jueves, 31 de diciembre de 2020
ORACIÓN DE FIN DE AÑO
miércoles, 30 de diciembre de 2020
¡ARREPIÉNTETE! AHORA QUE AÚN TIENES TIEMPO
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EN QUÉ CONSISTE EL ACTO DE CONTRICIÓN PERFECTA
Os voy a explicar ahora en qué consiste el Acto de Contrición y cómo se hace.
Lo primero que tengo que deciros del Acto de Contrición Perfecta es que lo fundamental que tenemos que hacer es arrepentirnos de nuestros pecados, porque son ofensa de Dios. No me arrepiento de mis pecados por ningún motivo humano. Sino porque cuando yo he pecado, yo he ofendido a Dios, y a mí me pesa haber ofendido a Dios. Este debe ser el motivo fundamental de mi arrepentimiento. Esto es lo básico para el Acto de Contrición. No bastan otros motivos humanos.
Ejemplos de arrepentimientos sólo por motivos humanos:
-Primero: Alguien va a una casa de prostitución, y después se arrepiente de haber ido. Pero el motivo de arrepentimiento es múltiple. Puede que se haya arrepentido de haberse ido con una prostituta porque le ha pegado una enfermedad venérea. Cuando él se ve con esa enfermedad se arrepiente del disparate y de la locura que hizo. Esa prostituta le ha pegado una enfermedad que puede ser trágica para su mujer y para sus hijos.
Ya sabéis que los hijos de los sifilíticos nacen a veces anormales y con taras tremendas. Son la desgracia de los padres viciosos que contrajeron esas enfermedades en su vida licenciosa. Y, a lo peor, este hombre, que por ir a una casa de prostitución, ha cogido una enfermedad venérea, después se tira de los pelos, arrepentido de haberse ido por ahí.
Pero no se arrepiente de haber ofendido a Dios. Se arrepiente porque ha cogido una enfermedad venérea. Eso no es contrición. Aunque esté muy arrepentido y esté decidido a no volver. Eso no es contrición. El se arrepiente por un motivo humano.
-Segundo ejemplo de otro motivo humano: Al salir de la casa de prostitución se encuentra con una persona conocida que sabe de dónde sale. Entonces se arrepiente de haberse metido ahí, porque sabe que eso se va a correr y va a perder la fama. Él, que tenía fama de hombre honrado, ahora se va a saber lo que ha hecho. Se arrepiente por la fama que va a perder. Pero no es por motivo sobrenatural. Eso no es contrición. Es motivo humano.
-Tercer ejemplo: Puede ser que se arrepienta por el dinero que le han quitado. Porque le ha costado tanto, y después comprende que ha sido un disparate haber pagado eso. Y que ese dinero, hubiera estado mejor empleado en otras cosas que en costearse un vicio y un pecado. Y se arrepiente por el dinero que ha perdido. Se arrepiente por motivo humano. Eso no es contrición.
LA CONTRICIÓN IMPERFECTA O ATRICIÓN ES POR TEMOR AL INFIERNO Y NO BORRA LOS PECADOS POR SÍ MISMA, PERO CON PROPÓSITO DE ENMIENDA ES SUFICIENTE PARA CONFESARSE
Incluso, fijaos, aunque se arrepienta porque ha merecido el infierno. Puede ser que se diga:
-¡Qué disparate! He sido un bestia, un animal. Además, si ahora me
muero, me voy al infierno. Si me llego a morir en ese momento, me condeno.
Se arrepiente de lo que ha hecho. Pero por el miedo al infierno. No es contrición perfecta. Lo fundamental de ella es que el motivo del arrepentimiento sea porque el pecado es ofensa de Dios. Este es el motivo fundamental. Yo me arrepiento porque con mi pecado ofendí a Dios, y Dios no se merece esto. Dios me ama, Dios ha sufrido por mí, Dios ha muerto por mí. Dios, que ha hecho tanto por mí, merece que yo me porte mejor con Él. Y yo me he portado mal. Y yo le he ofendido. Y yo he pecado. Me arrepiento de mi pecado porque he ofendido a un Dios tan bueno.
(NOTA: El arrepentimiento por miedo al infierno se le conoce como Atrición o contrición imperfecta, ésta NO borra los pecados por sí misma -como sí lo hace la Contrición Perfecta- pero es suficiente para confesar los pecados al sacerdote y quedar, luego de la confesión sacramental, perdonado por Dios y en estado de gracia).
Y esto (el Acto de Contrición Perfecto por amor a Dios) basta quererlo. Porque puede haber personas que duden de si hacen un Acto de Contrición porque no sienten nada:
-Padre, ¡si yo no lo siento!
-No importa. Tú puedes hacer bien un Acto de Contrición (Perfecta) aunque no lo sientas. Basta que lo quieras.
EL ACTO DE CONTRICIÓN PERFECTO ES UN ACTO DE VOLUNTAD
El Acto de Contrición no te sirve, si lo dices sólo con los labios. Si lo dices sólo por rutina. Si lo dices sin fijarte en nada. Pero, si tú te fijas en lo que dices, y tú quieres aquello que significan tus palabras, tu Acto de Contrición es bueno. Porque el Acto de Contrición (Perfecto) no es cuestión de sensibilidad. Es cuestión de voluntad. Si tú quieres aquello que dices, tu Acto de Contrición es bueno.
Por tanto cuando tú dices:
-Señor, yo te amo sobre todas las cosas.
Y tú quieres que eso sea verdad, tú ya estás amando a Dios sobre todas las cosas.
-¡Ah, es que yo noto que mi corazón no vibra como cuando quiero a mi madre!
-Ya lo sé.
-¡Ah, es que, cuando yo quiero a mis hijos, yo siento que mi corazón vibra de amor hacia mis hijos, y yo no siento mi corazón vibrar de amor hacia Dios!
-Ya lo sé.
Pero el que vibre tu corazón por un amor humano es lógico. El que vibre tu corazón por amor a Dios es más difícil. No digo que sea imposible. Algunos santos lo han tenido. Pero eso no lo pueden tener todos los hombres. Basta que tú quieras que sea verdad aquello que tus palabras expresan.
«Señor, yo te amo sobre todas las cosas. Señor, yo quisiera que no haya nada en el mundo que lo prefiera a Ti. Tú para mí, el primero. Así lo quiero, Señor.»
Aunque tu corazón no vibre como vibra con un amor humano. No importa. Estás amando a Dios sobre todas las cosas, porque tú deseas que tus palabras expresen en verdad lo que quieres. Como digo, no es necesario sentirlo. Basta quererlo. Querer aquello que se dice. Pero las palabras deben expresar este amor a Dios sobre todas las cosas, y este arrepentimiento de haber pecado, porque el pecado es ofensa de Dios.
CÓMO SE FORMULA
Supuesto esto, la fórmula que expresa este Acto de Contrición, la fórmula corriente con la que solemos expresar nuestro Acto de Contrición es el «Señor mío Jesucristo». Ya sabéis que el «Señor mío Jesucristo», dicho de corazón, es un Acto de Contrición. Pero el «Señor mío Jesucristo» es muy largo. Sobre todo, el que nosotros hemos aprendido. El que aprenden hoy los niños en la escuela es más breve. Tampoco es perfecto. Pero, en fin, es más breve.
Os voy a dar una fórmula muy condensada de Acto de Contrición. Creo que expresa de una manera completa estas ideas fundamentales del Acto de Contrición. Puede ser así: «Dios mío, yo te amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas. Señor, yo me arrepiento de todos mis pecados porque te ofenden a Ti, que eres tan bueno. Perdóname y ayúdame para que nunca más vuelva a ofenderte».
Si os parece muy largo, podíais decir. «Señor, perdóname que yo te amo sobre todas las cosas». O, si queréis, otro todavía más breve, en tres palabras: «Dios mío perdóname».
Recuerdo que daba yo mis conferencias a aviadores. Les estaba diciendo cómo a veces urge hacer un Acto de Contrición, porque el avión está en peligro y uno ve que se está jugando la vida. Entonces, les decía yo, el Acto de Contrición lo puedes decir en tres palabras: «Dios mío, perdóname.»
«Dios mío perdóname» es un Acto de Contrición perfecto. Porque en ese «mío», en ese posesivo que dice «Dios mío» están indicando amor. El posesivo «mío» es amoroso. Cuando dices «Dios mío» es porque le amas. Por eso es tan bonita esa expresión, tan española por otra parte, de «Dios mío», que la tenemos siempre en la boca: «Dios mío, esto»; «Dios mío, lo otro...» Es muy bonito, porque es una expresión de amor a Dios. Cuando dices «Dios mío, perdóname», estás pidiendo perdón a Dios porque le amas. Es acto de contrición.
Si tienes tiempo, es mejor que lo expreses con más calma:
«Señor, yo te amo sobre todas las cosas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres muy bueno y Tú no te mereces eso de mí.»
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SUPONE PROPÓSITO DE ENMIENDA Y DE CONFESARSE A LA BREVEDAD
Bien está que lo expreses con todas las palabras. Pero en un momento de apuro, en un momento de peligro, en que tienes que decirlo rápido, di por lo menos «Dios mío, perdóname», que dicho de corazón es perfecto Acto de Contrición. Más breve, imposible. Y si tú quieres que sea verdad lo que dices, estás perdonado de todos los pecados que puedas tener encima, y te salvas. Si después sales del peligro de muerte, tienes que confesarte de los pecados mortales. Pues el Acto de Contrición supone deseo de confesarse cuando sea posible (y de luchar por no volver a pecar, es decir: tener propósito de enmienda). Pero, de momento, estás perdonado. En caso de que pierdas la vida, ¡te salvas!.
Pues quiera Dios que sepáis hacer el Acto de Contrición. Que lo hagáis con frecuencia. Como os decía antes, ojalá lo hagáis todas las noches antes de acostaros, después de las tres Avemarías. Nadie debe acostarse jamás sin rezar las tres Avemarías, que son prenda de salvación eterna. Por lo menos, eso. Y vuestro Acto de contrición dicho de verdad, dicho de corazón (y con propósito de no volver a pecar), para poneros en gracia de Dios.
De esta manera, no sólo os ponéis en gracia todas las noches, sino que si algún día necesitáis este salvavidas del Acto de Contrición en un momento de peligro tendréis la seguridad de hacerlo todo bien.
LA CONTRICIÓN PERFECTA BORRA TODO PECADO PERO NO PERMITE COMULGAR SIN PREVIA CONFESIÓN SACRAMENTAL
Además, este Acto de Contrición tan breve, en tres palabras, te sirve también para cuando vayas a confesarte si no sabes el «Señor mío Jesucristo» (pues recuerda que debes tener la intención de hacerlo a la brevedad y que el acto de contrición no te permite ir a comulgar sin confesar antes al sacerdote todos los pecados mortales). Si sabes el Acto de contrición largo, lo puedes hacer con devoción y consciente de lo que dices; pero si crees que no te va a salir bien, o lo vas a decir rutinariamente, más vale que repitas varias veces de corazón: «¡Dios mío, perdóname!, ¡Dios mío, perdóname!, ¡Dios mío, perdóname!».
Pues, nada más. Creo que, con este Acto de Contrición en tres palabras, os ayudo a que podáis enfrentaros tranquilos con la muerte, si, en ese momento trascendental, no tenéis al lado a un sacerdote que os perdone.
-oOo-
N. de la R. Consideramos este soneto como el más perfecto Acto de Contrición:
No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido; ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una Cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido; muévenme tus afrentas y tu muerte.
. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
.
No me tienes que dar porque te quiera; pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera.
Este tema se trata de una charla del P. Jorge Loring. Si deseas leerla completa, haz clic aquí:
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martes, 29 de diciembre de 2020
EN ARGENTINA SE PERDIÓ LA CIVILIDAD AL APROBAR EL SENADO EL ABORTO
Los más indefensos quedan sin protección contra quienes quieran aniquilarlos. Estos senadores sí supieron lo que hicieron y lo llevarán siempre, hasta su juicio final ante Dios, en su conciencia.
lunes, 28 de diciembre de 2020
EN ESTA FECHA CONMEMORAMOS A LOS SANTOS INOCENTES ASESINADOS
sábado, 26 de diciembre de 2020
SOLO DE ESE NIÑO PUEDE VENIRNOS LA SALVACIÓN
San Bernardo.
viernes, 25 de diciembre de 2020
jueves, 24 de diciembre de 2020
QUE EL NIÑO QUE NACE LES LLENE DE BENDICIONES
miércoles, 23 de diciembre de 2020
martes, 22 de diciembre de 2020
lunes, 21 de diciembre de 2020
BUSCAD PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA
sábado, 19 de diciembre de 2020
LAS INTENCIONES DEL SUMO PONTÍFICE
Para obtener indulgencias, junto con otras condiciones, la Iglesia suele pedir que se recen ciertas oraciones (por lo general un Padrenuestro, una Avemaría y Gloria ‐y un Credo‐) por las intenciones del Sumo Pontífice.
Existe el error generalizado que se refiere a las intenciones que en ese momento tenga, de acuerdo con las circunstancias, el Papa reinante. Esto no es así. En realidad cuando la Iglesia establece que se rece "por la intenciones del Sumo Pontífice", se refiere a determinadas intenciones que ya tiene preestablecidas como intrínsecas para los romanos pontífices.
A continuación las enumeramos:
1 – La exaltación de la Iglesia Católica: porque el Señor la fundó y constituyó como signo e instrumento de salvación para el mundo.
2 – La eliminación de la herejía: porque el Señor pidió a sus discípulos y a cuantos creyeran en él seguir la verdad toda íntegra y no elegir partes de la misma, absolutizándolas y haciéndolas disparatadas y erróneas. Dichas “verdades” que los protestantes dicen haber conservado, si lo son realmente, ya se encuentran en la verdad católica de donde las copiaron.
3 – La propagación de la fe: porque el Señor ordenó a los apóstoles y a sus sucesores enseñar el Evangelio y hacer discípulas a todas las naciones.
4 – La conversión de los pecadores: porque el Señor vino a salvar todas las almas mediante su palabra divina y la institución de los sacramentos.
5 – La verdadera concordia entre las naciones: porque el Señor hizo caer con su cruz el muro de enemistad que se erige entre aquéllas. Se recuerda que los papas consideraron a todos los pueblos, en especial los cristianizados, como sus hijos.
6 – Los demás bienes del pueblo cristiano.
Imagen: El segundo Papa de la Iglesia Católica: San Lino.
viernes, 18 de diciembre de 2020
jueves, 17 de diciembre de 2020
miércoles, 16 de diciembre de 2020
martes, 15 de diciembre de 2020
EN EL ATARDECER DE LA VIDA SEREMOS JUZGADOS EN EL AMOR
Esta frase del místico español y doctor de la Iglesia, San Juan de la Cruz, expresa que al final de la vida, cuando nos presentemos ante Dios, la posible pregunta a responder será: ¿cuánto has amado?
Dios nos preguntará cuánto hemos amado a los demás, cuánto dimos de nosotros mismos, cuánto superamos nuestro egoísmo y salimos de nuestro egocentrismo para ayudar a los demás, cuánto fuimos capaces de mirar el corazón de la otra persona para entenderla y comprenderla, cuánto explotamos nuestra capacidad de amar que fue dada a cada uno en mayor o menor medida. Y sí, también cuánto di de mis recursos materiales y espirituales, además de mi tiempo, para ayudar a los más necesitados. De aquí la importancia de practicar las obras de misericordia -corporales y espirituales- recomendadas por la Iglesia. Es decir, las dimensiones del amor de Dios se miden por las obras de servicio a los demás.
Podríamos añadir, ¿He guardado los mandamientos de la ley de Dios? ¿Cómo he vivido mi fe manifestada en las obras? ¿qué hice por evangelizar al prójimo? ¿A cuántas personas le hablé del amor de Dios?
Esta frase nos llama a un profundo examen de conciencia, para tomar pasos concretos que nos lleven a crecer en el amor de Dios, que está directamente vinculado al amor del prójimo y al servicio de la Iglesia. ¿Cómo estamos amando, es decir, ayudando al prójimo, en lo material y espiritual? San Juan, el discípulo amado nos presenta este mensaje de Jesús en su evangelio, “Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos” (Jn 15, 13).
En un mundo donde el amor es ultrajado y confundido con cualquier cosa, somos nosotros quienes debemos rescatar su verdadero significado, recordando que hemos sido creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor. Creados para amarlo y para transmitir ese Amor a nuestros semejantes.