jueves, 5 de diciembre de 2024

LA ESTRATEGIA: AL AGUA PURA AGREGAN UNAS GOTAS DE VENENO


«Dice San Eutimio: “Cristo nos enseñó a no creer nunca a los demonios, aun cuando lo que digan sea verdad. Porque como ellos aman la falsedad, y son hostilísimos hacia nosotros, nunca hablan la verdad sino para engañar. Ellos usan la verdad como si fuera un anzuelo”. Porque, como los mentirosos que son, ellos ocultan y disfrazan sus mentiras bajo color de verdad. Al comienzo dicen algunas cosas que son verdaderas, y después entretejen con ellas lo que es falso, para que aquellos que han creído a lo primero puedan creer también a lo último. Por esta razón San Pablo expulsó al espíritu pitónico que lo alababa (Hechos XVI, 18)»

 PADRE CORNELIO ALÁPIDE SJ, Comentario sobre San Marcos I, 25.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

IDEA DE LA MUERTE, del caballero cristiano – Por Manuel García Morente.


   En la idea que el caballero cristiano tiene de la muerte puede condensarse el conjunto de su percepción y actitud ante la vida. Porque una de las cosas que más y mejor definen a los hombres es su relación con la muerte. El animal difiere esencialmente del hombre en que nada sabe de la muerte. Ahora bien; las concepciones que el hombre se ha formado de la muerte pueden reducirse a dos tipos: aquellas para las cuales la muerte es término o fin y aquellas para las cuales la muerte es comienzo o principio. Hay hombres que consideran la muerte como la terminación de la vida. Para esos hombres, la vida es esta vida que ellos ahora viven y de la cual tienen una intuición inmediata, plena e inequívoca. La muerte no es, pues, sino la negación de esa realidad inmediata. ¿Qué hay allende la muerte? ¡Ah! Ni lo saben ni quieren saberlo; no hay probablemente nada, según ellos, y sobre todo, no vale la pena cavilar lo que haya, puesto que es imposible de todo punto averiguarlo.

   El otro grupo de hombres, en cambio, ven en la muerte un comienzo, la iniciación de una vida más verdaderamente vida, la vida eterna. La muerte, para éstos, no cierra, sino que abre. No es negación, sino afirmación, y el momento en que empiezan a cumplirse todas las esperanzas. El caballero cristiano, porque es cristiano y porque es caballero, está resueltamente adscrito a este segundo grupo, al de los hombres que conciben la muerte como aurora y no como ocaso. Mas ¿qué consecuencias se derivan de esta concepción de la muerte? En primer lugar, una concepción correspondiente y pareja de la vida. Porque es claro que para quien la muerte sea el término y fin de la vida, habrá de ser la vida algo supremamente positivo, lo más positivo que existe y el máximo valor de cuantos valores hay reales. En cambio, el hombre que en la muerte vea el comienzo de la vida eterna, de la verdadera vida, tendrá que considerar esta vida humana terrestre —la vida que la muerte suprime— como un mero tránsito o paso o preparación efímera para la otra vida decisiva y eterna. Tendrá, pues, esta vida un valor subalterno, subordinado, condicionado, inferior. Y así, los primeros se dispondrán a hacer su estada en la vida lo más sabrosa, gustosa y perfecta posible, mientras que los segundos estarán principalmente gobernados por la idea de hacer converger todo en la vida hacia la otra vida, hacia la vida eterna.

   Para el caballero cristiano, la vida no es sino la preparación de la muerte, el corredor estrecho que conduce a la vida eterna, un simple tránsito, cuanto más breve mejor, hacia el portalón que se abre sobre el infinito y la eternidad. El “muero porque no muero” de Santa Teresa expresa perfectamente este sentimiento de la vida imperfecta. En cambio, hay colectividades humanas que han propendido y propenden más bien a hacerse una idea positiva de la vida terrestre. Ven la vida como algo estante, duradero —aunque no perdurable—, que merece toda nuestra atención y todos nuestros cuidados. Esos pueblos, que saben paladear la douceur de vivre, cuidan bien de aderezar y realzar las formas diversas de nuestra vida terrenal; aplican su espíritu y su esfuerzo a cultivar la vida; convierten, por ejemplo, la comida en un arte, el comercio humano en un sistema de refinados deleites y la hondura santa del amor en una complicada red de sutilezas delicadas. Son gentes que aman la vida por sí misma y le dan un valor en sí misma, y la visten, la peinan, la perfuman, la engalanan, la envuelven en músicas y en retóricas, la sublimizan; en suma, le tributan el culto supremo que se tributa a un valor supremo.

   Pero el caballero cristiano siente en el fondo de su alma asco y desdén por toda esta adoración de la vida. El caballero cristiano ofrenda su vida a algo muy superior, a algo que justamente empieza cuando la vida acaba y cuando la muerte abre las doradas puertas del infinito y de la eternidad. La vida del caballero cristiano no vale la pena de que se la acicale, vista y perfume. No vale nada, o vale sólo en tanto en cuanto que se pone al servicio del valor eterno. Es fatiga, y labor, y pelear duro, y sufrimiento paciente, y esperanza anhelosa. El caballero quiere para sí todos los trabajos en esta vida, justamente porque esta vida no es lugar de estar, sino tránsito a la eternidad.

   Y así, la concepción de la muerte como acceso a la vida eterna descalifica o desvaloriza, para el caballero cristiano, esta vida terrestre, y la reduce a mero paso o tránsito, harto largo, ¡ay!, para nuestros anhelos de eternidad. Y esta manera de considerar la muerte y la vida viene a dar la razón, en último término, de las particularidades que ya hemos enumerado en el carácter del caballero español. En efecto, un, tránsito o paso no vale por sí mismo, sino sólo por aquello a que da acceso. Así, la vida del caballero no vale por sí misma, sino por el fin ideal a cuyo servicio el caballero ha puesto su brazo de paladín. Así, el caballero despreciará como mezquina toda adhesión a las cosas y cultivará en sí mismo la grandeza, o sea la conciencia de su dedicación a una gran obra. Así, el caballero será valiente y arrojado; lejos de temer a la muerte, la aceptará con alegría, porque ve en ella el ingreso en la vida eterna. El caballero no será servil; y en la vida, nada, sino su ideal eterno, le parecerá digno de aprecio. El caballero vivirá sustentado en su fe más bien que en los cómputos de la razón y de la experiencia en esta vida. Afirmará su personalidad ideal, la que ha de vivir en lo eterno, ocultando pudorosamente y con vergüenza la individualidad real, manchada por el pecado, que sería deshonroso exhibir. En suma, el caballero cristiano extrae la serie toda de sus virtudes —y defectos— de su concepción de la muerte y de la vida. Porque subordina toda la vida a lo que empieza después de la muerte.


“IDEA DE LA HISPANIDAD”

martes, 3 de diciembre de 2024

EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA TIENE UN VALOR INFINITO


"Toda la gloria que han tributado a Dios los respetuosos obsequios de todos los coros angélicos, las virtudes, penitencias, martirios y demás obras buenas de los hombres, no pueden entrar en parangón con la que resulta al Señor de una sola Santa Misa; porque todos los honores que provienen de las criaturas tienen un cierto límite, pero la honra que a Dios resulta del Santo Sacrificio del altar, es infinita por derivar directamente de una persona divina".

San Alfonso María de Ligorio

lunes, 2 de diciembre de 2024

EL APOCALIPSIS: REVELACIÓN DE ESPERANZA Y TRIUNFO DIVINO


INTRODUCCIÓN

El libro del Apocalipsis, coronación de las Escrituras, no es un misterio inextricable ni un relato de desesperación, sino la culminación del designio divino. En él se despliega la verdad eterna: Cristo es el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el Rey soberano que dirige toda la historia hacia su consumación gloriosa en la Nueva Jerusalén.

El testimonio de los grandes intérpretes católicos –Mons. Straubinger, el Padre Castellani, Cornelio a Lápide y Francisco Suárez– ilumina esta obra con profundidad y sabiduría. Cada uno, desde su ámbito, confirma que el Apocalipsis es una revelación providencial que nos invita a la esperanza, fortalece nuestra fe y refuta las desviaciones de un mundo que reniega de Dios.

I. EL APOCALIPSIS COMO REVELACIÓN DIVINA

Straubinger:

“La palabra Apocalipsis significa ‘revelación’. Este libro descorre el velo de los misterios divinos, mostrando los designios de Dios en la lucha entre el bien y el mal” (Biblia Comentada, introducción al Apocalipsis).

Castellani:

“El Apocalipsis proclama la soberanía de Cristo sobre la historia y la certeza de su triunfo final” (El Apocalipsis de San Juan, prólogo).

Cornelio a Lápide:

“El Apocalipsis, en su lenguaje simbólico, revela las grandes verdades: el juicio divino, la restauración de la justicia y la victoria eterna del Cordero” (Commentaria in Sacram Scripturam, Ap 1).

Francisco Suárez:

“La revelación del Apocalipsis es fuente de consuelo y de enseñanza, pues ordena la inteligencia y eleva el alma a contemplar el fin último: la comunión eterna con Dios” (De Fide, Spe et Charitate).

Explicación:

El Apocalipsis es la última palabra de Dios al hombre, no porque sea un añadido, sino porque consuma todo lo revelado en Cristo. Así como el alba precede al día, las imágenes apocalípticas anticipan la gloria del Reino de Dios. Quien contempla este libro con fe no solo encuentra consuelo en las pruebas, sino certeza de que todo lo creado será sometido a Cristo, para que “Dios sea todo en todos” (1 Cor 15:28).

II. LAS SIETE IGLESIAS: LA PRUEBA Y EL LLAMADO

Straubinger:

“Las Siete Iglesias representan las diversas disposiciones espirituales de los fieles, desde la fidelidad ardiente hasta la tibieza peligrosa” (Biblia Comentada, Ap 2:1-29).

Castellani:

“El mensaje a las Iglesias es un juicio divino anticipado: Cristo, como Juez y Pastor, exhorta, corrige y promete la recompensa eterna a los que vencen” (Las Parábolas de Cristo, cap. 7).

Cornelio a Lápide:

“Cristo se presenta a las Iglesias con palabras de justicia y misericordia, ajustando sus méritos y fallas, como un cirujano que corta para sanar” (Commentaria in Sacram Scripturam, Ap 2).

Explicación:

Las Iglesias son imágenes de la Iglesia universal y de cada alma cristiana. En cada carta se observa la perfección de Cristo como juez que combina justicia y misericordia: Él alaba lo bueno, corrige lo malo y promete la gloria a los que perseveran. Así, se nos enseña que el camino hacia el Reino exige vigilancia, conversión constante y confianza plena en el Pastor eterno.

III. LOS SIETE SELLOS: EL JUICIO PURIFICADOR

Straubinger:

“Los Sellos no son meros castigos, sino pruebas que purifican a la humanidad para prepararla al Reino eterno” (Biblia Comentada, Ap 6:1-17).

Castellani:

“Los Sellos muestran el efecto del pecado en la historia, pero también la intervención divina que la dirige hacia la restauración final” (El Apocalipsis de San Juan, cap. 3).

Cornelio a Lápide:

“Los juicios que acompañan a los Sellos son la voz de Dios que llama a los hombres a reconocer su soberanía y arrepentirse” (Commentaria in Sacram Scripturam, Ap 6).

Explicación:

Los Sellos son la pedagogía divina desplegada en la historia. Al igual que el médico prescribe remedios amargos para sanar el cuerpo, Dios permite guerras, hambres y tribulaciones como llamadas a la conversión. En ellas, el cristiano reconoce que nada sucede fuera de la Providencia y que, al final, toda lágrima será enjugada y toda herida será sanada en Cristo.

IV. LA BESTIA Y LA BATALLA FINAL

Straubinger:

“La Bestia es el símbolo de las potencias que buscan suplantar a Dios, sean políticas, culturales o espirituales” (Biblia Comentada, Ap 13:1-10).

Castellani:

“La Bestia, el Anticristo, es el hombre que pretende ser Dios, el sistema que niega toda trascendencia. Pero su derrota está sellada desde la eternidad” (Cristo, ¿vuelve o no vuelve?, cap. 5).

Cornelio a Lápide:

“La Bestia y sus aliados son instrumentos de Satanás, pero Cristo los vencerá con el aliento de su boca” (Commentaria in Sacram Scripturam, Ap 13).

Suárez:

“El poder del Anticristo, aunque aparente ser absoluto, no es más que un instrumento para glorificar la justicia divina” (De Fide, Spe et Charitate).

Explicación:

La Bestia es la encarnación de la rebelión contra Dios, presente en todos los tiempos como sistema, ideología o cultura. Su poder no es absoluto ni eterno; Cristo lo permite para probar la fe de los suyos, pero su caída es inevitable. Así, el Apocalipsis nos enseña que la victoria del mal es solo aparente, pues la última palabra pertenece al Rey de reyes.

V. LA NUEVA JERUSALÉN: LA GLORIA FINAL

Straubinger:

“La Nueva Jerusalén es el cumplimiento de todas las promesas: la comunión perfecta entre Dios y los hombres” (Biblia Comentada, Ap 21:1-4).

Castellani:

“El Apocalipsis termina con una boda, porque la historia culmina en el amor perfecto entre Cristo y su Iglesia” (El Apocalipsis de San Juan, cap. 7).

Cornelio a Lápide:

“La Jerusalén celestial es la plenitud del Reino de Dios, donde los justos contemplan su gloria por los siglos de los siglos” (Commentaria in Sacram Scripturam, Ap 21).

Explicación:

La Nueva Jerusalén es la meta última de la historia. Es sobretodo, el estado de comunión eterna con Dios, donde toda lágrima será enjugada y el sufrimiento será transformado en gloria. Este destino, prometido desde el inicio, nos llama a perseverar en la esperanza y a vivir como ciudadanos del cielo.

CONCLUSIÓN: EL APOCALIPSIS COMO DEFENSA DE LA VERDAD

El Apocalipsis no es un libro de miedo, sino de confianza. En él se revela:

 1. La soberanía de Dios: Todo está bajo su providencia; ni el mal ni la muerte tienen poder absoluto.

 2. La victoria de Cristo: La Bestia y el Anticristo son derrotados, y Cristo reina eternamente.

 3. La esperanza del cristiano: Ante el nihilismo, el Apocalipsis proclama que la vida tiene sentido y la historia tiene un destino: la gloria eterna con Dios.

Epílogo:

El Apocalipsis nos invita a la fidelidad y a la vigilancia. En sus páginas, el alma cristiana encuentra consuelo y fuerza, porque la última palabra pertenece al Cordero que fue inmolado y ahora reina por los siglos de los siglos.

OMO 

BIBLIOGRAFÍA

 1. Straubinger, Juan. Biblia Comentada. Ediciones Guadalupe.

 2. Castellani, Leonardo. El Apocalipsis de San Juan. Ediciones Paulinas.

 3. Castellani, Leonardo. Cristo, ¿vuelve o no vuelve?. Editorial Vórtice.

 4. Cornelio a Lápide. Commentaria in Sacram Scripturam.

 5. Suárez, Francisco. De Fide, Spe et Charitate.


sábado, 30 de noviembre de 2024

CÓMO SEGUIR EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA


Ahora bien, para oír, real o mentalmente, la santa Misa, cual conviene:

1.º Desde que llegas, hasta que el sacerdote ha subido al altar, haz la preparación juntamente con él, la cual consiste en ponerte en la presencia de Dios, en reconocer tu indignidad y en pedir perdón por tus pecados. 

2º Desde que el sacerdote sube al altar hasta el Evangelio, considera la venida y la vida de Nuestro Señor en este mundo, con una sencilla y general consideración. 

3º Desde el Evangelio hasta después del Credo, considera la predicación de nuestro Salvador, promete querer vivir y morir en la fe y en la obediencia de su santa palabra y en la unión de la santa Iglesia católica. 

4º Desde el Credo hasta el Pater Noster, aplica tu corazón a los misterios de la muerte y pasión de nuestro Redentor, que están actual y esencialmente representados en este sacrificio, el cual, juntamente con el sacerdote y el pueblo, ofrecerás a Dios Padre, por su honor y por tu salvación. 

5º Desde el Pater Noster hasta la comunión, esfuérzate en hacer brotar de tu corazón mil deseos, anhelando ardientemente por estar para siempre abrazada y unida a nuestro Salvador con un amor eterno.

6º Desde la comunión hasta el fin, da gracias a su divina Majestad por su pasión y por el amor que te manifiesta en este santo sacrificio, conjurándole por éste, que siempre te sea propicio, lo mismo a ti que a tus padres, a tus amigos y a toda la Iglesia, y, humillándote con todo tu corazón recibe devotamente la bendición divina que Nuestro Señor te da por conducto del celebrante.

-San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota.

viernes, 29 de noviembre de 2024

LA VERDAD ETERNA DE SAN IRENEO FRENTE A LOS ERRORES ACTUALES


El gnosticismo, aunque identificado como una herejía del pasado, nunca ha desaparecido del todo. Sus ideas han resurgido bajo nuevas formas, adaptándose a los tiempos, pero siempre con el mismo espíritu: el rechazo a la verdad revelada, el desprecio de la creación y el intento de sustituir la fe cristiana por un conocimiento supuestamente superior. Las enseñanzas de San Ireneo, tan relevantes en su tiempo, son igualmente poderosas para enfrentar los desafíos que plantea nuestra época.

EL DESPRECIO DE LA CREACIÓN Y EL DUALISMO MODERNO

El gnosticismo antiguo despreciaba el mundo material, viéndolo como una prisión del alma. En nuestros días, encontramos un eco de esta mentalidad en varias corrientes ideológicas que separan radicalmente el cuerpo de la identidad personal. La desconexión entre la dimensión física y espiritual del ser humano lleva a una profunda crisis de identidad, donde el cuerpo ya no es visto como un don de Dios, sino como algo que puede ser moldeado a voluntad.

San Ireneo nos recuerda que el cuerpo y el alma forman una unidad inseparable y que la materia, lejos de ser despreciable, es parte del plan divino. La encarnación de Cristo confirma que el cuerpo humano tiene un valor infinito, pues Dios mismo asumió nuestra carne para redimirla. En un tiempo donde se relativizan las verdades más básicas sobre la naturaleza humana, Ireneo nos llama a redescubrir la dignidad y la santidad de la creación.

EL RELATIVISMO Y LA NEGACIÓN DE LA VERDAD OBJETIVA

Los gnósticos afirmaban poseer un conocimiento secreto y subjetivo que contradecía la fe apostólica. De manera similar, en la actualidad, se promueve un relativismo radical que niega la existencia de una verdad absoluta. Cada persona es invitada a construir su propia “verdad”, desconectada de cualquier fundamento objetivo. Esto lleva a una confusión espiritual y moral que fragmenta a las personas y a las comunidades.

Frente a esta mentalidad, San Ireneo afirma con claridad que la verdad no es un invento humano, sino una revelación divina transmitida por Cristo a sus apóstoles y conservada en la Iglesia. Esta verdad es universal, accesible para todos, y no depende de interpretaciones subjetivas. En un mundo sediento de certeza, la fe cristiana sigue ofreciendo una luz segura y firme.

EL ELITISMO ESPIRITUAL Y LA BÚSQUEDA DE “CONOCIMIENTOS OCULTOS”

El gnosticismo promovía una espiritualidad elitista, donde solo unos pocos “iluminados” podían acceder al conocimiento necesario para salvarse. Hoy, encontramos un fenómeno similar en la proliferación de nuevas espiritualidades, que mezclan conceptos vagos de autoayuda, energías cósmicas y experiencias individuales, desconectadas de la verdad de Cristo.

San Ireneo recuerda que la fe cristiana no es exclusiva ni reservada a unos pocos privilegiados. El Evangelio es una buena noticia para todos, accesible al más sencillo de los hombres y mujeres. No necesitamos buscar verdades ocultas, porque Cristo mismo es la Verdad revelada, y la Iglesia es el hogar donde esta verdad se comparte abiertamente.

LA FRAGMENTACIÓN DE LA FE Y EL INDIVIDUALISMO RELIGIOSO

El gnosticismo introducía divisiones, presentando múltiples interpretaciones de Dios, la salvación y la vida. De manera similar, en nuestra era se observa una proliferación de interpretaciones individuales de la fe cristiana, separadas de la autoridad de la Iglesia. Esto da lugar a una “fe a la carta”, donde cada uno elige lo que quiere creer, a menudo ignorando las enseñanzas que no se ajustan a sus preferencias personales.

Ireneo destaca que la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, es la columna de la verdad y el lugar donde la fe se conserva íntegra. No podemos separar a Cristo de su Iglesia, porque es en la comunidad eclesial donde recibimos los sacramentos y la enseñanza apostólica. En un tiempo de fragmentación, Ireneo nos llama a redescubrir la belleza de la unidad en la fe y a confiar en la guía de la Iglesia.

EL ATAQUE A LA UNIDAD DE LAS ESCRITURAS

Así como los gnósticos rechazaban el Antiguo Testamento, algunos movimientos actuales presentan una lectura fragmentada de las Escrituras, aislando ciertos pasajes o reinterpretándolos fuera del contexto de la tradición cristiana. Esto ha llevado a una distorsión de la fe bíblica y al uso de las Escrituras para justificar posturas ajenas al Evangelio.

San Ireneo insiste en que las Escrituras son un todo unificado, con Cristo como el centro. El Antiguo y el Nuevo Testamento no están en oposición, sino que juntos narran la historia de la salvación. Este mensaje es especialmente importante hoy, cuando tantos intentan manipular la Biblia para apoyar agendas contrarias al mensaje de Cristo.

LA PÉRDIDA DEL SENTIDO DE LA REDENCIÓN

El gnosticismo antiguo proponía una salvación que consistía en escapar del mundo material, ignorando la redención completa que Cristo ofrece. En nuestra época, esto se manifiesta en el rechazo a la cruz y al sufrimiento redentor, buscando una “salvación” superficial basada únicamente en el bienestar material o emocional.

San Ireneo nos enseña que la salvación no es un escape de la realidad, sino una transformación profunda de toda nuestra persona. Cristo, al morir y resucitar, no solo nos libera del pecado, sino que nos llama a vivir en comunión con Dios y con los demás. La verdadera salvación abarca cuerpo y alma, tiempo y eternidad, redimiendo cada aspecto de nuestra existencia.

CONCLUSIÓN: LA VIGENCIA DE SAN IRENEO

Los errores que enfrentó San Ireneo en su tiempo no han desaparecido; simplemente se han revestido con nuevos lenguajes y formas. Sin embargo, la respuesta que él nos ofrece sigue siendo válida:

 • Dios es el Creador bueno que ama a su creación y desea nuestra redención.

 • Cristo es la Verdad, y en Él encontramos la plenitud de la salvación.

 • La Iglesia es el hogar de la fe, donde se conserva y transmite la verdad de los apóstoles.

En un mundo confundido por el relativismo, el individualismo y el desprecio de lo divino, las palabras de San Ireneo son un llamado a regresar a la unidad, a la verdad y a la esperanza. La gloria de Dios sigue siendo el hombre viviente, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios. Este es el camino que se nos ofrece, el camino que, si lo seguimos, nos llevará a la comunión eterna con el Creador.

OMO

BIBLIOGRAFÍA

 1. San Ireneo de Lyon, Contra las Herejías (Adversus Haereses). Traducción al español, ediciones críticas de patrística.

 2. Quasten, Johannes. Patrología. Volumen I: Los Padres Apostólicos y los Apologistas. Editorial Herder, 1982.

 3. Osborn, Eric. Ireneo de Lyon: Teología de la Recapitulación. Cambridge University Press, edición en español, 2001.

 4. Behr, John. San Ireneo y la Identidad del Cristianismo. Ediciones del Siglo XXI, traducción al español, 2013.

 5. Papandrea, James L. Transmitiendo la Fe: La Doctrina Católica en los Primeros Cristianos. Instituto Sophia, edición española, 2015.

 6. Pelikan, Jaroslav. La Tradición Cristiana: Historia del Desarrollo de la Doctrina, Vol. 1. Editorial Universitaria, 1971.

jueves, 28 de noviembre de 2024

LA VIDA ES UNA MILICIA


“La vida cristiana es esencialmente una milicia en la que todos nos damos de alta y juramos defender el tesoro de la fe en el día del bautismo. Todos los cristianos somos soldados, y debemos luchar contra nuestros enemigos, que lo son principalmente el demonio y nuestra propia carne, pero con frecuencia lo es también el mundo y todos aquellos que debieran conducirnos a la felicidad. Si estos tales -aunque sean nuestros mismos gobernantes- lejos de encauzarnos por la senda del bien, nos arrastran al camino de la iniquidad, estamos obligados a oponerles resistencia, en cuyo sentido deben explicarse aquellas palabras de Jesucristo: ‹No he venido a traer la paz, sino la guerra›; y aquellas otras: ‹No queráis temer a aquellos que quitan la vida del cuerpo, sino temed a Aquél que puede arrojar alma y cuerpo a las llamas del Infierno›.

Mons. José de Jesús Manríquez y Zárate

martes, 26 de noviembre de 2024

DULCÍSIMA MARÍA, VUELVE TUS OJOS


Gloriosísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, vuelve tus ojos en piedad sobre nosotros, miserables pecadores; estamos afligidos por los muchos males que nos rodean en esta vida, pero especialmente sentimos que nuestros corazones se rompen dentro de nosotros al escuchar los espantosos insultos y blasfemias pronunciadas contra ti, oh Virgen Inmaculada. ¡Oh, cómo estos dichos impíos ofenden a la infinita Majestad de Dios y de su Hijo unigénito, Jesucristo! ¡Cómo provocan su indignación y nos dan motivos para temer los terribles efectos de su venganza! Ojalá el sacrificio de nuestras vidas sirviera para poner fin a tales ultrajes y blasfemias; si así fuera, cuán alegremente deberíamos hacerlo, porque deseamos, oh Santísima Madre, amarte y honrarte con todo nuestro corazón, ya que ésta es la voluntad de Dios. 

Y solo porque te amamos, haremos todo lo que esté en nuestro poder para hacerte honrada y amada por todos los hombres. Mientras tanto, tú, nuestra Madre misericordiosa, la suprema consoladora de los afligidos, acepta este nuestro acto de reparación que te ofrecemos para nosotros y para todas nuestras familias, así como para todos los que te blasfeman impíamente, sin saber lo que dicen. Obtienes para ellos del Dios Todopoderoso la gracia de la conversión, y así haces más manifiesta y más gloriosa tu bondad, tu poder y tu gran misericordia. Que se unan a nosotros para proclamarte bendecida entre las mujeres, la Virgen Inmaculada y la Madre de Dios más compasiva.


EL PECADO DE IMPUREZA ES PECADO MORTAL Y SI NO ALCANZAS A ARREPENTIRTE Y MUERES, TE LLEVARÁ AL INFIERNO


PECADO MORTAL DE IMPUREZA

(De obra)

1.-El adulterio

2.-La fornicación 

3.-La masturbación 

4.-La pornografía

5.-Perversiones sexuales (homosexualidad, pedofilia, sadismo, etc)

6.-Incesto

7.-Lujuria sacrílega

8.-Estupro, rapto y violación

9.-Miradas lascivas

10.- Conversaciones inmorales

11.- Uso de modas provocativas

12.- Empleo de métodos microabortivos y/o métodos ARTIFICIALES de control natal.


PECADO MORTAL DE IMPUREZA

(Internos)

1.-La complacencia morosa o el deleitarse voluntariamente en la imaginación de un pecado impuro.

2.-El gozarse en los pecados de impureza ya cometidos; el dolerse de no haber aprovechado pecar.

3.-Deseos ineficaces o los deseos voluntarios de realizar un acto impuro.

4.-Los Deseos eficaces son las decisiones voluntarias de llevar a cabo una acción impura aunque por cualquier motivo no llegase a realizar.

"Atended que este delito (la impureza) es el que arrastra mayor número de almas al Infierno.

Asegura San Remigio que la mayor parte de los condenados lo son por causa de este pecado. Del mismo sentir es el P. Señeri, siguiendo a San Bernardo (T. 4, Serm. 21), y San Isidoro (L. 2, sent., c. 39). Santo Tomás dice que este pecado es muy agradable al demonio, porque, el que cae en este muladar del Infierno, queda pegado en él y no puede casi levantarse.

Este vicio quita hasta la luz, y el pecador queda tan ciego, que casi llega a olvidarse de Dios, dice San Lorenzo Justiniano. (De lib. vit., Os., v, 4.)   Desconoce a Dios, no obedece ya ni a Dios ni a la razón; sólo obedece a la voz de los sentidos, que le arrastra a obrar como un bruto."

Cómo todo pecado mortal el pecado de impureza elimina la Gracia Santificante del alma y la pone en peligro de condenarse, a menos que se arrepienta (contrición y propósito de enmienda) y acuse sus pecados con el Confesor o haga un acto de contrición perfecto POR AMOR A DIOS con el propósito de confesarse a la brevedad y no volver a pecar. Para poder comulgar es necesaria la Confesión Sacramental, pues de lo contrario se comete un gravísimo sacrilegio y quien lo hace "come y bebe su propia condenación", como enseña el apóstol san Pablo.