domingo, 17 de diciembre de 2017

SUSPENDIDO UN MAESTRO POR DIRIGIRSE EN FEMENINO A UNA NIÑA QUE SE SIENTE NIÑO


Joshua Sutcliffe es un profesor de 27 años y natural de Oxford que se define a sí mismo como cristiano. El joven imparte clases en una escuela secundaria de la localidad británica y acaba de ser suspendido por referirse en femenino a una niña que dice sentirse niño.

Sutcliffe se disculpó inmediatamente cuando se percató de que la pequeña se había sentido ofendida. Pero eso no ha bastado. Ahora está siendo investigado y ha sido suspendido mientras el centro indaga sobre lo ocurrido. ¿El crimen? Decir ‘’bien hecho chicas’’ a un grupo de alumnas entre las que casualmente hay una que se siente chico.

El profesor ha alegado en su defensa –en este absurdo juicio– que no está entrenado en esta nueva política de género y que no debería ser obligado a comulgar con ella, dada su cultura y fe cristiana.

A pesar de la disculpa, según publica Breitbart, existe una serie de documentos que indican que también ha cometido perjurio. Y es que en algún informe docente se ha referido a la niña que se siente niño como ‘’ella’’.

En medio de toda esta locura, Sutcliffe ha puesto un poco de cordura al demandar a la escuela por despido improcedente y discrimanción. El maestro se explicó ante sus superiores alegando que no considera desacertado referirse a una alumna biológicamente femenina como niña. Y aún creyendo eso, ha matizado que no lo hizo con el propósito de ofenderla.

En una carta al director de la escuela, el joven ha expresado que ‘’como cristiano no comparto su creencia en la ideología trans. No creo que los niños tan pequeños deban ser animados a elegir un género que pueda ser distinto a su sexo biológico’’.

Tampoco entiende, indica en la misiva, que ‘’todo el mundo tenga que adaptar su comportamiento a una transición’’, o que ‘’la gente pueda ser castigada por mostrar falta de entusiasmo sobre ello’’.

Si algún profesor español lee estas líneas que tenga cuidado. Tras la Ley Cifuentes, y alguna de similar materia aprobada en otras regiones, el Congreso de los Diputados se encuentra debatiendo una Ley LGTBI que cuenta con el apoyo de la mayoría del arco parlamentario. Si finalmente termina aprobándose, usted puede ser el próximo Sutcliffe.

Fuente: Gaceta.es

1 comentario:

  1. La paz del mundo, la paz política -como lo recordó el padre Roger-Thomas Calmel, O.P., en un notable ensayo dedicado a las apariciones marianas en Fátima- es un don de Dios y del Corazón Inmaculado de María: tal la enseñanza que debe deducirse sin dificultad de las palabras de Nuestra Señora a los tres pastorcitos de Cova de Iría. Pues aún las buenas instituciones de las que se esperaría una contribución decidida a la paz del mundo, así como sostienen a las personas en el bien, son recíprocamente sostenidas por la justicia de las personas que las conforman, y esta justicia personal depende de la gracia de Dios. La que, para derramarse, requiere a su vez de la conversión -empezando por la conversión de los cristianos sumergidos en un naturalismo que ha inficionado completamente las conciencias. Si se quiere evitar las calamidades anunciadas en las profecías conminatorias proferidas y escritas desde antiguo y que ahora encuentran el escenario más propicio a su realización merced al materialismo de Estado y al hábito universal del hedonismo urge, pues, la conversión de las almas y de la sociedad: es Cristo Rey, proclamado por las sociedades, y no la ONU, quien convierte las lanzas en arados y ahuyenta los horrores de una guerra nuclear.

    Que los hombres de Iglesia ya no reconozcan esta verdad primarísima y no reclamen al mundo esta adhesión necesaria equivale a empujar a la humanidad entera al abismo. Así, al tiempo que se bate el parche de la misericordia, se renuncia patentemente a las tres principales obras de misericordia espiritual, resultando en un crimen incomparable en magnitud, por lo orbital, y una traición a la propia misión capaz de causar pavor al firmamento. Una aceleración vertiginosa de los tiempos con el sello de Caín y de Judas.

    ResponderEliminar