martes, 31 de marzo de 2015

JERUSALÉN, JERUSALÉN, CONVIÉRTETE A DIOS TU SEÑOR. Coro de la Hermandad de la Buena Muerte Zamora.

El Cristo de la Buena Muerte

¡Cuerpo llagado de amores
yo te adoro y yo te sigo!
Yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.

Quiero, en santo desvarío,
besando tu rostro frío,
besando tu cuerpo inerte,
llamarte mil veces mío…,
¡Cristo de la Buena Muerte!

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domingo, 29 de marzo de 2015

29 DE MARZO DE 2015: DOMINGO DE RAMOS




Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 1-11:

Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles:
-«Id a la aldea de enfrente, encontraréis en seguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédrnelos. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto.»
Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:
«Decid a la hija de Sión: "Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila".»
Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba:
-«¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!»
Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada:
-«¿Quién es éste?»
La gente que venía con él decía:
-«Es Jesús, el Profeta de Nazaret de Galilea.»

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viernes, 27 de marzo de 2015

ANTONIO MOLLE LAZO: MUERTO EN DEFENSA DE CRISTO REY Y DE ESPAÑA CATÓLICA



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ANTONIO MOLLE LAZO (1915 - 1936)
MUERTO EN DEFENSA DE CRISTO REY Y DE ESPAÑA CATÓLICA


"Me mataréis, pero Cristo triunfará" En los años fervorosos de la posguerra fue grande el impacto producido por la muerte martirial de Antonio Molle Lazo. Se editaron centenares de miles de estampas, de folletos, se habló del caso en los periódicos, se recibían cartas pidiendo datos, y otras relatando gracias atribuidas a su intervención... ¿Qué pasó? ¿Quién era Antonio Molle? Vamos a intentar resumir sus principales datos biográficos.

Antonio Molle Lazo nació en Arcos de la Frontera, pintoresco pueblo de la provincia de Cádiz, el 2 de abril de 1915, que coincidía en Viernes Santo. Su padre, Carlos Molle, católico a machamartillo y tradicionalista, era representante de comercio y tenía que trabajar duro para sacar a flote a la familia. Josefa Lazo, su madre, de profunda religiosidad, impartió a sus siete hijos una educación cariñosa y al mismo tiempo austera, sin blandenguerías. Cuando Antoñito tenía cinco meses, se trasladaron a Jerez, por motivos profesionales del padre. En Jerez llevaron al niño primero a un parvulario y después al colegio de los hermanos de La Salle. Era Antoñito de carácter bondadoso y dulce, amigo de hacer favores, de recia voluntad y severo consigo mismo cuando se trataba del cumplimiento del deber. Consiguió buenas notas con mucho tesón y sin ahorrar esfuerzos.
NUESTRO AMIGO.

Uno de los rasgos de Antonio, ya desde chico, era que no toleraba que se ofendiera a Dios en su presencia o se faltara a la caridad para con sus compañeros. Dice uno de sus amigos: «Desviaba las conversaciones hábilmente cuando veía que tomaban un sesgo poco conveniente». Se conmovía al oír blasfemar y en varias ocasiones reprendió, con dulzura o con gran energía, tan desgraciado vicio.

Nunca se lo veía ocioso. Cuando tuvo que dejar el colegio se dispuso a trabajar para ayudar a la familia. Entró de meritorio en la estación de Jerez. Allí tuvo que capear el temporal de convivencia con hombres en su mayoría envenenados por doctrinas disolventes. Poco a poco fue ganando las simpatías de las personas honradas. Nunca ocultó sus sentimientos ni creencias, aun a riesgo de verse ridiculizado u odiado. Con presiones y algaradas consiguieron los ferroviarios que sólo pudieran entrar en la Compañía los hijos de los empleados del ferrocarril y Antonio se vio despedido. Pero no se estuvo quieto, y a los pocos días ya figuraba como escribiente en las bodegas de don Pedro Simó. Después estuvo en otras dos, pero casi todas iban cerrando o reduciendo su plantilla y Antonio conoció lo que es buscar trabajo una y otra vez.
Desde muy joven Antonio se sentía «santamente enloquecido por la fiesta de Cristo Rey, instituida por aquel entonces». Con 14 ó 15 años proponía a sus amigos ir a comulgar juntos a San Mateo o alguna otra parroquia del extrarradio. Si le objetaban los insultos y pedradas que se exponían a recibir contestaba tranquilo: «Bueno, ¿y qué? Algo tenemos que sufrir por Cristo, ¿no?». Y practicaron este testimonio que tan buenos resultados dio también en otras ciudades.
SIRVIENDO SU IDEAL.

El año 1931 se inscribió en un Círculo de la Juventud Tradicionalista, y con todo el ardor de sus 16 años se dio a trabajar por la gloria de Dios. Uno de los hermanos que le había tratado íntimamente declaró: «Era joven que no conocía el respeto humano». En el Círculo se planeaban las tareas a realizar: protección de iglesias y conventos, actos de propaganda, colocación de carteles electorales, organización de mítines... En todas partes se hallaba Antonio, pidiendo siempre los puestos de mayor responsabilidad y peligro. En su biografía se cuenten escenas de auténtico valor. Muy aficionado a juego y deportes, cuando los ánimos se caldeaban y subían de tono, allá estaba Antonio para recomponer la armonía. No perdía ocasión de ejercer su celo apostólico. Observaba cómo trabajaban los socialistas y con qué ánimo sembraban sus ideas de odio y destrucción en las mentes de los trabajadores.

QUIEN SIEMBRA VIENTOS...
Durante todo el tiempo de la República fueron tomando incremento las ideas revolucionarias, que proliferaban por su misma malicia, por la cobardía de muchos y por el poco apoyo que tuvieron por parte de la gente de orden aquellos jóvenes que veían la realidad en toda su crudeza y se lanzaban a propagar sus ideales afrontando el peligro de terminar con sus huesos en la cárcel. Y esto le sucedió a Antonio Molle por haber repartido hojas de propaganda.
Ya en la prisión, rompió su gozo interior en himnos al Sagrado Corazón. Se le prohibió cantar y guardó silencio, pero llenó las paredes de versos y estrofas. Lo que más sentía era no poder oír Misa ni comulgar. Rezaba el Rosario, solo o con otros católicos que por serlo iban llenando la cárcel. A un compañero le confesó: «Sufriré los más grandes tormentos antes que apostatar de mi Dios».
Un día vio entrar en la cárcel a su hermano Carlos. Había participado en la defensa del convento de Santo Domingo. Pensando Antonio en el sufrimiento de sus padres, propuso al juez cargar con la condena de los dos. No fue aceptada la propuesta. Después de un mes y medio de estar encarcelado, el 16 de mayo, Antonio fue puesto en libertad. Allí habían ya conocido las más tremendas profanaciones eucarísticas e incluso el ataque contra la imagen de la Patrona de la población, la Virgen de Villadiego, y otros desastres, hasta su iglesia saqueada y reducidas a cenizas sus mejores obras de arte. 
RECOGE TEMPESTADES.
El marxismo provocó el enfrentamiento. Se tenía todo programado para que España fuera comunista. El Alzamiento militar fue el último recurso para evitar este situación. Los tres hermanos Molle, Carlos, nuestro Antonio y Manolete se presentaron voluntarios, con sus 23, 21 y 14 años respectivamente.
Antonio fue encargado de algunas misiones difíciles en Jerez, Ubrique, Sanlúcar y Sevilla. Lloró de pena al ver las ruinas de San Román, San Marcos, Santa Marina, San Gil, Omnium Sanctorum. Volvió a Jerez y el 2 de agosto partió de nuevo para Sevilla acompañado de otros valerosos muchachos que formaban el flamante Tercio de Requetés de Nuestra Señora de la Merced, Patrona de Jerez.
El 6 de agosto, primer viernes de mes, Antonio comulgó. Parece como si hubiera presentido su cercana muerte al despedirse: «Atención a la radio... porque uno de estos días oiréis hablar de mí».
RÁFAGAS DE TRAGEDIA.

En Peñaflor, el mismo día 18 de julio, se lanzaron los marxistas a la calle: detenciones, asesinatos, incendios, segunda profanación del hermoso templo parroquial, que quedó convertido en almacén de víveres lo que lo salvó de su total destrucción. Lora del Río y Peñaflor fueron liberadas, pero se temía una nueva toma de aquellos pueblos. Se dispuso que 15 requetés y 14 guardias fueran a guarnecer Peñaflor. Molle estaba entre ellos. La gente de Peñaflor acogió con vítores de júbilo a los soldados que venían a protegerlos. Peñaflor descansaba descuidado, sin pensar que poco podrían hacer una treintena de hombres en caso de un ataque numeroso.

Y una mañana se escuchó el grito de alarma que conmovió a la población. Algunos se fueron al Ayuntamiento y otros subieron a las azoteas de las casas, para desde allí repeler la agresión de varios centenares de marxistas de Palma del Río que se acercaban amenazadores, unos a pie, otros a caballo y algunos en camiones. Se sabe que Antonio estuvo en el convento de las Hermanas de la Cruz, con intención de salvarlo.
Los asaltantes se dividieron en grupos para atacar por varios sitios a la vez. La situación se hacía dificilísima. Molle, en un intento de sumarse al resto de los defensores, fue descubierto. Había terminado las municiones y tenía inutilizado su fusil. Inerme como estaba, sus perseguidores se abalanzaron sobre él, le golpearon con furia y le gritaron: «¡Manos arriba!». Al pasar por la calle, algunas de las mujeres encerradas le vieron, desarmado, con las manos en alto y ferozmente maltratado.
EL SACRIFICIO SUPREMO.
Hay un testigo excepcional, que (sin duda providencialmente) presenció lo que después sucedió. Se trata del jefe de la estación de Peñaflor, don Ángel de las Heras Morón, también fichado por católico «peligroso». Fue atrapado en su casa, donde se había refugiado con su esposa, su hija y cuatro nietecitas.
Y declara este providencial testigo:
«Al cruzar por una ventana que daba vistas a la carretera pude ver que, a la cabeza de un enorme pelotón de marxistas, enfurecidos y dando voces como energúmenos, se destacaba una boina roja, impresionándome bastante por sospechar lo que después pude confirmar. Una vez en el jardincillo, donde me pusieron para fusilarme, los increpé, diciéndoles que sólo eran capaces de matar a hombres viniendo en piaras, pues lo demostraba que un solo requeté había necesitado ser cazado por un pelotón enorme, después de quedarse sin municiones».
Aquellos hombres estaban ebrios de odio y de venganza.
Uno decía:
«Vas a ver la muerte que damos a ese canalla».
Y otro:
«A ese chivatón no lo matamos aquí. Lo vamos a llevar a Palma del Río y allí, despacio, lo vamos a atormentar a nuestro gusto».
Cuando ya estaban apuntando con sus fusiles para acabar con el jefe de la estación, como movidos por un resorte le abandonaron, para unirse al grupo que escarnecía a Antonio Molle. Le rodeaban en siniestro corro en medio de la carretera, enfrente mismo de la estación, y no paraban en sus blasfemias y vituperios. Con intención de acobardarlo, gritaban al rostro de Molle: «¡Muera España! ¡Viva Rusia!». Pero él respondía a cada provocación: «¡Viva España! ¡Viva Cristo Rey!». Las burlas y las blasfemias continuaban. sin poder domeñar el ánimo de aquel joven esforzado. Se les ocurrió entonces la idea de lograr que Antonio apostatara de su fe a fuerza de tormentos. Quisieron obligarle a decir: «¡Viva el comunismo!». Y respondía él con fuerza sobrehumana: «¡Viva Cristo Rey!». Y uno le cortó la oreja. Volvían a insistir en que pronunciara una blasfemia. El mártir, invicto, seguía dando vivas a Cristo Rey y a España. ¿Cómo iba a blasfemar Antonio, él, que tanto horror tenía por las blasfemias? Los verdugos multiplicaban sus ofensas contra aquel joven desarmado que estaba a su merced. Le cortaron la otra oreja, le vaciaron un ojo, le hundieran el otro de un brutal puñetazo, le llevaron parte de la nariz de un tajo feroz. Antonio iba resistiendo con heroica firmeza. Su sangre corría copiosa. Sus dolores debían ser horribles. De vez en cuando se le oía decir: «¡Ay, Dios mío!», y Dios le daba de nuevo valor para resistir aquella cruenta pasión y exclamaba con renovados bríos: «¡Viva Cristo Rey!».
También el doctor Joaquín Suárez, médico de Peñaflor, testificó corroborando lo manifestado por el jefe de la estación. Parecía imposible que un cuerpo tan maltratado, sangrante y mutilado, tuviera arrestos suficientes para seguir dando pruebas de aquella sobrehumana fortaleza.
Al fin uno gritó: «¡Apartarse... que voy a disparar!». Quedó nuestro Antonio solo, todo él empapado en sangre. Comprendió que llegaba su hora gloriosa, la de dar la vida por Dios y por la Patria. Extendió cuanto pudo sus brazos en forma de cruz y gritó con voz clara y potentísima: «¡Viva Cristo Rey!». Sonó la descarga que le abriría las puertas del cielo, y su cuerpo agonizante cayó pesadamente a tierra, con los brazos en cruz. Al ver los sicarios que aún respiraba, quisieron rematarle. Lo impidió uno: «No arrematarle... Dejadlo que sufra...».
Era el 10 de agosto de 1936.
EL SECRETO.

Antonio Molle Lazo es invocado y se atribuyen a su intercesión grandes favores. Sus restos descansan en la iglesia de los PP. Carmelitas Calzados, de Jerez de la Frontera. Su mausoleo está en una capilla presidida por Cristo Rey, Nuestra Señora de las tres Avemarías y la cruz sobre su tumba. Digamos que la firmeza cristiana de Antonio Molle procedía de su amor a la Santísima Virgen.

Era terciario carmelita. Y el ímpetu de Elías se comunicó a este muchacho realmente esforzado.
Y Nuestra Señora del Carmen, la Reina de las almas unidas con Dios -Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz- y también la salvadora de todos los que se acogen a su Escapulario, le comunicó este amor a Jesucristo más fuerte que la muerte y esta gallardía totalmente evangélica. Algún día veremos en los altares a Antonio Molle Lazo, mártir.                                                                                                       
JOSÉ VERNET MATEU

jueves, 26 de marzo de 2015

AMAR A DIOS ES...




“Amar a Dios es apasionarse por Él; es vivir para Él, es dolerse por las ofensas que se comenten contra Él. Amar a Dios, para un joven, debe significar entusiasmos sin medida. Ardores apasionados de santo, sueños de heroísmos, ardores y arrojos de leyenda”.



Temas relacionados: 1) http://www.catolicidad.com/2010/01/la-legion-y-el-cristo-de-la-buena.html 2) http://www.catolicidad.com/2009/09/la-muerte-no-es-el-final-el-novio-de-la.html 3) http://www.catolicidad.com/2011/03/romance-del-feo-de-rafael-de-leon.html

domingo, 22 de marzo de 2015

LILA ROSE ESTREMECE AL PÚBLICO EN LA ONU

El arzobispo Bernardito Auza, de la Santa Sede, presentó la reunión titulada «Joven y valiente porque la vida no puede esperar» junto con C-Fam (que edita Friday Fax).

Por Wendy Wright

NUEVA YORK, 13 de marzo (C-Fam) La sala de conferencias de la ONU atestada con casi 400 jóvenes sentados en las sillas de los diplomáticos se puso de pie de un salto anoche para aplaudir a una joven mujer. Lila Rose y sus vídeos encubiertos que revelan el modo cruel en el que Planned Parenthood aborta a niños hicieron su debut en el prestigioso edificio.

«Pido perdón por cómo mi nación ha exportado la violencia contra los más inocentes» a todo el mundo, dijo. «Y quiero compartir lo que mis equipos han visto dentro de la industria del aborto».

Nueva York es la ciudad natal de Planned Parenthood, la cadena abortista más grande de los Estados Unidos y poderoso actor político a nivel internacional, observó.

Lila mostró fragmentos de empleados de Planned Parenthood que explican cómo conseguir un aborto selectivo en función del sexo, un aborto en fase avanzada del embarazo y cómo obtener de modo fraudulento ayuda del gobierno.

«Si no tratamos a los miembros más débiles de la sociedad con el respeto que tenemos por nosotros mismos, ¿cómo es eso es justicia? ¿Cómo es eso igualdad? ¿Cómo es eso defender los derechos humanos?» Lila dijo a la multitud.


Varias empleadas que pensaban que luchaban por la justicia reproductiva se fueron de Planned Parenthood, contó Lila. Se dieron cuenta de que «quizás esto no es lo mejor para las mujeres, quizás podemos hacer mejores cosas por las mujeres que matar su carne y sangre, quizás es coercitivo, quizás esto sea una mentira que nos han vendido los poderosos intereses políticos y económicos», que obtienen muchos millones de dólares del aborto.

Existe una gran presión para que no se reconozca al niño dentro del vientre. «Pero una vez que reconocemos lo que la ciencia y la razón nos dicen sobre la vida en el vientre materno» las personas pueden ver la humanidad de un niño no nacido.

La noción de «mi cuerpo, mis derechos» conduce a la idea de que «puedo hacer lo que me place» con «el cuerpo dentro de mi cuerpo». Esto pone la responsabilidad del niño completamente en la mujer, porque la sociedad le dice a la mujer: «Hazte cargo tú de él. Ocúpate tú de él».

El aborto se ofrece como la única solución para el desafío que enfrentan las embarazadas «si quieres progresar en tu carrera, si quieres quedarte con tu novio.»

El aborto es el mayor destructor de la paz

«Cuando tomas al miembro más débil de la sociedad y le niegas sus derechos humanos, en vez de protegerlo, entonces no podemos tener la paz que anhelamos», observó Lila.

Cuando hay niños que se encuentran en «su situación más dependiente, los miembros más débiles de nuestra sociedad, y les niegas su derecho humano más fundamental», dijo, «entonces tienes una crisis de derechos humanos en el núcleo de la sociedad, y no puedes tener paz».

Un mito común del lobby abortista, en especial para presionar a los países a fin de que legalicen el aborto, es que el embarazo es «una enfermedad que se trata matando al niño».

No obstante «la mujer sigue muriendo a causa del aborto» en los Estados Unidos «porque es un acto antinatural, violento, en contra de ella y en contra del niño», afirmó Lila.

Un vídeo contrastaba a Planned Parenthood proveyendo el aborto en fase avanzada del embarazo con imágenes de Toby, bebé nacido a las 24 semanas de gestación, y sus fotografías a los nueve meses, a los dos años de edad y jugando en un bote a los tres años.

Una mujer del público pasó una nota a una alumna de la International Youth Coalition que le había invitado al evento. Ella antes estaba a favor del aborto, pero ahora está en contra, decía su mensaje.

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano

sábado, 21 de marzo de 2015

¿LOS NIÑOS TAMBIÉN PECAN?




Me decía un día una amiga, “¿Qué pecados van a tener los niños?”. Esta pregunta se desarrollaba en el marco de una conversación en la que hablábamos del pecado y yo le explicaba la necesidad del Sacramento de la Confesión, lógicamente para niños y mayores, ya que el demonio, a la hora de tentarnos, no discrimina por la edad. Sin embargo, ella opinaba que los niños, están por encima del bien y del mal. Vivimos en un analfabetismo puro y duro en cuanto al catecismo, desconocemos hasta lo básico, los Mandamientos de la Ley de Dios. ¿Como puede pensar una persona, que los niños no tienen pecados, simplemente por el hecho de ser niños? ¿Es que nacemos Santos? Hay etapas de nuestra vida en las que somos COMO pequeños ángeles, no obstante, las almas tienen que ser talladas desde la más tierna infancia. Nacemos con el pecado original, por ello, la necesidad del Sacramento del Bautismo y a partir de ahí, el trabajo continúa. Padres, Sacerdotes y Catequistas deben trabajar el interior de los más pequeños, para que igual que el cuerpo crece con el alimento sólido, el alma crezca con los bienes espirituales.

Paseando por el cementerio de San Amaro, una de los grandes tesoros arquitectónicos de mi ciudad, se pueden encontrar sepulturas de niños que murieron en olor de Santidad. Entre las sepulturas, destaca el panteón de la pequeña Mari Carmen González-Valerio, que murió con nueve años y cuyos restos, estuvieron un tiempo en La Coruña, hasta que los trasladaron a Madrid, al abrirse el proceso en la Congregación para la causa de los Santos. Recuerdo cuando era niña y mi abuela y mi madre, me contaban la historia de Mari Carmen y a mí, desde mi corto entendimiento, me maravillaba y ya me hacía pensar que no se nace Santo y que hay que trabajar el alma duramente, en todas las etapas de nuestra vida. La vida de esta niña fue una entrega a Dios total y absoluta en la enfermedad. Mi madre me hablaba de ella, supongo que intentando quitar lo mejor de mi y que viera en Mari Carmen, un modelo a seguir. Nuestros padres se ocupaban de nuestro crecimiento espiritual.

Hoy en día, la situación es muy distinta. Los niños vienen al catecismo, como un mero cumplimiento, para recibir la Primera Comunión, o más bien, deberíamos decir, para hacer una fiesta como la de la graduación, pero en una etapa infantil.

Hace unas semanas, hablando con mi madre, recordaba cuando éramos pequeños y cuando le dijeron que mi hermano podía recibir su Primera Comunión. Ni corta ni perezosa, me contaba que fue a quejarse al Sacerdote, ya que ella consideraba que no estaba preparado. ¡Fíjense Vds., ya les he contado otras veces como era mamá de exigente en las cosas de Dios y aún así, ya ven, creía que mi hermano, no estaba preparado! Y sin más dilación, le dijo al Sacerdote, que había que esperar. Todo lo contrario de lo que sucede hoy en día. Los padres, recortada en mano, vienen exigiéndonos a los catequistas y al Cura, que reduzcamos el tiempo de preparación, ya que consideran que sus hijos están lo suficientemente formados, cuando la realidad es que en la mayoría de los casos, no saben ni rezar el Ave María. Y con esa escasa o nula formación, reciben al Señor. Se cumple lo estipulado por las Conferencias Episcopales y pim pam pum, aquí paz y después gloria. Con lo cual, el siguiente paso, superado el día de la fiesta y de la algarabía, es no volver, hasta que les cuadra el siguiente evento familiar: otra comunión, bautizo, boda, funeral…

Recuerdo un niño que tenía en el catecismo, el Señor le inspiraba grandes momentos de piedad y a mí, me tenía entusiasmada. Sentía gran inquietud por aprender más, por estar en el Sagrario, por contarnos a todos las historias de los Santos que leía en casa o que veía en Internet. Ya digo, le venía de lo alto, porque sus padres tenían una despreocupación total por su formación. Recuerdo los días que faltaba al Catecismo o a la Santa Misa, cuando le preguntaba el motivo, siempre señalaba el mismo, “yo me levanto temprano para venir, es mamá la que no me trae”. La verdad es que yo, no me andaba por las ramas y en las charlas que les impartíamos a los padres para intentar catequizarlos o por lo menos, sensibilizarlos de la importancia de los Sacramentos, les decía sin ningún tipo de miramiento, que los niños faltaban porque eran ellos, los que no los traían y así lo decían públicamente los niños delante de sus compañeros. No obstante, el bochorno les debía durar un visto y no visto, porque a la semana siguiente, se volvían a producir los hechos. Por lo tanto, el pecado del niño al no venir a Misa, siendo realistas, viene motivado por la insensatez de unos padres que niegan lo mejor a sus vástagos y los conducen por el camino del mal.

¿No llevan los padres a sus hijos a los partidos de fútbol o a otras muchas actividades, que aunque sean interesantes, no aportan nada, absolutamente nada, al alma? No solo los llevan, sino que se preocupan de que sus hijos sean los mejores y sueñan para ellos un balón de oro, como si fueran a llegar todos a grandes estrellas del fútbol o del baloncesto. Sin embargo, fíjense que paradoja, a un padre no le preocupa que su hijo pierda el alma, lo importante es ser un figura en este mundo. ¡Que vaciedad!

Después de la Primera Comunión, si tenemos la suerte de que los niños vienen algún día por causalidad a la Iglesia, yo, la verdad es que nunca dejo pasar la oportunidad de acercarlos nuevamente al Sacramento de la Confesión. En ese momento, como un lastre, nos encontramos a los padres, que principalmente, se oponen a que el niño se confiese, ¿El motivo? Contesten Vds., supongo que lo verán innecesario, por lo que comentábamos al principio, consideran que no existe el pecado y menos, en tan tiernas edades. Es decir, cuando un padre recrimina a un hijo, por ejemplo, por no estudiar, cuando no se comporta correctamente con su familia o con sus amigos, cuando miente, etc…Todo eso, simplemente, debe de estar mal, según el código mental del padre de turno, pero, el progenitor considera que NO ES PECADO, por lo tanto, ve innecesario e ilógico que su pequeño pase por el Confesionario. Es extraño, señalamos una mala acción y la castigamos, pero no la identificamos como PECADO. Las formaciones catequéticas para adultos, son más necesarias que nunca, el gran problema es que, muchas veces, se cuenta con el beneplácito de muchos Presbíteros, con escasa o nula formación, que animan a los pequeños y adolescentes a disfrutar de una barra libre de malas acciones, que no son señaladas y que conducen a la condenación. Podemos revisar el Catecismo de la Iglesia Católica y no encontraremos ninguna parte en la que diga que al infierno se va SÓLO a partir de una determinada edad. Lo que es cierto, es que cuando uno es pequeño o menor de edad, está bajo la responsabilidad de sus padres, por lo tanto, deberían valorar los padres si querer a un hijo, es ponerlo en las puertas del abismo. “En una niña tan pequeña – dice su madre- nos chocó el que asimilara tan bien el gran valor de la Pasión de Cristo y su Redención” (Vida de Mari Carmen González-Valerio)

La etapa infantil marca nuestra vida de adulto y lo que aprendemos en ella, o lo que nos inculcan, es un referente para toda nuestra existencia. ¿Cómo pueden unos padres no desear lo mejor para sus hijos?

Sonia Vázquez.
Título original: ¿Los niños no pecan?
Fuente: Adelante la fe.

Ver también, haz clic: 1) EN CUANTO EL NIÑO PUEDA DISTINGUIR ENTRE EL PAN Y LA HOSTIA CONSAGRADA, HAGA SU PRIMERA COMUNIÓN 2) UN DEBER DE LOS PAPÁS: LA CONFESIÓN DE LOS NIÑOS

miércoles, 18 de marzo de 2015

EL CONGRESO DE LOS DIABLOS (Sueño de don Bosco)



Soñé que estaba en una gran sala donde muchos diablos celebraban un congreso para encontrar los medios con los cuales lograr acabar y destruir a la Comunidad Salesiana (y a cualquiera otra asociación religiosa).

Un diablo propuso:

-Para destruir esta asociación religiosa lo mejor será la GULA. Ella trae desgano para hacer el bien , corrupción de costumbres, malos ejemplos, falta de espíritu de sacrificio, descuido de los deberes de apostolado …

Pero el otro diablo respondió:

-Este medio no sirve para la mayoría, porque la comida de los religiosos es bastante sobria y las bebidas alcohólicas son escasas entre ellos.

Sus reglamentos mandan que la alimentación sea ordinaria y los superiores vigilan para que no haya exceso en esto. Y el que se excede en el comer y en el beber no sólo produce escándalo entre los demás sino que atrae el desprecio de los otros. Yo propongo más bien, como medio para acabar con la Congregación al inspirarles un gran AMOR POR LAS RIQUEZAS.

Y añadió:

-Es que cuando en una asociación religiosa entra el amor a las riquezas, llega también el amor por las comodidades, y el deseo de tener cada uno su propio dinero para gastarlo en lo que se le antoje,  y los religiosos empiezan ya a no pensar con caridad en los demás, sino con egoísmo, cada uno en sí mismo. Y el amor al dinero lleva a los religiosos a dedicarse a los ricos que pueden pagar altas cuotas, y se van olvidando de los pobres.

Aquel demonio quería continuar hablando pero le interrumpió un tercero que dijo:

-¡Qué gula, ni qué amor a las riquezas! Estos religiosos son bastante pobres y bastante sobrios. Además se dedican a atender gentes tan necesitadas, que cualquier cantidad de dinero que les llegue , apenas sí les alcanzará para ayudar a tantos pobres que vienen a pedir su ayuda .

Yo en cambio propongo como medio para acabar con su comunidad el incitarles a una EXAGERADA LIBERTAD. Convencerlos de que no es necesario obedecer a los reglamentos de su Congregación. Que hay que rechazar ciertas preocupaciones poco brillantes que se les encomiendan. Que hay que producir movimientos contra sus superiores. Que se puede ir siempre a hacer visitas sin pedir permiso a nadie. Que pueden aceptar toda clase de invitaciones y aprovechar esas ocasiones para salir de casa … y otras cosas semejantes.

Entonces se adelantó un cuarto demonio y exclamó:

-Esos medios que han propuesto resultan bastante inútiles, porque los superiores pueden despedir a los rebeldes. Es verdad que algunos se dejarán deslumbrar por el deseo de tener una exagerada libertad, pero ya verán que la mayor parte de estos religiosos se mantendrán fieles al cumplimiento de su deber. Yo les propongo un medio cuya peligrosidad estos hombres no serán capaces de descubrir tan fácilmente. Consiste en CONVENCERLOS DE QUE LO MÁS IMPORTANTE ES LLEGAR A SER MUY INSTRUIDOS, que su principal gloria será el lograr ser personas de mucha ciencia. Y para eso hay que convencerlos de que estudien mucho para adquirir fama, y no para lograr hacer gran bien a las almas o para ser más santos. Que se instruyan para provecho propio y no para provecho del prójimo que necesita de su apostolado. Hay que llevarlos a que desprecien a los que no son muy instruidos y que les interese la ciencia solamente, y no el ejercer el ministerio sacerdotal y el apostolado que tiene que hacer un buen religioso. Que no les guste enseñar catecismo a los niños, ni dar clases a los pobres, ni pasar largas horas en el confesionario. Que se dediquen solamente a predicaciones en las cuales puedan lucir todo su orgullo y conseguir alabanzas de las personas humanas, pero no a las sencillas predicaciones en las cuales ayuden en verdad a la salvación de las almas.

Esta proposición fue recibida con grandes aplausos por todos los diablos. Y yo me puse a pensar con tristeza que a nuestra Congregación (y a muchas otras) puede llegar el terrible peligro de que algunos crean que lo verdaderamente importante es ser muy instruidos y adquirir fama de brillantes ante los demás, y mientras tanto descuiden sus deberes de sacerdotes y de religiosos, esos deberes sencillos y humildes de enseñar catecismo, de confesar, de predicar de manera fácil al pueblo ignorante y de dedicarse a labores de apostolado que no brillan ante los ojos humanos pero que sí tienen un gran valor ante los ojos de Dios.

Y yo pensaba: ¡qué peligro tan grande el que nos puede venir : que los nuestros deseen solamente la ciencia que hincha y enorgullece y que proporciona alabanzas de la gente, y que esto los lleve a despreciar los buenos consejos de aquellos a los cuales consideran inferiores a ellos en el saber !

De pronto uno de los diablos me vio escondido allá en un rincón escuchándoles y entonces todos ellos se lanzaron contra mí tratando de destrozarme. Yo empecé a gritar: ¡Auxilio! ¡Auxilio! y … me desperté muy emocionado y muy cansado.

lunes, 16 de marzo de 2015

LA VIRGEN DE LA ANUNCIACIÓN por Mons. Fulton J. Sheen


Hoy vamos a tratar uno de los más hermosos temas que puedan existir: el misterio de María Virgen y Madre.

 Una mujer puede conservar su virginidad por uno de estos tres motivos:

a) Por no haber tenido ocasión de casarse;

b) Por no haberlo querido hacer;

c) Por haber prometido a Dios mantenerse pura, aun teniendo mil ocasiones de casarse.

María, la Madre de Dios, fue Virgen por el tercer motivo. Se enamoró de Dios en su primera infancia. Fue un amor bello y absoluto, primero y último, principio y fin.

Creo que Nuestra madre hizo voto de virginidad por considerarse indigna del inmenso honor de dar vida al Salvador del mundo. Sin embargo, ya poseía un título de preferencia sobre otras mujeres, toda vez que en la Biblia se leía que el Señor descendería de la casa de David (el gran Rey que había vivido siglos antes), y María pertenecía a dicha estirpe real.

¿Cómo sabemos que María hizo voto de castidad? Por su respuesta al arcángel San Gabriel.

Descendió el Ángel desde la luz deslumbradora del trono de Dios para aparecerse a la Niña recogida en oración, y se verificó la Anunciación, pues por vez primera, al cabo de los siglos, se dio la buena nueva. Hasta entonces se había hablado de la caída del hombre, por culpa de una mujer; desde aquel día, el Anuncio sería el de la regeneración del hombre por medio de una Mujer.

Un Ángel fue el que la saludó. El Embajador de Dios, acostumbrado a que los hombres le rindiesen honores, esta vez no dio órdenes, sino que saludó a María con estas palabras: “Dios te salve, llena de gracia,” queriendo significar la primera parte del saludo “alégrate,” y también “la paz sea contigo.” Las otras palabras, “llena de gracia,” significan “admirable” y “llena de todas las virtudes.” Era casi como una afirmación por la que el Ángel de Dios la declaraba el objeto de la Divina Complacencia.

Y la humilde Doncella se sorprendió menos de la aparición del Mensajero Divino que del saludo y del inesperado tono del divino aprecio.

Poco después, al visitar a su prima Santa Isabel, oiría que le preguntaba: “¿Cómo es que viene a visitarme la Madre de mi Señor”. Pero en la visita del mensajero celestial, le correspondía a María preguntar: “¿Por qué viene a verme el Ángel de mi Señor?” Y el Ángel se apresuró a exponerle el motivo de la visita.

Ella debería cumplir en sí misma lo que el profeta Isaías había anunciado siete siglos antes: “Una Virgen habrá de concebir y dar a luz un hijo que se llamará Emmanuel (Dios con nosotros). El Ángel, haciendo una clara alusión a esa profecía, le dijo: “Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre, y reinará para siempre en la casa de Jacob, y su reino no tendrá ya fin” (San Lucas, 1, 30-33).

Este gran honor constituyo un grave problema para María, que había hecho voto a Dios de su cuerpo y de su alma. Según ella, no habría podido ser nunca madre, y por eso dijo: “No conozco a ningún hombre,” como si dijera: No deseo conocer a ningún hombre.

La Biblia no habla nunca del matrimonio con términos sensuales, sino como “conocimiento”. Por ejemplo: “José no conoció a María” (San Mateo 1, 19). “Adán conoció a Eva y ésta concibió” (Génesis 4,1).

Y eso era por entender Dios que el marido y la mujer deben estar unidos como la mente con lo que conoce. Saben ustedes, por ejemplo, que dos y dos son cuatro, y no nos ponemos a pensar en nada que se interponga entre el pensamiento y ese hecho.

Su brazo no está tan unido al resto del cuerpo como una cosa conocida a su mente. Así es el lazo indisoluble entre marido y mujer.

Por dicho motivo, dijo María: “¿Cómo podrá ser así si no conozco a hombre alguno?” María no dijo: “No me he de casar y por tanto nunca podré ser la madre de Jesús”: eso hubiera sido desobedecer al Ángel que le había pedido fuese Madre.

Tampoco dijo la Virgen: “No quisiera casarme, pero cúmplase la voluntad de Dios”, porque eso no hubiera sido permanecer fiel a sí misma y a su voto. María deseaba ilustrarse acerca de su obligación; pero como hasta entonces siempre habían sido incompatibles la maternidad y la virginidad, ¿cómo resolvería Dios la cuestión? Su objeción a la natividad virginal tenía una base científica. Ciertamente que no podría ser cosa natural, sino sobrenatural. Dios podría hacerlo, pero ¿cómo?

Mucho antes de que la Biología pusiese su interrogante sobre la posibilidad de la maternidad de una virgen ya lo puso María con el clásico “¿cómo?”

El ángel le repuso que en su caso se produciría el nacimiento sin el contacto de un hombre, sin amor humano, aunque no sin Amor Divino, porque la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios, bajaría a Ella, y el que naciera de ella sería “el Hijo de Dios”.

María vio al instante que esto le permitiría mantener su voto.

Ella no buscaba otra cosa que amar a Dios.

En el momento en que el Espíritu de Amor prendió en su alma de manera que concibió a Cristo en ella misma, debió quedar en arrobamiento de éxtasis, cosa que tratan en vano de conseguir las criaturas humanas cuando resultan dos en una sola carne.

En el amor humano, el éxtasis se produce primeramente en el cuerpo y luego, indirectamente en el alma.

El Amor de Dios debió inflamar de tal modo el corazón, el cuerpo y el espíritu de la Virgen, que fue posible decir de ella cuando nació Jesús: “Este es el Hijo del Amor”.

Como supo que el Amor de Dios sustituiría al amor humano y que sería Madre permaneciendo Virgen, en el gran misterio de la vida, María dio su consentimiento: “Hágase según tu palabra”, es decir, quiero lo que quiere Dios con su sabiduría.

En aquel instante fue concebido el Verbo: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Antes de la caída, la mujer fue sacada del hombre extasiado en el sueño. Ahora nace el Hombre de la Mujer en el éxtasis del espíritu.

De la Anunciación se desprende una de las verdades más sublimes del mundo: la vocación de la mujer para los supremos valores religiosos.

María vino al mundo para restablecer la primitiva misión de la mujer, la de ser la portadora de Dios a la humanidad.

Toda mamá que da a luz a una nueva criaturita, lo hace porque Dios infunde el alma a cada recién nacido, y de este modo la nueva mamá es una cooperadora de la Divinidad, es decir, participa de lo que sólo Dios puede dar.

Así como el Sacerdote hace bajar al Salvador Crucificado al altar en el momento de la consagración, de igual manera cada madre hace descender a la tierra en el nacimiento, según el orden de la creación, al espíritu salido de las manos de Dios.

Por eso dice León Bloy: “Una mujer, cuanto más mujer, más santa es”.

No es que las mujeres sean más religiosas que los hombres por naturaleza. Eso es razonar como los hombres que han hecho dejación de sus ideales.

Tanto el hombre como la mujer han recibido de Dios su propia misión y se complementa el uno y la otra, como el arco y el violín.

Cada uno puede tener su representación en el orden de la naturaleza. El hombre cabe compararlo al “animal” por su deseo de poseer, por su movilidad e iniciativas.

La mujer se parece a la “flor”, colocada entre el cielo y la tierra; es, por su maternidad, como la tierra, y es cielo por su aspiración a crecer hacia arriba, hacia Dios.

La característica del hombre es la iniciativa; lo propio de la mujer es la cooperación.

El hombre coopera con la naturaleza; la mujer, con Dios.

El hombre fue designado para cultivar la tierra: “regirás la tierra”; la mujer, para ser portadora de la vida que viene de Dios.

El recóndito deseo de la mujer en la historia, el deseo secreto de todo corazón femenino, tuvo cumplimiento en el instante en que dijo María al Ángel “fiat”, hágase en mí según tu palabra. Esta es la más noble de las cooperaciones. Aquí está la esencia del feminismo: en la aceptación, la resignación y la sumisión: “Cúmplase en mí”. La joven que permanece soltera y cuida a su madre con su “fiat” de renunciamiento y sacrificio; la esposa que acepta al esposo en la unión de la carne; la Santa que sobrelleva las crucesitas que el Señor opone en su camino, y esta Mujer Única que somete su alma al Divino misterio de llevar en su seno a Dios hecho hombre, con grados diversos en la hermosa representación de la mujer, de su sublime vocación en la entrega total para la aceptación de los designios Divinos y de la sumisión a lo que viene del cielo.

María se llamó a sí misma la Esclava del Señor, y eso es toda mujer. El no serlo, disminuye su propia dignidad.

Los momentos menos dichosos para el corazón de una mujer son aquellos en los que no puede dar; los momentos más diabólicos son aquellos en los que “rehúsa” dar.

Si a una mujer se le niega toda satisfacción en la urgente necesidad de dar, se resiente de una sensación profunda de vacío más intensa que cuanto pueda experimentar el hombre.

Cuando una mujer presta su ayuda a las misiones, reza por el mundo, visita a los enfermos en sus horas libres de negocios y ocupaciones, ofrece sus servicios en los hospitales, tiene cuidado de sus hijitos, queda satisfecha porque cumple su misión de colaboradora de Dios.

La liturgia habla de la mujer como cumplidora del misterio del amor. Y amar no quiere decir tener, tener en propiedad y poseer, sino que significa darse, no pertenecerse ya, sino renunciarse a sí misma. Darse toda a los demás.

La mujer puede amar a Dios a través de las criaturas o directamente como hizo María; pero para sentirse feliz debe llevar a Dios al hombre.

En el “misterio del amor” toda mujer siente necesidad, no ya de la unión corpórea, sino del alma.

El hombre habla de cosas; la mujer, de personas.

El hombre se deja llevar por el amor al placer; la mujer, por el placer del amor, y su signo es el enriquecimiento que con él le viene al alma.

En ese instante apasionado, la mujer alcanza la plenitud de su ser por amor de Dios.

Como se subordina la tierra a la necesidad de la semilla para la obtención de las cosechas; como el enfermero se somete a las necesidades del enfermo para curarlo; como la mujer acepta las exigencias de la carne por el amor de los hijos; así acepta María la divina voluntad por la redención del mundo.

Y el sacrificio está estrechamente ligado a la sumisión.

Sumisión que, por otra parte, no es pasividad sino acción activa con olvido de sí mismos.

La mujer está hecha para lo que es Sagrado, es instrumento del cielo en la tierra. María es el máximo ejemplo, el modelo que reúne en sí las más profundas aspiraciones del corazón de toda hija de Eva.

Virginidad y maternidad no son tan inconciliables como a primera vista pudieran parecer.

Toda virgen tiende a madre y toda madre tiende a virgen.

Toda virgen siente necesidad de llegar a ser madre o física o espiritualmente, porque si no crea una vida de mamá, de enfermera, de maestra, su corazón se siente a disgusto, apenado, como un navío gigante en aguas de poco fondo.

La mujer tiene vocación de engendrar la vida, ya sea en la carne, ya en el espíritu mediante la conversión.

Por otra parte, toda mujer y madre llora su virginidad, no por querer recuperar lo que ha dado, sino para poder dar otra vez con mayor intensidad, más piadosamente y con mayor sentido de lo divino.

En toda virginidad hay algo incompleto, no dado, retenido.

En toda maternidad hay algo perdido, algo dado y tomado irrevocablemente.

Pero en la virginidad de María nada se retuvo; todo se sometió y nada se tomó en Su Maternidad.

Mies sin pérdida de semilla – otoño en eterna primavera-, sumisión sin despojo – ¡Virgen Madre!

¡Melodía única salida del violín de la creación de Dios sin rotura de cuerdas!...

domingo, 15 de marzo de 2015

"ES NECESARIO OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES" Hechos 5:29

"Verita una es nec divide potest; eadem aeterna perdura, nullis obnoxia temporibus; Iesus Christus heri et hodie: ipse et in saecula": S.S. san Pío X.