lunes, 28 de noviembre de 2016

ESTA VIDA ES UN COMBATE CONTRA EL MAL Y EL PECADO


2 comentarios:

  1. Buenas tardes. Hace unos meses me confesé, después de vivir en pecado por muchísimos años. Ahora he cambiado mucho y trato siempre de obedecer las Leyes de Dios, tomo la precaución para no pecar en ninguna forma. Algunas veces he fallado, pero vuelvo a tratar de intentarlo.
    El problema es que aún habiéndome confesado, no dejo de pensar en los pecados pasados que he cometido, los recuerdo todo el tiempo y no dejo de sentir culpa, remordimiento y no dejo de acusarme, siento que soy una mala persona, la peor de todas. Me acusó diciéndome que como pude ser capaz de pecar de tales formas.
    Sé que al haberme arrepentido y confesado Dios ya me perdonó y ya debería de sentirme bien.
    Pero estoy lleno de miedos y pensamientos espantosos que no me dejan vivir, los tengo todo el tiempo y ya no quiero estar así.
    Hice las oraciones de Santa Brigida (20 Divinas Promesas) pero aún así me siento inseguro e intranquilo?
    Será que no estoy teniendo suficiente confianza en Dios como para estar seguro de que ya me perdonó, de que he alcanzado las promesas y bendiciones que promete de las oraciones de Santa Brigida y su perdón por medio de la confesión?
    No sé si sea el maligno quién está metiéndome tanta culpa y sufrimiento para que no sea feliz por enojo de que quiero estar bien con Dios..

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dicen que San Pedro lloró toda su vida su traición al Maestro. Pero este dolor no debe ir acompañado de una desolación y desconfianza. Debemos tener la certeza que toda confesión bien hecha borra definitivamente el pecado. El dolor por los pecados ya perdonados es útil para sabernos frágiles y pecadores y para agradecer la infinita bondad de Dios al perdonarlos. Así como para estar en guardia y no volver a incurrir en ellos. Cuando esos pecados ya perdonados causan desolación y aridez espiritual o desconfianza en la misericordia y perdón de Dios, es seguramente una trampa del Maligno que intenta frenar nuestro avance y busca que caigamos en la desesperación y volvamos de nuevo al pecado. Lo que se requiere es hacer oraciones que fomenten nuestra confianza en Dios y nuestro agradecimiento por su misericordia. El acto de confianza en Dios debe ser frecuente y cada vez que ocurra un momento o tentación de desconfianza. El Maligno será vencido cuando se realiza de esta forma, pues verá que es inútil su tentación. Si a más tentaciones se hacen más actos de confianza en Dios que el número de aquellas, se avanza más y más para resolver esa aridez y desasosiego que no viene de Dios. Cuando hay tentaciones contra la esperanza no es conveniente estar pensando con frecuencia en los pecados ya perdonados, sino asumir esa realidad: Cristo ya los perdonó de una vez para siempre, lo que solo resta por purgar es la PENA que queda (pues la culpa ya está totalmente perdonada) y para ello son las jaculatorias y los actos de penitencia que nos ahorrarán mucho purgatorio o evitarán que caigamos en él.

      Proclame una y otra vez su gratitud a Dios por ser tan misericordioso y haberle perdonado sus faltas. Haga actos de confianza en Dios y confíe realmente en su Palabra. En cuanto a las promesas por las oraciones de santa Brígida, tenga la absoluta seguridad de su eficacia.

      También medite en la eficacia de la Sangre de Cristo que lo ha redimido personalmente a usted. Cristo pensó personalmente en cada uno de nosotros en la Cruz, y por ello de una manera particular en usted. No tenga la menor duda de la misericordia de Dios si usted pone de su parte lo que debe poner. Y -en su caso particular- es mejor ya no estar pensando con frecuencia en las faltas ya perdonadas, pues efectivamente eso son.

      Un abrazo en Cristo

      Eliminar