Los padres deben velar y fomentar la pureza de sus hijos desde la más tierna edad, para que adquieran vergüenza y honradez, para que sean modestos en el habla, en los modales, en el vestir. Corresponde a los padres evitar que sus hijos adquieran malos hábitos en este campo, aunque los niños no comprendan la maldad de lo que están haciendo, porque después no podrán librarse de la adicción.
Cuidado padres, cuidado con los niños. Veamos lo que dice S.S. Pío XII: “Desgraciadamente a veces sucede que los padres cristianos, que se preocupan tanto por criar a un hijo o una hija, que los están siempre apartando de los placeres peligrosos y de las malas compañías, ven de pronto a los hijos, a los 18 ó 20 años, víctimas de miserables y escandalosas caídas: el buen grano que sembraron fue arruinado por la cizaña.
"¿Quién era el enemigo del hombre que tanto mal hizo? Lo que pasó -prosigue el Papa- fue que en la casa misma, en ese pequeño paraíso, se coló el tentador, el enemigo astuto, y encontró allí el fruto corruptor para ofrecerlo a manos inocentes. Un libro dejado por casualidad en el escritorio del padre es lo que destruyó la fe de su bautismo en el hijo, una novela abandonada en el sofá o en el dormitorio por la madre es lo que eclipsó la pureza de su primera comunión en la hija".
La cizaña puede entrar al hojear revistas de noticias o periódicos que se encuentran en la casa; por la televisión, por un extracto del periódico televisivo que el niño vio por casualidad. Vigilad, padres, velad por las almas de vuestros hijos. Manténganlos alejados de Internet, tabletas e Ipads, donde realmente pueden acceder a cualquier cosa. Ya ven tanto mal fuera de casa. Que al menos en ella puedan encontrar la pureza y la virtud, a partir del ejemplo de sus padres.
¿De qué sirve ganar el mundo entero si perdemos nuestra alma? ¿Cuál es el valor de una satisfacción instantánea, fugaz, que nos hace perder el cielo, merecer el infierno y que vuelve a crucificar a nuestro Señor? Confiando en Dios, desconfiando de nosotros mismos, con una determinación muy firme, seamos castos y puros según nuestro estado de vida. Seamos un ejemplo y velemos por la pureza y la salvación del alma de nuestros hijos. El ejemplo y los buenos consejos y cuidados son indispensables para que ellos se conserven puros.
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