viernes, 23 de diciembre de 2022

JOSÉ Y MARÍA PARTEN A BELÉN


San Lucas que nos da noticia de la visitación de María a su prima santa Isabel, refiere la circunstancia que estuvo con ella unos tres meses, después de los cuales, acompañada de su virginal esposo, tornó a Nazaret. José entregado en las manos de la providencia, se deja completamente conducir de ella y, con toda calma, sin prevenirla en un instante y sin retardarla un momento, vive todo unido con Dios. Él sabe que el Mesías prometido que ha de nacer de su virginal esposa, ha de nacer en Belén de Judá en cumplimiento de las profecías, entre tanto los dos esposos preparan todo lo necesario, como si hubiese de nacer en su propia casa.

En aquellos días se publicó una orden del Cesar mandando el empadronamiento de los hijos de Israel, y José parte a Belén de donde es oriundo, hace constar que él y su esposa son descendientes de David, y por falta de posada pasa la noche en la cueva de Belén. Noche feliz en la que se dio a luz el divino sol de justicia que quitó las tinieblas del pecado y de la ignorancia.

José durante este viaje, según nos dicen, grandes autores, veía amanecer todos los días con nuevos trabajos y en sus noches se acostaba con repetidas angustias...  José calla, no despliega sus labios, está del todo resignado, su confianza en Dios crece a medida de los trabajos. ¡Ah! él obró en todo como lleno de gracia, pero de gracia tanta cual convenía al esposo de María y al padre de Dios hecho Hombre. ¡Qué lección oh santísimo Patriarca! ¡Qué lección para todos los cristianos! ¡Qué modelo para todos los que nos apellidamos tus devotos! Sí, yo resuelvo practicar a vuestra imitación la paciencia, pero practicarla de un modo santo, con resignación verdadera, con verdadera conformidad con la voluntad de Dios, callando como vos callabais y bendiciendo gustoso la mano soberana que así lo dispone.

Del libro: Las glorias de San José o sea la vida del Santísimo Patriarca.

R. P. José María Vilaseca. Año 1874

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