sábado, 20 de marzo de 2021

DEGRADACIÓN


El alma de nuestra Patria, que vivificó ese imperio donde no se ponía el sol, en lenta agonía se acerca al ocaso. La impiedad se apoderó de nuestra Patria, destruyendo la familia. El divorcio legaliza la impiedad y en cadena, ésta va cayendo casa sobre casa y así sobre todos nuestros pueblos; lo que nos rodea es un campo de ruinas y desolación. El aborto es el arma con que los impíos secan la fuente de la vida, de la esperanza y de un mañana, y a quienes alcanzan a nacer les tratan de mancillar su inocencia (con la ideología de género y la pornografía). Con mezquino egoísmo (con microabortivos y anticonceptivos) se esteriliza toda paternidad, los hogares, no son hogares, son un estéril erial invadido de bestias grandes y pequeñas. ¡Pobres ancianos! Apartamos su venerable presencia de nuestra existencia y los olvidamos sin piedad junto con sus tesoros de historia y experiencia, y una vez eutanasiados, cremamos sus restos porque no tenemos piedad ni con los muertos... No enseñan ya la verdad en los colegios... Nada ayuda a que los pueblos vivan en paz... El pueblo quebrantado, degradado, depravado por los vicios, sojuzgado por la tiranía de las multinacionales... Es impiedad la pornografía... Es la misma impiedad quien inspira las artes. El espíritu de este mundo moderno, con su crueldad impía borra del ayer el apoyo al mañana, y así denigra las tradiciones que les permiten a los católicos ser la sal de este mundo. 

P. Ramón García, Consiliario de la Comunión Tradicionalista

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