miércoles, 30 de noviembre de 2016

HORIZONTES BAÑADOS DE INFINITUD

SOBRE LA TRAGEDIA AÉREA

IMPORTANTE ACLARACIÓN: Hasta donde estamos enterados, este piloto era católico aunque luego -después de publicado este post- supimos que posteó algunos errores doctrinales. Ciertamente no comulgamos con ellos ni lo estamos poniendo como un santo o un ejemplo a seguir en todo. Oremos por su alma.

El mundo amaneció (el 29 de noviembre) con la trágica noticia del accidente aéreo que ha cobrado la vida de, hasta el momento, 76 personas. En la aeronave viajaba el equipo brasileño de fútbol ‘Chapecoense’. Se dirigían hacia la ciudad de Medellín en donde disputarían los primeros 90 minutos de la final de la copa sudamericana de fútbol ante el Atlético Nacional.

Alguien me decía hace unos momentos, a propósito de esta tragedia, ¿Por qué pasan estas cosas? Bueno, pasan porque la vida humana sobre la tierra es breve, fugaz, pasajera e impredecible. Hoy estamos, mañana no lo sabemos. Lo único seguro en este barro terrenal es que moriremos, pero cuándo, cómo y dónde, no lo sabe nadie, excepto Dios.

Y es que precisamente existe una doble mirada sobre estos acontecimientos, y en general sobre toda la vida humana. Una es la mirada que podríamos llamar naturalista, que es una mirada finita, intrascendente, limitada, terrena, desesperanzada. Surge del hecho de considerar la realidad humana como contenida por completo dentro de los límites de lo material, en el sentido más elemental de ese término. Se ve entonces la vida como un instante suspendido entre dos nadas: la nada de donde venimos y la nada hacia donde nos dirigimos.

Es una visión empobrecida de la realidad humana, que no puede menos que conducir a la desesperación, y que durante el instante fugaz en que al parecer consiste nuestro paso por la tierra, no produce como fruto más que una existencia sin sentido, sin significado, sin sustancia, una mera carrera contra el tiempo por ‘gozar’ lo más posible, sufrir lo menos y llegar al sepulcro con el estómago satisfecho para no tener mucho que lamentar. Actitud que bien resume ese antiguo adagio latino que invita a gozar del momento presente, pues no hay otro: ¡Carpe diem!*

Afortunadamente no es esa la única alternativa ante el espectáculo de la insuficiencia humana y de la fugacidad de su existencia. Está la mirada del que se sabe criatura, salido de las manos de un Creador que es no solo omnipotente y sabio, sino igualmente padre amoroso y Dios de misericordia y perdón. Así las cosas la existencia humana ya no es un instante fugaz suspendido entre dos nadas, sino un instante, sí, pero salido de las manos de un Dios y que tiene en ese padre de amor y misericordia su final, que al mismo tiempo es su verdadero comienzo. Con esto cambia del todo el panorama, pues de naturalista que era la mirada sobre la vida humana, sobre sus idas y venidas, se hace predominantemente sobrenatural, se le mira “sub specie aeternitatis”, es decir, bajo una mirada de eternidad. Por lo mismo nuestra mirada ya no es finita, encerrada en los estrechos límites de una materialidad ciega, sorda y muda, sino que se abre generosa y esperanzada hacia horizontes bañados de infinitud, cuyo destino no es el vacío silencioso del sepulcro, sino la dicha de ver cara a cara eternamente a Aquél por cuyo amor somos y somos lo que somos, en una espiral interminable de felicidad, plenitud y gloria.

Muchos hoy optan por la primera mirada, encuentran quizá en ella un modo de vida que les procura cierta comodidad temporal, y ellos les basta y les sobra. Diríamos que son almas de mirada corta, águilas que se creen gallinas, y no vuelan para no perder la comodidad del gallinero. Son legión.

A pesar de ello, siempre han existido, existen y existirán almas de mayor generosidad, de mirada más alta, de alcances trascendentes, que han escuchado el llamado del Nazareno y han decidido aceptar su invitación:

¡Duc in altum!** (Lucas 5, 4)

¡Ve más allá! ¡No te quedes en la orilla del lago, enamorado de la aparente seguridad de sus playas!

Dios nos conceda a todos aceptar esa invitación y mirar siempre más allá, hacia lo alto, lejos del alcance de la desesperación y del vacío.

Una oración por las almas de los futbolistas fallecidos (y las de la tripulación y los demás pasajeros). Para Dios no hay tiempo:


Ave Maria, gratia plena, Dominus Tecum.

Benedicta Tu in mulieribus, et benedictus

fructus ventris Tui, Iesus. Sancta Maria, Mater

Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in ora

mortis nostræ. Amen.


Leonardo Rodríguez V.

* Aprovecha el día
**Guía adelante, (hacia lo profundo).

Fuente

martes, 29 de noviembre de 2016

EL GOBIERNO FRANCÉS CONTRA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN: PRETENDE PROHIBIR PÁGINAS PROVIDA EN INTERNET




PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL FRANCESA

Mons. Pontier pide a Hollande que no apruebe la ley que busca cerrar webs provida en Francia

El gobierno francés ha decidido acelerar el proceso de aprobación parlamentaria de un proyecto de ley, que busca ilegalizar las páginas webs que quieren convencer a las mujeres para que no aborten voluntariamente. La Conferencia Episcopal francesa, a través de su presidente, Mons. Georges Pontier, pide que no se apruebe semejante medida.

(InfoCatólica) Mons. Pontier ha escrito una carta al presidente Hollande en la que pide que no se apruebe dicha ley, que pondría en peligro a todo el movimiento provida en Francia
El arzobispo de Marsella advierte al gobernante que «el aborto, nos guste o no, sigue siendo un acto grave y pesado que cuestiona profundamente la conciencia», lo cual hace que muchas mujeres tengan la «necesidad de hablar, para buscar consejo» antes de tomar una «decisión dramática que marcará toda su vida».
Tras recordar que ya no existe la semana de reflexión previa a realizar un aborto que antes exigía la ley francesa, Mons. Pontier explica a Hollande que las asociaciones provida en Francia «han decidido dedicar su tiempo, especialmente a través de los instrumentos digitales, a escuchar a las mujeres indecisas» que están ante la elección de abortar o no. El éxito de dichas organizaciones, indica el prelado francés, se ve también en el hecho de que muchas de las mujeres que han abortado acuden a ellas buscando ayuda psicológica.
Mons. Pontier pregunta al presidente Hollande dónde quedaría la «libertad de expresión en Internet. Una limitación aún más grave puesto que afecta a cuestiones de libertad de conciencia. Esto parece ser una infracción muy grave de los principios de la democracia».
El presidente de Marsella pide al presidente de la república francesa que la ley sea al menos objeto de una discusión parlamentaria tan amplia como la que tuvo lugar sobre la eutanasia..

Carta del Arzobispo Pontier al presidente Hollande (en francés)

viernes, 25 de noviembre de 2016

EL OBISPO ATHANASIUS SCHNEIDER, EN DEFENSA DE LOS CUATRO CARDENALES QUE PREGUNTARON AL PAPA

ABAJO: UN TERCER OBISPO SE UNE A LA DEFENSA


N.B.: El siguiente artículo fue enviado hoy a Rorate Caeli por Su Excelencia el Obispo Athanasius Schneider. No sólo permitimos sino que animamos a todos los medios de comunicación y blogs tradicionales a publicar este artículo y llevar su mensaje crítico a todo el mundo. También: sabemos que es un hecho que otros prelados poseen tanto la verdadera fe como agallas. Ustedes, cardenales y obispos, también pueden aprovechar nuestro alcance global publicando en Rorate en defensa de los cuatro cardenales. Instamos a que lo hagan.

Por el obispo Athanasius Schneider

Especial para Rorate Caeli
23 de noviembre de 2016

“Nada podemos contra la verdad, sino a favor de la verdad” (2 Cor. 13: 8)

La Voz Profética de Cuatro Cardenales de la Santa Iglesia Católica Romana

Debido a “una profunda preocupación pastoral,” el 14 de noviembre de 2016, cuatro cardenales de la Santa Iglesia Católica Romana, Su Eminencia Joachim Meisner, Arzobispo emérito de Colonia (Alemania), Su Eminencia Carlo Caffarra, Arzobispo emérito de Bolonia (Italia), Su Eminencia Raymond Leo Burke, Patrón de la Soberana Orden Militar de Malta, y Su Eminencia Walter Brandmüller, Presidente emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas, publicaron un texto con cinco preguntas, llamadas dubia (“dudas” en latín), que habían enviado previamente, el 19 de septiembre de 2016, al Santo Padre y al cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, junto con una carta. Los cardenales solicitaron al papa Francisco que aclare la “grave desorientación y gran confusión” respecto a la interpretación y aplicación práctica de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, particularmente el capítulo VIII y los fragmentos relacionados a la admisión a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar, así como la enseñanza moral de la Iglesia.

En su declaración con título “Buscando Claridad: Una Súplica para Deshacer los Nudos de Amoris Laetitia,” los cardenales dicen que “para muchos – obispos, sacerdotes, y fieles, – estos párrafos aluden o inclusive enseñan explícitamente un cambio en la disciplina de la Iglesia respecto a los divorciados que viven en una nueva unión.” Al decir esto, los cardenales sólo manifestaron hechos reales de la vida de la Iglesia. Estos hechos son demostrados en orientaciones pastorales de varias diócesis y por declaraciones públicas de algunos obispos y cardenales que afirman que en algunos casos los católicos divorciados vueltos a casar pueden ser admitidos a la sagrada comunión aunque continúen haciendo uso de los derechos reservados por ley Divina a parejas válidamente casadas.

Al publicar un pedido de claridad en un asunto que concierne simultáneamente a la verdad y a la santidad de tres sacramentos, el matrimonio, la penitencia y la eucaristía, los cuatro cardenales sólo cumplieron con el deber básico como obispos y cardenales, que consiste en contribuir activamente para que la revelación transmitida por los apóstoles pueda ser preservada sagradamente e interpretada fielmente. Fue especialmente el Concilio Vaticano Segundo que recordó a todos los miembros del colegio de obispos como legítimos sucesores de los apóstoles, su obligación según la cual “en virtud de la institución y precepto de Cristo [69], están obligados a tener por la Iglesia universal aquella solicitud que, aunque no se ejerza por acto de jurisdicción, contribuye, sin embargo, en gran manera al desarrollo de la Iglesia universal. Deben, pues, todos los Obispos promover y defender la unidad de la fe y la disciplina común de toda la Iglesia” (Lumen gentium, 23; cf. también Christus Dominus, 5-6).

Al publicar su solicitud al Papa, los obispos y cardenales debieron estar movidos por un afecto colegial genuino hacia el Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra, siguiendo la enseñanza del Concilio Vaticano II (cf. Lumen gentium, 22); y al hacerlo ofrecer “ayuda consultiva a la función primacial” del Papa (cf. Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos, 13).

En nuestros días, la Iglesia entera debe reflexionar sobre el hecho de que el Espíritu Santo no ha inspirado en vano a San Pablo para que escriba en la carta a los Gálatas el incidente de su corrección pública a Pedro. Uno debe confiar que el papa Francisco aceptará esta súplica pública de los cuatro cardenales con el espíritu del Apóstol Pedro cuando San Pablo le ofreció una corrección fraterna por el bien de toda la Iglesia. Que las palabras de aquel gran Doctor de la Iglesia, Santo Tomás de Aquino, nos iluminen y nos reconforten: “En el caso de que amenazare un peligro para la fe, los superiores deberían ser reprendidos incluso públicamente por sus súbditos. Por eso San Pablo, siendo súbdito de San Pedro, le reprendió en público a causa del peligro inminente de escándalo en la fe. Y como dice la Glosa de San Agustín: Pedro mismo dio a los mayores ejemplo de que, en el caso de apartarse del camino recto, no desdeñen verse corregidos hasta por los inferiores.” (Summa theol., II-II, 33, 4c).

Ver explicación aquí: http://www.catolicidad.com/2009/07/la-reprension-de-san-pablo-al-primer_10.html

El papa Francisco realiza llamados frecuentes al diálogo abierto y sin miedo entre todos los miembros de la Iglesia en asuntos referidos a los bienes espirituales de las almas. En la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, el Papa habla de la necesidad “de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. La reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa, nos ayudará a encontrar mayor claridad” (n. 2). Más aún, las relaciones en todos los niveles dentro de la Iglesia deben estar libres de un clima de miedo o intimidación, tal como solicitó el papa Francisco en varios pronunciamientos.

A la luz de estos pronunciamientos del papa Francisco y del principio de diálogo y aceptación de la pluralidad legítima de opiniones, promovido por los documentos del Concilio Vaticano Segundo, las reacciones extraordinariamente violentas e intolerantes de algunos obispos y cardenales contra la pacífica y cautelosa súplica de los cuatro cardenales provocan un gran asombro. Entre estas reacciones intolerantes uno podría leer afirmaciones tales como, por ejemplo: los cuatro cardenales son tontos, cismáticos, herejes e incluso comparables a los herejes arrianos.

Tales juicios despiadados y terminantes no revelan sólo intolerancia, rechazo al diálogo, y furia irracional, sino que también demuestran sometimiento a la imposibilidad de decir la verdad, sometimiento al relativismo en la doctrina y en la práctica, en la fe y en la vida. La reacción clerical antes mencionada contra la voz profética de los cuatro cardenales refleja, en última instancia, impotencia frente a los ojos de la verdad. Tal reacción violenta sólo tiene un objetivo: silenciar la voz de la verdad que perturba y fastidia la aparentemente pacífica y nebulosa ambigüedad de estos críticos clericales.

Las reacciones negativas a la declaración pública de los cuatro cardenales se asemejan a la confusión doctrinal general durante la crisis arriana del siglo cuarto. Es en beneficio de todos citar, en esta situación de confusión doctrinal de nuestros días, algunas afirmaciones de San Hilario de Poitiers, el “Atanasio del oeste”.

San Hilario de Poitiers
“Ustedes [los obispos de la Galia] que aún permanecen conmigo, fieles en Jesucristo, no se rindieron al verse amenazados por el surgimiento de la herejía, y ahora, al enfrentarse a dicho surgimiento han desatado su violencia. Sí, hermanos, ustedes han triunfado, para alegría inmensa de quienes comparten su fe: y su constancia inquebrantable obtuvo la doble gloria de mantener la conciencia pura y dar un ejemplo de gran autoridad.” (Hil. De Syn., 3).

“Su fe invencible [de los obispos de la Galia] mantiene la distinción honorable del valor consciente y, contentos en rechazar una acción astuta, vaga, o dubitativa, permanece segura en Jesucristo, preservando la profesión de su libertad. Debido a que todos nosotros sufrimos un dolor profundo y lamentable por las acciones de los malvados contra Dios, sólo dentro de nuestros límites se encontrará la comunión en Jesucristo, desde el tiempo que la Iglesia comenzó a verse agobiada por disturbios tales como la expatriación de obispos, la destitución de sacerdotes, la intimidación del pueblo, la amenaza de la fe, y la determinación del significado de la doctrina de Cristo por voluntad y poder humanos. Su decidida fe no pretende ser ignorante de estos hechos o profesar que puede tolerarlos, percibiendo que por el acto de consentirlos hipócritamente traería hacia sí el juicio de la conciencia” (Hil. De Syn., 4).

“He dicho lo que yo mismo creo, consciente de que era mi deber como soldado al servicio de la Iglesia, según la enseñanza del Evangelio, el enviarles por estas cartas la voz del oficio que sostengo en Jesucristo. Corresponde a ustedes discutir, proveer y actuar, que puedan guardar con corazones celosos la fidelidad inviolable que mantienen, y que continúen sosteniendo lo que hoy sostienen” (Hil. De Syn., 92).

San Basilio el Grande
Las siguientes palabras de San Basilio el Grande, dirigidas a los obispos latinos, pueden ser aplicadas en ciertos aspectos a la situación de quienes en nuestros días solicitan claridad doctrinal, incluyendo los cuatro cardenales: “El cargo que ciertamente asegura un severo castigo es mantener cuidadosamente las tradiciones de los padres. No estamos siendo atacados por riquezas, gloria, o beneficios temporales. Nos paramos en el campo a luchar por nuestra herencia común, por el tesoro de la fe profunda proveniente de nuestros padres. Aflíjanse con nosotros, todos ustedes que aman a sus hermanos, por el silencio de los hombres de verdadera religión y la apertura de los labios osados y blasfemos de todos los que pronuncian injusticias contra Dios. Los pilares y la base de la verdad desparramados hacia afuera. Nosotros, cuya insignificancia ha permitido que seamos ignorados, estamos privados de nuestro derecho a hablar libremente” (Ep. 243, 2.4).

Hoy, estos obispos y cardenales que solicitan claridad y que intentan cumplir su deber guardando santa y fielmente la Revelación Divina transmitida en relación a los sacramentos del matrimonio y la eucaristía, ya no están exiliados como lo estaban los obispos nicenos durante la crisis arriana. Contrario al tiempo de la crisis arriana, tal como escribió en 1973 Rudolf Graber, obispo de Ratisbona, hoy el exilio de obispos es reemplazado por estrategias para silenciarlos y campañas de difamación (cf. Athanasius und die Kirche unserer Zeit, Abensberg 1973, p. 23).

San Gregorio Nacianceno
Otro campeón de la fe católica durante la crisis arriana fue San Gregorio Nacianceno. Él escribió la siguiente descripción del comportamiento de la mayoría de los pastores de la Iglesia de aquel tiempo. Esta voz del gran Doctor de la Iglesia debiera ser una advertencia beneficiosa para los obispos de todos los tiempos: Ciertamente los pastores actuaron como unos insensatos, porque salvo un número muy reducido, que fue despreciado por su insignificancia o que resistió por su virtud, y que había de quedar como una semilla o una raíz de donde renacería de nuevo Israel bajo el influjo del Espíritu Santo, todos cedieron a las circunstancias, con la única diferencia de que unos sucumbieron más pronto y otros más tarde; unos estuvieron en primera línea de los campeones y jefes de la impiedad, otros se unieron a las filas de los soldados en batalla, vencidos por el miedo, por el interés, por el halago o, lo que es más inexcusable, por su propia ignorancia” (Orat. 21, 24).

Cuando en el año 357 el papa Liberio firmó una de las denominadas fórmulas de Sirmium en la que descartaba deliberadamente la expresión dogmáticamente definida de “homoousios” y excomulgó a San Atanasio para tener paz y armonía con los obispos arrianos y semi-arrianos del este, algunos fieles católicos y obispos, especialmente San Hilario de Poitiers, se escandalizaron profundamente. San Hilario transmitió la carta que el papa Liberio escribió a los obispos orientales, anunciando la aceptación de la fórmula de Sirmium y la excomunión de San Atanasio. Con gran dolor y consternación, San Hilario agregó a la carta, en una especie de desesperación, la frase: “Anathema tibi a me dictum, praevaricator Liberi” (Yo te digo anatema, prevaricador Liberio), cf. Denzinger-Schönmetzer, n. 141. El papa Liberio quería paz y armonía a toda costa, incluso a expensas de la verdad divina. En su carta a los obispos heterodoxos latinos Ursace, Valence, y Germinius anunciándoles las decisiones mencionadas arriba, escribió que prefería paz y armonía antes que el martirio (cf. cf. Denzinger-Schönmetzer, n. 142).

En qué contraste dramático yacía el comportamiento del papa Liberio frente a la siguiente convicción de San Hilario de Poitiers: “No conseguimos paz a expensas de la verdad, haciendo concesiones para adquirir la reputación de tolerantes. Conseguimos la paz luchando legítimamente según las reglas del Espíritu Santo. Hay un peligro en aliarse secretamente con el descreimiento que lleva el hermoso nombre de la paz.” (Hil. Ad Const., 2, 6, 2).

El beato John Henry Newman habló sobre estos lamentable e inusuales hechos con la siguiente afirmación sabia y equilibrada: “Si bien es históricamente cierto, no es de ninguna manera doctrinalmente falso que un Papa, como doctor privado, y mucho más los obispos, cuando no enseñan formalmente, pueden errar, tal como vemos que erraron en el siglo cuarto. El papa Liberio podía firmar la fórmula Eusebia en Sirmium, y la misa de los obispos en Ariminum u otro lugar, y a pesar de ese error seguir siendo infalible en sus decisiones ex cathedra.” (The Arians of the Fourth Century, London, 1876, p. 465).


Los cuatro cardenales con su voz profética demandando claridad doctrinal y pastoral tienen un gran mérito frente a sus propias conciencias, frente a la historia, y frente a innumerables fieles católicos sencillos de nuestros días, empujados hacia la periferia eclesial por su fidelidad a las enseñanzas de Jesucristo sobre la indisolubilidad del matrimonio. Pero por sobre todo, los cuatro cardenales tienen un mérito grande a los ojos de Jesucristo. Debido al coraje de su voz, sus nombres brillarán ardientemente el día del Juicio Final. Debido a que obedecieron a la voz de su conciencia, recordando las palabras de San Pablo: “Nada podemos contra la verdad, sino a favor de la verdad” (2 Cor 13: 8). Seguramente, en el Juicio Final, los ya mencionados críticos de los cuatro cardenales, en su mayoría clérigos, no tendrán una respuesta fácil por su ataque violento al justo, valioso, y meritorio acto de estos cuatro miembros del Sagrado Colegio Cardenalicio.

Las siguientes palabras inspiradas por el Espíritu Santo retienen su valor profético, especialmente en vistas de la creciente confusión doctrinal y práctica respecto al sacramento del matrimonio en nuestros días: “Porque vendrá el tiempo en que no soportarán mas la sana doctrina, antes bien con prurito de oír se amontonarán maestros con arreglo a sus concupiscencias. Apartarán de la verdad el oído, pero se volverán a las fábulas. Por tu parte, sé sobrio en todo, soporta lo adverso, haz obra de evangelista, cumple bien tu ministerio.” (2 Tim. 4: 3-5).

Que todos quienes en nuestros días aún toman seriamente sus votos bautismales y sus promesas sacerdotales y episcopales, reciban la fortaleza y la gracia de Dios para reiterar, junto con San Hilario, las palabras: “¡Que pueda estar siempre en el exilio, a menos para que la verdad comience a predicarse otra vez!” (De Syn., 78). Deseamos de todo corazón esta fortaleza y gracia a los cuatro cardenales así como a quienes los critican.

+ Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Saint Mary en Astana

(Traducido por Marilina Manteiga, equipo de traducción de Adelante la Fe. Artículo original)

FUENTE: http://www.onepeterfive.com/third-bishop-comes-defense-four-cardinals/

VER TAMBIÉN (HAZ CLIC): MONS. JÓSEF WRÓBEL, OBISPO POLACO, APOYA PÚBLICAMENTE A LOS CUATRO CARDENALES QUE PREGUNTARON AL PAPA POR AMORIS LAETITIA

miércoles, 23 de noviembre de 2016

CRISTO ENTRONIZADO REY EN POLONIA POR AUTORIDADES RELIGIOSAS Y CIVILES

El presidente Andrzej Duda y varios miembros del Ejecutivo y de diputados del partido gobernante Ley y Justicia asistieron a la ceremonia este fin de semana


Jesucristo se ha convertido en el rey de Polonia, y lo ha hecho con el beneplácito del presidente de la república, Andrzej Duda, quien este fin de semana asistió a la ceremonia de entronización acompañado de varios miembros del Ejecutivo y de diputados del partido gobernante Ley y Justicia.

Ésta no es la primera vez que se concede a Jesucristo el trono de Polonia, ya que en ocasiones anteriores (las más recientes en Jasna Góra, 1997, y Sagiewnikim, en el año 2000) ya tuvieron lugar ceremonias parecidas, aunque nunca antes habían contado con la presencia del jefe del Estado.
El presidente polaco (izquierda, al frente) junto a su madre (derecha), durante el acto.
(Foto del facebook del presidente).
A la misa de entronización, que tuvo lugar en el santuario de Lagiewniki, cerca de Cracovia, también asistieron alrededor de 6.000 fieles, según medios locales, que vieron cumplido su anhelo de ver a Jesucristo en el trono polaco siete meses después de que la jerarquía católica aprobase la entronización.

Además de Duda, vinculado al gobernante partido Ley y Justicia, quien presidió el acto acompañado de su madre, Jadwiga, también estuvieron presentes los ministros de Justicia y de Medio Ambiente, Zbigniew Ziobro y Jan Szyszko, y varios diputados de esta formación.

La presencia en la ceremonia de altos representantes de Ley y Justicia demuestra la cercanía entre la Iglesia católica y el Gobierno de este partido, que nunca ha negado su identificación con los postulados del catolicismo.

Ejemplos del peso de los valores católicos en la alta política polaca hay muchos, el último la lucha que Ley y Justicia mantiene para lograr la restricción del aborto.

La relación del Gobierno es especialmente estrecha con los sectores más conservadores de la Iglesia polaca, incluido el polémico sacerdote redentorista Tadeusz Rydyk, fundador de la cadena Radio Maryja, la televisión Trwam y de la universidad de Ciencias Sociales y Medios de Comunicación de Torun (centro de Polonia).

Manifestación para proclamar monarca a Jesús

En marzo de 2010 varios miles de personas se manifestaron en Varsovia con cruces, pendones y banderas nacionales para pedir una declaración conjunta de Estado e Iglesia en la que se nombrase a Jesucristo rey honorífico de Polonia.

Antes, en 2006, 46 diputados polacos (el 10% de la cámara), entre ellos miembros de Ley y Justicia, plantearon un proyecto de ley para proclamar monarca a Jesús.

Estos parlamentarios argumentaban que el hijo de Dios debería ser hecho rey por motivos teológicos e históricos, al igual que la Virgen María, quien fue declarada reina honoraria de Polonia por el Rey Juan II Casimiro Vasa hace 350 años.

Fuente: ABC.

IMÁGENES DE LA CEREMONIA (tomadas del facebook del presidente de Polonia)

martes, 22 de noviembre de 2016

ROMA MANTIENE LA JURISDICCIÓN DE LOS SACERDOTES DE LA FSSPX PARA CONFESAR

NOTICIA RECIENTE:


Ciudad del Vaticano. El 21 de noviembre 2016, la Santa Sede publicó la Carta Apostólica del papa Francisco Misericordia et misera, firmada el 20 de noviembre. En el n° 12 de este documento, el Santo Padre extiende más allá del Año de la Misericordia la facultad de confesar concedida el 1 de septiembre de 2015 a los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X:
"En el Año del Jubileo había concedido a los fieles, que por diversos motivos frecuentan las iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, la posibilidad de recibir válida y lícitamente la absolución sacramental de sus pecados (Cf. Carta con la que se concede la indulgencia con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, 1 septiembre 2015). Por el bien pastoral de estos fieles, y confiando en la buena voluntad de sus sacerdotes, para que se pueda recuperar con la ayuda de Dios, la plena comunión con la Iglesia Católica, establezco por decisión personal que esta facultad se extienda más allá del período jubilar, hasta nueva disposición, de modo que a nadie le falte el signo sacramental de la reconciliación a través del perdón de la Iglesia".
Contrariamente a lo que algunos desinformados creen, la Fraternidad San Pío X profesa todos los dogmas católicos y reconoce la autoridad del Romano Pontífice. Si bien es cierto que actualmente no mantiene una regularidad canónica, el problema no atañe al dogma. Sus ordenaciones sacerdotales son válidas y son sacerdotes católicos. Como católicos son atendidos por la Comisión Ecclesia Dei en Roma y no por algún dicasterio que se relacione con los no católicos. Por lo mismo, el papa Francisco ha extendido más allá del periodo jubilar, la autorización para que mantengan la jurisdicción ordinaria para escuchar las confesiones de los fieles.

La Iglesia Católica solo otorga jurisdicción ordinaria para confesar a quienes pertenecen al cuerpo de la misma Iglesia. Si se concede esta facultad ordinaria de confesar, necesariamente se está reconociendo que esos sacerdotes son católicos y no están cisma. Un sacerdote excomulgado o cismático podría absolver a un pecador solo en el caso de que alguien estuviese en peligro de muerte. Sería un caso en el que la Iglesia, por el estado de necesidad del fiel, otorga una jurisdicción que no sería ordinaria.  


A continuación (del portal The Remnant traducido por Enrique Treviño para Adelante la Fe) tomamos el análisis realizado por un sacerdote católico (que no pertenece a la FSSPX) sobre las implicaciones que tiene la autorización dada hace un año -y recientemente refrendada- por el papa Francisco:


El cisma y la facultad para oír confesiones en el CDC (Código de Derecho Canónico de 1983)

Primera proposición: Un sacerdote que tiene la facultad de oír confesiones no puede estar en cisma. Mi razonamiento es el siguiente:

1. Estar en cisma es estar bajo excomunicación latae sententiae.

2. Un sacerdote bajo excomunicación latae sententiae tiene prohibido administrar los sacramentos.

3. Por lo tanto, un sacerdote que tiene permitido celebrar los sacramentos no puede estar en cisma.

Las disposiciones relevantes del CIC son las siguientes.

En su canon 751, el Código define «cisma» de la siguiente manera: «Rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos».

El canon 1364 estipula que, entre otras cosas, «el cismático incurre en excomunión latae sententiae».

El canon 1331 §1 indica:

Se prohíbe al excomulgado:

1 tener cualquier participación ministerial en la celebración del Sacrificio Eucarístico o en cualesquiera otras ceremonias de culto;

2 celebrar los sacramentos o sacramentales y recibir los sacramentos;

3 desempeñar oficios, ministerios o cargos eclesiásticos, o realizar actos de régimen.

Segunda proposición: El Santo Padre debe considerar a los sacerdotes de FSSPX ministros de la Iglesia fielmente adheridos a la doctrina del magisterio.

El CDC estipula que no puede dársele a un sacerdote la facultad de absolver pecados a menos que posea la potestad de orden así como la facultad para ejercerla sobre los fieles (can. 966 §1). El sacerdote puede recibir esa facultad tanto ipso iure como por concesión de la autoridad competente, a tenor del c. 969 (can. 966 §1).

Nótese, también, que el canon 970 estipula que «La facultad de oír confesiones sólo debe concederse a los presbíteros que hayan sido considerados aptos mediante un examen, o cuya idoneidad conste de otro modo». Si Su Santidad el papa Francisco ha otorgado a la FSSPX la facultad de absolver pecados, de ello se sigue que cumplen una o ambas condiciones del canon 970.

Finalmente, hacemos la observación de que el canon 978 §2 estipula: «Al administrar el sacramento, el confesor, como ministro de la Iglesia, debe atenerse fielmente a la doctrina del Magisterio y a las normas dictadas por la autoridad competente».

Por consiguiente, si el Papa ha otorgado las facultades arriba referidas, el Santo Padre debe de considerar que los sacerdotes de la FSSPX están capacitados para operar como ministros de la Iglesia y «atenerse fielmente a la doctrina».

lunes, 21 de noviembre de 2016

LA MUERTE DE LUTERO


¿Cómo murió Lutero?

La versión oficial protestante narra que el mayor artífice de la ruptura cristiana falleció de muerte natural, el 15 de febrero de 1546, luego de un viaje a Eisleben y padeciendo una angina en el pecho; ¿fue realmente así?

Un estudioso alemán contemporáneo, Dietrich Emme, ofrece una versión muy diferente en una revisión de los hechos. En su “Martin Luther, Seine Jugend und Stu­dienzeit 1483-1505. Eine doku­mentarische Darstelleng”[1] (“Mar­tín Lutero: La juventud y los años de estudio desde 1483 al 1505. Bonn 1983”) señala que Lutero se suicidó; pero no es el único en señalarlo.

Asimismo, un psicoanalista freudiano, M. Roland Dalbiez,en su estudio sobre “La angustia de Lutero”[2],le atribuye «…una neurosis de angustia gravísima, tan grave que uno puede preguntarse si no ha sido debida a un estado-límite en la frontera entre la neurosis, por una parte, y el “raptus suicida”, por otra, un automatismo teleológico anti-suicida»[3].

Sí; Lutero tuvo tendencias suicidas, como puede corroborarse en sus mismas “Tischreden” (“Charlas de sobremesa”) donde se reporta, entre otras, una de sus conversaciones con el pastor Güben, Leonhard Beyer, ocurrida en el año 1551:

«Nos dijo que, cuando estaba prisionero, el diablo lo había malvadamente atormentado y que había reído de todo corazón cuando él (Lutero) tomó en su mano un cuchillo, diciéndole: “¡Ve adelante! ¡Suicídate!” (…). Esto me ha ocurrido muy a menudo, tanto como para ponerme en la mano un cuchillo… y que pensamientos malvados me venían a la mente de tal modo, de manera de no poder ya rezar»[4].

Algo análogo narra en 1606 el franciscano Heinrich Sedulius, en su “Preaescriptiones adversus haereses” al traer a colación el valioso testimonio de Ambrosio Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de narrar una muerte a causa de una angina, dice:

«Martín Lutero, la noche antes de su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia y en tal exceso que fuimos obligados a llevarlo, completamente alcoholizado, y colocarlo en su lecho. Luego, nos retiramos a nuestra cámara, ¡sin presentir nada desagradable! A la mañana siguiente, volvimos junto a nuestro señor para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vimos a nuestro señor Martín colgando del lecho y estrangulado miserablemente! Tenía la boca torcida, la parte derecha del rostro negra, el cuello rojo y deforme»[5].

Efectivamente en aquella época se usaban camas elevadas, sostenidas por columnas.

«Frente a este horrendo espectáculo, ¡fuimos presos de un gran temor! ¡Corrimos, sin retardo, a los príncipes, sus convidados de la víspera, a anunciarles el execrable fin de Lutero! Ellos, llenos de terror como nosotros, nos comprometieron en seguida, con mil promesas y los más solemnes juramentos, a observar, respecto de aquel suceso, un silencio eterno, y que nada trascendiera. Luego, nos ordenaron quitar del cabezal el horrible cadáver de Lutero, ponerlo sobre su lecho y divulgar, después, entre el pueblo, que el “maestro Lutero” ¡había abandonado de improviso esta vida»[6].

El mismo Maritain señala que el doctor De Coster, quien examinó a Lutero, explica que la boca del difunto se encontraba torcida con el rostro negro y con su cuello rojo y deforme[7].

También el sacerdote oratoriano Bozio, en su libro “De Signis Ecclesiae”, publicado en 1592[8], señala que un doméstico del reformador indicó que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho; lo mismo dice el Dr. Géorges Claudin[9].

Como bien señala el P. Villa, al parecer “Lutero, entonces, no murió de muerte natural, como se ha escrito falsamente en todos los libros de historia del protestantismo, sino que murió suicida, en su mismo lecho, después de una esplendorosa cena en la cual, como de costumbre, ¡había bebido desmesuradamente y se había saciado de comida fuera de todo límite!”[10].

Él, quien había despotricado contra la Iglesia, el Papado y la doctrina católica, paradójicamente ese 15 de febrero de 1546, fiesta de la Cátedra de San Pedro, abandonaba voluntariamente su vida mortal a las tres de la mañana, la anti–hora de la redención que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo en el calvario.

Es triste: pero así acaban los que mal andan…

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi
1] Vale la pena decir que los dos historiadores más competentes en Alemania acerca de la vida de Lutero, el Dr. Theobald Beer y el Prof. Remigius Baumer, han corroborado tanto el material, como los documentos citados por Emme.
[2] Roland Dalbiez, L’angoisse de Luther, Tequi, Paris 1974.
[3] Luigi Villa, Martín Lutero. Homicida y suicida, Civiltà, Brescia s/f, 5 (http://www.chiesaviva.com/lutero%20omicida%20e%20suicida/lutero%20homicida%20y%20suicida.pdf), 8.
[4] Luigi Villa, op. cit., 12-13.
[5] Ibídem, 16. El texto en latín puede verse en Heinrici Seduli ex Ordine Minorum, Praescriptiones adversus haereses, Officina Plantiniana, Amberes 1606, 257 pp. (online, aquí: http://bajarlibros.co/libro/f.-heinrici-seduli-ex-ordine-minorum-praescriptiones-adversus-haereses/bwjIJTfTtzjt2o2G/).
[6] Ibídem. Es interesante coincidencia, Maritain cuenta en su libro Tres reformadores, que muchos amigos, compañeros y primeros discípulos de Lutero también acabaron suicidándose.
[7] El dato que trae Maritain se encuentra en la edición francesa; no en la castellana.
[8] Tomás Bozio, De signis Ecclesiae Dei, Pedro Landry, Lyon 1593-1594, 3 vols.
[9] Géorges Claudin, La mort de Luther, Noisy-Le-Sec, Paris 1900, 99 (puede consultarse aquí: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k9323938.r=).
[10] Luigi Villa, op. cit., 17.

viernes, 18 de noviembre de 2016

PADRE PÍO: “(LOS INCRÉDULOS) CREERÁN EN EL INFIERNO CUANDO LLEGUEN ALLÍ”


Cómo el santo temor del infierno ha hecho santos

Hay muchos testimonios de santos que gracias al temor santo al infierno se convirtieron y luego fueron un ejemplo para los demás. Acá traemos la historia de un beato franciscano que murió martirizado en 1922 y que ingresó a la vida religiosa gracias a un testimonio sobre el infierno.

Al Padre Pío (1887-1968) una vez le preguntaron qué pensaba de las personas que no creen en el infierno. Él sabiamente respondió:

“Ellos creerán en el infierno cuando lleguen allí”

EL SANTO TEMOR AL INFIERNO

Dios quiere que todos estemos unidos con Él en el cielo para toda la eternidad. Sin embargo, en los Evangelios, Jesús habló a menudo del infierno y del castigo eterno, al hablar de un lugar de

“… tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes.”(Mateo 8:11-12)

y del castigo eterno de los sin compasión y las personas no caritativas colocadas a su izquierda en el Juicio, declarando:

“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.” (Mateo 25:41)

o también “Si, pues, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego” (Mateo 18:8-9),

y esto por nombrar sólo algunas de las muchas ocasiones en que Jesús habló del infierno.

Además, la enseñanza del infierno es un dogma infalible de la Iglesia Católica. Es uno de las “cuatro últimas cosas” – el cielo, el infierno, la muerte y el juicio– que la Iglesia presenta a cada uno de nosotros para contemplar.

En resumen, Jesús y Su Iglesia siempre han fomentado un saludable temor del infierno. Y los que han estudiado la vida de los santos y otras personas piadosas han encontrado que la mayoría de ellos tenía un miedo muy saludable y beneficioso del infierno que inspiró y animó a luchar contra las tentaciones del mal que se les presentaron.

TESTIMONIO DEL BEATO RICARDO DE SANTA ANA

El Beato Ricardo de Santa Ana, fue un sacerdote franciscano martirizado al ser quemado en la hoguera en Nagasaki, Japón, en 1622.

La aparición célebre de un alma condenada fue atestiguada por el Beato Ricardo como la razón principal que le llevó a ingresar en los franciscanos.

Beato Ricardo de Santa Ana
El testimonio está relatado en tres obras: Adrian Lyroeus documentado en su “Marianum Trisagium, Libro III”, San Alfonso María de Ligorio, que también cita a los mismos hechos en sus “Glorias de María”, y por último en “Los anales de las Misiones Franciscanas, para los años 1866-1867.

Mientras el Beato Ricardo estaba viviendo en Bruselas en 1604 había dos jóvenes estudiantes que en vez de aplicarse al estudio, sólo pensaban en cómo vivir en el placer y el pecado. Una noche, entre otras, cuando había ido a caer en el pecado en una casa de prostitución, uno de los dos abandonó el lugar después de algún tiempo, dejando a su compañero en el pecado detrás de él.

Llegado a casa, estaba a punto de acostarse en la cama, cuando se acordó de que no había recitado aquel día los pocos “Ave María”, que tenía la costumbre de decir todos los días desde la niñez en honor de la Santísima Virgen.

Mientras era vencido por el sueño, era muy difícil para él para recitar las oraciones cortas, sin embargo, hizo un esfuerzo y las dijo, aunque sin devoción, luego se quedó dormido.

LLEGA SU AMIGO

Poco después oyó unos repentino y groseros golpes en la puerta, e inmediatamente después vio ante sí a su compañero, desfigurado y horrible.

“¿Quién eres tú?” le dijo.

“¿Qué? ¿No me reconoces?”, respondió el joven infeliz.

“Pero, ¿cómo estás tan cambiado? Te ves como un diablo”

“¡Oh, ten misericordia de mí, porque estoy condenado!”

“¿Cómo es eso?”

“Bueno, al salir de esa casa maldita una persona mala saltó sobre mí y me estranguló. Mi cuerpo se ha quedado en el medio de la calle, y mi alma está en el infierno. Sabed, además, que el castigo mismo te esperaba, pero la Virgen te preservó, gracias a tus prácticas de recitar todos los días las tres Ave Marías en su honor. Y bendito eres, si sabes cómo sacar provecho de esta información, que la Madre de Dios te da a través de mí”.

Cuando acabó estas palabras, el alma condenada abrió parcialmente su manto, y permitió que las llamas y los espíritus malignos que lo estaban atormentando se vieran, y desapareció.

LE LLEGA EL MENSAJE SOBRE SU VIDA

Entonces el joven, sollozando incontrolablemente, se arrojó de cara en el suelo y oró por mucho tiempo, gracias a la Santa Virgen María, su libertadora. Mientras él estaba orando de esta manera comenzó a reflexionar sobre lo que debiera hacer para cambiar su vida, y en ese momento se oyó sonar el timbre a maitines en el Monasterio Franciscano.

En ese mismo momento gritó:

“Así que ahí es donde Dios me está llamando a hacer penitencia.”

Muy temprano a la mañana siguiente se fue al convento y le rogó al Padre Guardián que lo recibiera. El Padre Guardián, que era muy consciente de su mala vida, no estaba en absoluto interesado en aceptarlo. El joven estudiante, derramando un torrente de lágrimas, le relató todo lo que había ocurrido. El buen sacerdote inmediatamente envió dos religiosos a la calle indicada, y allí encontraron el cadáver del miserable joven.

El joven fue ingresado pronto como postulante entre los hermanos, a los que pronto edificó por una vida totalmente dedicada a la penitencia y a la reparación.

Fueron estos hechos terribles que tocaron la cuerda profunda del santo temor del infierno, y la devoción a la Santísima Virgen en el propio Ricardo, así que él también inmediatamente se consagró enteramente a Dios y a la Santísima Virgen en la misma orden en que el joven estudiante, tan maravillosamente protegido por María, acababa de ser recibido.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL CARDENAL BURKE EXPLICA LAS RAZONES PARA SOLICITAR AL PAPA UNA RESPUESTA QUE CONFIRME EN LA FE VERDADERA A LOS CATÓLICOS

AMORIS LAETITIA NO ES UN DOCUMENTO QUE CUMPLA CON LAS CONDICIONES DE LA INFALIBILIDAD


En nuestro anterior post hemos publicado el documento con cinco DUDAS presentado al papa Francisco por cuatro cardenales. A continuación reproducimos la carta que lo acompaña y una entrevista al cardenal Burke en el que explica el porqué de esta solicitud.

CARTA
A Su Santidad Papa Francisco
Y la atención de Su Eminencia Cardenal Gerhard L. Müller
Santísimo Padre,
Luego de la publicación de su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, teólogos y expertos han propuesto interpretaciones que no sólo divergen, sino incluso confrontan, especialmente respecto al capítulo VIII. Más aún, los medios han enfatizado esta disputa, provocando así la incertidumbre, confusión y desorientación de muchos de los fieles.
Por eso nosotros, los firmantes, pero también muchos obispos y sacerdotes, hemos recibido numerosas preguntas de fieles de diversos estratos sociales sobre la correcta interpretación del capítulo VIII de la exhortación.
Ahora, obligados en conciencia por nuestra responsabilidad pastoral, y deseando implementar aún más la sinodalidad a la cual Su Santidad nos insta, con profundo respeto nos permitimos preguntarle, Santo Padre, como supremo maestro de la fe, llamado por el Resucitado a confirmar a sus hermanos en la fe, que resuelva estas incertidumbres y traiga claridad dando una respuesta benevolente a la dubia que adjuntamos a la presente carta.
Que Su Santidad desee bendecirnos, así como prometemos recordarlo constantemente en nuestras oraciones.
Card. Walter Brandmüller
Card. Raymond L. Burke
Card. Carlo Caffarra
Card. Joachim Meisner

Roma, 19 de septiembre de 2016


 El cardenal Burke explica la solicitud de claridad al Papa

Entrevista exclusiva tomada de Adelante la Fe.

El presidente de Acción Católica, Thomas McKenna, obtuvo la siguiente entrevista con el cardenal Raymond Burke para explicar las intenciones de los cuatro cardenales y los documentos publicados titulados “Buscando la claridad: una súplica para desatar los nudos en Amoris Laetitia“. El texto completo se proporciona al final de la entrevista.

Acción Católica: Su Eminencia, gracias por tomarse el tiempo para tener esta entrevista con nosotros sobre lo que ha publicado hoy. La sustancia de los documentos que usted y los otros cardenales han hecho público se llama “Dubia“. ¿Puede explicar por favor lo que significa dubia y lo que implica la presentación de Dubia?

Cardenal Burke: Es un placer hablar con usted de estos asuntos importantes. El título del documento es: “La búsqueda de la claridad: una súplica para desatar los nudos en Amoris Laetitia“. Tiene como co-autores a cuatro cardenales: cardenal Walter Brandmüller, cardenal Carlo Caffarra, cardenal Joachim Meisner y yo. Mis compañeros cardenales y yo estamos dando a conocer una súplica que hemos hecho al Santo Padre, el papa Francisco, en relación con su reciente Exhortación Apostólica, Amoris Laetitia. Porciones del documento contienen ambigüedades y declaraciones que son como nudos que no pueden ser fácilmente desatados y están causando gran confusión. Compartiendo la devoción del Papa a Nuestra Señora, Desatadora de Nudos, le estamos pidiendo que aclare estas declaraciones ambiguas y, con la ayuda de Dios, desatar algunas de las declaraciones nudosas del documento para el bien de las almas.

Dubia es la forma plural de la palabra latina, dubium, que significa una pregunta o una duda. Cuando en la Iglesia surge una cuestión o duda importante acerca de la fe misma o de su práctica, es costumbre que los obispos o sacerdotes o los fieles mismos expresen formalmente la pregunta o duda y la presenten al Romano Pontífice y a la oficina que tenga competencia para tratar con ella. La formulación de una pregunta o duda individual se llama simplemente dubium. Si se articula más de una pregunta o duda, se les llama dubia. La exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia ha planteado una serie de preguntas y dudas en la mente de los obispos, sacerdotes y fieles, muchos de los cuales ya han sido presentados al Santo Padre y discutidos públicamente. En el presente caso, cuatro cardenales han presentado formalmente al Santo Padre cinco preguntas fundamentales o dudas sobre la fe y la moral basadas en la lectura de Amoris Laetitia.

CA: Muchas personas en la Iglesia ahora están discutiendo lo que se designa como “pastoral”. ¿Puede decirnos un poco sobre el documento que ha publicado hoy, y cómo se relaciona con ser pastoral?

La verdad hablada con caridad es clara y pastoral. Nunca es útil pastoralmente dejar asuntos importantes, en el presente caso asuntos que tocan la salvación de las almas, en la duda o en la confusión. Nosotros cuatro cardenales, como obispos comprometidos con la pastoral de la Iglesia universal y como cardenales que tienen la responsabilidad particular de asistir al Santo Padre en la enseñanza de la fe y en el fomento de su práctica en la Iglesia universal, hemos juzgado que es nuestra responsabilidad hacer públicas estas preguntas por el bien de las almas.

CA: Este documento escrito conjuntamente es en realidad una serie de documentos, como lo indican los encabezados. ¿Le importaría explicar por qué hay partes diferentes, y lo que significan?

El núcleo de lo que estamos publicando hoy es una carta que nosotros cuatro cardenales enviamos inicialmente al papa Francisco, junto con la dubia – es decir, junto con una serie de preguntas formales y serias – acerca de Amoris Laetitia. El proceso de presentar preguntas formales es una práctica venerable y bien establecida en la Iglesia. Cuando la pregunta se refiere a un asunto grave que afecta a muchos de los fieles, la Iglesia responde a estas preguntas con un “sí” o “no”, a veces con explicación. También enviamos una copia de la carta y de la dubia al cardenal Gerhard Ludwig Müller, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que tiene especial competencia en relación con estas cuestiones.

Con el fin de proporcionar los antecedentes de la carta y nuestras preguntas sobre Amoris Laetitia, también estamos publicando un breve prólogo y una nota explicativa, que explican el contexto de la carta y la dubia o preguntas junto con un comentario sobre cada una de las preguntas en sí.

CA: Entonces usted está diciendo que está publicando una carta que envió al Papa en privado. Esto es extraordinario. ¿No es objetable esta acción desde un punto de vista cristiano? Nuestro Señor dijo en el Evangelio de Mateo (18 15) que si tenemos un problema con un hermano, se supone que debemos hablar con él en privado, uno a uno, no públicamente.

En la misma parte de la Sagrada Escritura a la que se refiere, Nuestro Señor también dijo que, después de dirigir una dificultad a un hermano, individualmente y junto con otros, sin que se resuelva, entonces, para el bien de la Iglesia el asunto debe ser presentado a toda la Iglesia. Esto es precisamente lo que estamos haciendo.

Ha habido muchas otras declaraciones de preocupación con respecto a Amoris Laetitia, todas las cuales no han recibido una respuesta oficial del Papa o de sus representantes. Por lo tanto, para buscar claridad en estos asuntos, otros tres cardenales y yo usamos la formalidad de presentar preguntas fundamentales directamente al Santo Padre y al Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Tampoco se ha respondido a estas preguntas. Por lo tanto, al hacer públicas nuestras preguntas o dubia, estamos siendo fieles al mandato de Cristo de hablar primero con una persona en privado, luego en un pequeño grupo y, finalmente, llevando el asunto a la Iglesia en su conjunto.

CA: Como usted ha dicho, Amoris Laetitia ha sido objeto de muchas discusiones, e incluso críticas. Por ejemplo, es por todos conocido que usted ha declarado que cree que no es un documento magisterial. ¿Podría usted explicar cómo sus preguntas actuales al Santo Padre se relacionan con estos otros análisis de la Exhortación Apostólica?

Para entender la presente publicación, necesitamos considerar qué ha conducido a ella.

Justo después de su elección, en su primer mensaje del Angelus del domingo, el papa Francisco elogió la comprensión de la misericordia del cardenal Walter Kasper, que es un tema fundamental en Amoris Laetitia. Sólo unos meses más tarde, el Vaticano anunció un Sínodo Extraordinario sobre Matrimonio y Familia para octubre de 2014.

En preparación para el Sínodo, yo, junto con otros cuatro cardenales, un arzobispo y tres teólogos, publiqué un libro, Permaneciendo en la Verdad de Cristo. Como miembro del Sínodo, observé que el informe de mitad de período carecía de una base sólida en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia. Más tarde, estuve de acuerdo con otros cardenales en que había manipulación en el funcionamiento del propio Sínodo y en la redacción del informe final del Sínodo.

Antes del Sínodo de 2015, al que no fui invitado, once cardenales contribuyeron a un libro sobre el matrimonio y la familia. Aunque no contribuí a este libro, lo leí con gran interés. También antes del Sínodo Ordinario de la Familia de 2015, más de 790,000 católicos firmaron un “llamamiento filial” al papa Francisco sobre el futuro de la familia, pidiéndole que dijera “una palabra clarificadora” para disipar la “confusión generalizada” sobre la enseñanza de la Iglesia. Junto con otros cardenales, yo era un signatario. Durante la sesión de 2015 del Sínodo, trece cardenales participantes firmaron una carta al Papa que indicaba su preocupación por la manipulación del proceso del Sínodo.

En abril de 2016, el papa Francisco publicó Amoris Laetitia como el fruto de las sesiones de 2014 y 2015 del Sínodo de los Obispos. En el verano de 2016, cuarenta y cinco académicos, entre ellos algunos prelados, escribieron al Santo Padre y al Colegio de Cardenales, pidiendo al Papa repudiar una lista de proposiciones erróneas que se pueden extraer de partes de Amoris Laetitia. Esto no recibió respuesta pública.

El 29 de agosto de 2016, me uní a muchos obispos, sacerdotes y fieles laicos en la firma de una Declaración de fidelidad a la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y su disciplina ininterrumpida. Esto tampoco ha recibido respuesta pública.

Mi posición es que Amoris Laetitia no es magisterial porque contiene serias ambigüedades que confunden a la gente y pueden conducirlos al error y al pecado grave. Un documento con estos defectos no puede ser parte de la enseñanza perenne de la Iglesia. Porque este es el caso, la Iglesia necesita claridad absoluta en lo que el papa Francisco está enseñando y alentando.

CA: A algunos católicos les puede preocupar que su publicación actual sea un acto de deslealtad.

Yo, junto con los otros tres cardenales, nos esforzamos por ser leales al Santo Padre al ser leales a Cristo sobre todo. Haciendo pública nuestra súplica para la claridad de la doctrina y de la práctica pastoral, esperamos hacer esto una discusión para todos los católicos, especialmente nuestros compañeros obispos. Todos los bautizados deben estar preocupados por la doctrina y las prácticas morales con respecto a la santa Eucaristía y el santo matrimonio, y sobre cómo identificar las acciones buenas y malas. Estos asuntos nos afectan a todos.

En lugar de ser una cuestión de deslealtad hacia el Papa, nuestra acción es profundamente leal a todo lo que el Papa representa y está obligado a defender en su capacidad oficial. El papa Francisco ha pedido un discurso sincero en la Iglesia en muchas ocasiones, y ha pedido a los miembros de la jerarquía apertura y responsabilidad. Estamos siendo sinceros, con el más absoluto respeto por el oficio del Santo Padre, y ejercitando, a la luz de nuestras conciencias, la apertura y responsabilidad que la Iglesia tiene derecho a esperar de nosotros.

Este es mi deber como cardenal de la Iglesia católica. No fui creado cardenal para recibir una posición honorífica. Más bien, el papa Benedicto XVI me hizo cardenal para ayudarlo a él y a sus sucesores a gobernar la Iglesia y enseñar la fe. Todos los cardenales tienen el deber de trabajar en estrecha colaboración con el Papa para el bien de las almas, y esto es precisamente lo que estoy haciendo al plantear cuestiones de gran importancia en cuanto a la fe y la moral. No estaría cumpliendo mi deber como cardenal y, por lo tanto, como consejero del Papa, si guardara silencio sobre un asunto tan grave.

CA: Si me permite, me gustaría continuar con esta línea de pensamiento. No está claro cómo su publicación está siendo dócil al deseo del Papa de una mayor sensibilidad pastoral y creatividad en la Iglesia. ¿No ha indicado el Papa su posición en una carta a los obispos argentinos? Otros cardenales han dicho que la forma correcta de leer Amoris Laetitia es que permite a las parejas divorciadas y casadas de nuevo a recibir la comunión en ciertas circunstancias. En esa luz, uno podría argumentar que su documento está creando más confusión.

En primer lugar, un punto de aclaración. La cuestión no es acerca de las parejas divorciadas y vueltas a casar que reciben la santa comunión. Se trata de parejas sexualmente activas pero no válidamente casadas que reciben la sagrada comunión. Cuando una pareja obtiene un divorcio civil y una declaración canónica de que nunca estuvieron casados legalmente, entonces son libres de casarse por la Iglesia y recibir la santa comunión, cuando están adecuadamente dispuestos a recibirla. La propuesta de Kasper es permitir que una persona reciba la sagrada comunión cuando él o ella ha pronunciado válidamente los votos matrimoniales pero ya no vive con su cónyuge y ahora vive con otra persona con quien es sexualmente activa. En realidad, esta propuesta abre la puerta a cualquier persona que cometa algún pecado para recibir la sagrada comunión sin arrepentirse del pecado.

También quisiera señalar que sólo la primera de nuestras preguntas al Santo Padre se centra en el santo matrimonio y la santa Eucaristía. Las preguntas dos, tres y cuatro tratan sobre cuestiones fundamentales relativas a la vida moral: si existen actos intrínsecamente malos, si una persona que habitualmente comete un grave mal está en estado de “pecado grave” y si un pecado grave puede llegar a ser una buena elección debido a circunstancias o intenciones.

Es cierto que el Santo Padre escribió una carta a los obispos argentinos y que algunos cardenales han propuesto las interpretaciones de Amoris Laetitia que ustedes han mencionado. Sin embargo, el propio Santo Padre no ha aclarado algunas de las cuestiones “nudosas”. Contradice a la fe si algún católico, incluyendo al Papa, dice que una persona puede recibir la sagrada comunión sin arrepentirse de pecado grave, o que vivir en forma matrimonial con alguien que no sea su esposo no es un estado de grave pecado, o que no existe tal cosa como un acto que es siempre y en todas partes malvado y puede enviar a una persona a la perdición. Así, me uno a mis hermanos cardenales en hacer una petición para una aclaración inconfundible del mismo papa Francisco. Su voz, la voz del sucesor de san Pedro, puede disipar cualquier pregunta sobre el tema.

[Traducido por Rocío Salas, equipo de traducción de Adelante la Fe].

RESPUESTAS DEL CARDENAL BURKE A NATIONAL CATHOLIC  REGISTER

¿Qué pasa si el Papa no responde a su acto de justicia y de caridad y no da la aclaración de las enseñanzas de la Iglesia que ustedes esperan lograr?

Entonces tendríamos que hacer frente a esa situación. Hay, en la Tradición de la Iglesia, la práctica de la corrección al Romano Pontífice. Es algo que es claramente bastante raro. Pero si no hay respuesta a estas preguntas, entonces yo diría que sería una cuestión de tomar un acto formal de corrección de un error grave.

En un conflicto entre la autoridad eclesial y la Sagrada Tradición de la Iglesia, ¿cuál es vinculante para el creyente y quién tiene la autoridad para determinar esto?

Lo que es vinculante es la Tradición. La autoridad eclesial existe sólo en el servicio de la Tradición. Pienso en ese pasaje de San Pablo, en [la Carta a los] Gálatas (1: 8), que si "incluso un ángel os anunciare cualquier evangelio diferente al que os hemos anunciado, sea anatema."

Si el Papa enseñara error grave o herejía, ¿qué autoridad legal puede declarar esto y cuáles serían las consecuencias?

En tales casos es deber, e históricamente ha sucedido, de los cardenales y los obispos dejar en claro que el Papa está enseñando error y pedirle que lo corrija.



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