martes, 25 de octubre de 2011

ASÍS

Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás”

ANTECEDENTE

Un amable lector anónimo de CATOLICIDAD nos mandó este mensaje en el post LA PAZ DE CRISTO:
"Muy buen artículo para saber diferenciar la Paz de Cristo de la paz del mundo. ¿Que pensáis vosotros acerca de la reunión de Asís en este mes (27 de octubre de 2011), iniciada por Juan Pablo II en 1986, en la que se predica la paz en unión con todas las religiones?. Esta es una pregunta que os hago con el fin de despejar ciertas dudas que me han surgido a raíz de estas reuniones y me sería de gran utilidad el contar con vuestra opinión, por ser esta página una fuente confiable de consulta acerca de nuestra religión"
Agradeciéndole mucho su confianza y considerando que se trata de un tema importante y complejo, le prometimos una respuesta amplia en un post, y como lo prometido es deuda, pasamos a saldarla con este análisis.

INTRODUCCIÓN AL TEMA

Partamos de un sencillo ejemplo: Si un párroco apoyado por un grupo de laicos pretende implantar la enseñanza del catecismo en su parroquia, puede auxiliarse de la opinión y de las iniciativas de ese grupo. Así, los laicos podrán con toda libertad exponer sus criterios y presentar aquellas iniciativas que consideren más favorables para esta empresa. Analizarán las estrategias para convocar al mayor número de participantes, podrán sugerir los mejores textos para impartir la catequesis y la bibliografía de apoyo, el material que deba ser empleado, la metodología didáctica, las personas más capacitadas que apoyarán con sus charlas al párroco, la elección de catequistas, etc.

"En la duda libertad, en lo necesario unidad..."
La Iglesia parte de un principio: “In dubiis libertas, in necesariis unitas, in omnia charitas”, "En la duda libertad, en lo necesario unidad, en todo caridad". Esta sentencia de San Agustín es la norma más clara de cómo debe ser el modo de obrar dentro de la Iglesia. Así, en el ejemplo señalado, es lícita y válida la libertad de opinión en todos los aspectos arriba señalados, siempre que se manifieste con caridad y no trasgreda la norma de "en lo necesario unidad" que atañe a la propia fe y a la inmutabilidad del dogma católico. Ciertamente habrá opiniones mejores y más capacitadas, otras menos fundamentadas y algunas hasta pobres o sin mucho sentido. Ese derecho a opinar no hace acertiva toda opinión, naturalmente, pero dentro del margen opinable toda opinión es bienvenida, y todos tenemos el derecho de manifestar la propia. En el rango de lo opinable, hay aspectos que pueden seguirse por uno u otro camino. Ahí es donde la Iglesia da una inmensa libertad y busca que siempre se siga el mejor camino.

LO PASTORAL ENTRA EN EL CAMPO DE LO OPINABLE

El ejemplo que hemos expuesto cae en el campo PASTORAL. Y lo pastoral busca la mejor manera de lograr algo, en este caso la catequesis en una parroquia. Lo pastoral tiene muchas opciones y medios, y mientras éstos sean correctos hay una amplia gama de decisiones que pueden tomarse, tratando -naturalmente- de ver lo que en la práctica y la experiencia es más eficaz y da mayor fruto. En esto, el buen juicio de los más preparados es fundamental. Así lo PASTORAL entra al campo de lo OPINABLE.

¿Pero, que sucedería si alguien propone aspectos que fuesen verdaderamente peligrosos, erróneos o malos? Supongamos que alguien con la mayor buena fe sugiere emplear como material de catequésis libros con verdaderos errores teológicos o hasta textos heréticos, o bien que se proponga como catequistas a personas ignorantes de nuestra fe que sostienen verdaderos errores doctrinales? En tal caso, sería no sólo derecho sino hasta obligación de aquellas personas de buen juicio oponerse a estos desatinos, provengan de otros laicos o hasta si los sugiriese el mismo párroco. No se cuestiona, en tal caso, ni la buena fe ni la buena voluntad, de los demás laicos, como tampoco la del párroco. Menos aún significa desconocer la autoridad de este último. Por el contrario, porque se reconoce ésta, se busca que se ejerza correctamente y para beneficio de las demás almas y el bien común. Es decir, que se ejerza para lo que está dispuesta y para lo que le fue conferida. Las advertencias de personas de buen juicio deberán de ser apreciadas por el párroco y tomar las decisiones pertinentes. 

¿Pero, si el párroco no advierte el peligro y hace caso omiso de ellas, deben esos fieles ceder? Por supuesto que no, porque la autoridad no está hecha para el error o la dictadura. El principio de autoridad es para el bien de los súbditos y cuando esto no es así, ellos pueden expresarlo libremente y no modificar su buen criterio, siempre que lo hagan precisamente como súbditos y con la debida caridad. Naturalmente, lo anterior no significa la permisión a cualquiera de oponerse a la legítima autoridad cuando dispone legítimas disposiciones a favor del bien de las almas, pero que contravienen los criterios subjetivos y personalísimos de alguien, como constantemente lo hacen modernistas rebeldes que intentan adaptar la Iglesia a las máximas del mundo y no -como debe ser- buscar que los fieles cristianos sean los que se adapten a las máximas de Dios, es decir a la Voluntad Divina.  

DOS ERRORES EN LOS EXTREMOS

"El modernismo es la suma de todas las herejías"
Así, se dan de hecho dos errores con mucha frecuencia.  Son los extremos contrarios que rompen el principio de equidad y justicia. Por una parte, los de quienes ya mencionamos que cuestionan todo, desde la fe misma hasta toda disposición que no sea de su agrado personal. Es decir, se trata de aquellos revolucionarios que quieren subvertir toda lo que de más sagrado tiene la obra de Nuestro Señor Jesucristo, como denunció desde principios del siglo pasado el Papa San Pío X, y que denominó como modernistas. Este Pontífice santo definió al modernismo como la suma y el jugo de todas las herejías (véase su encíclica Pascendi Dominici Gregis). Por otro lado, existe el error en el extremo contrario: los que que creen que la verdad se fundamenta y se genera en la autoridad y no -como debe ser- la autoridad al servicio de la Verdad y el bien común. 

En particular, la autoridad religiosa católica se fundamenta en la institución fundada por Cristo sobre la Roca de Pedro (que tiene el poder de atar y desatar) con el mandato crístico de "Id y predicad...el que creyera se salvará y el que no se condenará". El fin de la autoridad religiosa es, pues, la salvación de las almas mediante la evangelización y la predicación de las inmutables verdades de fe y los principios absolutos de moralidad custodiados por la Iglesia, recibidos de Cristo mismo (el Papa define y enseña con base en el depósito de la Revelación Divina  -la Biblia y la Tradición- y no inventa ni crea la Verdad). Asimismo, ofrecer todos los auxilios necesarios para lograr que las almas alcancen la bienaventuranza eterna, proporcionándoles todos los medios a su alcance (sacramentos, sacramentales, predicación, asistencia, etc.). De esta manera, la autoridad es UN MEDIO y no UN FIN en sí mismo.  El principio de autoridad para regir y gobernar es, en última instancia, para propagar y custodiar la Verdad, y lograr el bien común, que consiste fundamentalmente en la salvación de las almas. De ahí que, eventualmente, el EJERCICIO de la autoridad pueda llegar  a emplearse de manera errónea, aún cuando se haga esto con la mayor buena fe y con la mejor buena voluntad. Insistimos: La autoridad no crea ni inventa la Verdad, sino debe custodiar, definir, preservar y difundir la Verdad REVELADA (*).

AL PAPA SE DEBE ACATAMIENTO, NO SÓLO CUANDO ES INFALIBLE

Pero, dirán algunos: "en el caso del Papa por ser Vicario de Cristo es infalible y nunca puede errar". Ciertamente hay católicos poco instruidos que desconocen que la infalibilidad del Papa requiere de ciertas circunstancias en su propio magisterio; es decir, que son necesarias determinadas condiciones para que este magisterio sea infalible. Y entre ellas está que se trate de ENSEÑANZAS sobre FE y MORAL, junto con otras condiciones más que en este escrito -por motivos de espacio- no trataremos. Así, los actos o disposiciones de carácter PASTORAL al no ser enseñanzas doctrinales, no gozan de la prerrogativa de la infalibilidad que sí gozan las enseñanzas sobre Fe y Moral cuando cumplen con todas las condiciones que la Iglesia exige para ello. Lo cual no obsta para que normalmente deban ser obedecidas y respetadas, pues no debe exigirse la infalibilidad para respetar y obedecer al Sumo Pontífice al que debemos filial obediencia.

¿Esta filial obediencia supone que el Papa siempre tomará la mejor decisión en aspectos PASTORALES y nunca podremos tener una opinión distinta a la suya en estos temas no doctrinales? No necesariamente, pues si bien el Pontífice goza habitualmente de una especial asistencia del Espíritu Santo, ésta -por un lado- implica una correspondencia  de quien la recibe y -por el otro- no elimina necesariamente los juicios y criterios propios de toda naturaleza humana.  Y esta naturaleza no es infalible. Así, un criterio pastoral puede ser no necesariamente el mejor y hasta -eventualmente- ser equivocado. Esta realidad resulta para algunos buenos católicos -pero con criterio timorato y poco conocimiento doctrinal- un escándalo. Ellos creen que la autoridad papal implica siempre infalibilidad o, al menos, absoluta acertividad en todo. No comprenden, por poner un simple ejemplo, cómo un Papa pudo suprimir la orden de los jesuitas y otro Pontífice haberla rehabilitado. Siendo algo muy simple de explicarse: se trataron de decisiones que no comprometían la infalibilidad y que ni siquiera se referían a la doctrina, sino sólo a la conveniencia o no de que subsistiera determinada orden religiosa. 

¿Podría legítimamente algún católico haber diferido del criterio oficial en estos aspectos? Sí, si alguien opinó que la supresión de la Compañía de Jesús no fue conveniente u otro supuso que lo que no lo fue, fue su rehabilitación, pudieron legítimamente creerlo así sin pecado alguno. No sólo eso, sino que buscando el bien de la Iglesia y manifestándose como fieles súbditos habrían podido, sin falta alguna, expresar las consideraciones que suponían que avalaban sus criterios, pues buscaban el bien de la Iglesia. Las decisiones de los papas de suprimir o rehabilitar una orden religiosa no afectan directamente a la fe ni al dogma, sino a estructuras eclesiales y a aspectos disciplinares y pastorales. Este ejemplo podrá discutirse o matizarse con consideraciones históricas  específicas (algo que no pretendemos aquí), pero no sus principios que es lo que deseamos dejar ejemplificado en este escrito.

En este blog hemos publicado un excelente artículo (haz click) "Acerca de la libertad de opinión en la Iglesia", donde se señala la doctrina católica sobre este tema y cuáles son sus límites y principios.

"LA HORA QUE SU SANTIDAD DIGA"

S.S. Pío XII
Recordemos una anécdota que se atribuye a S.S. Pío XII y aunque creemos que no es histórica, encierra un sabio mensaje. Se dice que que tenía un asistente personal que diariamente lo despertaba a la 6.00 a.m., descorriendo las cortinas de su aposento y diciéndole, invariablemente, de manera muy amable: "Su Santidad, es hora de despertar, son las seis de la mañana y el día está precioso". Cierto día, el asistente enfermó y el Papa no fue despertado con oportunidad; advirtiendo esto, enviaron un suplente. Éste era un personaje que no gozaba del optimismo del asistente habitual y era, además, algo malhumorado. El Pontífice despertó al escuchar que movían las cortinas y creyendo que era el asistente de siempre, al notar que no decía nada, le preguntó: "¿Son las seis de la mañana y el día está precioso?". El personaje le contestó: "¡Qué van a ser las seis, si ya son las nueve de la mañana y el día...el día está horrible y nublado!". Dicen que Pío XII le comentó sonriendo: "Colaboradores como tú necesito, para que me digan la verdad tal cual es y me aconsejen para tomar mejores decisiones. Que no me digan que todo está "precioso" y cuando pregunte la hora no me respondan "la que Su Santidad diga". Gracias por tu  franqueza".

Salvadas las buenas maneras y la educación, ciertamente para el bien de la Iglesia, el Papa necesita este tipo de opiniones objetivas. No requiere que le digan que la hora es la que él diga o que todos los días son preciosos, y sobre todo en asuntos mucho más serios e importantes que esos. Naturalmente, esto no lo entendería aquella piadosa señora que se escandalizó cuando vio una escupidera en los aposentos papales. "¿Cómo? ¿El Papa escupe?". "Sí, -le respondieron- el Papa escupe, es humano y eso es algo muy natural". La buena señora se fue horrorizada. Era de aquellas personas que también imaginan que la autoridad papal implica siempre y en cualquier circunstancia infalibilidad o, al menos, absoluta acertividad en todo.

EL EJEMPLO DE SAN PABLO

Si alguien amó a Cristo y a su Iglesia fue San Pablo. Si alguien defendió la doctrina católica fue el Apóstol de los Gentiles. Si alguien se sujetó al primado de Pedro que Cristo instituyó sobre la Roca fue él. Gran ejemplo el suyo..de absoluta fidelidad.

La Sagrada Escritura nos narra que en Antioquía, San Pedro, EN LA PRACTICA PASTORAL, condesciende -quizá por prudencia humana y de buena fe- con los judaizantes (es decir, con quienes propugnaban el mantenimiento de la ley judaica). Este obrar contradecía lo definido en el Concilio de Jerusalén. Es decir que en el campo PASTORAL obraba contra la doctrina definida por la Iglesia (incluido el mismo San Pedro como Papa y Cabeza del Concilio).

Como la doctrina prevalece sobre la práctica, San Pablo -que era su subordinado y como tal se manifestaba- le resiste públicamente cara a cara por no andar San Pedro según el camino y la verdad del Evangelio. San Pedro reconoce su equivocación y da la razón a San Pablo. Obrando con gran humildad y aceptando que un inferior pueda no sólo apartarse de un obrar errado del superior sino, incluso, reprender a ese superior; es decir, argüirle su equivocación por amor a la verdad del Evangelio.

Cabe señalar que el error PASTORAL de San Pedro no era leve y era público. Por eso de este incidente, Santo Tomás señala que San Pablo se enfrentó en cuanto AL EJERCICIO y no en cuanto a la autoridad del poder, y que San Pedro era reprensible pues por su simulación, por temor desordenado, abandonaba la verdad y se seguía el engaño de los fieles. Juzga que la causa de la reprensión no es leve, sino justa y útil. De no hacerse, estaba en peligro el conocimiento de la verdad del Evangelio y hubiera perecido esta verdad, de obligarse a los gentiles a guardar los preceptos legales de la Ley judaica. Santo Tomás señala que la simulación de San Pedro constituía un peligro para todos y por ello fue conveniente que la reprensión a San Pedro fuera pública y manifiesta.

Cuando un Papa define o enseña sobre FE y MORAL y cumple con todas las demás condiciones para ello, es infalible, pero cuando sólo actúa pastoralmente, no lo es. Por ello la pastoral no es infalible y sí lo es la doctrina definida por la Iglesia. Si la pastoral no sólo fuera equivocada sino llegara a contradecir -aunque sólo sea implícitamente- la doctrina, evidentemente no debe seguirse, pues siempre prevalece la doctrina definida.

Con este pasaje bíblico se comprueba que guardando las debidas formas de la caridad y manifestándose siempre sujetos a su legítima autoridad como súbditos, es posible diferir públicamente de una acción o un obrar pastoral de un Papa, cuando se considera que no es conforme a la verdad del Evangelio, como le dijo San Pablo a San Pedro.

Para ampliar este último tema, ver el artículo del que hemos tomado la mayoría de estos datos (haz click): La Reprensión del Primer Papa en Antioquia.

LA CARTA DE BENEDICTO XVI SOBRE EL NUEVO ASÍS 2011.

Presentamos una interesante cita de un artículo de Stefano Carusi sobre el encuentro de Asís de este año (27 de octubre de 2011):
"De hecho, en estos días se ha difundido (¿por casualidad?) un texto manuscrito del Santo Padre, en respuesta a las preocupaciones expresadas por un viejo amigo, el pastor luterano Pedro Beyerhaus (a veces se encuentra audacia donde no se la buscaría...). Vamos a examinar cuidadosamente la respuesta, claramente privada pero reveladora de Benedicto XVI:
"Comprendo muy bien su preocupación respecto a mi participación en el encuentro de Asís. Pero esta conmemoración debe celebrarse, de todos modos, y, después de todo, me parecía lo mejor ir allí personalmente para intentar de esta manera determinar la dirección del todo. Sin embargo haré todo para que sea imposible una interpretación sincretista o relativista del evento, y para que quede firme que siempre creeré y confesaré lo que había traído a la atención de la Iglesia con la Dominus Iesus".
Es un fragmento impresionante. Está claro que lo que generalmente se da por descontado, esto es, que el Papa determina la dirección de los asuntos en la Iglesia, en realidad no lo es de hecho: el Papa cree poder tan sólo “intentar de esta manera determinar la dirección del todo”. De hecho, “esta conmemoración debe celebrarse, de todos modos, y, después de todo” ¿Por qué? El Papa no lo especifica, pero préstese atención a la concatenación del discurso: en primer lugar, no contradice, la preocupación de su interlocutor, dando la impresión de compartirla; luego describe el evento en cuestión como algo inevitable, incluso si él decidiese no ir o prescindiendo de su asistencia, y en virtud de lo cual su presencia personal buscaría reducir los riesgos. Por ende, un acto, más que querido, padecido. Es la interpretación que se desprende, de manera un tanto confidencial, pero por escrito, de las palabras del mismo Benedicto XVI".

Hasta aquí la cita a Stefano Carusi.

Carta a Beyerhaus
¿Por qué Benedicto XVI se refiere a que buscará hacer todo para que sea imposible una interpretación sincretista o relativista del evento? La respuesta es evidente y conocida: porque la primera Jornada  Mundial de Oración por la Paz (llamada comúnmente "primer Asís"), así fue interpretada por muchos (y de ellos, algunos -los modernistas- a favor y otros -los favorables a la Tradición católica- en contra). No olvidemos que este acto entró en el ámbito pastoral y por lo tanto no infalible del anterior pontificado.

EL PRIMER ASÍS

Presuponiendo, de antemano, las mejores intenciones y el fin nobilísimo de la búsqueda de la paz, no vamos a analizar esas intenciones sino los hechos sucedidos ahí, en el primer Asís. ¿Qué ocurrió que entonces el mismo cardenal Ratzinger manifestó sus reservas y temores?

Por primera vez en la historia de la Iglesia, ciento cincuenta representantes de diversas religiones (budistas, musulmanes, aborigenes de África y  América, sintoístas, zoroastristas, protestantes, etc.) fueron invitados para orar por la paz.

Colocaron a Buda encima del sagrario
¿Y a quién oraban esos representantes, que en su mayoría ni siquiera eran creyentes en Cristo? Por supuesto a Cristo no, por lo menos esa mayoría. ¿Entonces? A sus falsas divinidades, a sus ídolos, a sus falsos dioses.  ¿Tienen alguna eficacia, algún valor esas oraciones? No, por supuesto, pues no se dirigen al verdadero Dios. Alá no es Dios, Buda no es Dios, Ahura Mazda no es Dios, los kami o espíritus de la naturaleza tampoco, etc. Los falsos dioses no pueden traer la paz, pues ni siquiera existen. ¿Entonces? Entonces, resultó un encuentro entre hombres que  buscando la paz dirigieron, cada quien, sus oraciones a sus diversas y falsas divinidades sin ninguna eficacia.

No dudamos de la buena voluntad de convocante y convocados, pero al tratarse de un evento de oración, ésta es inútil si se dirige a falsas divinidades inventadas por el hombre. Se explicó que estaban ahí juntos para orar, pero que no orarían de manera simultánea, aunque sí oraron juntos, pues unos y otros presenciaron los rezos de los demás,  esto es que cada una de las creencias representadas fueron pasando a realizar sus oraciones frente a los demás representantes.

Acercamiento del Buda en el altar
Ahora bien, la impresión que todo este acto dio fue que se ponía al verdadero Dios en igualdad de circunstancia que los ídolos y los falsos dioses, aunque naturalmente porque no se tenía, se negó esa intención por parte de Roma. Sin embargo, por encima de las buenas intenciones y deseos, en los hechos se rezó tanto al verdadero Dios de los cristianos como a falsos dioses, espíritus  y deidades inventadas por el hombre. Muchos interpretaron con este hecho que cualquier religión es buena y lleva a Dios, lo cual es no solamente falso sino también absurdo, pues dos o más creencias contradictorias no pueden ser verdaderas simultáneamente. Agravó aún más el hecho que se autorizó colocar la estatua de Buda -en una de las capillas- encima del altar y del sagrario mismo, para que el ídolo recibiese ahí culto. Un fraile católico que protestó fue expulsado del recinto. El representante papal no dijo nada, pero señaló después que llevaba el escándalo en su corazón.

ASÍS 2011

Todo esto, como hemos dicho, generó temores y reservas hasta en el propio cardenal Ratzinger, de ahí que resulta sorprendente que ahora se conmemore el primer Asís después de haberse visto sus frutos y se convoque a un nuevo evento similar en Asís. Seguramente ahora -en 2011- se evitarán excesos como el del Buda y tal vez no recen juntos las diversas religiones, sectas y creencias, sino cada quien por su parte, pero...finalmente se les convoca nuevamente a rezar a dioses falsos inventados por el hombre. De ahí que nos parezca totalmente desafortunada esta decisión pastoral y con la libertad de expresión que nos permite la propia Iglesia, así lo señalamos pues sabemos que estas decisiones pastorales no son infalibles, y por el contrario, han provocado mucho desconcierto e inducido a error a muchos, al grado de que un masón se ufanaba de que ahora se practicaba lo que siempre había propuesto la masonería.

Un Asís más light pero que celebra al primero, un Asís que vuelve a convocar para rezar por la paz a los falsos dioses, nos parece un gravísimo error pastoral. ¿Cuántos mártires murieron por no ofrendar tributo a los falsos dioses? Y ahora se invita a quienes viven en esas falsas creencias a que les oren y honren. ¿No se sentirán afianzados en ellas? ¿Se busca la paz? La verdadera y genuina paz solo la puede dar Cristo, no un falso dios. Buscar una paz sin Cristo, una paz fuera de Cristo, es una empresa condenada al fracaso.

Porque amamos a la Iglesia, porque creemos en el Primado de Pedro, porque no somos rebeldes sino fieles, porque buscamos sólo la honra de Dios y el bien de las almas de todos nuestros hermanos, es que manifestamos nuestro pensamiento. San Pablo levantó su voz en Antioquía y resistió cara a cara a Pedro, pero lo hizo  con justicia y razón, por caridad y, además, como súbdito. Procuramos seguir este gran ejemplo, y reconociendo al Papa como al sucesor de Pedro, nosotros como los últimos de sus súbditos, exponemos nuestra más humilde voz buscando el bien de la Iglesia. No deseamos que se genere un relativismo que el mismo Papa no desea, no queremos que quienes están en el error en otras religiones piensen que su camino es tan válido como el nuestro, no deseamos que los católicos puedan inferir que todas las religiones son buenas y llevan a Dios, por el contrario deseamos, por genuina caridad, que todos adviertan el error de las falsas creencias y que quienes están en ellas entren a la única y verdadera Arca de salvación que es la Iglesia Católica fundada por Cristo. No basta con condenar el relativismo, hay que evitar cualquier signo que pueda llevar a él o merme la honra debida al verdadero Dios.

"¿QUÉ CONSONANCIA PUEDE HABER ENTRE EL TEMPLO DE DIOS Y LOS ÍDOLOS?" (2a. Cor. 6, 14-17).

Sigamos el ejemplo de Cristo que siempre reconoció la autoridad legítima de los guías de Israel, pero cuando fue necesario discrepó de ellos, porque la razón y la acertividad no son generadas por la autoridad por sí misma, sino  se fincan en el sabio y debido ejercicio de ésta. Probablemente algunos de sus discípulos se separaron al ver esto, como también otros se separaron -según narra el Evangelio- cuando dijo verdades difíciles de comprender a primera instancia, mismas que escandalizaron a sus oyentes. El discípulo no puede ser mayor que el Maestro, y debe ser veraz siempre aún a riesgo de no ser comprendido y abandonado.

Sabemos que quienes creen que el Papa no necesita de la opinión  (opinión que no se refiere a gustos y pareceres personales, sino que señala un peligro real y evidente que se advierte) de quienes integramos la Iglesia, pues suponen -por ignorancia- en él una acertividad absoluta o una infalibilidad más allá de las condiciones que la Iglesia para ello establece; se rasgarán las vestiduras por lo aquí dicho, al igual que aquella señora que salió horrorizada por ver una escupidera en los aposentos papales. Consideramos que siguiendo el ejemplo arriba expuesto, por bien de la Iglesia y de las almas, hay que decirle siempre al Papa la hora real y no contestarle que es la hora que Su Santidad deseé, esto es: hay que decirle siempre la verdad objetiva, precisamente como muestra de amor y sujeción al Papa como Vicario de Cristo. No somos ni sistemáticos profetas de calamidades ni queremos ser ingenuos optimistas irredentos, como se dice del supuesto asistente personal de Pío XII. No deseamos ver un tiempo "precioso" cuando hay nubes grises que amenazan a la Iglesia. Debemos buscar siempre ser objetivos y realistas, pero sobre todo buscar el bien de la Iglesia y la honra de Dios. Si la Escritura nos señala que "todos los dioses de los gentiles son demonios" (Salmo 96:5), nos resulta absurdo que se convoque a honrarlos y que se exhorte a que se les pida nos concedan  supuestamente la paz, algo que genuinamente sólo puede conceder Cristo. Y si, también, la Palabra de Dios señala en el primer mandamiento que no se deben tener más dioses que al Verdadero, creemos que se debe ser muy claro en esto, considerando como Dios le indicó a Moisés: "destruye sus altares, rompe sus estatuas y arrasa los bosques (consagrados a sus ídolos). No quieras adorar ningún dios extranjero. El Señor tiene por nombre Celoso. Dios quiere ser amado Él solo" (Ex. XXXIV, 13-14) y teniendo en cuenta, finalmente, como Cristo le respondió al demonio que intentaba tentarlo: "Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás".

Rogamos, encarecidamente, leer los siguientes temas que fundamentan y complementan lo aquí señalado:

1) ¿TIENEN EFICACIA Y VALOR LAS ORACIONES Y LOS CULTOS QUE SE REALIZAN A LOS FALSOS DIOSES EN LAS FALSAS RELIGIONES?

2) LA PAZ VERDADERA SÓLO SE HALLARÁ EN CRISTO-DIOS Y NO EN NINGUNA FALSA DEIDAD

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(*) "El Romano Pontífice, como todos los fieles, está subordinado a la Palabra de Dios, a la fe católica, y es garante de la obediencia de la Iglesia y, en este sentido, "servus servorum". No decide según su arbitrio, sino que es portavoz de la voluntad del Señor, que habla al hombre en la Escritura vivida e interpretada por la Tradición; en otras palabras, la "episkopé" del Primado tiene los límites que proceden de la ley divina y de la inviolable constitución divina de la Iglesia contenida en la Revelación". Tomado del documento "EL PRIMADO DEL SUCESOR DE PEDRO EN EL MISTERIO DE LA IGLESIA", texto decisivo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmado por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger.

POSTSCRIPTUM:

Ver video donde se observa como dentro de la Basílica de San Francisco, Wande Abimbola, un curandero y "sacerdote" representante de los paganos africanos de la religión Yoruba, cantó un himno a la falsa "diosa" Olokun durante el encuentro interreligioso de oración y peregrinación por la paz mundial en Asís, Italia, el 27 de octubre de 2011.

En su discurso, afirmó fidelidad a las doctrinas de las diversas religiones presentes: "nuestra religión y las religiones practicadas por los demás, son válidas y preciosas a los ojos del Todopoderoso."
(Fuente: fratresinunum)

De esta manera contradijo ahí, públicamente, las enseñanzas de fe de nuestra Iglesia, recordadas por el Papa Gregorio XVI en su encíclica Mirari Vos: "Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la Iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha…”.


AVISO: Cualquier comentario lo agradeceremos en nuestro mail: catolicidad@hotmail.com 
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4 comentarios:

  1. Hemos agregado como postscriptum un video y unas declaraciones de Wande Abimbola, un curandero y dizque "sacerdote" representante de los paganos africanos de la religión Yoruba, donde cantó un himno a la falsa "diosa" Olokun durante el encuentro interreligioso de 2011.

    Sus declaraciones contradicen nuestra fe y dicen exactamente lo contrario de la doctrina católica recordada por el Papa Gregorio XVI en su encíclica Mirari Vos.

    Atentamente
    CATOLICIDAD

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  2. AVISO SOBRE EL POST ASIS. Agregamos ahora, otro video donde se puede escuchar el discurso de Wande Abimbola, un curandero y "sacerdote" representante de los paganos africanos de la religión Yoruba, contradiciendo la doctrina infalible recordada por Gregorio XVI en su encíclica Mirari Vos. Favor de leer el postscriptum de este post.

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  3. S.S. Pío XI en su encíclica “Mortalium animos”, del 6 de enero de 1928:

    “(. ..) Convencidos de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual.
    Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes, e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, a cristianos y hasta a aquéllos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión. Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y saludables, pues aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.
    Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan sino también rechazan la verdadera Religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y al ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la Religión revelada por Dios (. ..)
    (. ..) Exhortándonos, pues, la conciencia de Nuestro deber a no permitir que la grey del Señor sea sorprendida por perniciosas falacias, invocamos vuestro celo, Venerables Hermanos, para evitar mal tan grave (…)
    (…) Dios, Creador de todas las cosas, nos ha creado a los hombres con el fin de que le conozcamos y le sirvamos. Tiene, pues nuestro Creador, perfectísimo derecho a ser servido por nosotros (…) Ninguna religión puede ser verdadera fuera de aquella que se funda en la palabra revelada por Dios, revelación que comenzara desde el principio, y continuara durante la Ley Antigua, fue perfeccionada por el mismo Jesucristo por la Ley Nueva. Ahora bien: si Dios ha hablado es evidente: que el hombre está obligado a creer absolutamente la Revelación de Dios, y a obedecer totalmente sus preceptos. Y con el fin de que cumpliésemos bien lo uno y lo otro, para gloria de Dios y salvación nuestra, el Hijo unigénito de Dios fundó en la tierra su Iglesia (…)
    (…) Siendo todo esto así, claramente se ve que ni la Sede Apostólica puede en manera alguna tener parte en dichos Congresos ni de ningún modo pueden los católicos. favorecer ni cooperar a semejantes intentos; y si lo hiciesen, darían autoridad a una falsa religión cristiana, totalmente ajena a la única y verdadera Iglesia de Cristo (…)
    (…) ¿Y habremos Nos de sufrir -cosa que sería por todo extremo injusta- que la verdad revelada por Dios, se rindiese y entrase en transacciones? Porque de lo que ahora se trata es de defender la verdad revelada.” (“Mortalium animos”, Nos. 2, 3, 6,7,10,11).

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  4. La abominación en el Lugar Santo. No tiene otro título lo de Asís.

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