El ardoroso san Pablo es el apóstol por excelencia del Santo Nombre de Jesús. Afirma que es “el nombre por encima de todo nombre” y ensalza su poder con estas palabras: “Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los infiernos” (Flp 2, 10).
San Bernardo se llenaba de alegría y consolación inefables al repetir el nombre Jesús; sentía como miel en su boca y una deliciosa paz en su corazón. San Francisco de Sales no vacila en afirmar que quien tenga la costumbre de repetir con frecuencia el nombre de Jesús, puede estar seguro de obtener la gracia de una muerte santa y feliz.
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