"¡Si supieras, Sacerdote mío, lo que se aprende leyendo libros, estudiando cuestiones, examinando dificultades a la luz de la lámpara de mi Sagrario!
¡Si supieras la diferencia que hay entre sabios de biblioteca y sabios de Sagrario!
¡Si supieras todo lo que un rato de Sagrario da de luz a una inteligencia, de calor a un corazón, de aliento a un alma, de suavidad y fruto a una Obra!...
¡Si supieras tú y todos mis Sacerdotes el valor que para estar de pie junto a todas las cruces infunde ese rato de rodillas ante mi Sagrario!...
¡Ah! Si se supiera prácticamente todo esto, ¿cómo se verían mis sagrarios tan vacíos de Sacerdotes y en cambio tan llenos los círculos de recreos, los paseos públicos, y alguna vez... hasta los cafés, cines y teatros?
¡Si supieran! ¡Si supieran!"
Mons. Manuel González G., El Corazón de Jesús al corazón del sacerdote.
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