—“Noble Señora, mi Reina, voy a misa en la ciudad de México para escuchar las cosas divinas que allí nos enseña el sacerdote.”
—“Quiero que sepas con certeza, mi querido hijo, que soy la perfecta y siempre Virgen María, Madre del Dios verdadero, de quien proviene toda vida, Señor de todas las cosas, Creador de todas las cosas. Cielo y tierra. Deseo grandemente que se construya una iglesia en mi honor, en la cual mostraré mi amor, compasión y protección. Soy vuestra Madre llena de misericordia y de amor por vosotros y por todos los que Me aman, confían en Mí y recurren a Mí. Escucharé sus quejas y consolaré su aflicción y sus sufrimientos. Para que les muestre todo mi amor. Ve ahora al obispo en la ciudad de México y dile que te envío para que le hagas saber el gran deseo que tengo de ver construida aquí una iglesia dedicada a mí”.
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