miércoles, 30 de septiembre de 2020
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCANGEL
martes, 29 de septiembre de 2020
LA VERDADERA HONRA por San Jerónimo
"¡Temes la deshonra, la calumnia, las humillaciones y, muy a menudo, para conservar una honra imaginaria ante los hombres, ofendes a Dios! Desdichado, ¿no sabes que la verdadera honra se basa en la virtud? ¿Qué te importa lo que los hombres piensen de ti, siempre que te estime Dios y te premie? ¡Extraña ceguera! Témense las leyes humanas y se desprecia el Evangelio como si las órdenes de Jesucristo no valiesen lo que valen los decretos de los príncipes."
San Jerónimo
lunes, 28 de septiembre de 2020
EL PADRENUESTRO EXPLICADO
domingo, 27 de septiembre de 2020
IMPORTANTE NOMINACIÓN
sábado, 26 de septiembre de 2020
ORACIÓN DE DESAGRAVIO
Con profundo dolor sentimos que tantos hombres redimidos por ti, se olvidan y te ofenden; que en tantos Sagrarios estés solitario y en tantos hogares no seas invitado.
Nosotros arrepentidos de nuestros pecados, queremos en la medida de nuestras fuerzas hacerte compañía por cuantos te abandonan y comprometer contigo nuestra vida, como ofrenda y desagravio a tu Corazón pleno de amor hacia nosotros.
Santa María, Madre nuestra confiamos en tu Inmaculado corazón que nos alcances gracias para preservar en la fe, animados por la esperanza y vivir la caridad, como satisfacción de todos nuestros pecados para la salvación del mundo.
Por todas las blasfemias, sacrilegios, profanaciones de fiestas, que se cometen contra el nombre de Dios y sus templos.
Perdón Señor, perdón.
Por todos los ataques a la Iglesia, persecuciones y propaganda de ateísmo.
Perdón Señor, perdón.
Por todas las opresiones de gobiernos, de esclavitud, delincuencia; y todas las injusticias laborales, familiares, sociales.
Perdón Señor, perdón.
Por toda la inmoralidad y corrupción; en el trabajo profesional, en la política, en las relaciones, espectáculos, diversiones, modas, lecturas, bebidas, drogas.
Perdón Señor, perdón.
Por todos los pecados de escándalo y de respeto humano, de inmoralidad y pornografía en el cine, en los periódicos, en internet y en la televisión.
Perdón Señor, perdón.
Por todos los pecados contra la santidad de la familia y contra la vida y el amor fraterno.
Perdón Señor, perdón.
Por lo sacerdotes indignos, por los políticos prepotentes y mentirosos, por todos los abusos de autoridad.
Perdón Señor, perdón.
Por todos los que abandonan, los que desprecian el Magisterio de la Iglesia y por todos los falsos profetas.
Perdón Señor, perdón.
Por quienes apostatan de la Iglesia Católica, por quienes se suman a las sectas y falsas religiones, por quienes profesan herejías, por los falsos pastores que disfrazados con piel de oveja conducen al rebaño fuera del aprisco y las enseñanzas de Cristo.
Perdón Señor, perdón.
Cristo Jesús, pedimos en especial a tu Corazón que concedas gracias abundantes a los más necesitados, y que nunca permitas que nos apartemos de ti, para permanecer siempre fieles a la doctrina y a la moral católica, y así perseverar hasta el fin de nuestra vida para alcanzar la salvación eterna.
Amén.
viernes, 25 de septiembre de 2020
«MIRANDO AL CIELO». Sobre la vida de San José Sánchez del Río
jueves, 24 de septiembre de 2020
INCLINA MI CORAZÓN A TUS PRECEPTOS por San Roberto Belarmino
"Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia; ¿quién, que haya empezado a gustar, por poco que sea, la dulzura de tu dominio paternal, dejará de servirte con todo el corazón? ¿Qué es, Señor, lo que mandas a tus siervos? Cargad –nos dices– con mi yugo. ¿Y cómo es este yugo tuyo? Mi yugo –añades– es llevadero y mi carga ligera. ¿Quién no llevará de buena gana un yugo que no oprime, sino que halaga, y una carga que no pesa, sino que da nueva fuerza? Con razón añades: Y encontraréis vuestro descanso. ¿Y cuál es este yugo tuyo que no fatiga, sino que da reposo? Por supuesto aquel mandamiento, el primero y el más grande: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón. ¿Que más fácil, más suave, más dulce que amar la bondad, la belleza y el amor, todo lo cual eres tú, Señor, Dios mío?
¿Acaso no prometes además un premio a los que guardan tus mandamientos, más preciosos que el oro fino, más dulces que la miel de un panal? Por cierto que sí, y un premio grandioso, como dice Santiago: La corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. ¿Y qué es esta corona de la vida? Un bien superior a cuanto podamos pensar o desear, como dice san Pablo, citando al profeta Isaías: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.
En verdad es muy grande el premio que proporciona la observancia de tus mandamientos. Y no sólo aquel mandamiento, el primero y el más grande, es provechoso para el hombre que lo cumple, no para Dios que lo impone, sino que también los demás mandamientos de Dios perfeccionan al que los cumple, lo embellecen, lo instruyen, lo ilustran, lo hacen en definitiva bueno y feliz. Por esto, si juzgas rectamente, comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación, comprenderás que éste es tu fin, que éste es el objetivo de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin, serás dichoso; si no lo alcanzas, serás un desdichado.
Por consiguiente, debes considerar como realmente bueno lo que te lleva a tu fin, y como realmente malo lo que te aparta del mismo. Para el auténtico sabio, lo próspero y lo adverso, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, los honores y los desprecios, la vida y la muerte son cosas que, de por sí, no son ni deseables ni aborrecibles. Si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna, son cosas buenas y deseables; de lo contrario, son malas y aborrecibles."
Del tratado de San Roberto Belarmino sobre la ascensión de la mente hacia Dios. Grado 1: Opera omnia 6.
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Oración
Señor, tú que dotaste a San Roberto Belarmino de santidad y sabiduría admirable para defender la fe de tu Iglesia, concede a tu pueblo, por su intercesión, la gracia de vivir con la alegría de profesar plenamente la fe verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
miércoles, 23 de septiembre de 2020
HACE 52 AÑOS MURIÓ EL PADRE PÍO
martes, 22 de septiembre de 2020
lunes, 21 de septiembre de 2020
EL CULTO EXTERNO DEBE SER UNA EXPRESIÓN DEL CULTO INTERNO
Qué nos dice el Catecismo Mayor de San Pío X:
¿Qué nos dice la encíclica Mediator Dei del papa Pío XII de la importancia y necesidad de lo interno y EXTERNO ?
¿Qué dicen los Santos?
Por último, la doctrina católica se explica muy bien en La Religión Demostrada del Padre Hillarie:
sábado, 19 de septiembre de 2020
SIN CONFESIÓN, DE ABISMO EN ABISMO
"El católico, alejado de la confesión y abandonado a sí mismo, camina de abismo en abismo y cual débil planta sin protección, expuesta a la fuerza de los vientos, llega a los más deplorables excesos".
San Juan Bosco
viernes, 18 de septiembre de 2020
UNA VERDAD QUE COMÚNMENTE OLVIDAN MUCHOS CATÓLICOS
jueves, 17 de septiembre de 2020
miércoles, 16 de septiembre de 2020
¿TU HUMILDAD ES DE DIENTES PARA FUERA?
San Alfonso María de Ligorio. “El camino de la salvación”
martes, 15 de septiembre de 2020
EL MODERNISMO SERÁ LA FALSA RELIGIÓN DEL ANTICRISTO
R. P. Leonardo Castellani, Comentarios en la Suma de Teología de Santo Tomás.
lunes, 14 de septiembre de 2020
QUÉDATE, SEÑOR, CONMIGO (por el Padre Pío, oración para después de comulgar)
sábado, 12 de septiembre de 2020
OFRENDA
Oh Señora y madre mía, yo me ofrezco enteramente a vos y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día y para siempre, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén
viernes, 11 de septiembre de 2020
EJEMPLO NECESARIO
jueves, 10 de septiembre de 2020
ELEGANTE PERO SIN VANIDAD NI FALTA DE DECORO
miércoles, 9 de septiembre de 2020
LA LUJURIA Y SUS EFECTOS DESASTROSOS SOBRE LA VOLUNTAD Y LA RAZÓN Por Mons. Fulton J. Sheen
El verdadero amor está dirigido hacia una persona, la cual es vista como irreemplazable y única, pero la lujuria excluye toda consideración personal en favor de una experiencia de los sentidos. El yo coloca de forma equivocada rótulos modernos sobre la lujuria pretendiendo que éste es un pecado necesario para la “salud” o para una “vida plena” o para “expresar la personalidad”. El fervoroso intento de otorgarle una garantía científica a esta conducta es, en sí mismo, una indicación de cuán grande es la renuencia que normalmente siente la gente a considerar esta ruptura de la ley moral como el pecado que en realidad es. Hoy en día, los hombres y mujeres están aburridos y descontentos; se vuelven entonces hacia la lujuria para compensar su aflicción interior, sólo para, al final encontrarse hundidos en una mayor desesperanza. Como dice San Agustín: “Dios no obliga al hombre a ser puro; deja solos exclusivamente a quienes merecen ser olvidados”.
La lujuria es una desviación del centro de la personalidad del espíritu a la carne, del yo al ego. En algunas instancias, sus excesos nacen de una conciencia intranquila y del deseo de escapar de su persona hacia otras. Algunas veces existe el deseo contrario de hacer del yo algo supremo a través de la subordinación de otras personas a él. En sus etapas posteriores, el libertino encuentra que ni la liberación de su ser ni la idolatría son posibles por un tiempo demasiado prolongado; el alma es llevada de vuelta a su ser y, por lo tanto, a un infierno interior. El efecto de la lujuria en la voluntad se manifiesta como un odio a Dios y la negación de la inmortalidad. Asimismo, los excesos vacían la fuente de la energía espiritual hasta el grado tal que finalmente uno se vuelve incapaz de emitir un juicio sereno en ningún otro campo.
Lujuria no es igual a sexo, porque el sexo es puramente biológico y una capacidad otorgada por Dios. Tampoco es amor, que encuentra en el sexo una de sus expresiones legítimas (en el matrimonio). La lujuria es el aislamiento del sexo, del verdadero amor. No hay pasión que lleve más rápidamente a la esclavitud como la lujuria, así como no hay una cuyas perversiones destruyan más rápidamente el poder del intelecto y de la voluntad. Los excesos afectan a la razón de cuatro modos: pervirtiendo el entendimiento, de manera que uno se vuelve intelectualmente ciego e incapaz de ver la verdad; debilitando la prudencia y el sentido de los valores, por lo que se desemboca en la temeridad; vigorizando el amor propio y hasta generar la irreflexión; debilitando la voluntad hasta que el poder de decisión se pierde y uno se vuelve víctima de la inconstancia de carácter.
Los efectos sobre la voluntad y la razón son desastrosos. En aquellos que se entregan repetidas veces a los excesos, es posible que haya un odio a Dios y a la religión y una negación de la inmortalidad. El odio a lo divino viene porque Dios es visto como un obstáculo para la autogratificación. Los libertinos niegan a Dios porque su omnipresencia significa que su conducta ha sido observada por Aquel que la reprobará. Hasta tanto esos individuos abandonen su animalidad egocéntrica, deben insistir en ser ateos, ya que sólo un ateo es capaz de imaginar que nadie lo observa.
La negación de la inmortalidad es un efecto secundario de la lujuria. Puesto que el ególatra vive cada vez en la carne, la idea de un juicio se le vuelve más y más desagradable. Para aquietar sus temores, adopta la creencia de que nunca habrá un Juicio. Aceptar la inmortalidad significaría una responsabilidad que el lujurioso ego del libertino teme enfrentar, ya que, si lo hiciera, lo forzaría a transformar su vida entera. La mera mención de una vida futura puede llevar a esta persona a un furioso cinismo; que le recuerden la posibilidad del juicio aumenta su angustiosa ansiedad. Todo intento de salvar a una persona así es visto por ella como un ataque a su felicidad.
La creencia en Dios y en la inmortalidad haría que el ego libertino deseara ser un yo, pero cuando no está listo para abandonar su vicio, debe negarse a mantener ese tipo de pensamiento. Sería bueno que los defensores de la religión, al tratar con ególatras que están momentáneamente perdidos en los lodazales de la lujuria, aprendieran que debe existir una voluntad de cambio previo a un cambio en la creencia religiosa. Una vez que el libertino abandona el mal, buscará la Verdad, porque ya no necesita temerle.
La lujuria no tiene relación con la lícita expresión del sexo dentro de un matrimonio legítimo. El amor matrimonial es la formación del “nosotros”, que es la extinción del ego-centrismo. En el amor matrimonial, el yo busca el crecimiento completo del Tú, de la personalidad opuesta al yo. No existe momento más sagrado que aquel en que el ego se rinde a otra personalidad, de manera tal que la necesidad de poseer desaparece en la alegría de amar a la otra persona. Estos amantes nunca están solos, porque se necesitan tres y no dos para hacer el amor, y ese tercero es Dios. Un ego ama a otro ego por lo que éste da, pero el yo ama a otro yo por lo que es. El amor es la unión de dos pobrezas que dan surgimiento a una gran riqueza.
El divorcio, la infidelidad, la ausencia planeada de hijos, los matrimonios no válidos, son otras tantas parodias y herejías contra el amor, y aquello que es enemigo del amor, es enemigo de la vida y la felicidad.
Mons. Fulton J. Sheen “Eleva tu corazón”. Cap. La lujuria: Plaga del carácter. Ed. Lumen Bs.As.-México 2003. Págs, 97-99. Título de este post: Catolicidad.
martes, 8 de septiembre de 2020
NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA
lunes, 7 de septiembre de 2020
QUIEN PERSEVERE EN EL REZO DIARIO DEL SANTO ROSARIO NO SE CONDENARÁ, LO RECONOCEN LOS MISMOS DEMONIOS
sábado, 5 de septiembre de 2020
viernes, 4 de septiembre de 2020
LOS HEREJES SON LOBOS DISFRAZADOS DE PASTORES
jueves, 3 de septiembre de 2020
PORQUÉ EN NINGÚN CASO SE DEBE COMULGAR CON LA MANO
- Un minimalismo sorprendente en los gestos de adoración y reverencia. En general, en la práctica moderna de la Comunión en la mano hay casi una ausencia de todo signo de adoración.
- Un gesto igual a como uno trata a los alimentos comunes, es decir: recoger con los propios dedos la Sagrada Hostia en la palma de la mano izquierda y llevarla uno mismo a la boca. La práctica habitual de tal gesto provoca en un no pequeño número de fieles, y sobre todo en niños y adolescentes, la percepción de que en la Sagrada Hostia no está presente la Divina Persona de Cristo, sino más bien un símbolo religioso, puesto que tratan la Sagrada Hostia exteriormente de igual manera como tratan un alimento común: tocándolo con sus propios dedos y poniendo la comida con los dedos en la propia boca.
- La pérdida de numerosos fragmentos de la Santísima Hostia: a menudo caen pequeños fragmentos en el espacio entre el ministro y el comulgante por falta de uso de la bandeja de la Comunión. A menudo, quedan fragmentos de la Sagrada Hostia en la palma y en los dedos de la persona que recibe la comunión y luego se caen. A menudo estos numerosos fragmentos caen al suelo donde son pisoteados por la gente sin darse cuenta siquiera de los fragmentos (2).
- El robo cada vez mayor de las Sagradas Hostias, puesto que la forma de recibirla directamente con la propia mano facilita enormemente el robo.
“No queda, pues, motivo alguno de duda en que todos los fieles cristianos hayan de venerar a este santísimo Sacramento, y prestarle, según la costumbre siempre recibida en la Iglesia católica, el culto de latría que se debe al mismo Dios. Ni se le debe tributar menos adoración con el pretexto de que fue instituido por Cristo nuestro Señor para recibirlo; pues creemos que está presente en él aquel mismo Dios de quien el Padre Eterno, introduciéndole en el mundo, dice: Adórenle todos los Angeles de Dios (Heb 1:6)”. Concilio de Trento. Decreto sobre el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Cap. 5
- La creencia sobre la Presencia Real de Cristo en el misterio eucarístico era mucho más profunda en toda la Iglesia (cf. ibid.).
- La urgencia de una mayor reverencia exterior (cf. ibíd.).
- El sentimiento de humildad hacia este sacramento en quien lo recibe (cf.ibid.).
- Se trata de una tradición de muchos siglos (cf. ib.).
- Se garantiza de una manera más eficaz la solemnidad y la dignidad del momento de la distribución de la comunión (cf. ibíd.).
- Se evita de una manera más eficaz el peligro de profanación de las sagradas especies (cf. ib.).
- Por la manera tradicional se conserva de una manera más diligente al cuidado de la Iglesia de que ningún fragmento del pan consagrado pueda perderse (cf. ibíd.).
- La disminución de la reverencia hacia el Santísimo Sacramento del Altar (cf. ibíd.).
- Las profanaciones del mismo sacramento (cf. ibíd.).
- La alteración de la recta doctrina y la fe eucarística (cf. ibíd.).
- El peligro de la caída de la reverencia.
- La insinuación de opiniones erróneas sobre la Sagrada Eucaristía
- Otras cosas impropias.