino a manera de súplica diaria, en adelante, lo que dure este tiempo de contingencia.
Tomado del folleto elaborado por la M. Guadalupe Labarthe Cabrera RCSCJ.
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jueves, 16 de abril de 2020
NO TEMEMOS LAS MAZMORRAS
«Podrá acaso alguno pensar que nos exponemos imprudentemente a las iras de los tiranos. Sea en buena hora. Vale más incurrir en la indignación de los hombres que en la indignación de Dios. Vale más confesar a Jesucristo valientemente en presencia de los hombres y no ser desconocido por Él en el último día. No tememos las mazmorras ni los rifles asesinos; tememos sólo el juicio de Dios que puede arrojarnos al Infierno el día de la cuenta».
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miércoles, 15 de abril de 2020
DÓNDE DAR TUS BATALLAS
Un águila no pelea contra una serpiente en la tierra. La atrapa y la sube a los aires y la deja caer. Una serpiente no tiene aguante, poder o balance en el aire. En el aire es vulnerable, inútil y débil a diferencia de cuando está en la tierra que es peligrosa y poderosa.
No luches tus batallas con herramientas humanas. Ni caigas en la trampa de bajar de nivel. Remóntate a las alturas en las alas del Espíritu y deja que Dios pelee tus batallas, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas (2 Corintios 10:4).
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martes, 14 de abril de 2020
QUÉ DISPOSICIÓN SE DEBE TENER, Y CÓMO SE DEBE ORAR CUANDO SE DESEA OBTENER ALGUNA COSA – Por Tomás de Kempis.
Cristo. Hijo mío, pide así en toda ocasión:
“Señor, que se haga esto, así, si es de tu agrado. Señor, que en tu nombre se haga esto, si ha de ser para tu honra. Señor, si ves que esto me conviene, y sabes que me será provechoso, dámelo para hacer uso de ello en tu honor. Pero quítame este deseo, si conoces que lo que quiero no me ayudará a salvarme, y sí me dañará.”
Porque no todos los deseos vienen del Espíritu Santo, aunque le parezcan al hombre razonables y buenos.
Difícil es discernir con certeza si es el espíritu bueno o un espíritu extraño quien te impele a desear las cosas; o si quien te mueve es tu propio espíritu.
Muchos se engañaron al fin, los cuáles al principio parecían guiados del espíritu bueno.
ASÍ SE ORA
Por eso, con temor de Dios y humildad de corazón se debe desear y pedir lo que se presente a la voluntad como deseable; y más que todo, se deben encomendar todas las cosas, renunciando a la voluntad propia, orando de esta manera:
Señor, que se haga esto, así, si es de tu agrado. Señor, que en tu nombre se haga esto, si ha de ser para tu honra. Señor, si ves que esto me conviene, y sabes que me será provechoso, dámelo para hacer uso de ello en tu honor. Pero quítame este deseo, si conoces que lo que quiero no me ayudará a salvarme, y sí me dañará.
Señor, tú sabes cuál de estas dos cosas es la mejor. Hágase la una o la otra, como tú quieras. Dame lo que sabes que es lo mejor, lo que más te agrade y sea para tu mayor honra. Ponme donde quieras, y en todo haz de mí lo que quieras. Estoy en tus manos: dame vueltas y revueltas como quieras. Soy tu siervo, y estoy dispuesto a todo. No quiero vivir para mí, sino para ti. ¡Ojalá viva con la santidad que debo!
Concédeme, Jesús misericordioso, que me visite tu gracia, conmigo coopere y hasta morir me acompañe.
Concédeme querer siempre y desear siempre lo que más te agrade, lo que más conforme sea con tu voluntad.
Que tu voluntad sea la mía, que siempre siga la tuya, y con ella se conforme perfectamente. Que tu querer y no querer sean también mí querer y no querer. Que yo no pueda querer o no querer sino lo que tú quieras o no quieras.
Concédeme morir a todo lo del mundo y amar por ti los desprecios y la obscuridad en esta vida.
Concédeme descansar en ti sobre todo bien, y hallar la paz de mi corazón en ti.
Porque tú eres la paz verdadera del corazón y su único descanso. Fuera de ti, todo es inquietud y amargura.
En esta paz, esto es, en ti, Bien sumo y eterno, descansaré y dormiré para siempre. Así sea.
“LA IMITACIÓN DE CRISTO”
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lunes, 13 de abril de 2020
¿UN MONTÓN DE CÉLULAS? por el Dr. Sergio Villareal
En los últimos meses he leído en redes sociales algunos argumentos relacionados con el bebé que no ha nacido que quiero comentar. He leído que son solo células. He leído que no es un ser humano. He leído que no es un ser vivo. He leído que no es un ser con conciencia. Y he leído que por todo lo anterior esas células no tienen ningún derecho que debamos respetar. Ante todas esas cosas que he leído, yo quiero dar mi testimonio:
Soy ginecólogo desde hace 30 años. Desde 1988 he dado consulta a muchas mujeres que han depositado su confianza en mí. He cuidado sus embarazos. He atendido los nacimientos de sus hijos. No pocos de esos bebés que recibí ya crecieron y ahora son padres y en algunos casos he atendido ya el nacimiento de sus propios hijos.
En todos estos años, a muchas pacientes les he tomado ultrasonido desde muy temprano en su embarazo, como parte del cuidado médico que les proveo. Pero en el camino he atestiguado muchas otras cosas que van más allá de la sola apreciación médica y se las quiero comentar:
He visto el corazón de los bebés latir desde muy temprano, con fuerza, con tanta fuerza que no es raro que veamos primero el latido que al bebé mismo.
Los he visto a las 7 semanas dar pequeños saltos sobre su espalda.
Los he visto a las 9 semanas mover sus brazos y sus piernas, mover su cuerpo entero, echar maromas, saltar y brincar, ponerse de frente y ver su cara, ponerse de perfil, abrir su boca y hacer tantos gestos tan comunes y familiares para cualquier ser humano.
Los he visto completos, con cerebro y corazón, con ojos, oídos y boca. Los he visto con manos y pies, con líquido en el interior de su estómago, con orina en su vejiga. He visto las cavidades de su corazón bombeando sangre a su cuerpo entero. He visto como se tocan con sus manos, como doblan sus rodillas, como las extienden y se estiran como si estuvieran en un columpio.
Los he visto crecer dentro del vientre, los he visto cuando bostezan y los he visto tener hipo. Los he visto mover sus músculos respiratorios. Los he visto hacer puños con sus manos y los he visto mover sus ojos. Esperando el momento de nacer.
Y ahí, al verlos dentro del vientre, he podido reconocer que son más que solo células, he reconocido un ser vivo, con su propia fisiología, con su propia estructura. He visto un ser humano. He visto un ser de mi especie, solo que menor que yo, un ser que es un continuo en el tiempo con el ser que será en el futuro. Un ser que no es solo potencial, sino que es realidad ya ahí en el vientre de su madre, tal como el niño pequeño que, aunque es potencial para el futuro, ya es realidad en su presente infancia. Cierto, no es un ser humano consciente de su entorno, cómo no lo es el recién nacido, o el niño que tiene unos días o semanas de vida, o como el adulto mayor que ha perdido algunas de sus funciones cognitivas. Pero es un ser humano, tanto como ellos, igual que ellos, simplemente es un ser humano.
He visto a esos embriones convertirse en fetos, y a esos fetos nacer, y los he visto luego venir con sus padres, ya como niños, a mi consulta, a ver el milagro de tener uno, dos o más hermanitos. Y los he visto crecer y hacerse hombres y mujeres de bien. Y los he visto hacerse a su vez madres y padres que aman la vida que les fue dada y la vida que ahora dan.
He visto a muchos padres y madres llorar de alegría al ver a su hijo por primera vez en una pantalla, y los he visto ser inmensamente felices cuando nacen. Y muchas veces los he escuchado cómo ese bebé ha cambiado sus vidas, y cómo están ahora dispuestos a dar su vida por amor a su pequeño. No es retórica. Cualquier padre lo sabe, cualquier madre lo entiende. Dispuesto, dispuesta a morir por amor a su bebé.
Y he visto casos de mujeres que de pronto se encontraron con una realidad que no esperaban, con un embarazo no planeado, con un bebé que no creían se presentara en el camino. A veces ellas solas, y por solas más valientes. Pero cuando han tomado conciencia de lo trascendente que viven y han aceptado la llegada del bebé, y han continuado a mi cuidado, no he visto a una sola mujer arrepentirse de dar vida, no he visto una sola, que después de algunos años, no vea en su hijo o en su hija lo más valioso de su vida. Jamás, jamás he escuchado a una sola decir: “hubiera preferido no tenerlo”.
Después de dar este testimonio, solo espero que quienes piensan diferente lo hagan por ignorancia, ojalá que sea por falta de información.
No argumenten que son solo células, no argumenten que no es un ser vivo, no argumenten que no es un ser humano o que no tiene conciencia. No insulten su propia inteligencia con esos argumentos, que son tan falsos y vacíos que es increíble que un ser humano con conciencia si quiera los tome en cuenta.
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domingo, 12 de abril de 2020
UNÁMONOS A LA CONSAGRACIÓN A SANTA MARÍA DE GUADALUPE DE LAS NACIONES HISPÁNICAS DECRETADA POR EL CELAM PARA EL DÍA DE HOY
Oración de Consagración a la Virgen de Guadalupe
Santísima Virgen María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive. En estos momentos, como Juan Diego, sintiéndonos “pequeños” y frágiles ante la enfermedad y el dolor, te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti.
Te consagramos nuestros pueblos, especialmente a tus hijos más vulnerables: los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los migrantes, los que no tienen hogar, los privados de su libertad. Acudimos a tu inmaculado Corazón e imploramos tu intercesión: alcánzanos de tu Hijo la salud y la esperanza.
Que nuestro temor se transforme en alegría; que en medio de la tormenta tu Hijo Jesús sea para nosotros fortaleza y serenidad; que nuestro Señor levante su mano poderosa y detenga el avance de esta pandemia.
Santísima Virgen María, “Madre de Dios y Madre de América Latina y del Caribe, Estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos”, sé fortaleza de los moribundos y consuelo de quienes los lloran; sé caricia maternal que conforta a los enfermos; sé compañía de los profesionales de la salud que los cuidan; y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura en cuyos brazos todos encontremos seguridad.
De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles en Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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¡CRISTO HA RESUCITADO!
Y cuando pasó el sábado, María Magdalena y las mujeres fieles fueron al sepulcro. Y mirando, vieron que la piedra retrocedía. Y al entrar, vieron a un joven sentado en el lado derecho, que les dijo: “Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, quien fue crucificado. Ha resucitado: no está aquí ".
Como Jesús resucitó, entonces sabemos que venció la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros también resucitaremos, sabemos que Él ha ganado la vida eterna para nosotros y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.
Esta es la noche, de la cual está escrito: Y la noche será tan clara como el día.
La santificación de esta noche pone en fuga toda maldad, limpia los pecados y restaura la inocencia de los caídos y la alegría de los tristes. Aleja el odio, produce concordia y frena la arrogancia.
Regocíjense todos. Nuestra fe no es vana. Cristo ha resucitado. ¡Aleluya, aleluya!
Feliz y bendecida Pascua para todos nuestros amigos lectores. Propongámonos, a partir de hoy, hacer un gran esfuerzo, con la ayuda de Dios y de Nuestra Señora, para no caer nunca más en el pecado mortal. Pidamos la perseverancia final y seamos fieles, a toda costa, sobre los enemigos internos y externos, a Cristo y a su verdadera Iglesia.
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sábado, 11 de abril de 2020
PREGÓN COMPLETO DE LA SEMANA SANTA SEVILLANA
Haz clic:
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SÁBADO SANTO
Madre llena de dolores,
acuérdate que en la Cruz
te nombró Jesús
Madre de los pecadores.
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viernes, 10 de abril de 2020
VÍA CRUCIS (Meditaciones del P. Ramón Cué, S.J.)
El Vía crucis de todos los hombres
(extracto).
I- Jesús es condenado a muerte.
Gracias, Señor, por tu condena a muerte. Has querido pasar para siempre a la historia con “antecedentes penales”. En los archivos de la justicia humana tienes una ficha irredimible: reo de muerte. Y por esa ficha tuya, infamante e injusta, son quemadas para siempre nuestras justas fichas de merecida y culpable condenación; son destruidos los archivos de nuestras comprobadas injusticias personales y se nos concede un edicto plenario de absolución. Por tu condena a muerte, gracias, Señor.
‐Se dice al terminar cada estación:
‐Adorámoste Cristo y te bendecimos que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén.
‐Se reza un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria.
II- Jesús carga con la cruz.
Cristo no estrenó ninguna cruz. Es absurdo imaginar que los soldados acudieran a un bosque próximo a escoger y talar un árbol con cuyo tronco preparar una cruz nueva para Cristo. No era hora de labrar cruces nuevas, sino de aprovechar las existentes, y que por eso vienen con restos de sangre seca del último crucificado, incrustada en las rugosidades de sus nudos. Precisamente éso era lo que buscaba Cristo: solidarizarse con las cruces, ya en uso, de sus hermanos los hombres. No estrenó una cruz flamante para él. Un modelo especial. Quería nuestra cruz, ya usada por nosotros, para hacerla suya… Quería una cruz transida y mojada por el sudor, la sangre y el llanto de otros hombres. Una cruz que se había estremecido ya en el aire con los estertores de los moribundos y así derrotar definitivamente entre sus brazos a la muerte.
III- Jesús cae por primera vez.
Cristo sigue cayendo y cayendo en las calles de nuestra vida. En las esquinas, en las aceras, en los cruces de caminos, en las cunetas de nuestra existencia, hay hermanos caídos en la tierra y aplastados por su cruz.
IV- Jesús encuentra a su Madre.
El que multiplicó los panes y los peces, el que caminó sobre el oleaje enfebrecido, el que resucitó a los muertos y expulsó con el látigo a los mercaderes del templo, no tiene ahora fuerzas ni para llevar, como un hombre, el peso de su cruz. Y ahora ha rodado por el suelo aplastado por ella. Pero en frente de ti, cerca, en esa esquina, ahí te esperan bien abiertos, unos ojos a los que puedes asirte fuerte y firmemente, para levantarte y ponerte de pie. Míralos: los ojos de María, tu Madre. Ahí la tienes, puntual; justo después de tu caída. Es una cita a la que no fallan jamás las madres. Ellas se las arreglan para estar siempre junto a sus hijos derribados. Dios conceda a todos los hombres una mujer así -madre, esposa, hermana o hija-, en las esquinas dolorosas de su Vía Crucis. Una mujer que se parezca a María, la Madre de Jesús.
V-El Cireneo carga con la cruz de Cristo.
Si quieres llevar mejor tu cruz, carga al mismo tiempo la de otro. En la ciencia cristiana, una cruz sola pesa más que dos: si sumas cruces, restas peso. Si tratas de restar en tu egoísmo, sumas y multiplicas tu propia cruz. Cuando encima de la tuya cargas con la de tu hermano, la propia se aligera, se alegra, le nacen alas…. Si te centras en tu cruz personal, tú solo, al margen de todo y de todos, te pesará más, hasta convertirse en una obsesión que te aplaste. ¿Por qué no haces de Cireneo de tu hermano? Verás cómo cambia todo radicalmente.
VI- La Verónica limpia el rostro de Jesús.
La Verónica, compadecida, desafiando a la autoridad y al orden público, enjuga el rostro desfigurado y sangrante de Cristo. Por ser la única persona que se había atrevido públicamente a dar por El la cara, en recompensa Cristo le da también la suya. Por desgracia, ha aparecido hoy otra versión, diametralmente opuesta, de la Verónica. Verónicas al revés. Van por los caminos de la vida buscando caras maltrechas, sangrantes y desfiguradas de los hombres. Pero no para enjugar el llanto, restañar la sangre y limpiar el polvo y la saliva, devolviéndoles así un rostro sano, limpio y bello. Al revés. Se dedican a hurgar en todos los basurales de la sociedad, a revolver las aguas corrompidas de todas las cloacas, para entresacar con gancho afilado de curiosidad malsana, todos los chismes groseros, todos los cuentos denigrantes, todas las calumnias putrefactas. Verónicas al revés, que afirman conmoverse y llorar ante el rostro sangrante de Cristo y que no tienen empacho en herir y ensangrentar la cara de Cristo en sus hermanos.
VII- Jesús cae por segunda vez.
Lo más pavoroso y desolador en el hombre caído debe ser, Señor, sentirse solo y saberse solo en su caída; solo y desasistido en su debilidad; solo y abandonado en su culpabilidad. La más trágica soledad debe ser la del hombre y su pecado, en el desierto absoluto de su impotencia. Pero desde que Tú caíste, Señor, nadie puede sentirse solo en su caída y su pecado. Tus caídas suavizan y ablandan nuestras piedras, alfombran nuestros caminos, acolchan cariñosamente nuestros golpes y tropezones. Nadie cae solo. Nadie peca solo. Ya estaba allí Cristo, caído en tierra para amortiguar el golpe. Para recoger nuestra debilidad en su fortaleza. Para darnos su mano y ponernos de pie.
VIII- Jesús habla a las hijas de Jerusalén.
Jesús dice a las mujeres: "Si al árbol verde lo tratan de esta manera, ¿en el seco qué se hará?" Toma Señor, nuestra leña seca, amontónala sobre tu tronco verde y que el fuego redentor de esa hoguera ilumine, purifique y redima al mundo. Ahí está nuestra leña seca: préndele fuego. Y abrasa al mundo en tu amor.
IX- Jesús cae por tercera vez.
No hay peor pecado que el de soberbia, ni más peligrosa caída que la del orgullo. La caída del soberbio no se ve. No cae hacia abajo, manchándose su carne con polvo y barro. El soberbio cae hacia arriba, tratando de usurparle a Dios el sitio. En la caída hacia arriba el abismo es tan profundo que a veces no se toca fondo; crece nuestro orgullo y se refina nuestra soberbia, más ciega cada vez. En la caída hacia abajo, por alta que sea pronto se toca tierra, y se palpa en el choque, dolorosamente, la propia debilidad. El golpe contra la tierra despierta nuestra humildad. El hombre que cae hacia abajo se descalabra, y, humillado, puede volver a levantarse. Dios le hecha una mano. Gracias, Señor, por nuestras caídas. Con polvo, con sangre, con roturas y descalabros aprendemos nuestra medida exacta, nuestra pequeñez y debilidad.
X- Jesús es despojado de sus vestidos.
Es lógico que a nuestros crucifijos, les ciñamos la cintura con un paño. Por respeto, por pudor, por cariño. Pero, sinceramente, ese paño...... se lo ponemos a Cristo ¿por Él o por nosotros? ¿Por piedad, pensando en Jesús, o por cómoda tranquilidad para evitar que sufran nuestros ojos y se perturbe nuestra sensibilidad? Este viejo y egoísta recurso lo aplicamos continua y sistemáticamente en nuestra vida: no ver ni oír nada que pueda hacernos sufrir; nada que hiera nuestros ojos ni comprometa nuestro corazón. Y así nos pasamos la vida poniendo paños y vendas sobre las penas, los dolores, las tristezas y las injusticias que padecen nuestros hermanos. Tapamos con paños los dolores ajenos como cubrimos, Señor, con velos, tu cintura en tus imágenes. El caso es no ver, no enterarse, no sufrir. Pero en este juego peligroso y egoísta de velos y paños, hay cristianos que deciden ponerse las vendas ellos mismos sobre sus propios ojos, taponándose herméticamente los oídos y acorazarse el corazón con una armadura blindada: llevan el corazón blindado a prueba de sufrimientos ajenos.
XI-Jesús es clavado en la cruz.
El Emperador Constantino hace 1600 años publicó una ley aboliendo para siempre el suplicio de la cruz. Fue un homenaje a tu Persona, Señor, y un desagravio de la misma Roma que, cuatro siglos antes, te había ejecutado con el suplicio más infame. Pero el decreto de Constantino ha sido completamente inútil. La cruz no ha podido, ni podrá nunca, ser abolida. A todos nos busca y nos persigue. Y tarde o temprano, en todas partes, en vida o en muerte, todos acabamos crucificados. A la corta o a la larga, a todos nos aguarda la cruz. En nuestra vida todos repetimos esta Undécima Estación del Via Crucis. Enséñame, Señor, a transformar mi cruz en sonrisa y gloria entre mis labios, aunque sepa a hiel y vinagre.
XII- Jesús muere en la cruz.
El Viernes Santo en el Calvario, a las tres de la tarde, no murió Cristo solamente con una muerte individual y personal. También nosotros moríamos a la misma hora. En su naturaleza humana estabamos presentes todos los hombres; sobre sus espaldas gravitaban todos nuestros pecados. Su Pasión era la consecuencia de haberse responsabilizado ante su Padre de todos nuestros delitos. Por eso también en su muerte moríamos con Él todos los pecadores. Al cargar con nuestros pecados, Cristo cargó también con nuestra muerte, porque pecado y muerte están siempre inseparablemente soldados. Desde que Cristo murió en la cruz ya la muerte es radicalmente distinta.
XIII- Jesús es descolgado de la cruz y puesto en los brazos de su Madre.
Señora de la Piedad, por tu Hijo muerto, concédeles a todas las madres ser siempre playas abiertas para recibir a sus hijos después de las tormentas y los naufragios de sus vidas. Anima, Señora, a los hijos, a regresar a la playa de la madre. En ese regazo pueden recomponerse todas las roturas.
Y si a los hijos, destrozados y malditos por la vida, nos faltara el regazo de una madre, recuérdanos, Señora, que tú eres siempre Madre y que tu regazo es la playa siempre abierta para los restos de nuestro naufragio.
XIV-Jesús es enterrado en un sepulcro.
El Vía Crucis de Cristo no termina en un sepulcro lleno, sino en una tumba vacía. Porque el sepulcro está vacío recorremos y repetimos su Vía Crucis y lo copiamos en nuestra vida, ya que al final nos espera la gloria de la resurrección. Nunca ha habido un sepulcro más vacío: todo, con El ha resucitado: sus Palabras, sus Promesas, sus Parábolas, sus Milagros, sus Bienaventuranzas. Ya tienen respuesta los pecadores, los enfermos, los pobres, los oprimidos, los pacíficos, los misericordiosos, los muertos. Todo ha resucitado en Cristo. Las catorce estaciones del Vía Crucis solamente se comprenden y se aceptan cuando se las ha contemplado desde la altura del Calvario, junto al sepulcro vacío, transfiguradas con la luz nueva del alba que se quiebra con sus temblores pascuales en la mañana de la Resurrección.
jueves, 9 de abril de 2020
JUEVES Y VIERNES SANTO
JUEVES SANTO
*Recordamos que el Viernes Santo obligan gravemente el ayuno y la abstinencia
*Recordamos que el Viernes Santo obligan gravemente el ayuno y la abstinencia
El Jueves Santo se celebra:
-La Última Cena,
-El Lavatorio de los pies,
-La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio
-La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.
En la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.
La Eucaristía
Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino donde se renueva incruentamente el sacrificio del Calvario. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, con su Presencia Real, para guiarnos en el camino de la salvación.
Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos.
El lavatorio de los pies
Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en Él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio. Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.
La noche en el huerto de los Olivos
Lectura del Evangelio según San Marcos14, 32-42.:
Reflexionemos con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes que nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y la humildad.
Los monumentos y la visita de las siete iglesias
Se acostumbra, después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un acompañar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumentos. Este es un día solemne.
En la visita de las siete iglesias o siete templos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes a Pilatos”.
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-La Última Cena,
-El Lavatorio de los pies,
-La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio
-La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.
En la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.
La Eucaristía
Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino donde se renueva incruentamente el sacrificio del Calvario. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, con su Presencia Real, para guiarnos en el camino de la salvación.
Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos.
El lavatorio de los pies
Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en Él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio. Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.
La noche en el huerto de los Olivos
Lectura del Evangelio según San Marcos14, 32-42.:
Reflexionemos con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes que nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y la humildad.
Los monumentos y la visita de las siete iglesias
Se acostumbra, después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un acompañar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumentos. Este es un día solemne.
En la visita de las siete iglesias o siete templos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes a Pilatos”.
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Fuente: Catholic.net
Otro post de este día, haz click: LAVATORIO DE LOS PIES
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VIERNES SANTO
ESTE DÍA OBLIGA GRAVEMENTE EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA (Para ver su normatividad haz click AQUÍ)
-Obligación grave de ayuno y abstinencia
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-Día en que crucificaron a Cristo en el Calvario
-Cómo rezar el Via Crucis
-Pésame a la Virgen
En este día recordamos cuando Jesús muere en la cruz para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna. Obliga el ayuno y la abstinencia (haz click). El sacerdote lee la pasión de Cristo en la liturgia de la Adoración a la cruz. Este día no se celebra la Santa Misa.
En las iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está.
El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.
Podemos recordar leyendo el Evangelio de San Juan, capítulo 18, versículos 1-19, 42.
¿Cómo podemos vivir este día?
Este día manda la Iglesia guardar el ayuno y la abstinencia.
Se acostumbra rezar el Vía Crucis y meditar en las Siete Palabras de Jesús en la cruz.
Se participa en la Liturgia de Adoración a la Cruz con mucho amor, respeto y devoción.
Se trata de acompañar a Jesús en su sufrimiento.
A las tres de la tarde, recordamos la crucifixión de Jesús rezando el Credo.
¿Cómo se reza un Viacrucis?
Esta costumbre viene desde finales del siglo V, cuando los cristianos en Jerusalén, se reunían por la mañana del Viernes Santo a venerar la cruz de Jesús. Volvían a reunirse al empezar la tarde para escuchar la lectura de la Pasión.
El Viacrucis es una manera de recordar la pasión de Jesús y de revivir con Él y acompañarlo en los sufrimientos que tuvo en el camino al Calvario.
Se divide en catorce estaciones que narran, paso a paso, la Pasión de Cristo desde que es condenado a muerte hasta que es colocado en el sepulcro.
El Viacrucis se reza caminando en procesión, como simbolismo del camino que tuvo que recorrer Jesús hasta el Monte Calvario. Hasta adelante, alguno de los participantes lleva una cruz grande y es el que preside la procesión. Se hacen paradas a lo largo del camino para reflexionar en cada una de las estaciones, mediante alguna lectura específica.
Antes de cada estación se reza: "Adorámoste Cristo y te bendecimos que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén". Después de escuchar con atención la estación que se medita, al final de cada una, se reza: "Señor pequé, ten misericordia de mi, pecamos y nos pesa ten misericordia de nosotros", seguido de un Padrenuestro, una Ave María y un Gloria, mientras se camina hasta la siguiente estación. El que lleva la cruz, se la puede pasar a otra persona.
El sermón de las Siete Palabras
Esta devoción consiste en reflexionar en las últimas siete frases que pronunció Jesús en la cruz, antes de su muerte.
Primera Palabra
"Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen". (San Lucas 23, 24)
Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de ser Dios, no se ocupó de probar su inocencia, ya que la verdad siempre prevalece. Nosotros debemos ocuparnos del juicio ante Dios y no del de los hombres. Jesús no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo pidió para quienes lo acusaron. Nosotros no somos nadie para juzgar. Dios nos ha perdonado grandes pecados, por lo que nosotros debemos perdonar a los demás. El perdonar ayuda a quitar el odio. El amor debe ganar al odio. La verdadera prueba del cristiano no consiste en cuánto ama a sus amigos, sino a sus enemigos. Perdonar a los enemigos es grandeza de alma, perdonar es prueba de amor.
Segunda Palabra
"Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso". (San Lucas 23,43)
Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y el sufrimiento. La manera como reaccionemos ante el dolor depende de nuestra filosofía de vida. Dice un poeta que dos prisioneros miraron a través de los barrotes de su celda y uno vio lodo y otro vio estrellas. Estas son las actitudes que se encuentran manifestadas en los dos ladrones crucificados al lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor y el otro sí lo hizo. Necesitamos espiritualizar el sufrimiento para ser mejores personas. Jesús en la cruz es una prueba de amor. El ladrón de la derecha, al ver a Jesús en la cruz comprende el valor del sufrimiento. El sufrimiento puede hacer un bien a otros y a nuestra alma. Nos acerca a Dios si le damos sentido.
Tercera Palabra
"Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre". (San Juan 19, 26-27)
La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres.
El amor busca aligerar al que sufre y tomar sus dolores. Una madre cuando ama quiere tomar el dolor de las heridas de sus hijos. Jesús y María nos aman con un amor sin límites. María es Madre de cada uno de nosotros. En Juan estamos representados cada uno de nosotros. María es el refugio de los pecadores. Ella entiende que somos pecadores.
Cuarta Palabra
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (San Marcos 15, 34)
Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre.
Estas palabras nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado es la muerte del alma. La bondad es el constante rechazo al pecado. El pecado es el abandono de Dios por parte del hombre. El hombre rechazó a Dios y Jesús experimentó esto.
Quinta Palabra
"¡Tengo sed!" (San Juan 19, 28)
La sed es un signo de vida. Tiene sed de dar vida y por eso muere.
Él tenía sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin sus ovejas. Durante toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores del cuerpo no eran nada en comparación del dolor del alma. Que el hombre despreciara su amor le dolía profundamente en su corazón. Todo hombre necesita ser feliz y no se puede ser feliz sin Dios. La sed de todo hombre es la sed del amor.
Sexta Palabra
"Todo está consumado". (San Juan 19, 30)
Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la voluntad de su Padre. Su misión terminaría con su muerte. El plan estaba realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos salvado nuestras almas. Todo lo que hagamos debe estar dirigido a este fin. El sufrimiento, los tropiezos de la vida nos recuerdan que la felicidad completa solo la podremos alcanzar en el cielo. Aprendemos a morir muriendo a nosotros mismos, a nuestro orgullo, nuestra envidia, nuestra pereza, miles de veces cada día.
Séptima Palabra
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". (San Lucas 23, 46)
Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se abandona en las manos de su Padre.
Estas palabras nos hacen pensar que debemos de cuidar nuestra alma, no sólo nuestro cuerpo. Jesús entregó su cuerpo, pero no su alma. Devolvió su espíritu a su Padre no con grito de rebelión sino con un grito triunfante. Nadie nos puede quitar nuestro espíritu. Es importante recordar cual es nuestro destino en al vida para no equivocarnos de camino a seguir. Jesús nunca perdió de vista su meta a seguir. Sacrificó todo para alcanzarla. Lo más importante en la vida es la salvación de nuestras almas.
Pésame a la Virgen
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o la Dolorosa, se venera a María en muchos lugares y se celebra el viernes santo. Se acostumbra rezar "el Santo Rosario de Pésame"
El Viernes Santo se acompaña a María en la experiencia de recibir en brazos a su Hijo muerto con un sentido de condolencia. Se dice que se le va a dar el pésame a la Virgen, cuya imagen se viste de negro ese día, como señal de luto.
Acompañamos a María en su dolor profundo, el dolor de una madre que pierde a su Hijo amado. Ha presenciado la muerte más atroz e injusta que se haya realizado jamás, pero al mismo tiempo le alienta una gran esperanza sostenida por la fe. María vio a su hijo abandonado por los apóstoles temerosos, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.
María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no lo comprendamos.
Es Ella quien con su compañía, su fortaleza y su fe nos da fuerza en los momentos del dolor, en los sufrimientos diarios y pidámosle la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de ella y comprendamos que en el dolor, somos más parecidos a Cristo y capaces de amarlo con mayor intensidad.
La imagen de la Virgen dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos.
Autora: Teresa Fernández
En este día recordamos cuando Jesús muere en la cruz para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna. Obliga el ayuno y la abstinencia (haz click). El sacerdote lee la pasión de Cristo en la liturgia de la Adoración a la cruz. Este día no se celebra la Santa Misa.
En las iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está.
El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.
Podemos recordar leyendo el Evangelio de San Juan, capítulo 18, versículos 1-19, 42.
¿Cómo podemos vivir este día?
Este día manda la Iglesia guardar el ayuno y la abstinencia.
Se acostumbra rezar el Vía Crucis y meditar en las Siete Palabras de Jesús en la cruz.
Se participa en la Liturgia de Adoración a la Cruz con mucho amor, respeto y devoción.
Se trata de acompañar a Jesús en su sufrimiento.
A las tres de la tarde, recordamos la crucifixión de Jesús rezando el Credo.
¿Cómo se reza un Viacrucis?
Esta costumbre viene desde finales del siglo V, cuando los cristianos en Jerusalén, se reunían por la mañana del Viernes Santo a venerar la cruz de Jesús. Volvían a reunirse al empezar la tarde para escuchar la lectura de la Pasión.
El Viacrucis es una manera de recordar la pasión de Jesús y de revivir con Él y acompañarlo en los sufrimientos que tuvo en el camino al Calvario.
Se divide en catorce estaciones que narran, paso a paso, la Pasión de Cristo desde que es condenado a muerte hasta que es colocado en el sepulcro.
El Viacrucis se reza caminando en procesión, como simbolismo del camino que tuvo que recorrer Jesús hasta el Monte Calvario. Hasta adelante, alguno de los participantes lleva una cruz grande y es el que preside la procesión. Se hacen paradas a lo largo del camino para reflexionar en cada una de las estaciones, mediante alguna lectura específica.
Antes de cada estación se reza: "Adorámoste Cristo y te bendecimos que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén". Después de escuchar con atención la estación que se medita, al final de cada una, se reza: "Señor pequé, ten misericordia de mi, pecamos y nos pesa ten misericordia de nosotros", seguido de un Padrenuestro, una Ave María y un Gloria, mientras se camina hasta la siguiente estación. El que lleva la cruz, se la puede pasar a otra persona.
El sermón de las Siete Palabras
Esta devoción consiste en reflexionar en las últimas siete frases que pronunció Jesús en la cruz, antes de su muerte.
Primera Palabra
"Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen". (San Lucas 23, 24)
Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de ser Dios, no se ocupó de probar su inocencia, ya que la verdad siempre prevalece. Nosotros debemos ocuparnos del juicio ante Dios y no del de los hombres. Jesús no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo pidió para quienes lo acusaron. Nosotros no somos nadie para juzgar. Dios nos ha perdonado grandes pecados, por lo que nosotros debemos perdonar a los demás. El perdonar ayuda a quitar el odio. El amor debe ganar al odio. La verdadera prueba del cristiano no consiste en cuánto ama a sus amigos, sino a sus enemigos. Perdonar a los enemigos es grandeza de alma, perdonar es prueba de amor.
Segunda Palabra
"Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso". (San Lucas 23,43)
Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y el sufrimiento. La manera como reaccionemos ante el dolor depende de nuestra filosofía de vida. Dice un poeta que dos prisioneros miraron a través de los barrotes de su celda y uno vio lodo y otro vio estrellas. Estas son las actitudes que se encuentran manifestadas en los dos ladrones crucificados al lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor y el otro sí lo hizo. Necesitamos espiritualizar el sufrimiento para ser mejores personas. Jesús en la cruz es una prueba de amor. El ladrón de la derecha, al ver a Jesús en la cruz comprende el valor del sufrimiento. El sufrimiento puede hacer un bien a otros y a nuestra alma. Nos acerca a Dios si le damos sentido.
Tercera Palabra
"Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre". (San Juan 19, 26-27)
La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres.
El amor busca aligerar al que sufre y tomar sus dolores. Una madre cuando ama quiere tomar el dolor de las heridas de sus hijos. Jesús y María nos aman con un amor sin límites. María es Madre de cada uno de nosotros. En Juan estamos representados cada uno de nosotros. María es el refugio de los pecadores. Ella entiende que somos pecadores.
Cuarta Palabra
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (San Marcos 15, 34)
Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre.
Estas palabras nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado es la muerte del alma. La bondad es el constante rechazo al pecado. El pecado es el abandono de Dios por parte del hombre. El hombre rechazó a Dios y Jesús experimentó esto.
Quinta Palabra
"¡Tengo sed!" (San Juan 19, 28)
La sed es un signo de vida. Tiene sed de dar vida y por eso muere.
Él tenía sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin sus ovejas. Durante toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores del cuerpo no eran nada en comparación del dolor del alma. Que el hombre despreciara su amor le dolía profundamente en su corazón. Todo hombre necesita ser feliz y no se puede ser feliz sin Dios. La sed de todo hombre es la sed del amor.
Sexta Palabra
"Todo está consumado". (San Juan 19, 30)
Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la voluntad de su Padre. Su misión terminaría con su muerte. El plan estaba realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos salvado nuestras almas. Todo lo que hagamos debe estar dirigido a este fin. El sufrimiento, los tropiezos de la vida nos recuerdan que la felicidad completa solo la podremos alcanzar en el cielo. Aprendemos a morir muriendo a nosotros mismos, a nuestro orgullo, nuestra envidia, nuestra pereza, miles de veces cada día.
Séptima Palabra
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". (San Lucas 23, 46)
Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se abandona en las manos de su Padre.
Estas palabras nos hacen pensar que debemos de cuidar nuestra alma, no sólo nuestro cuerpo. Jesús entregó su cuerpo, pero no su alma. Devolvió su espíritu a su Padre no con grito de rebelión sino con un grito triunfante. Nadie nos puede quitar nuestro espíritu. Es importante recordar cual es nuestro destino en al vida para no equivocarnos de camino a seguir. Jesús nunca perdió de vista su meta a seguir. Sacrificó todo para alcanzarla. Lo más importante en la vida es la salvación de nuestras almas.
Pésame a la Virgen
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o la Dolorosa, se venera a María en muchos lugares y se celebra el viernes santo. Se acostumbra rezar "el Santo Rosario de Pésame"
El Viernes Santo se acompaña a María en la experiencia de recibir en brazos a su Hijo muerto con un sentido de condolencia. Se dice que se le va a dar el pésame a la Virgen, cuya imagen se viste de negro ese día, como señal de luto.
Acompañamos a María en su dolor profundo, el dolor de una madre que pierde a su Hijo amado. Ha presenciado la muerte más atroz e injusta que se haya realizado jamás, pero al mismo tiempo le alienta una gran esperanza sostenida por la fe. María vio a su hijo abandonado por los apóstoles temerosos, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.
María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no lo comprendamos.
Es Ella quien con su compañía, su fortaleza y su fe nos da fuerza en los momentos del dolor, en los sufrimientos diarios y pidámosle la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de ella y comprendamos que en el dolor, somos más parecidos a Cristo y capaces de amarlo con mayor intensidad.
La imagen de la Virgen dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos.
Autora: Teresa Fernández
"¡Oh maravillosa y nueva virtud! ¡Lo que no hiciste desde el cielo servido de ángeles, hiciste desde la cruz acompañado de ladrones! Y no solamente la cruz, mas la misma figura que en ella tienes, nos llama dulcemente a amor; la cabeza tienes reclinada, para oírnos y darnos besos de paz, con la cual convidas a los culpados, siendo tú el ofendido; los brazos tendidos, para abrazarnos; las manos agujereadas, para darnos tus bienes; el costado abierto, para recibirnos en tus entrañas; los pies clavados, para esperarnos y para nunca poder apartarte de nosotros. De manera, que mirándote, Señor, todo me convida a amor: el madero, la figura, el misterio, las heridas de tu cuerpo; y, sobre todo, el amor interior me da voces que te ame y que nunca te olvide de mi corazón".
-San Juan de Ávila.
¡Oh Cruz fiel! El más noble de los árboles; ningún bosque produjo otro igual en hoja ni en flor ni en fruto. ¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
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Recomendamos escuchar hoy (haz click): MI CRISTO ROTO (AUDIO Y TEXTO)
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------¡Oh Cruz fiel! El más noble de los árboles; ningún bosque produjo otro igual en hoja ni en flor ni en fruto. ¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
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Reflexión
La vida del cristiano es un “vía crucis” si se acepta la invitación de Jesús de llevar la propia cruz detrás de Él cada día.
Podemos ser condenados al desprecio, podemos sentir el silencio que hiere y condena nuestra fidelidad cristiana. En nuestro “via crucis” hay también momentos de caída, de fragilidad y de cansancio, pero también nosotros tenemos una Madre (María) que nos acompaña en nuestro caminar como a Jesús.
El camino de la cruz de Cristo y el nuestro son unas vías de salvación y de apostolado, porque hemos sido invitados a colaborar en la salvación de nuestros hermanos. Todos los cristianos somos responsables del destino eterno de quienes nos rodean. Cristo nos enseña con la cruz a salir de nosotros mismos, y a dar así un sentido apostólico a nuestra vida.
Cuando contemplemos el crucifijo, cuando veamos la figura sufriente de Cristo en la cruz, pidamos la gracia de recordar que los dolores de Cristo crucificado son fruto del pecado. Evitemos, y pidamos la fortaleza a Dios para ello, cada una de las ocasiones de pecado que se nos presenten en nuestras vidas.
Recomendamos escuchar hoy (haz click): MI CRISTO ROTO (AUDIO Y TEXTO)
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